Todo estaba perdido. Nos habían rodeado un montón de sincorazón, deseando arrancarnos nuestra alma y destruir la última esperanza del mundo. No podíamos hacer nada contra ellos. ¿En qué momento se torció todo? ¿Cuando empezó la oscuridad a destruirnos? No podía hacer nada, nada en absoluto. ¡Sora y Kairi morirían, y no podía hacer ni una maldita cosa! A mi mente vienen recuerdos, de cuando estábamos los tres juntos, en nuestro hogar. Cuando la oscuridad todavía no cedía a la luz. Sora: Riku! Deja de hacerte el héroe y vuelve aquí! Riku: Ok! Solo quería enseñarle a Kairi lo que un verdadero hombre puede hacer, no como tú! Sora: ¬¬# maldito! Ya verás! -en ese momento, Sora coge un palo de madera y persigue a Riku-. Estábamos en las Islas del Destino, en un día cualquiera, jugando a ver quien sería mejor marido para Kairi. Desde pequeños estuvimos disputando ese honor, sin darnos cuenta de lo que había alrededor. Más bien, de lo que estaba cambiando a nuestro alrededor. Kairi había encontrado a otro chico, no le conocía, pero ella estaba muy contenta con él, según sus propias palabras. Solían reunirse en la cueva secreta de la playa, ocultos incluso de sus mejores amigos... Escapando de Sora, fui hacia allí. Sora: Vuelve aquí! Te enseñaré lo que es un verdadero hombre! -al entrar en la cueva, Sora lo ve parado delante de él, de espaldas-. Te tengo! Eh... que ocurre? Delante mía estaba Kairi, de rodillas y, aparentemente, aturdida. Detrás de ella, su supuesto novio, llevando una especie de capa negra. Riku: Qué te crees que estas haciendo, idiota? -Riku se gira a ver a Sora, y le pide su palo- Te voy a enseñar como tratar a una dama! Entonces me lancé a darle un buen golpe en la cabeza. Pero no entiendo que pasó, que con solo alzar su mano, me empujó hacia atrás, estrellándome contra la pared con gran fuerza. Sora intentó auxiliarme, pero no sabía como. Así que cogió su palo y fue también a por ese chico. Para mi sorpresa, cuando le atacó, una gran luz les envolvió, y el palo se convirtió en una llave espada plateada, con la cual pudo derribar a su adversario. Sin embargo, este entonces aprovechó un descuido para tirar arena a Sora en la cara, y así poder atacarle. Le golpeaba en el estómago, y lo lanzaba contra las paredes como hizo conmigo, con tan solo su pensamiento. En el suelo había quedado su llave-espada. Reuní la fuerza suficiente para levantarme y cogerla, y mientras aquel ser se divertía, le ataqué por detrás en su cabeza, y logré que cayese al suelo, inconsciente. Fui corriendo a cojer a Sora y a Kairi bajo mis brazos, mientras intentaba escapar de ese lugar y avisar a los aldeanos. Cuando estos llegaron a la cueva, el chico había desaparecido. Estuve en el hospital, junto a Sora, mientras este se recuperaba de sus heridas. Kairi no recordaba nada en absoluto, ni siquiera quién era su novio. Agarré la mano de Sora, confundido por todo lo que había pasado. El que él pudiese invocar un arma extraña, y que el enemigo tuviera poderes, no lograba entender qué ocurría. Cuando despertó, e conté todo lo sucedido, y él, alegre como siempre, respondió: "genial! hemos protegido a Kairi, juntos!". No sabía si eso significaba una victoria, de lo que sí estaba seguro, es que de ahora en adelante, quería estar junto a él, porque así no habrá enemigo que se nos resista.