Resumen: Naruto odia el otoño porque el calor no le alcanza y el frío lo abraza cuándo desearía no tener algún recuerdo. Las estaciones siguen pasando lentamente, cada vez más largas, cada día más pesadas; pero nunca sabe cuándo la estación cambiará.
Naruto es propiedad de Masashi Kishimoto.
Ubicado en la segunda parte de Naruto [Volumen 28] o lo que conocemos como Shippuden.
The difference between autumn and you
El otoño es una mierda.
Sus manos se entumecen por el frío y la gente de los alrededores regresa a casa cuándo el reloj marca las seis.
Nadie lo mira, y la sonrisa irónica que se le escapa le parece tan extraña e irreal. Se siente tan fuera de sí mismo que ya no importa si ríe o no.
Cada año, cada estación, cada otoño; una y otra vez los rostros, las miradas y los murmullos de la gente desaparecen paulatinamente hasta que no queda nada. Naruto se pierde entre recuerdos, y la sensación de pérdida siempre le encoge el corazón. No es necesario reparar en que las lágrimas se le han secado varias estaciones atrás.
Se siente tan melancólico y lamentable.
Las hojas se han secado, y lo que alguna vez fue un árbol de colores vivos, ahora es un borrón marrón que se alza a lo alto sobre su cabeza, cubriendo el cielo que empieza a teñirse de negro.
Sigue vivo, su pecho sube y baja, prueba de ello. Sin embargo, el desasosiego le interrumpe los pensamientos y le retuerce las memorias. Sentirse vivo suena más absurdo cuándo su mente y el Kyuubi le recuerdan todos los días, cada segundo que respira, que sólo fue a causa de un capricho no intencional de alguien que no está seguro si algún día podrá salvar.
Las estaciones siguen pasando lentamente, cada vez más largas, cada día más pesadas. Él sigue allá afuera, lo persigue en sus pesadillas y en sus sueños más profundos. No lo alcanza, y cada día que pasa se hace más lejano. Los remordimientos, los pensamientos que tiene cada mañana, y los «Y sí» le asfixian y le atoran la garganta con palabras que no puede gritar como quisiera
Naruto odia el otoño porque el calor no le alcanza y el frío lo abraza cuándo desearía tirarse en cualquier lugar dónde no tenga algún recuerdo que implique sumergirse en montones y montones de pensamientos idiotas acerca del bien y el mal, palabras susurradas a la nada y promesas a medias.
El otoño le ha arrebatado tantas cosas y no le ha dejado nada, es como una maldición que se extiende por meses por su cuerpo, y se esfuma cuándo la primera nevada del invierno le arrastra a su pequeño y vacío departamento, es entonces cuando la rutina se vuelve llevadera y no debe aparentar sonrisas falsas ni conversaciones convencionales. No existen vientos crudos ni hojas marchitas.
No hay dolor.
No hay nada.
Nada.
Sólo blanco y negro.
