Disclaimer: Los personajes y lugares le pertenecen a Akira Toriyama, creador de este increíble anime. Cualquier frase en cursiva, dentro de los diálogos, es el pensamiento de los personajes.
MI NIÑERO FAVORITO
¡Ni que fuera tan malo! ¿O sí?
¿Cuántos años llevaba en la Tierra? Si mal no estaba, cincuenta.
Una minucia a los ojos de un dios, bastante para el juicio humano, aunque no le daba importancia al asunto. Como todo namekusei, tendría una vida prolongada… siempre y cuando las Esferas del Dragón estuvieran a salvo. ¡Irónico! Sentirse, de algún modo, dependiente de algo. No obstante, debía admitirlo: gracias a ellas, experimentó las mejores aventuras de su vida.
Su nacimiento estuvo marcado con el sello de la Familia del Mal. Disfrutó seguir la senda de su inmisericorde padre. Su ego se alimentó con el terror de la gente. Tenía la vida que cualquier villano anhelaría. ¿Cómo fue que cambió todo? Pues… hubo muchos factores. No estaba seguro de cuántos, pero sabía con cuál empezar: Gokú.
Aquel luchador de cabellos revueltos representó un gran reto y también la puerta a lo que los humanos llamaban segunda oportunidad. Como la vez que perdonó su vida, después del Torneo de Artes Marciales. ¿Fue demasiado ingenuo o su acto tenía otro interés? Quizás: Kamisama y las Esferas estaban de por medio. Pero el tiempo le daría otra respuesta y, además, la sensación de no estar completamente solo en el mundo.
¿Cómo acertó? No lo sabía, pero su vida se tornó un vaivén de acontecimientos. Desde su origen extraterrestre hasta la aparición de seres más poderosos que él, comprendió que le estaba reservado otro camino. ¡Caprichoso destino, el descubrir que allí estaba su lugar! Al lado de los terrícolas y su acérrimo rival, que era tan ajeno a la Tierra como él. ¡Ahora entendía esa extraña afinidad!
¿Cuándo imaginó compartir aventuras con ellos? Ni idea. Sólo tomó la mejor decisión de su vida: pertenecer a los extraordinarios Guerreros Z y hacer todo lo que estuviera en sus manos para defender el mundo que ya consideraba su hogar.
¿Hogar? Obviamente, un término humano. Lo había aprendido de quien menos pensó. Un pequeño mocoso de cuatro años que, sin proponérselo, sacó su mejor lado, lo libró del mal para siempre y marcó su segundo oficio, en el cual parecía desempeñarse bien.
¡O bueno, eso pensaba el resto! ¿Qué culpa tenía de ser visto como niñero?
[…]
Piccoro finalmente abrió los ojos. Con todo el ruido a su alrededor, se sorprendió de haber mantenido la concentración por una hora, sin interrupciones. Eran tiempos de paz y, como siempre, se armaba una celebración en la casa de Bulma. De todo el grupo, la mujer más inteligente, extravagante, y madre de la última esperanza en el futuro alterno.
Sí, Trunks. El muchacho ya era jefe de la Corporación Cápsula, pero todavía recordaba los dolores de cabeza que le causó en su niñez. Especialmente si estaba junto a su mejor amigo Goten, el más tierno e inocente de todos: el vivo reflejo de su padre Gokú, excepto por lo seductor. Sólo lo salvaba el hecho de ser hermano de Gohan, su protegido y verdadero motor de su cambio. Le asombraba haber atestiguado cada etapa de su crecimiento, especialmente como padre de Pan, la primera mujer con sangre saiyajin en el equipo, que podía ser tan dulce como histérica (probablemente, por herencia de Milk). Y si a eso se refería, nadie le ganaba a Bura, la orgullosa princesa saiyajin conocida por su belleza, vanidad y amistad con, quizás, la más normal de todos: Marron, hija de Krillin y Dieciocho, que fue mejor cuidada por sus padres, que los demás.
¿Qué tenían ellos en común? En primer lugar, no estaban en la fiesta. Hace un buen rato, Dende los había llamado para no sabía qué, viéndolos encerrarse en el living de la Corporación. Y ahora que mencionaba al joven Kamisama: ¿qué otra cosa compartían, incluyéndolo?
Simple. Todos habían pasado por sus manos.
El namekusei volvió a resoplar. Era algo tan extraño y a la vez reconfortante. ¿Cómo fue que, alguna vez, aceptó cuidarlos? No se explicaba. Tenía todo el poder para negarse. Sin embargo, no pudo.
Había algo más fuerte. ¿Qué era? Tal vez los recuerdos lo ayudarían a saberlo.
N.A.:
¡Hola! Aquí estoy de nuevo con otro fic, un poco más largo esta vez.
Lamento que este primer capítulo sea tan corto, pero bueno, es una introducción a los pensamientos de Piccoro. Realmente se me hace adorable este personaje, porque es un guerrero valiente y también un amigo incondicional. Lo que me lleva a recordar todas sus locuras con los más pequeños de los Guerreros Z, a quienes trataba como si fueran sus hijos. Por tal razón, quise hacer una historia con el tema: ¡porque imagino que debió pasarla de fábula con ellos, alguna vez en su vida!
Bueno, no diré más, porque puedo arruinar la sorpresa XD. ¡Hasta la próxima!
