Disclaimer: los personajes de Fullmetal Alchemist le pertenecen a Hiromu Arakawa.
Hidrógeno
La Teniente Primera, Riza Hawkeye, presionó su espalda contra la fría pared de mármol que había detrás de ella, sosteniendo su arma lista para disparar. Se inclinó lentamente por la esquina de la pared y revisó el pasillo.
—Despejado —dijo la Teniente a los hombres que venían detrás, moviéndose rápidamente por el pasillo, todos sus músculos estaban tensos debido a la descarga de adrenalina. Los hombres que venían detrás de ella la siguieron obedientemente, mientras sus apresurados pasos hacían eco en el pasillo desierto.
El Mayor Hughes apareció al final del pasillo, él y sus hombres invadieron el lugar, provenientes de un corredor adyacente.
—Todo despejado de este lado, Teniente —le dijo a la mujer mientras se acercaba a ella—. Tenemos algunas puertas bloqueadas, pero quería esperar su apoyo antes de derribarlas.
—Entendido, Señor. Guíenos.
Hughes asintió con un movimiento de cabeza e hizo una señal a sus hombres, guiándolos nuevamente por el camino por donde habían venido; Hawkeye observó al Mayor mientras corría a su lado, cayendo de repente en la cuenta de lo cansado que se veía Hughes en esos momentos. Para ser honestos, la misma teniente estaba luchando en ese instante contra su propio cansancio, habían estado buscando en la destruida ciudad de Lior durante días, pero aún así no habían hecho muchos avances en su misión; buscaban sobrevivientes, y el número de ellos que habían encontrado entre los cadáveres, hasta ahora, era sorprendentemente bajo: si seguían así, pronto tendrían que admitir la derrota... Pero hasta que eso sucediera, Hawkeye se iba presionar hasta el límite, ignorando a sus adoloridos músculos, y al miedo que palpitaba en su pecho.
Al Coronel Roy Mustang le habían ordenado liderar un ejército de sesenta soldados armados para que entraran a Lior hacía ya dos meses, las tropas del General Haruko se habían movilizado para perseguir a la mayoría de la población de la ciudad, la cual se había rezagado al norte al darse cuenta que eran muy pocos como para hacerle frente al ejército del General Haruko; las tropas de Mustang habían sido enviadas a exterminar los grupos de rebeldes que quedaban en la ciudad, sin embargo habían sido superados rápidamente por varias de las guerrillas a las cuales debían exterminar. Sesenta soldados bien entrenados -incluso bajo el capacitado mando del Coronel- no fueron contendientes para las más de ciento ochenta guerrillas que estaban esperando por ellos, ocultos tras los deteriorados muros de Lior; aparentemente, el departamento de inteligencia militar se había equivocado en el número de rebeldes que aún estaban asentados dentro de la ciudad… Una terrible equivocación.
En múltiple ocasiones durante el comienzo de la insurgencia, el Coronel había pedido furiosamente más refuerzos, pero sus peticiones fueron negadas rotundamente; tal vez había sido una declaración política el no enviar más tropas a adentrarse en Lior -esa supresión militar ya había sido tremendamente desaprobada por la población en general- o tal vez era la corrupción en las altos rangos -pequeños grupos que no tenían la simpatía de Mustang, o talvez había sido un error humano-, o cualquier otra teoría que se había esparcido entre las tropas como pólvora... Fuera cual fuera la razón, la situación en Lior era mala, y ahora era demasiado tarde como para hacer algo al respecto.
Tan solo seis soldados heridos se las ingeniaron para escapar de la multitud, reclamando que el Coronel -reconociendo sombríamente la derrota- había decidido sacrificar su propia libertad por la de ellos.
Fue entonces -cuando muchos de los hombres enviados a Lior habían sido dados por muertos, o perdidos en acción- que el Führer, Rey Bradley, había aceptado enviar más tropas en una misión de rescate, y a hacer una 'limpieza' general del lugar.
Tanto Hawkeye, como Hughes se habían ofrecido de voluntarios para liderar la primera tropa de la misión sin dudarlo un segundo, ambos aferrándose desesperadamente a la esperanza de encontrar al Coronel aún con vida, sabiendo de antemano que se trataba solo de eso, una vaga esperanza; los soldados que habían sido intercambiados por la libertad del Coronel hablaban siempre de las torturas a las que habían sido sometidos en busca de información, y el hecho de ignorar la información clasificada pertinente sobre la suerte que había sufrido el pueblo de Lior, probablemente había ayudado a Mustang a la hora de negociar la libertad de los soldados.
Un Coronel era una fuente mucho más valiosa de información, que seis soldados rasos, pero no había duda en sus pensamientos que Mustang no daría información tan fácilmente. Hawkeye sabía que él había sido entrenado para hacer frente a la tortura, pero habían muchas cosas que ese hombre podría soportar solo por un tiempo limitado.
Eran ya dos semanas desde que el Coronel había sido capturado -otra de las cosas que habían dicho los soldados que habían escapado- y no había comunicación alguna con él, o con alguien de las otras tropas en ese tiempo.
Hughes se detuvo en frente de un gran par de puertas dobles, y enfundó su arma, probando una de ellas con su hombro, se giró hacia uno de sus hombres —un hombre alto y corpulento— y le hizo un gesto para que se acercara.
—Ayúdame con esto, Simmons, vamos a derribar la puerta. Teniente, quiero que usted, Johnston, y Geller nos cubran, si hay alguna sorpresa tras esta puerta, quiero que ustedes los liquiden.
— ¡Sí, señor! —replicaron en ordenado unísono al tiempo que dirigían sus armas hacia la puerta.
Hughes y Simmons se tensaron y, a la cuenta del Mayor, presionaron la puerta. La madera crujió sonoramente, agrietándose en el marco y zafándose de sus bisagras. Hughes retrocedió y pateó la puerta, destrozándola y moviéndola fuera del camino, y conforme la puerta caía, Hawkeye y los otros dos hombres se apresuraron a entrar, sus armas sostenidas en lo alto al mismo tiempo en que escaneaban el sombrío lugar en busca de posibles peligros.
La habitación estaba tranquila y en silencio, ningún signo de vida podía vislumbrarse en el lúgubre interior. Era una habitación extensa de techos altos que tal vez había sido usado como un salón de reuniones, o como un auditorio antes de la sublevación, pero ahora era una mohosa y estéril cámara que estaba ligeramente impregnada con el olor a muerte; había una pequeña reserva de armas en la esquina, junto con latas de comida y unas cuantas botellas medio vacías de licor. Esa habitación había sido probablemente una de las sedes de las guerrillas, un punto de encuentro donde habían planeado su rebelión, donde habían discutido cómo frustrar los militares que trataban de suprimirlos, y -según lo que Hawkeye había supuesto, gracias a las salpicaduras de sangre en las paredes- donde recolectaban información.
—No hay nadie aquí, debieron haber huido —dijo Hawkeye, dirigiéndose al Mayor y bajando su arma.
Hughes entró en la habitación, y se colocó cerca a ella, suspirando con decepción. Aún no había rastro del Coronel -o de nadie más, de hecho-, pero eso significaba que tal vez seguía vivo en alguna parte, hasta que no encontraran su cuerpo sin vida, tratarían de mantenerse optimistas.
—Bien —vociferó Hughes hacia sus hombres—, recojan esas armas de la esquina: Geller y Shaw, regrésenlas a los camiones. Así podremos asegurarnos que los rebeldes no serán capaces de usarlas si regresan.
Los hombres se apresuraron a hacer sus tareas sin ninguna protesta, aunque la fatiga ya era muy evidente. Hawkeye exhaló y se masajeó la sien, luchando contra el dolor de cabeza que amenazaba con aflorar detrás de su ojo izquierdo; todos estaban cansados, pero ninguno pensaba en tomarse si quiera un descanso. A parte de los cincuenta y tres hombres que habían desaparecido —excluyendo al Coronel—, solo treinta y dos de ellos habían sido encontrados, y solo ocho de esos treinta y dos aún estaban vivos. No se podían rendir cuando muchos de sus camaradas aún seguían desaparecidos, sin importar cuán exhaustos, desanimados, y frustrados se encontraran.
—Lo encontraremos, Riza —Dijo Hughes suavemente, entendiendo su oculta angustia—. Aún nos falta buscar en varios edificios más después de este, él tiene que estar en alguno de ellos.
Hughes no lo mencionó, pero Hawkeye lo había notado, si él creía o no que aún hubiera una posibilidad de que el Coronel fuera hallado con vida cuando lo encontraran...
Hawkeye asintió y observó a los hombres reunir las armas de la desordenada pila, descargándolas y atándolas juntas para que fuera más fácil transportarlas; uno de los hombres detuvo lo que estaba haciendo para limpiarse el sudor de la frente, y sus ojos vagaron hacia el otro lado de la habitación.
—¡Señor! —dijo con una súbita urgencia llenando su voz— ¡Hay alguien aquí!
Instintivamente, Hughes sacó el cuchillo que tenía guardado bajo su manga, y Hawkeye levantó su arma preparándose para cualquier eventualidad; pero aún así, el soldado que había hablado no hizo ningún movimiento defensivo, en vez de eso, había trastabillado con el montón de armas que estaba en la esquina opuesta de la habitación, que estaba parcialmente escondida por un mesa volcada. Hughes se acercó a él con Hawkeye siguiéndolo muy de cerca.
Había un cuerpo en el piso...
La figura inmóvil estaba medio curvada hacia un lado, como si se tratase de un perro golpeado, la curvatura era prominente en la parte de la columna que se vislumbraba bajo la delgada y andrajosa piel de su pálida espalda. Su torso estaba desnudo -exponiendo múltiples laceraciones y contusiones, estropeándolo por completo-, y sus pantalones estaban tan dañados y manchados de sangre, que a Hawkeye le tomó un momento poder reconocerlos como parte de un uniforme militar. Su cuerpo entero estaba apelmazado y manchado con oscuros y pegajosos coágulos de sangre casi seca, y se podía sentir un tenue olor como de matadero. Estaba atado y amordazado, sus frágiles y magullados brazos habían sido firmemente atados por las muñecas, llevándolos detrás de la espalda; sus propias manos estaban envueltas densamente en oscuros trozos de ropa, inmovilizando completamente sus dedos. Los rebeldes debieron haber aprendido desde antes acerca de que este particular prisionero -al igual que todos los alquimistas- era especialmente peligroso con sus manos.
El Mayor Hugues se arrodilló a un lado de la lánguida figura del Coronel Mustang, y lo giró para que quedara sobre su espalda: los ojos de Mustang estaban apagados y entrecerrados, mirando perdidamente hacia la nada; sus labios estaban resecos y partidos, sangrando lentamente sobre la ya empapada mordaza que cortaba las comisuras de su boca; su rostro estaba cubierto de profundos cortes, a la vez que pequeños trozos de vidrio se hallaban incrustados dentro de sus heridas; en algún momento le habían roto la nariz, la cual ahora sanaba torcidamente y eso, -acompañado de sus muertos y oscuros ojos, y el hecho de que había perdido una cantidad masiva de peso desde que se le había visto por última vez- lo hacía a duras penas reconocible... Pero ambos, Hawkeye y Hughes, lo habían reconocido de inmediato.
—Está vivo —susurró Hughes, comprobando el débil pulso del hombre; rápidamente sacó su cuchillo y cortó la mordaza, sacándola de la boca del Coronel y arrojándola a un lado mientras tomaba el rostro del hombre con su mano— ¿Coronel Mustang...? Señor, ¿puede oírme?
El Coronel no dio ninguna respuesta, ni siquiera levantó su vidriosa y exánime mirada para ver al hombre que le había hablado, estaba tan quieto y callado como cualquier hombre sin vida, eso sin contar con los débiles y rápidos jadeos que provenían de su boca, los cuales podrían ser tomados como una señal de que aún respiraba.
—Vamos, Roy —pidió Hughes golpeando suavemente la mejilla de Mustang entre la palma de su mano, como si estuviera intentando sacarlo de su aletargamiento. —Háblame, amigo.
No eran las palabras de Hughes, sino más bien los suaves golpes que le daba lo que sacó a Roy de su estado catatónico. Mustang se alejó de de él y se colocó instintivamente en posición fetal mientras suaves y entrecortadas palabras salían de su lastimada boca lentamente.
—H-hidrógeno... No metal; su masa atómica es de uno punto cero cero siete nueve cuatro. Helio... Gas noble; su masa atómica es de...
Una de las primeras cosas que se aprendía cuando te enseñaban cómo hacerle frente a un interrogatorio hecho por el enemigo era, que sin importar qué, el enemigo siempre encontrará la manera de hacerte hablar. Siempre. Si estás siendo torturado, eventualmente terminarás diciendo algo, incluso aunque seas la persona más fuerte del mundo. El personal militar con información clasificada siempre había sabido eso, y habían encontrado la forma de evitar hablar si eran capturados y obligados a hablar por sus captores, muchos soldados memorizaban canciones o poemas, planeando recitarlos hasta la saciedad mientras se encontraban bajo el cruel trato de sus captores, manteniendo así la boca ocupada, y separar sus mentes de las terribles cosas que hacían con sus cuerpos. Mustang, aparentemente, había escogido recitar los elementos de la tabla periódica, intentando mantener consigo los secretos militares que conocía.
—Roy, soy yo, Maes —le dijo Hughes, desesperado, rozando gentilmente la ceja del hombre con su pulgar.
—Berilio... Metal alcalinotérreo; su masa atómica es de n-nueve punto cero dos uno ocho dos...
Hughes se echó ligeramente hacia atrás, mirando hacia el Coronel –que también era su mejor amigo-, tratando de disimular el enfermizo horror que se había plasmado en su rostro; la Teniente Hawkeye estaba familiarizada con esa expresión: 'La luz está encendida pero nadie está en casa', pero jamás la había tenido que presenciar. El Coronel estaba vivo… pero cualquier soldado que estuviera a su alrededor podría notar que él ya no era él, y que probablemente había estado ausente por un largo tiempo. Sus apagados ojos no solo estaban ausentes, sino que estaban completamente vacíos, como si hubieran olvidado todo, exceptuando por lo que significaba el dolor.
Cuidadosamente, el Mayor compuso un rostro sin expresión alguna, a la vez que sacaba nuevamente su cuchillo, deslizándolo a través de los lazos que sujetaban los brazos de Mustang en su espalda; removió las sogas silenciosamente y luego desató las manos de Mustang de sus cárceles de tela. Varios de los dedos de Mustang parecían haber sido fracturados, y cada una de sus uñas habían sido removidas completamente, dejando las yemas de los dedos destrozados y en carne viva. El Mayor deslizó un brazo alrededor de los hombros del Coronel, y puso el otro bajo sus piernas, levantándolo del suelo delicadamente.
A medida que el Mayor levantaba a Mustang, un escalofriante y espantoso grito proveniente de la garganta del Coronel rasgó el silencio reinante: nadie lo habría podido adivinar, por la posición en la que se encontraba, que la pierna del Coronel estaba retorcida en un extraño ángulo, y claramente estaba gravemente fracturada, y que la presión ejercida por Hughes había sido más que suficiente para ser sentida por un casi inconsciente Coronel.
— ¡N-NITRÓGENO! — gritó Roy, retorciéndose en los brazos de Hughes, a la vez que el Mayor intentaba frenéticamente de ajustar su agarre para no lastimarlo— NO METAL; SU MASA ATÓMICA ES DE CATORCE PUNTO CER... ah...
El Coronel se quedó rígido por un momento, justo antes de que su cuerpo cayera inerte en los brazos del Mayor, sus ojos vacíos se cerraron lentamente cuando perdió completamente la consciencia, su rostro se tornó pálido y laxo mientras su cabeza colgaba hacia atrás haciendo de él algo parecido a una extraña marioneta que había sido dejada de lado descuidadamente por su sádico dueño.
Hubo un perturbado silencio, seguido por la estela de gritos agonizantes del Coronel; lentamente, el Mayor se enderezó y cargó el cuerpo maltratado de su amigo hasta entregárselo al hombre alto que le había ayudado a romper la puerta.
—Llévelo con los médicos, Simmons —dijo suavemente, su voz apenas más fuerte que un susurro—. Shaw, Geller: terminen de levantar las armas, y vayan con él a los camiones.
Nadie se movió, todos los presentes en la habitación miraban incómodamente tanto al casi muerto Coronel, y al claramente angustiado Mayor.
— ¡MUÉVANSE! —les ordenó furiosamente, haciendo que los hombres saltaran, para luego ponerse en marcha— Teniente, usted y sus hombres están conmigo, aún tenemos que encontrar a los demás prisioneros, así que ¡en marcha!
— ¡Sí, señor! —replicó Hawkeye a la vez que ella y sus hombres hacían el saludo militar hacia el Mayor. Él tenía razón, aún tenían trabajo qué hacer y, por mucho que ella quisiera ayudar a llevar al Coronel con el personal médico para saber si estaría bien, aún habían soldados en las instalaciones que dependían de ellos; el Coronel tendría que esperar.
Ella y Hughes intercambiaron miradas significativas y, con una inclinación de su cabeza, la Teniente instó a sus tropas a seguirla, saliendo de la habitación e intentando mostrar confianza en su determinado caminar. No podía dejar que sus hombres vieran lo agitada que estaba, o que tan cerca había estado de comenzar a llorar al ver el torturado cuerpo de Mustang...
Desvaneció la horrorosa imagen de su mente y siguió adelante, siempre hacia adelante.
—Mayor.
Maes Hughes levantó la cabeza en respuesta al murmullo de la Teniente Hawkeye, se había quedado medio dormido en la incómoda y dura silla de la sala de espera del Hospital de Ciudad Central.
— ¿Alguna noticia? —preguntó ella, entregándole un vaso de papel que contenía el horrible café del hospital.
Hughes meneó la cabeza negativamente, aceptando el vaso con agradecimiento: — No, ninguna.
Hawkeye suspiró y se sentó junto a él, bebiendo un sorbe de su propio vaso de café: había reportado al Fuhrer acerca de sus hallazgos en Lior, aún habían dos grupos de soldados que permanecían en la ciudad, buscando al pelotón de hombres que habían ido a buscar. El General de Brigada Shanks de los cuarteles occidentales era el comandante de la misión, arrestando a cualquier rebelde que encontrara, y enviando a casa a los heridos y muertos que eran encontrados. Hawkeye y Hughes habían regresado a Ciudad Central con la mayoría de los heridos, y parte de su misión completada.
Maes se había quedado en el furgón médico junto a Roy durante el trayecto hasta Ciudad Central, sin retirar su mirada ni un solo segundo del maltratado cuerpo de su amigo; y aunque Roy había vuelto a la consciencia durante el largo recorrido de regreso desde Lior, aún seguía sin responder, había comenzado a mencionar nuevamente los elementos químicos mientras los médicos trabajaban para estabilizarlo, pero aparte de eso el hombre aún seguía sin responder a las palabras de aliento de Maes. Los médicos habían hecho su mejor esfuerzo, pero aún había muchas cosas que un médico de campo no podía hacer en la parte trasera del furgón.
No hacía falta decir que la condición de Roy había empeorado al llegar finalmente al hospital.
Había estado en cirugía durante varias horas, y aún nadie había salido para comunicarles algo sobre su estado; de los doce soldados heridos que habían traído de regreso, uno había muerto en el camino y a otro le habían dado solo una noche más. Al Mayor le habían dado reporte de los demás soldados, pero de Roy no había ni una sola palabra por partes de los doctores, y eso preocupaba profundamente a Maes.
Aún así, Maes sabía que él sería la primera persona en ser informada si algo sucedía: Roy no tenía familiares sanguíneos, y hacía muchos años había colocado a Maes como su representante médico –la persona que toma las decisiones médicas en caso de que fuese imposible que él mismo pudiera tomarlas-, y Maes estaba listo para cumplir su obligación con Roy…
¡Si solo los malditos doctores le dejaran saber lo que ocurría!
Hughes levantó su cabeza, observando a la figura que se aproximaba y que había captado con el rabillo del ojo.
— ¿Mayor Hughes? —preguntó la figura, regresándole la mirada a Maes por encima del portapapeles que llevaba.
—Si —dijo Maes rápidamente, levantándose de su asiento con premura, derramando de paso el café caliente sobre el dorso de su mano, Hawkeye se colocó a su lado, apoyando su mano con gentileza sobre el brazo de Hughes, como si intentara calmar los rápidos latidos del corazón del Mayor.
—Soy el Dr. Jacobs —dijo el experimentado hombre, estrechando la mano de Maes con cierto profesionalismo afectuoso antes de girarse hacia la mujer y estrechar también su mano—, el Coronel Mustang ya salió de cirugía, acabamos de trasladarlo a Recuperación.
— ¿Cómo está?
El doctor hizo una breve pausa, haciendo que el corazón de Maes se contrajera de miedo: si un doctor dudaba al decirte algo, la mayoría de las veces significaba que eran malas noticias.
—Pues, no voy a mentirle —dijo el doctor Jacobs suspirando—, está mucho mejor que cuando la trasladaron aquí… pero, eso no significa que su condición sea buena. Casi lo perdemos dos veces durante la cirugía, entró en paro cardíaco y estuvo así durante unos minutos, pero pudimos traerlo de vuelta; ahora está estable, pero estaremos observándolo cuidadosamente por los próximos días.
—Pero… ahora está bien, ¿cierto? —preguntó Maes, apretando inconscientemente la mano de Hawkeye.
—Bueno, si y no... Está estable pero eso no quiere decir que esté fuera de peligro. Le infringieron una gran cantidad de daño: está desnutrido, deshidratado, y anémico. Una vez que hayamos pasado líquidos por la intravenosa, esperamos que su condición mejore un poco pero hasta ese momento yo, personalmente, lo estaré vigilando.
Maes asintió, inhalando profundamente y pasando una mano a través de su cabello… Bien, podría ser peor, al menos estaba vivo y estable.
— ¿Qué tan malas son sus heridas?—preguntó Hawkeye, el tono de su voz –como casi siempre- era difícil de interpretar.
—Muy malas. Su pierna es la peor de todas, está fracturada en tres lugares diferentes, y tuvimos que ponerle algunos tornillos para mantener el hueso unido; había partes de hueso que sobresalían de la herida, justo debajo de la rodilla, y el área estaba supurando profusamente. Creemos haber manejado la infección, pero aún así tendríamos que recurrir a la amputación dependiendo de cómo sane la herida.
Maes sintió cómo Hawkeye se tensionaba a su lado, por lo que decidió acercarse a ella, esperando darle un poco de consuelo.
—Su pelvis está fracturada —continuó el doctor, cambiando las páginas que estaban en el portapapeles mientras comenzaba a enlistar las heridas del Coronel —, así como su maxilar; tiene tres costillas rotas, el cráneo fisurado, y seis dedos fracturados. Su hombro izquierdo estaba dislocado, pero no estamos muy preocupados por eso. Afortunadamente, sus órganos internos no están gravemente lesionados… aunque su corazón se está esforzando un poco, pero estaremos monitoreándolo todo el tiempo. Tiene terribles quemaduras en su espalda, y algunas laceraciones, pero la mayoría de ellas son heridas menores. También encontramos que tenía un horrible desgarro anal… debido aparentemente al abuso sexual.
—Oh, por Dios... —gimoteó Hughes, alejándose sutilmente del doctor debido al horror que le habían producido esas palabras. Había sido difícil permanecer allí y escuchar por todo lo que había sido sometido el pobre cuerpo de Roy, pero escuchar que incluso lo habían violado, hizo que el estómago de Maes se encogiera de angustia e ira en nombre de su amigo.
—Tomamos algunas pruebas y las enviamos al laboratorio, solo para estar seguros de que no contrajo ninguna enfermedad de transmisión sexual —murmuró el Dr. Jacobs luego de hacer una pausa para permitir que Maes se compusiera nuevamente—, está cubierto de contusiones y otras heridas superficiales, pero estoy seguro que eso ya lo sabían; hay otras lesiones, antiguas, pero la mayoría de ellas ya están cicatrizadas.
Jacobs hizo una pausa nuevamente, y observó a Maes con una mirada seria, los ojos azules del hombre mayor perforaban intensamente los ojos de Maes: —Francamente, su recuperación será larga y difícil… y no estoy hablando solamente de la parte física, Los médicos que lo trajeron aquí dijeron que estaba catatónico. Este tipo de comportamiento es normal en las víctimas de tortura, pero tiene que entender que sus heridas psicológicas son igual de serias que las físicas, podría despertar mañana o, por el contrario, no despertar nunca de ese estado. Como su representante médico, tendrá que ayudarlo a superar esto, ¿cree que podrá hacerlo?
—Sí, claro que si, haré lo que sea —dijo Maes sinceramente, a la vez que su garganta se contraía.
—Bien, entonces haremos todo lo que podamos mientras usted mantenga esa promesa.
— ¿...Podemos verlo?
—Sí, pero solo uno de ustedes puede entrar a Recuperación a la vez; talvez lo traslademos a su propia habitación más tarde, pero por ahora queremos mantenerlo bajo estricta observación.
Maes observó a Hawkeye con mirada inquisidora, la mujer sonrió ligeramente y negó con un movimiento de cabeza: —Entre usted primero, señor.
Él le agradeció y Jacobs lo guió por un blanco y estéril pasillo del hospital hasta que llegaron a una habitación con poca luz que olía a antiséptico y metal. De las seis camas de la habitación, cuatro estaban ocupadas, una de las camas a la izquierda de Maes estaba ocupada por uno de los soldados heridos, el cual fue reconocido por el Mayor ya que éste había estado en el furgón médico, más no podía recordar su nombre. Su dormitar era irregular, balbuceando entre sueños como si se tratara de un niño cautivo dentro de una pesadilla. El doctor guió a Maes lejos del soldado, hacia otra cama en la parte más alejada de la habitación.
—Le daré unos minutos a solas con él —susurró el doctor, dándole unos golpecitos a Maes en el hombro, mientras se giraba para salir de la habitación. Maes apenas si notó cuando el médico dejó la habitación, estaba muy concentrado observando el cuerpo inerte tendido frente a sí.
Roy parecía muerto. Las verdes y suaves luces que había sobre su cabeza drenaban completamente el poco color que quedaba en su rostro, y al mismo tiempo le daban la apariencia de ser un cadáver; los cortes en sus mejillas habían sido cubiertos por gaza, pero algunas manchas de sangre se podían entrever manchando la blanca tela. Sus ojos estaban cerrados y visiblemente amoratados bajo la transparente máscara de oxígeno que cubría su nariz y boca. Los brazos de Roy estaban a ambos lados de su cuerpo, situados gentilmente sobre las blancas sábanas del hospital, las cuales estaban cubriendo su pecho; sus dedos estaban totalmente entablillados y vendados, hasta el punto en que ya no lucían como si fueran sus manos, destacando la presencia de la línea intravenosa que venía desde su muñeca hasta una botella transparente que se encontraba ubicada en una percha de hospital a un lado de la cama.
Su respiración era lenta y estable, en compensación al pitido rítmico de las máquinas a las que estaba conectado; se veía pequeño y frágil, una inquietante caricatura del hombre fuerte y poderoso que había sido alguna vez.
Lentamente, Maes se sentó en la silla que estaba junto a la cama, y se adelantó un poco para dejar su mano junto a la cabeza de Roy. El Mayor cepilló el cabello negro de su mejor amigo con sus dedos por unos instantes, luego acercó su rostro a su otra mano, y valientemente luchó contra la urgencia de comenzar a llorar.
((Notas de la Autora: Como todas mis historias, este Fan Fiction NO es para los débiles de corazón. Noten la angustia, la violencia y la locura. Este Fic está casi terminado, e intentaré editarlo/escribirlo, y actualizarlo una vez por semana.
Disfrútenlo.))
Notas de la Traductora: Bien, como ya lo saben, este es mi primer Fan Fiction en esta cuenta, claro está este Fic no es de mi autoría ni nada por el estilo, solo le pedí permiso a la autora, Sevlow, para que me dejara traducirlo al español.
Espero que les agrade el Fic, si talvez notan algún error, por favor háganmelo saber inmediatamente ^^ No prometo responder a todos los reviews y mensajes que me lleguen al Inbox, pero intentaré hacerlo :)
No sé cada cuanto podré actualizar la traducción del Fic pero espero hacerlo una vez cada dos semanas aproximadamente ^^
Recuerden, el Fic no es apto para personas con problemas cardíacos, como lo indica su autora.
Se despide,
Yuzuki Kuro
