La fiesta de la casa seguía y seguía sin que la música dejara de retumbar las paredes del edificio. La prima de Madison se estaba gastando el dinero que le daban sus padres en alcohol y droga, creyendo éstos que los invertía en la universidad.
Pero no era así.
Madison es una chica de veintidós años la cual tenía una prima que vivía en un edificio. Y vaya qué casualidad cuando decidió participar en una de sus fiestas y toparse con él en la puerta.
—Oh, Dios, mío —murmuró pausadamente mientras tomaba a su prima del brazo, casi derramando su bebida— ¿Quién es ese tío?
La prima Beth vio al tipo moreno subir las escaleras con una mochila sobre el hombro.
—No sé, lleva unos meses viviendo aquí. ¿Te gusta acaso?
—Gustarme es poco.
