Un aroma a café
Primera taza
— ¿Para qué preparas café si al final no lo beberás?— Preguntó Sakura para sí misma mientras observaba la escena tan repetida que vivía todas las mañanas. Allí, en el extremo del tablón de la cocina una taza de café aguardaba cada vez que ella despertaba. Al parecer, Sasuke había adquirido esa mala costumbre en los últimos dos meses en los que sus misiones habían incrementado de tal forma que rara vez se veían pues los horarios del Uchiha eran algo realmente alucinante. Siempre salía en la madrugada y volvía a tardes horas de la noche, y aunque su fuerza de voluntad era grande, el cansancio que la envolvía era mayor. Al final, otra noche perdida en la que no logro esperarlo despierta y otra madrugada desvanecida en la que la pesadez y el agotamiento parecían malvados aliados cuyo fin era retenerla en la cama hasta que su esposo se hubiese marchado.
Tomó la taza de café aun tibia y la envolvió en sus manos con gran afecto, era el único recordatorio de que Sasuke había estado allí, era lo único a lo que podía aferrarse. Sin embargo lo sabía, y aunque intentaba convencerse de lo contrario aquel recipiente de color blanco y con bordado de flores violetas no era suficiente, deseaba que Sasuke permaneciera más tiempo en casa, anhelaba que las pocas conversaciones que tenían no giraran entorno a los conflictos de Konoha ni a los pesados días de su trabajo en el hospital, quería compartir pequeñas alegrías con él, preparar la cena juntos, rodeados de besos y abrazos los cuales terminarían por estropear la comida pero avivarían la llama de la pasión, luego correr al sofá y soñar el uno con el otro, mirarse a los ojos y que el mundo desapareciera, reírse de las cosas más mínimas y absurdas, para que finalmente el dolor que sentía en el pecho se desvaneciera, para que la inseguridad que la envolvía la abandonara y finalmente sentirse amada.
Con la taza en manos se sentó sobre un suave almohadón color pardo situado en la ventana, doblo las rodillas y sus pies blancos quedaron descubiertos unos centímetros, el cabello rosado y por cierto largo, (pues lo había dejado de cortar desde su matrimonio), ahora caía con enorme gracia por su espalda y algunos otros jugueteaban en su frente. Tenía la mirada puesta en el nostálgico paisaje que se dibujaba en la ventana, el cielo nublado parecía anticipar una fuerte tormenta, era extraño ver este tipo de paisajes en Konoha.
Más bien parecía el reflejo de su corazón…
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Nota:
Hola hermosos lectores y lectoras.
Navegando y reblujando en carpetas olvidadas de mi computadora me encontré con este pequeño fragmento que escribí hace muchísimo tiempo. La verdad, no sé porque no lo había compartido antes con ustedes pero apenas lo leí, sentí unos deseos inquebrantables de escribir.
Lo sé, les debo una continuación de "Un viaje sin regreso" y hace mucho quería expresarme acerca de esa historia. Bien, seré honesta. Las palabras no me fluyen. Como escritora me gusta estar conforme con lo que escribo, no quiero traerles una historia mediocre. ¿Dejaré la historia? No, no lo creo. Lo más probable es que re-suba el capítulo con algunas mejoras y corrigiendo algunas cosas que me disgustan y así, ponerme a escribir plenamente.
Sin más que decir, espero que te haya gustado este capítulo. Cortito pero sustancioso (?)
Muchas gracias por leerme.
Anaid
A favor de la Campaña "Con voz y voto", porque agregar a favoritos y no dejar un comentario, es como manosearme la teta y salir corriendo.
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No me manoseen ewe
