Ni Hetalia, ni Latin Hetalia me pertenecen. Lindo sería.

Micaela Prado = República del Perú

Francisco Burgos Torres = República del Ecuador


Dormida

A Francisco le gusta observar a Micaela, más que nada cuando duerme. Le gusta cuando no está corriendo de un lado para el otro, cuando está tranquila, quieta, pacífica. No es que no le guste despierta, a él le gusta mucho la efusividad con la que Micaela desempeña hasta el más mínimo movimiento, como todo en ella está vivo y es bulla alegre y resonante. Pero es cuando duerme que Francisco puede apreciar aquellos detalles que normalmente no ve por tratar de seguirla con los ojos, porque cuando está despierta, está despierta y es un torbellino de colores que nunca se detiene.

Micaela, cuando está seca, no se mueve a menos que esté incómoda o le dé calor, y es ahí cuando Francisco puede apreciarla en paz.

La primera vez que la peruana se quedó dormida a su lado, con la sábana envolviéndole la cintura, una pierna apresando las de Pancho y su pelo desparramado en mil direcciones, Ecuador no supo muy bien si sería una buena idea moverse. En realidad solamente quería levantarse para ir por algo de tomar puesto que se moría de sed, pero temía despertarla. Se había incorporado un poco, tratando de apartarla con sumo cuidado, y no sabe cómo pero de alguna manera la chica se le cayó de la cama. Descubrió de esa forma que podría pasar a su lado un desfile entero y Micaela solo estiraría un poco la pierna, sin intenciones de despertar. La tuvo que volver a subir a la cama, acomodándola bien ahora, y la arropó, aunque Micaela luego se volvió a destapar porque sentía calor. Con un suspiro Pancho se sentó en el borde de la cama, mirándola algo perdido, pero terminando por enfocarse en su pecho, como subía y bajaba lentamente al ritmo de la respiración de Micaela. Sus movimientos eran extremadamente parsimoniosos, como si esperase hasta el último segundo para volver a inhalar. Deseó en ese momento tocarla, deslizar su mano debajo de su camiseta de la selección peruana y buscar sus senos a tientas, porque se podía imaginar lo suave que era su piel ahí y porque se veía tan apacible y mierdaqueríatocarla.

Olvidó que tenía sed y no se movió de la cama, hasta finalmente quedarse dormido también y ser despertado al día siguiente por un olor buenísimo que provenía desde la cocina. Micaela no entendió cómo es que él terminó durmiendo más que ella, mas no le dio más importancia al asunto.

Se le hizo costumbre mirarla dormir.

Cuando duerme, Micaela ronca levemente y Francisco no puede evitar pensar que aquello es muy gracioso, aunque también trae algo consigo que inspira ternura, y al ecuatoriano no le termina de asombrar cómo incluso dormida aquella pequeña sonrisa traviesa le sigue bailando sobre los labios. Ama esa sonrisa, porque él ama a Micaela y la adora. A veces la besa cuando está dormida, pero solo suele ser un roce fino y delicado, solo para sentir el aliento de Micaela hacerle cosquillas. A veces simplemente se queda echado a su lado, observándola, viendo como la chica permanecía ausente. Le gustaba ver sus párpados relajados y la manera tan natural en que todo está simplemente ahí, tranquilo. "Micaela tiene pestañas muy lindas", se dice muy a menudo. Tal vez puede que sea el único que lo piensa, pero está convencido de que así es.

Para Francisco, Micaela es la mujer más hermosa que ha pisado este planeta y el hecho de que ambos sean inmortales solo lo hace más feliz.