¡He vuelto en gloria y majestad! Quería subir una de las seis historias que tenía guardadas, y esta era sin duda la más completa, y creo que de las más largas. Es mi primer Whiterose, así que fue prueba y error, solo espero que lo disfruten, tanto como disfruté yo al escribirlo.
Este capítulo es más una introducción que un capitulo lleno de acción, pero la acción llegará.
Y para los que me conocen, también llegará el sufrimiento.
¡Disfruten!
"Madre, lo logré…"
El sol caía por el horizonte. La brisa aumentaba conforme iban pasando los segundos. Caminó hasta la tumba y se arrodilló frente a ella, dejando un ramo de rosas en la piedra pulida.
"Al fin me aceptaron en la academia de Atlas. No te defraudaré. Protegeré a las personas, así como tú lo hiciste."
Ver la tumba de su madre siempre le traía melancolía. Le hubiese gustado retroceder el tiempo, o poder alargar la vida de su madre lo suficiente para tener vividos recuerdos con ella. Poder tener más momentos que rememorar.
No.
Se golpeó las mejillas con sus palmas.
Si había llegado hasta ese punto, había sido gracias a ese sacrificio. Ella tomó la decisión de arriesgarse por los que más amaba. De proteger a los suyos.
Estaba orgullosa de ella.
"Espero estés orgullosa de mí."
Soltó un suspiro. Era hora de irse. Tomó las maletas que había dejado en el suelo. Había intentado corregir sus malos hábitos de llegar tarde a todos lados, pero no podía irse sin despedirse de su madre. No podía permitirse algo así.
"Adiós, madre."
Le dio la espalda a la tumba. Le dio la espalda a aquella puesta de sol tan reconfortante. Le dio la espalda a la isla que la vio nacer. Era momento de decirle adiós a todo aquello.
No se había sentido de esa forma, ni siquiera cuando se había mudado a Vale, aunque quizás era porque estaría con Yang. Estudiar juntas en Beacon era diferente a estar en Atlas, completamente sola, viviendo en la academia y en la casa deshecha de su tío, el cual no estaría lo suficiente para ser una compañía certera.
Iba a ser independiente. Iba a salir de su coraza. Necesitaba hacerlo.
El viento se llevó los pétalos de aquellas rosas sobre la tumba mientras Ruby se alejaba por el sendero.
No iba a mirar atrás.
No volvería a hacerlo.
…
Una mujer a su lado le dio unas palmadas en el brazo. Despertó de golpe con eso. No supo si había logrado babear a la mujer, o solamente había terminado apoyada en ella, pero el rostro de la mujer no parecía para nada feliz de tenerla al lado. Solo pudo darle una sonrisa torpe y un suave "lo siento". Todo dejó de importarle cuando vio la ciudad de Atlas desde la ventana. Todo se veía tan moderno y lujoso. No era lo que más apreciaba de un lugar, pero era un cambio interesante.
El aeropuerto era enorme, lleno de luces, gente y tiendas por doquier. Todos enfocados en sí mismos. Muchas personas de negocios caminando rápidamente con la frente en alto. El aroma a café y a dulces recién hechos hizo que su estómago sonara. Negó. No debía tentarse. Prefería llegar rápido a la casa de su tío y dejar sus maletas, luego podría ir a tomar desayuno a algún lugar cercano.
El taxi la dejó en la calle correspondiente y le ayudó a bajar sus maletas del auto.
La casa se veía tan pequeña por fuera como lo debía de ser por dentro. El barrio no parecía ser el mejor en lo absoluto. No esperaba más, para ser su tío un fan de la bebida y del trabajo. Al menos era una posición cerca del centro de la ciudad. Cerca del bar, se dijo a sí misma.
El aroma de un hogar sin cuidado le revolvió el estómago. La sala de estar era un sofá y un televisor, la cocina tenía lo esencial, y el comedor era aquella pequeña barra con dos sillas que separaba los ambientes. La decoración constaba en las varias botellas de whisky vacías amontonadas en una de las esquinas y en otros sectores de la casa. Debía tirarlas en algún punto de reciclaje cuando se pusiera a limpiar.
Avanzó a la habitación principal, también pequeña, con una cama, un velador y un closet. Completamente minimalista. El baño lucía normal al menos, sin uso, así que limpiarlo no sería un caos. La puerta que le faltaba explorar era la que sería su hogar. Una cama pequeña, un escritorio y un armario. Era una especie de bodega que su tío había arreglado para ella. Parecía tener más amor que cualquier otro de los ambientes en la casa.
Sonrió al pensar en el esfuerzo que él había hecho.
Podría ocupar la habitación de su tío, pero conociéndolo, podría llegar borracho con alguna mujer mientras venía a la ciudad por trabajo. No quería importunar si llegara a ocurrir algo así.
Se tomó el día limpiando y ventilando la casa. Ordenando sus cosas. Revisó la caja que había llegado para ella con los uniformes de la academia y las cosas que necesitaría, además de la mochila gigante que usaría para llevar todas las cosas el lunes.
También se tomó el tiempo de visitar restaurantes cercanos, para ir familiarizándose, y compró un par de cosas para dejar en la casa, cosas de primera necesidad y comida chatarra.
Se fue a dormir temprano. Debía estar a las siete en punto en la academia, así que no podía evitar estar ansiosa y nerviosa.
…
Se puso los pantalones militares y la chaqueta a juego, también las botas negras y la camiseta verde. Se miró en el espejo y sonrió al verse igual a su madre en las fotos que tenía de ella. El mismo cabello, la misma mirada.
Esperaba no arruinarlo. No comportarse como una niña pequeña ni hacer el ridículo frente a los superiores.
Se llevó la ropa para la semana y se subió en un taxi para ir a la academia, solamente porque no quería llegar atrasada el primer día. Se vio detrás de un montón de personas vestidas de la misma forma que ella, con sus mochilas y sus miradas nerviosas. Una mujer rubia los recibió en la entrada, guiándolos dentro del recinto. Era un lugar grande y espacioso. Con muchos edificios y lugares dignos de ser explorados.
Fueron separados en grupos, dependiendo del sexo, y entraron a un edificio de varios pisos, quedándose en el segundo. Se vio en una habitación larga con varias camas simples y casilleros, junto con otras chicas, alrededor de unas treinta. Fueron avanzando, guiadas por la mujer que les iba señalando sus respectivos lugares, los cuales tenían sus nombres sobre la cabecera de la cama. Su nombre estaba al medio. Al final había una puerta que parecían ser los baños exclusivos para ese dormitorio.
Dejaron sus cosas ahí y bajaron, dirigiéndose a un campo verde y limpio. Se reunieron ahí con los otros cadetes de primer año. La mujer rubia hizo sus máximos esfuerzos para ordenar a los cien estudiantes que estaban ahí, dejándolos lo mejor formados posibles. Ponerse recto. Manos a los costados. En filas no parecían tantos como eran.
Un grupo de personas bien vestidas caminó hasta el campo. Parecían ser los instructores.
Dio un salto. Ahí estaba él.
Tragó pesado.
El General Ironwood era el que manejaba la academia, era la cara pública. Imponente, pero con una serenidad imperturbable. No podía decir que lo odiaba, pero a veces se sentía con esa sensación consumiéndola poco a poco.
Solo podía pensar en Penny.
Como él la había forzado a mantenerse al margen. Como la había convertido en una máquina. Como había decidido su destino por ella. Penny le bajaba el perfil a la situación, pero no podía evitar sentir molestia al respecto, incluso luego de tanto tiempo. No era su padre, no tenía que hacer eso por ella.
Soltó un suspiro.
Igual se sentía tranquila, ahora estaba en Atlas y esperaba que existiera la oportunidad de volver a verla, aunque fuese mínima. La extrañaba tanto desde que se separaron en Beacon y su relación se rompió. Ahora debía de estar haciendo misiones y cosas importantes por el mundo.
Dio un salto, ya se había perdido la mitad del discurso del General. A su lado estaba Ozpin, quien era el administrador de la academia, quien se mantenía siempre ahí, al contrario del General que seguía viajando por el mundo.
"…A las doce podrán ir al comedor a almorzar. Espero ocupen el día para organizar sus cosas, conocer a sus compañeros, a sus instructores y a los tenientes. La cena es a las siete y las luces se apagan a las diez. Mañana deben estar de pie a las seis de la mañana, limpiar y hacer sus camas y luego ir al comedor a desayunar y luego ir a sus clases con su uniforme formal. Las clases teóricas son programadas para la mañana y las prácticas para la tarde, así que después de almuerzo deben cambiarse a su uniforme táctico. Si tienen hambre no duden en ir entre clases al comedor, también si están agotados o mareados o tienen algún problema, pueden dar el aviso e ir a la enfermería. No descuiden su salud."
Presentó a los personajes que lo acompañaban. Combate cuerpo a cuerpo, tácticas de liderazgo, armamento, especialistas en dichas áreas. La rubia, llamada Glynda, enseñaba doctrinas militares, disciplina y ética.
Frunció el ceño al ver a alguien entre los presentados. Alguien que no se había percatado por estar pensando en Ironwood.
¿Cómo no pudo notarla?
"La teniente Weiss Schnee estará a cargo de esta compañía, de todos ustedes de primer año y estará monitoreándolos en sus clases, asegurándose que se cumplan las formalidades en sus instrucciones. Será su unión con los administrativos. Si necesitan algo no duden en preguntarle a ella."
Si, era ella, no tenía duda.
Ese cabello, esa cicatriz y esa mirada fría.
Cuando la vio la primera vez fue en Beacon, años atrás. Era compañera de Yang y de Blake. Cuando terminó el instituto volvió a Atlas. Era una especie de famosa en el mundo, por la empresa minera Schnee, una de las empresas más ricas y poderosas. Tenía entendido, por las noticias, que había sido desheredada hace unos años, por su interés en la milicia.
No sabía mucho de ella, pero se la había topado un par de veces en el instituto y habían tenido que convivir un par de veces. Y ¿Como olvidarla? Era prácticamente la mujer más bonita que había visto en Beacon, o tal vez en el continente, o tal vez en el mundo.
"Espero que todos se comporten correctamente y hagan a sus padres sentirse orgullosos. Aun en tiempos de paz, siempre serán de ayuda para los demás ciudadanos de este planeta. Y recuerden, 'un cadete es disciplinado, honrado y siempre dispuesto a sacrificarse por la patria', Apéguense a esto, que es su código de honor como reclutas."
Tal y como imaginaba, Ironwood no pasaba mucho tiempo en la academia por sus deberes con la milicia. Aun así, había ido a saludar a los nuevos reclutas. Al menos se había tomado el tiempo de hacer eso.
Quedaron en la libertad de recorrer los alrededores y entablar una conversación con los superiores y los mismos reclutas.
Personalmente no quería hacer lo último. Le molestaba lo de salir de la coraza, como decía su hermana, aunque sabía que debía hacerlo. Prefería estar horas llenando una diana con agujeros de bala. O un maniquí. O cualquier otro objetivo. Antes de entablar una conversación con alguien.
No quería admitir que le avergonzaba estar con multitudes, o tener una conversación con sus palabras torpes y atropelladas. No era la persona más hábil para esas cosas. Al menos estaba mucho mejor que cuando fue a Beacon, donde su pensamiento era; "Para que hacer amigos si tengo a Yang". Pero como estaban en otros años y en diferentes clases, no podía contar con ella en todo momento. En esa época fue donde conoció grandes amigos y a Penny.
Negó con la cabeza.
Se había entretenido hablando consigo misma, y ya estaba parada en el mismo lugar en completa soledad mientras los reclutas se dispersaban por el campus.
Miró de reojo a la teniente. Estaba sola, mientras su mirada se enfocaba en algún lugar del horizonte. Probablemente todos la conocían, así que no irían a hablar con ella, sobre todo con esa mirada en su rostro, que evidentemente intimidaba.
En realidad, no tenía idea.
Se vio caminando hacia la mujer. Era la única persona que conocía ahí, y realmente quería ahorrarse lo de socializar lo más posible que pudiese. Igual intimidaba un poco más con el uniforme oficial que tenía puesto.
"Hey, Weiss, tanto tiempo."
La mirada gélida se sintió como una puñalada y el ceño fruncido como un disparo justo en el corazón.
"¿Qué crees que estás haciendo hablándome tan confiadamente?"
Su voz estricta e irritada fue el golpe final.
"Ehh…yo… ¿Lo siento?"
"Este no es el instituto, ni un juego de niños, debes comportarte con tus superiores."
"¿En serio no me recuerdas?"
La mujer se cruzó de brazos, mirándola con los ojos gélidos, provocando que todo su cuerpo se helara. Quizás había sido una mala estrategia.
Muy mala.
"¿Quién se supone que eres?"
Ah. Eso había dolido tanto como lo anterior. ¿Tan imperceptible era? Solían decirle lo contrario.
"Soy Ruby Rose, hermana de Yang, fue tu compañera en Beacon, ¿No me recuerdas?"
La mujer frunció más el ceño, intentando recordar. Puso su mano enguantada en su mentón. Al parecer no eran tan cercanas como había imaginado, o a ella le había importado muy poco su paso por Beacon.
"Ah, Xiao Long."
Se quedó mirándola unos segundos. Tenía la sensación de que la teniente iba a seguir hablando, pero el momento no parecía llegar. Iba a dar un paso más en su dirección cuando vio como la mano de la mayor le prohibía el paso.
"Que hayamos tenido contacto en el pasado no significa que nos convierta en amigas en lo absoluto. Soy tu superior y me debes tratar como tal."
"Dije que lo sentía."
"¿Sabes cómo puedo dejar pasar esto?"
Había algo similar a una sonrisa en su rostro. Eso la animó un poco.
"Oh, ¡Dime!"
"Aprende algo de disciplina y no vuelvas a hablarme."
Se quedó ahí, inerte, mientras la teniente caminaba hacía otra dirección con toda la elegancia que era portadora. Demasiada elegancia para alguien tan malhumorada. ¿Qué rayos le pasaba? No tenía que ser tan cortante.
Quizás se había tomado muchas confianzas, pero parecía una buena idea en primera instancia. Tampoco eran totales desconocidas y solo tenían dos años de diferencia.
Aunque Weiss había avanzado mucho, convirtiéndose en teniente, mientras ella acababa de entrar a la academia militar. Eso la hacía sentir algo desolada.
…
Se dirigió al comedor a eso de las doce. Era grande, techado, con muchas mesas. Estaba segura de que podían caber más de mil personas ahí dentro. Las mesas estaban decoradas con manteles y fruteros. Las ventanas altas iluminaban todo el espacio. Lucía maravilloso.
Se puso en la fila de la comida, sosteniendo una bandeja. Todo lucía bastante bien. Imaginó que sería comida desabrida y bastante horrible, pero no era así. De todas formas, es Atlas. Sería pésimo si la elite de los militares saliera de una academia donde daban comida de cárcel.
Se sentó en una mesa vacía. Aunque fueran más de cien reclutas, el lugar seguía siendo demasiado espacioso. En tiempo de paz, eran pocos los reclutas que llegaban a la academia. Luego se llenaría un poco con el retorno de los de segundo y tercero, lo tenía claro.
Le intrigaba la variedad de personas que había entre los cien, de diferentes partes del mundo. Era divertido ver tanta diversidad, incluso varios faunos.
Sonrió.
En la guerra todos somos humanos.
Todos somos iguales.
Cada uno de los nuevos reclutas parecía nervioso. Todos alejados de los otros, exceptuando algunos cuantos. Le tranquilizaba ser una más en ese gentío, y no verse diferente al resto. Si todos se juntaban en las mesas y ella se quedaba aislada, sería peor que cualquier cosa. No quería ni pensar en algo así. Esperaba no sucediera en el trascurso de los días.
…
Visitó las instalaciones. Las salas. Los campos de tiro. Todo parecía alucinante. Era todo muy visualmente agradable. La biblioteca también era enorme, ya quería quedarse ahí leyendo sobre equipos militares y tácticas.
Tuvo que ir, al igual que todos sus compañeros, a una sala en el edificio de los funcionarios. No había mucha gente al menos. Estaban pidiéndole los datos a cada recluta. Ah. Uno de los instructores estaba usando una máquina para tallar las placas de identificación. No sabía si era necesario, de todas formas, aun no salían a pelear ninguna batalla. Luego escuchó la voz de Glynda, anunciando que había reclutas que en los primeros días perdían la conciencia y malgastaban tiempo crucial buscando detalles familiares al momento de atenderlo.
Ahí parecía tener sentido.
Dio sus datos y media hora después ya tenía las placas en sus manos. Salió de ahí y se las puso en el cuello. Tenerlas en el cuello ya la hizo sentir parte de la milicia.
El lugar parecía realmente calmo y extenso.
Sintió una vibración en la pierna.
Debía ser un mensaje de Yang.
Miró su celular. Si, era Yang.
Se apoyó en una de las paredes y marcó el número de su hermana. Sonó un par de veces hasta que escuchó la voz alegre sonar por el auricular.
"¡Hermanita! ¿Cómo va tu primer día?"
"Bien, normal, es reconocimiento nada más. El lugar es precioso y amplio. Somos cien reclutas nuevos, pero ni así podemos llenar un poco el comedor. Es increíble. Aunque comparto habitación con veintinueve chicas más."
"Suena divertido, me alegro, ¿Hay alguien conocido? ¿Has hecho amigos?"
Soltó un suspiro. No estaba ni cerca de hacer amigos.
"Eh, no."
Pronto llegó a su mente el incidente con la teniente.
"Espera, sí, hay alguien que conozco, o más bien tú conoces más que yo."
"¿Eh? ¿Quién?"
"Ojos azules. Pelo blanco. Cica-…"
"¡No! ¿¡WEISS ESTÁ AHÍ!?"
Se alejó del teléfono y rodó los ojos. Casi queda sorda.
"Si, es la teniente a cargo de nosotros."
"Ya veo."
Escuchó ruido difuso que provenía desde el lado de su hermana. Levantó una ceja en confusión. Empezó a dar vueltas mirando el suelo mientras esperaba que alguien hablara.
"Blake dice que tengas cuidado con ella. Nunca fuiste muy cercana, así que no sabes cuan difícil es."
"Ups. Demasiado tarde. Me acerqué a ella hablando de ti, y bueno, no dejó de regañarme."
Escuchó a su hermana reír.
"Al menos no te dijo nada como burra o idiota. Se hubiese visto mal desde una teniente."
Yang no dejaba de reír. Se sentía avergonzada. Fue una mala decisión, ya lo había admitido. Solamente había pensado que Weiss no sería tan arisca.
"No te rías tanto. En serio pensé que sería una buena idea, si igual nos conocíamos un poco, pero no sé porque es tan irritable, parecía tan agradable en Beacon. Solo me retó y me hizo sentir inferior e impotente. Se cree una reina del hielo, mandando a todos como si tuviese…"
Como si tuviese un palo incrustado en el trasero.
No. No dijo aquello, porque justo en ese instante sintió un frio en su espalda.
"¿Ruby?"
"¿No te ha pasado que hablas mal de alguien y está justo detrás de ti?"
Susurró…
"¿Estas fuera de los dormitorios?"
"…Si."
"Estas acabada, hermanita."
Alejó el celular de su oído y giró su cabeza lentamente.
Sintió que sus piernas temblaban cuando vio el rostro sádico y potencialmente homicida de la teniente. Sus medallas, sus broches y su uniforme en general brillaba, haciéndola lucir aún más poderosa. Al menos su tamaño era similar al suyo, un par de centímetros más con los tacones, o probablemente estaría aún más asustada.
Siempre arruinaba más las cosas. Tomó mucho aire antes de atreverse a hablar siquiera.
"¡Lo siento mucho! ¡Prometo no hacer nada similar nunca más en toda mi vida!"
Cerró los ojos, bajando su rostro y torso lo más posible y solo escuchó un suspiro.
"No es la primera vez que escuchó cosas así de mi persona, pero solo vine aquí porque está prohibido hablar por celular fuera de los dormitorios. Ni siquiera deberías salir de ahí con tu teléfono, y tienen horarios para eso, de siete a diez. Están estas reglas anotadas en los dormitorios."
La miró con duda. Se tomaba muy en serio su trabajo, de eso era seguro.
"Ah…no sabía…digo, de haber sabido, habría tenido más cuidado de ser vista, o sea, no de ser vista, si no de simplemente no hacerlo porque sabría que podría pasar al-"
Sintió la mano enguantada a centímetros de su rostro. Eso era una advertencia. Weiss Schnee lucía irritada y mentalmente agotada.
"Cállate. Claro que no lo sabías, idiota, por algo te lo estoy diciendo ahora."
¿Idiota? Esa actitud la tomó por sorpresa. Pensó que iba a ser aniquilada.
"Ah… ¿Gracias…por el aviso…?"
Se rascó la nuca. En realidad, no tenía idea que decir, o como decirlo. Aun le faltaba mucho en cuanto a comportamiento. Ser de la milicia parecía sencillo, sacando la disciplina del camino.
"Me vas a provocar una hernia, recluta."
Se masajeó las sienes y luego volteó, alejándose, haciendo que su cabello largo se meneara con el viento. Se quedó mirando a la mujer hasta que desapareció por completo de su vista. Se sentía completamente ensimismada al mirarla. Realmente era bonita, pero su personalidad era un caos.
Volvió a poner el celular en su oído, escuchando la dupla de risas.
"Al final si te dijo idiota."
Miró alrededor y dio un suspiro. Habían escuchado todo.
Vaya forma de hacer amigos. Vaya forma de empezar su primer día.
Cortó la llamada.
Capítulo 2:
"Perdió el control. Fue una mala decisión, pero ese castigo era demasiado. Weiss tenía algo entre manos, y empezaba a aterrarla."
¿Qué les parece el ambiente? Veremos sangre, sudor y lágrimas, lo doy por hecho.
¡Nos leemos pronto!
