Ray lo miraba fijamente a Zack, sentado en el sofá mirando -quien sabe que- programa de televisión, holgazaneando y rehusando cada actividad que tenga que ver la higiene de Angie.

—Cámbiale el pañal —espetó poniéndose delante de la pantalla con la nena en brazos.

—¿Qué?

—Cámbiale el pañal a Angie —mostrándosela.

—¿Cambiarle el pañal? ¡Asquerosoooooo! —emitió aun recordaba, ese accidente que le provocó un desmayo por tener pegado el pañal sucio sobre su sudadera con el hecho de intentar limpiar su mierda ¡Diablos, no iba a pasar por eso otra vez!

—Zack...

—Deja de mirarme así—le espetó—Si vas a decirme algo, ¡Dilo! ¡Escúpelo de una vez!

—Por favor… cámbiala.

Al demonio el "Por favor" No era una petición, era una orden.

—Soy un asco cuidándola —replicó.

La chica lo miró fríamente -eso le sonaba como excusa- ¿Dónde había quedado el gran padre que parecía en la etapa de embarazo? Zack miró sus ojos azules por un buen rato de tiempo, tanto que no sabe cómo la bebe olorosa estaba en sus brazos. Hasta que esta lloró demandando atención.

—¡RAY! —Gritó al no saber qué hacer con la criatura hedionda— ¿DONDE ESTAS? ¡VUELVE AQUI! ¿QUE HAGO CON ESTO?

Pasaron minutos y no había señal de la muchacha ¡La muy desgraciada! Miro a la bebe en sus brazos y arrugó la nariz al sentir como ese olor repugnante le impregnaba las fosas nasales.

Empezó a sentir arcadas, al solo rozar con las puntas de su dedo, su pañal cagado. ¡Iba vomitar! Y mucho más que al caminar donde le cambiaría el pañal, la bebe -con su pañal muy sucio- se restregaba contra su cuerpo. ¡No servía para esto! Llegó, depositó a la nena sobre la mesa y se alejó unos segundos del bebe, saltó por el mismo lugar.

Mierda, mierda, mierda.

Dirigió su vista al bebe y esta comenzaba a jugar con sus pies. Emitió un bufido y desabrocho el pañal, no pudiendo evitar realizar una mueca de asco, sintiendo como su desayuno (cereal y gaseosa) pasaba por su garganta queriendo salir de su boca, al ver sus heces.

Sintió el impulso de vomitar encima de él o de la bebe (No sabía cuál era el peor de los casos) Era profundamente desagradable lo que había desechado su hija. Pero ¿Que mierda comía? ¿Mierda?

Tomó aire y con las puntas de sus dedos comenzó a quitarle el mugroso y asqueroso pañal. Cuando lo hizo, de inmediato lo tiró a la basura y, pudo respirar tranquilo. ¡Había terminado la repugnante tarea!

—¡RAY! —Gritó—¡YA TERMINE! —exclamó.

Al no recibir contestación, miró a su hija que ya no tenía aroma a podrido y no pudo evitar sonreír al verla reír en su presencia. Tomó uno de los pañales nuevos y se lo puso. Fue inesperadamente sencillo.

—Creo que puedo hacer esto—repuso, su hija parecía un ángel limpia y sin ese olor asqueroso. ¡Era tan linda!

Mientras su hija le agarraba un dedo mientras hacía ruido con su boca y luego ¡Eso no había salido de su boca! Un sonoro sonido -como un pedo- se escuchó y un futido olor comenzó a salir de la niña. Ella reía mientras levantaba las manitas. Zack tenía los ojos dilatados sin poder creerlo ¡Maldición!

—¡Joder!—exclamó—¿¡De vuelta te has cagado?!

No servía para esto.