Notas: Aquí vengo con una nueva historia.

Naruto no me pertenece

Titulo: Doble vida, un solo amor...

Autora: Trabajo en conjunto [Yukihana-Hime & Tetsuna Hibari]

Resumen: ¿Porque se me ocurrió quererte, si se que no puedo tenerte? Sufren de amor pero todo se debe a que ambos tienen una vida oculta.

Genero: Fantasía, Romance, AU

Advertencia: Ninguna


Compromiso


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El fuerte azote de la puerta despertó al pequeño zorro que se encontraba dormitando en el centro de la cama en la habitación. Desorientado el animalito de pelaje naranja verifico con la mirada que no se tratara de una amenaza, reconociendo a su amo, extrañado porque llegara antes de su hora usual, estiro su cuerpo para poder levantarse con mas agilidad. bostezando se acerco a su amo, quien había entrado bastante enojado por lo que podía ver y arrojando un ramo de flores al suelo sin importarle maltratarlas. Se sentó en un mueble cercano viéndolo dar vueltas en círculos en aquella habitación, maldiciendo todo lo existente en una voz bastante alto.

― ¿Qué paso, Gamakichi? —pregunto el zorro al pequeño sapo rojo y que también compartía el hecho de ser las mascotas guardianas de su dueño.

El sapo que había llegado junto al chico enojado solamente negó con la cabeza, debido a que muy poco podía decir de lo sucedido, era la misma historia desde hacia tres años. Ambos guardianes regresaron su atención a su dueño, un vampiro purasangre de cabello rubio alborotado, ojos azules, con unas hermosas marcas en la mejilla que le daban un parecido a unos bigotes que bien podrían ser de zorro o eso creía el animalito.

— ¿Naruto? —llamo el zorro, obteniendo la mirada humedecida del rubio.― ¿No se supone que deberías estar en clases?

― Yo... Me fui antes del receso... No podía quedarme ahí...

― ¿Sucedió algo con...?

― Escuche a Sukea-sensei decirle al director que se ausentara después de la graduación porque se va a casar...—sollozo el vampiro, sintiendo su corazón romperse.

No solo había recordado aquello que rompió su corazón en miles de pedazos hace menos de una hora sino que su guardián zorruno le recordó otra de sus desgracias, y de nada sirvió haberle interrumpido. Kurama estaba a punto de preguntar por el dichoso prometido que le fue impuesto por su familia. Ya no sabia a que se debía mas su llanto, cual era la boda que mas le dolía; la suya con un desconocido o la de su amado profesor con aquella prometida por la cual sonreía mientras hablaba con el director.

— ¿Y esas flores? —cuestiono el sapo intentando atraer la atención de su amo a otro tema para que dejara de llorar.

Ambos guardianes entendían ahora el porque del desconsuelo del vampiro, después de todo ellos dos eran sus mayores confidentes, conocían todos y cada uno de los secretos de su amo, así como sus mayores consejeros. Conocían el nombre de quien había lastimado de manera indirecta a su frágil vampiro y no podían hacer nada mas que escucharle. Poco podían hacer por aquel amor no correspondido de su dueño por un simple humano, el cual de manera irónica incluso entre la sociedad humana le seria prohibido; su amo parecía ser masoquista, ya que se había enamorado de quien impartía clases de ingles a su grupo, ya que ante toda oposición familiar, Naruto había decidido asistir a una escuela en el mundo de los humanos y hacerse pasar por uno.

― Yo... yo creo que las robe...―confeso confundido, no había reparado en lo que cargaba en manos― Había ido a la sala de profesores para ver a Sukea-sensei con el pretexto de que no entendí algo de la clase y poder pasar unos minutos mas a su lado... pero... Pero fue cuando lo escuche decirle aquello al director...―sintió un nuevo nudo en la garganta, era incapaz de volver a mencionar que su amado profesor se casaría― Vi el ramo de flores sobre el escritorio de Sukea-sensei y... y solo lo tome... es seguro que eran... eran para su prometida... y yo... yo solo no pude dejar de pensar que seria mejor que ella no las recibiera...

Las lágrimas regresaron, por lo que los animales le dejaron desahogarse hasta que se quedó dormido, ellos recogieron el desastre de las flores y el de las cosas escolares que quedaron regadas por el suelo ante la tempestiva llegada. Cuando Naruto abrió los ojos nuevamente ya era pasado el mediodía, sintiendo aun la tristeza, pero ahora soportable después del llanto se levantó para admirar el jardín desde una de las ventanas, viendo a su hermano mayor jugar junto a su hija, se les veía tan sonrientes que el no pudo evitar pensar que era algo que no conocería al paso que iba su vida.

Con tres toques a la puerta una de las sirvientas de la familia le anuncio que sus padres estaban al tanto que llego desde antes y que lo esperaban a la hora de la comida. Cuando la chica se marcho, busco con la mirada a sus guardianes, encontrándolos durmiendo junto a un jarrón que tenia el ramo que robo del escritorio de su amado profesor. Con un mal sabor en la boca se acercó al conjunto de flores, despertando al par de animales por su cercanía. ― Rosas, de amor eterno...―Con delicadeza y temiendo ser lastimado al pensar que aquellas flores eran para alguien más, las acaricio con las puntas de su mano, lo que basto para que comenzaran a marchitarse, después de todo era un vampiro y al tocarlas absorbía de manera inevitable la vida de tales creaciones de la naturaleza.― Lirios, de pureza... Ahh… ―suspiro con resignación.

Fue inevitable sentir tristeza y envidia por quien seria el receptor de tan esplendido detalle, después de todo su profesor seguramente las había escogido tan perfectamente por los significados de cada una. Cada flor en aquel ramo declaraba el amor profundo que sentía el hombre por su prometida y eso era una estocada directa a su corazón, no solo porque su amado no le correspondía sino porque sabia que él no conocería algo como el amor correspondido al casarse con una persona elegida por terceros.

― ¿Y esa cara? ¿Quién se ha muerto? ―pregunto Gamakichi, intentado hacer que el chico dejara de pensar en temas que solo desaparecían la sonrisa alegre que siempre porto su amo.

El sapito dio un brinco hasta el escritorio donde estaba el ramo para obtener la atención del chico de ojos azules, por su lado, el zorro bostezo al ver nuevamente a su amo caminar en círculos con el rostro cabizbajo murmurando una y mil cosas como respuestas a la pregunta.

―...Quizás Sukea-sensei tenga razón. ―elevo la voz un poco, lo suficiente para que sus confidentes le entendieran― Y seamos muy diferentes, más de lo que ya somos al pertenecer a distintas razas.

Naruto detuvo su andar para mirar fijamente a sus compañeros. Siempre fue consciente que aquella relación era un imposible, Sukea era un humano del que tontamente se había enamorado pero que solo lo veía a él como uno mas de sus alumnos -el mas problemático cabe destacar-, un adolescente lleno de hormonas alborotadas y de raciocinio nulo ante ellas, además de que desconocía una verdad absoluta, existía un mundo aparte en donde vivían seres que solo se conocían como mitológicos y que él era un descendiente de uno muy poderoso.

― En mi opinión deberían de examinarle la cabeza. ―dijo desde su lugar el zorro con burla y con la intención de animar al rubio― Yo puedo hacerlo.

Se ofreció realmente deseoso por hacer sufrir a quien lastimaba a su dueño, no importaba si no era intencional de parte del humano, se encargaría de hacerle saber que nadie lastimaba a Uzumaki Naruto, el tercer príncipe vampiro y el mas noble de su especie.

― ¡Ni te atrevas, Kurama! ―ordeno con seriedad, señalando al zorro que hizo carita de cacharro regañado― Ni así le tocaras un solo de su hermoso cabello castaño. ―le aclaro.

Caía seguidamente en las manipulaciones de sus guardianes pero esta vez no, después de todo se trataba de proteger a su amado ya que sabia que el zorro no bromeaba al decir tales cosas. Cuando le escucho chasquear la lengua bastante molesto, suspiro aliviado, al menos había protegido a su profesor de la furia de un zorro de nueve colas, dio media vuelta, no deseando ver el ramillete aunque fuera de fondo.

— Tal vez su lugar sea al lado de aquella señorita, con sus sonrojadas mejillas y su palpitante corazón. —volteo de nuevo a encarar a los animales que rodaron los ojos.

― Mujeres como esas hay muchas…—aclaro el sapito, saltado mas cerca de su amo— Tú vales mucho más… Tú tienes… Tú tienes… —dudo, no tenia grandes parámetros de los humanos para comparar— Tú tienes una gran personalidad. —Determino.

― ¿Qué es lo que tiene esa malcriada que tú no lo tengas? —pregunto Kurama con desgano, él consideraba un gran partido a su amo— ¡Eres igual de malcriado y más! —agrego, solamente para no perder su toque burlón característico.

― Lo bello de tu risa no se puede comparar. —añadió Gamakichi, al menos uno de los dos debía ayudar.

― ¡Pero tiene pulso! —realmente se sentía derrotado ante una mujer que desconocía.

― Valorado sin razón. —contraataco el zorro en desacuerdo con lo dicho por el chico.

― Excesivo. —le dio la razón a su compañero.

― Sin valor. —continuo Kurama sintiendo que podían ayudarle.

― ¡Si él pudiera conocerte mejor! — exclamaron ambos animales al ver las intenciones del rubio de negar.

― Y el anillo no lo lleva donde debería estar. —Kurama hablo convencido, pues sabia gracias a vampiro que aquel tipo todavía no compraba un anillo de matrimonio.

― Ni siquiera toca piano. —El sapito añadió otro don de su dueño.

― Mucho menos cantar, no se puede comparar. —volvieron a decir al unísono.

― ¿Y que? Aun respira. —Naruto apretó su playera en el nivel del corazón.

― ¡¿Y qué?! —ambos animales se mostraron molestos por la constante necesidad del chico de verse menos que aquella insignificante humana.

― No es importante. —El zorro gruño.

― Excesivo. —Gamakichi le miro fijamente.

― Sin valor.

― Si solo viera lo especial que puedes ser... Si él pudiera conocerte mejor. —Ambos se acercaron al rubio que se sentó a la orilla de su cama.

― Si me quemo con la vela no siento el calor...—agarro a su guardián de nueve colas colocándolo en su regazo— Si un cuchillo me atraviesa, no hay dolor. —empezó a acariciar aquel pelaje mientras el sapo brincaba para ponerse en su cabeza— Y su corazón palpita... y yo muerto sé que estoy. El dolor que siento en mi, anda dime no es real...—detuvo el intento del zorro por negar sus palabras— Aun me quedan una lagrima que dar. —sus ojos estaban irritados por no dejarles expresar nuevamente su dolor.

― Lo único exclusivo, que tiene algún sentido, es que viva esta. —Gamakichi concedió algo a favor a la chica con la intención de demostrar la única diferencia.

― Excesivo. —El zorro levanto el rostro para ver directamente los ojos azules del rubio.

― Sin valor.

― Pasajero es ese estado, todos sabemos muy bien. —Kurama bostezo, le estaba dando sueño por culpa de las caricias del vampiro.― Y la muerte es el remedio que nos llega sin saber.

― ¡¿Y qué?! ―El sapo brinco a la cama de nuevo para tener mejor vista del rostro de su amo.

― No importante.

― Excesivo

― Sin valor.

― Si solo viera lo especial que puedes ser. Si él pudiera conocerte mejor…―ambos animales pedían con la mirada a su dueño que dejara de torturarse, aquella humana no era mejor que él.

― Si me quemo con una vela, no siento el dolor...―Naruto sonrió con gran tristeza― En el hielo y en el sol todo es igual. Y mi corazón me duele, aunque no palpite siente y el dolor que siento aquí, anda dime no es real. ―se dejo caer sobre su cama― Yo muerta sé que estoy, pero aun tengo una lagrima que dar. ―Al fin dejo de contenerse, dejando fluir una lagrima recorrer su hermoso rostro.

― ¡No llores! ―ordeno el zorro, bastante preocupado por verle tan derrumbado.

Ninguno sabia como tratar con ello, después de todo, el vampiro siempre se había mostrado fuerte y positivo sin embargo, desde que se había enamorado de aquel profesor Naruto constantemente se deprimía por ser un amor imposible para ambos mundos. No les gustaba ver a su amado amigo llorar, después de todo cuando llegaron con él para protegerle, lo conocieron con una sonrisa sincera de la cual se enamoraron.

― Si tan solo no te hubieran comprometido. ―Gamakichi resoplo.

Ambos guardianes creían que si su amo al menos no tuviera que tener que lidiar con aquel odioso, no estaría tan mal emocionalmente, después de todo Naruto llevaba luchando contra aquel amor por casi 3 años.

― ¿Compromiso…? ―Susurro el rubio con gran pesar, cerrando los ojos.

~Flash Back~

Se detuvo enfrente del despacho de su padre, aspirando un poco de aire antes de tocar, tenía un mal presentimiento sobre el repentino llamado de su padre, quizás quería hablar con él sobre su mal comportamiento en la escuela. Aceptaba que no era el mejor alumno a pesar de que lo había prometido cuando pidió permiso para asistir a escuelas en el mundo humano, y era muy probable que su primo les hubiera dicho a sus progenitores que se había saltado las últimas horas de la preparatoria durante una semana entera por culpa de su amigo lobuno. Tanto Gaara, su primo vampiro y su amigo lobuno, Sasuke, se habían autoproclamado su guardaespaldas ya que no confiaban que estuviera seguro en aquel mundo.

Toco tres veces la puerta antes de escuchar el permiso desde el interior. Asomo primero la cabeza para asegurarse de que saldría con vida de aquel cuarto de regaños paternales -del que entraba y salía constantemente desde su infancia, venga, que era un torbellino andante- pero grande fue la sorpresa al ver a casi toda su familia reunida ahí dentro. Sonrió nerviosamente, el ambiente parecía tan serio que comenzaba a dudar que se tratara solamente para ser regañado por sus inasistencias.

― Entra por favor, Naruto. ―la tranquila pero firme voz de su padre le hicieron obedecer.

Observo fijamente primero a su padre; Minato Senju, actual líder de todos los vampiros -pelo rubio puntiagudo, ojos azules y piel blanca- se encontraba sentado detrás de su escritorio en medio del despacho; a su lado, se encontraba su madre -pelirroja, ojos violetas y piel blanca-, Kushina Senju, vampiresa del clan Uzumaki; sentado en un sillón individual su hermano mayor le observaba con una sonrisa comprensiva, Nagato, el primer príncipe vampírico -con rasgos físicos iguales a su madre-; justo al lado contrario se encontraba recostado en toda la extensión del sillón de dos piezas su segundo hermano mayor entretenido con lo que había fuera de la ventana, Sasori -que al igual que el mayor tenia todos los rasgos físicos de su madre a excepción de los ojos que eran de un café cenizo-, el segundo príncipe vampírico.

Si, el hecho de que toda su hermosa familia de pelirrojos -a excepción de su padre y él- se encontrara reunida no tenia nada que ver con un regaño escolar. Sintió un escalofrió recorrer su espalda, el mal presentimiento había aumentado. Nada bueno le esperaba. Al menos tenia la esperanza de que fuera algo bueno o que sus hermanos también estuvieran involucrados y le ayudaran, por algo estaban ahí, ¿cierto?

― No te quedes parado ahí en la entrada, acércate. ―ordeno nuevamente su padre.

― Con... Con permiso. ―sintió un nudo en la garganta.

Entro completamente al despacho y antes de cerrar la puerta dio paso a sus dos pequeños guardianes, cualquier cosa que le esperara, ellos lo sabrían de primera mano.

― ¿Sucede algo malo, padre? ―pregunto tanteando terreno.

― Nada en realidad. ―sintió su corazón aliviarse ante la respuesta del rubio mayor― Si te mande llamar es porque tu madre y yo tenemos una noticia que darte y esperamos te la tomes bien.

A pesar de que hablo fluidamente y sin mayor expresión que una sonrisa amable, todos notaron un poco de preocupación en la voz del rubio mayor.

― Mmm… ¿Qué clase de noticia? ―cuestiono con la guardia en alto.

― Naruto…―enlazo sus manos sobre su regazo, llamando a su pequeño hijo con felicidad― Tu padre y yo lo hemos estado hablando, y creemos que ya estás listo.

― ¿Listo para qué? ―enarco una ceja por las palabras tan confusas de su madre.

― Para casarte. ―respondió con simpleza y una gran sonrisa la única mujer de la familia.

― ¿Eh? ―El aire falto, su garganta se seco y sus ojos se abrieron lo mas que se podían, inconscientemente retrocedió un paso, nunca espero venir la respuesta. ¿Había escuchado bien?

― Así como lo oyes. ―Minato se aclaro la garganta― Ya tienes la edad pertinente para casarte…

― Mamá, papá…―pestañeaba, intentando procesar la información.

― Si, a lo mejor aún eres…

― Madre… ―el menor intento protestar pero la mujer no se lo permitió.

―…muy joven pero consideramos que tienes la suficiente madures...

― Pero…

―... para contraer matrimonio. ―Kushina le escuchaba pero no se detenía― Y no hay nadie mejor...

― Escúchame...

―...para unir tu vida que…

― ¡MADRE! ―grito por fin para atraer la atención de la mayor.

― ¿Qué? ―grito de vuelta por verse interrumpida en aquel discurso que había preparado de antemano.

― Yo no me quiero casar. ―el menor dijo en voz alta lo que todos habían sospechado desde el inicio.

― Pero Naruto…―intento transmitir tranquilidad, necesitaban que el chico accediera

― No. ―fue tajante.

― Creí haberte educado bien. ―murmuro su madre con pesar.

― Eso no tiene nada que ver con esto. ―intentaba mantener la calma― Haz hecho un gran trabajo educándome, pero no por ello deseo casarme. Y para empezar ni siquiera sé con quién me voy a casar.

― Eso fue porque me has interrumpido antes de que te lo pudiera decir. ―se defendió la mujer.

― Aun sí me lo hubieras dicho, la respuesta es la misma. ―aclaro con seriedad.

― Se llama Hatake Kakashi, fue mi alumno años atrás y es nieto de Hatake Jiraya, el conde lobu...

― ¿Por qué me tengo que casar yo? ―interrumpió sin prestar atención alguna a las palabras de su padre― Sasori es mayor y es quien debería casarse. ―dijo señalando al pelirrojo que aun se encontraba recostado en el sillón.

― Bueno... veras... sobre eso…―hablo madre dudosa.

― Al parecer al señor Hatake le gustan rubios y tú lo eres. ―respondió sin piedad el tercer pelirrojo con una sonrisa victoriosa.

― ¿Solo por eso? ―pregunto incrédulo.

― Naru…

― Madre, padre, esto no me lo pueden hacer. ―los miro molesto― Tan solo tengo 360 años, en el mundo humano 18 años, soy muy joven tanto para los humanos, como para los vampiros.

― Naruto, tienes la edad suficiente para contraer matrimonio en ambos. ―Kushina trataba de mantener su voz baja pero firme― Además que sabes que entre los de nuestra especie es normal que desde los 300 años uno se case, te lo dijimos cuando cumpliste esa edad.

― Sí, es verdad que me lo dijeron. ―acepto el rubio menor― Pero no espere que solo pasarían 60 años para que me dijeran que me casaría. No me dieron tiempo suficiente para prepararme.

Todos los presentes lo miraron incrédulos, ¿en verdad Naruto consideraba 60 años poco tiempo? Bien podrían ser una vida en aquellos humanos que el pequeño rubio admiraba. No le interrumpieron a pesar de sus deseos de hacerlo debido a que le estaban dejando que liberar su enojo y bajara, ya que muy pronto volvería con mayor fuerza al saber que seria un matrimonio inevitable.

―...Además, no puedo creer que solo porque sea rubio deba casarme con un desconocido. ― Debido a la edad deberían de seguir con Sasori-nii.

― No le gustan los pelirrojos. ―sonrió victorioso.

El segundo príncipe no deseaba casarse aun y si podía librarse del problema pasándolo a su hermanito eso estaba bien, no es que no lo quisiera, amaba a su hermanito Naruto pero no deseaba unir su vida eterna con un hombre que conocía y no era de su gusto, así como también esperaba que al casarse su hermano menor dejara al fin la idea de relacionarse con el mundo de los humanos y de ese modo se centrara al fin en lo que ellos como la familia real vampírica representaban.

― Ni siquiera un desconocido te quiere.

― Tú lo has dicho, eres el preferido, por eso yo no me caso. ―mantuvo su sonrisa a pesar de que su hermano le mostro la lengua

Naruto frunció el ceño, la burla hacia su hermano no había resultado, además de que le molestaba oír la risa que trataban de ocultar su otro hermano y sus guardianes.

— ¿Saben algo? ―pregunto a quienes se burlaban de él― No me caen nada bien.

— Gracias. ―hablaron Sasori y Kurama a la vez, los otros dos desviaron la mirada fingiendo que no rieron.

— Naruto, creo que debes de rendirte y aceptar tu destino como miembro de la familia de la real. ―Minato retomo la charla, después de todo debían dejar en claro el asunto.

― Naru, el casarse no es tan malo...

— Pero Nagato-nii… tú no puedes hablar. Te casaste con Itachi-nii, a quien amas y con quien eres feliz, además de que tienes una maravilloso y algo singular hijo. Sai es un amor cuando no anda acosando a Gaara. ―interrumpió a su hermano mayor con seriedad.

— Mi pequeño no es un acosador. ―murmuro Nagato.

— No defiendas lo indefendible. ―Sasori rio al recordar a su adorado sobrinito, para ser un pequeño en verdad hacia sufrir a su primo cercano con su constante acoso.

— Naruto, ―Minato suspiro antes de continuar, le dolió ver la frustración en los ojos de su hijo menor― Kakashi es una gran persona al igual que Itachi, lo conozco muy bien por lo que puedo asegurarte que te cuidara, te respetara y te amara de manera adecuada. ―intentaba sonar comprensivo y mostraba su amable sonrisa, intentado tranquilizar al menor de sus hijos.

Comprendía que estaban tomando de manera sorpresiva a su hijo mas pequeño, así como que este estaba en todo su derecho a negarse, dando buenos argumentos para rechazar la boda, sin embargo, aquel enlace debía llevarse a cabo sin importar nada. Y a pesar de que Jiraya había aclarado que Kakashi no se opuso de manera abierta -algo que hacia su hijo en esos momentos- tampoco estaba muy deseoso de casarse, la prueba era aquella única y ridícula condición, el hijo del conde solo aceptaría contraer matrimonio con un joven vampiro rubio.

— Eso no es suficiente, padre. ¿Que hay de los sentimientos? ―Ninguno de los presentes pudo mirar al menor a la cara debido a que habían contraído matrimonio con la persona a la que amaban― Además, ustedes mismo han dicho que le gustan los rubios, ¿quien te asegura que no te mostro su verdadera cara porque estaba enamorado de ti en el pasado y quería ganarte con una faceta mas dulce? ―Se estaba quedando sin argumentos, lo sabia, pero no quería y no se casaría.

— Oh, puede que Naru tenga razón, Kakashi siempre te obedecía en todo como un perrito fiel, quizás era eso. ―se burlo Kushina de su esposo.― Muchas veces me pregunte si no exageraba con su cariño hacia su maestro.

La pelirroja sabia que mientras mas insistieran a su hijo de que su prometido era perfecto este se negaría aun a la boda, por lo que otra manera de convencerlo seria mostrarle, así que por ahora ya no había nada que hacer mas que preparar el encuentro de los futuros esposos, así que antes de que su amada familia terminara peleando decidió interceder, aligerando el ambiente al cambiar un poco el tema.

— ¿Eh? ¿Kakashi? ¿Por mi? ―el rubio mayor miro a su amada.

— Sí.

— Pero a ti también te obedecía y eres pelirroja.

— Ay amor, era claro que me obedecía porque eras su maestro y mi esposo. ―respondió con una sonrisa.

Naruto solo pudo suspirar con cansancio, ¿que es lo que podía hacer para que sus padres desistieran de aquella locura? No se casaría, estaba seguro que conseguiría impedirlo, el problema o mas bien la intriga que sentía era ¿el porque repentinamente sus padres deseaban que se casara si en mas de medio siglo no le habían dado algún indicio de que su intención era que contrajera matrimonio?

~Fin del Flash Back~

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El leve sonido que hizo la puerta al abrirse fue suficiente para atraerlo de nuevo a la realidad, últimamente se pasaba los días en las nubes, pensando en lo triste que era su vida al amar a alguien imposible para él de muchas maneras y estar comprometido con un extraño del que solo sabia pocas cosas, algo que en parte era su culpa, después de todo, Kushina había estado intentado contarle sobre la vida de su prometido para que le conociera un poco pero tan aferrado estaba a su negativa de casarse que simplemente la ignoraba. El chico limpio rápidamente las lágrimas traicioneras, no quería que su instructor y cuidador lo viera llorar, mas fue demasiado tarde, el mayor lo conocía y aunque sus rostros fueran inexpresivos por su naturaleza vampírica, el casi inexistente rastro que dejaban sus lagrimas le delataban a ojos de Iruka, un vampiro que le cuido desde su primer día de nacimiento, siendo el encargado de velar por él en todo momento desde que abrió los ojos a la vida.

Sus hermanos mayores también tenían a un cuidador; Nagato tenia a Konan, una vampira noble e hija de amigos de sus padres; mientras que Sasori tenia a Deidara, uno de sus primos mas cercanos; era de ese modo que él tenia a Iruka, quien en el pasado también cuido de Minato. Conociéndole tan bien, para Iruka fue fácil reconocer los rastros del llanto, los hermosos y claros ojos azules de su niño siempre habían reflejado el sentir de su dueño, ya fuera alegría, malestar, tristeza o cualquier otra sentimiento y/o emoción. Iruka no tardo en acortar distancia, sentándose al lado de su pequeño, acariciando la mejilla del rubio con amor, no necesitaba ser genio para saber lo que le atormentaba, después de todo era de los poco que sabia que estaba enamorado de un humano y de que aquel compromiso solo había sido como echarle sal a la herida.

— ¿Qué sucede, Naruto? —Pregunto con la intención de que buscara desahogar un poco de su dolor.— ¿Qué es lo que te atormenta y nubla la alegría de tu mirada?

— No sucede nada. —fingió tranquilidad que no sentía, intentaba ser fuerte y si escuchaba palabras comprensiva de aquel vampiro al que veía como un padre mas, estaba seguro que perdería.— No sé a qué te refieres.

— No quieras engañarme…—golpeo al menor en la cabeza con el libro que utilizaría en la lección de la noche— No a mi… Te conozco desde que naciste y sé tus secretos, por lo que puedo imaginar el dolor que hay dentro de ti. Anda. Dime. —Le sonrió con dulzura.

El rubio se ruborizo e hizo un puchero, odiaba sentirse aún como un niño pequeño cuando aseguraba y se sentía bastante grande. Lo malo o bueno del caso, según las circunstancias, era que el único capaz de ver a través de su máscara -aparte de sus guardianes- que usaba para ocular cosas, era su maestro. Sus padres casi siempre estaban ocupados por lo que no se daban cuenta en la mayoría de las veces. Sus hermanos desde hacia tiempo estaban mas ocupados en su asuntos que en ver por él, aunque tampoco es que buscara su atención como antes. Su primo Gaara -unos años mayor pero el más cercano familiar en edad- junto con su mejor amigo Sasuke Uchiha, pocas ocasiones eran capaces de ver lo que ocultaba y se conformaban con lo que él gustaba revelarles.

Iruka arqueo la ceja al ver que su pequeño seguía quieto y mudo, por lo regular ya hubiera obtenido una reacción de su parte, ya fuera enojo, llanto o una explosión de alegría, mas no era así en esta ocasión. En los últimos años había notado cambios en el joven príncipe y cada día eran más frecuentes, sumándole el hecho de la terrible petición y exigencia de su familia por lo que comprendía que Naruto se sintiera bastante perdido. Sabía que el menor estaba en su límite, pero algo le decía que eso no era todo. Había algo más. Algo tan grande que lo estaba haciendo sufrir. Naruto siempre fue consciente de que ese día llegaría, en donde tendría que casarse con alguien a favor de la familia sin embargo nunca se opuso tan abierta y violentamente como ahora por lo que sospechaba que tenia que ver con aquel humano que había captura el corazón del príncipe, razón por la que comenzaba a sentir un poco de culpa, él era de los pocos que sabia de ello por lo que bien pudo haberse mostrado en contra o hacerle entender que aquello no tenia futuro, mas no lo hizo al ver la sonrisa y mirada enamorada del vampirito al hablar de su día a día en la escuela, conviviendo con aquel profesor.

Fue un error y lo supo desde siempre, pero fue un error que al menos le brindo a su pequeño momentos felices que en el futuro podría recordar como algo valioso, hermoso y efímero, tal cual era la vida humana. Naruto debía cerrar aquel capitulo, comenzando uno nuevo con la persona que sus padres eligieron, buscar encontrar en aquel hombre un amor eterno, era lo mejor para él y para todos. Intentando convencerse de ellos centro su atención de nuevo en el pequeño al verlo suspirar y sentir su fuerte mirada sobre él.

— Iruka-sensei…

— ¿Qué sucede? —pregunto segundos después de que el contrario enmudeciera de nuevo y desviara la mirada.

— ¿Por…porque tengo que casarme? —murmuro con las mejillas rojas y con la mirada examinando sus zapatos, debía considerar comprar unos nuevos.

— Naru...—el mayor suspiro, aquel tema ya lo había aclarado en muchas ocasiones y su estudiante había asegurado entenderlo—…es tu deber, como miembro de la fami…

—…de la familia real de vampiros, es mi deber contraer matrimonio con alguien digno y que de honor a la familia, brindando con la unión un beneficio para los nuestros...—a completo con enojo contenido, siendo incapaz de decir mas allá.

— Así es. —Sintió un pinchazo de tristeza al ver a su pequeño dejarse caer en todo la extensión del sillón, con la mirada reflejando melancolía.

— No quiero. —hablo bajo cubriendo sus ojos con su antebrazo— No quiero casarme con ese tonto heredero de los Hatake. —el rubio se concentro en la mano que comenzó a acariciar sus cabellos.

Iruka coloco la cabeza de su alumno sobre su regazo, como siempre lo hacia cuando el menor necesitaba mimos. Naruto siempre había sido un niño que buscaba aceptación y afecto sincero, ya que al ser alguien de gran prestigio en su sociedad era tratado con respeto y admiración pero siempre a la distancia, temerosos de que la familia tome represaría contra ellos por lastimar al consentido como era visto Naruto al ser el menor en la familia o bien, nunca faltaban aquellos que buscaban el favor de la familia al tener amistad con los príncipes.

— ¿Debo explicarte de nuevo tu obligación? —pregunto amablemente el castaño, acariciando aun al menor.

— Más bien me interesaría una forma de poder anular este compromiso. —confeso con una sonrisa ladina.

— También me gustaría poder darte una forma. —Naruto descubrió sus ojos para mirar la sonrisa sincera en el rostro de su profesor.

Iruka tampoco deseaba que se casara sin amor pero era su deber como cuidador así como profesor del príncipe hacerle saber que tal compromiso era necesario, por lo que confeso aquello a modo de hacerle saber a su pequeño que no estaba tan solo como se sentía. Naruto entendió que a pesar de que el mayor era sincero al decirle aquello, también comprendió que Iruka estaba atado a sus obligaciones por lo que no le suplico su ayuda como le hubiera gustado, no quería crearle mas problemas o culpas.

— ¿podemos dejar la lección para otro día? —pidió con cansancio— Me gustaría permanecer solo así.

— Si eso te ayuda un poco, esta bien. —acepto volviendo a acariciar los rubios cabellos— Intenta dormir un poco, parece que no lo hicieras...

—...Desde la ultima vez que le rogué a mi padre porque rompiera el compromiso...

— Eso fue hace casi un mes...

— No he podido conciliar el sueño.

El vampiro mayor lo miro primero incrédulo para pasar luego a la molestia; aunque no fuera muy necesario que los vampiros durmieran, al menos el dormir un poco como lo harían los humanos les brindaban momentos de paz y descanso. Y aunque tiempo atrás hubiera regañado al chico, por esa ocasión se contuvo, la comprensión ante todo.

— ¿Quieres que te ayude a conciliar el sueño con una lección? —le sonrió con burla.

— Un cuento no me vendría mal...

— Yo dije una lección. —enarco una ceja.

— La historia de nuestros inicios parece mas un cuento. -respondió juguetonamente el rubio, acomodándose mejor en su lugar para disfrutar de la historia que había solicitado en la frase.— Hace mucho que no me cuentas nuestro origen para que me durmiera.

— ¿En serio quieres que te cuente eso? —el profesor detuvo sus acaricias para darle seriedad al asunto.

— Sí, me gusta escucharlo. —Naruto le sonrió al mayor.— Además, puede que me ayude a aceptar mi destino.

Iruka suspiro, aceptando contar aquella antigua historia que solo conocían por completo los mas cercanos a la familia real, no comprendiendo como tal pasado ayudaría a su retoño a aceptar su destino.

— Hace mucho tiempo, durante el tiempo de grandes guerras de la era medieval en el mundo de los humanos, el reino de "Konoha" fue atacado y la familia reinante fue aniquilada casi en su totalidad, siendo gracias a un descuido de los asesinos no notaron que entre los cuerpos sin vida que sacaban del castillo cual costales de papa, yacía el cuerpo de una adolecente aun con vida todo debido a que había sido bendecida por los dioses con el don de la inmortalidad porque amaban aquella pequeña humana y no deseaban que pereciera tan rápidamente como los de su especie. Durante años la joven se escondió del mundo al no entender porque su cuerpo no se desarrollaba tan rápido como el de los demás así como que se regeneraba de cualquier herida, temerosa de ser acusada de algún trato demoniaco o perseguida sin descanso.

Al paso de los años se acepto y comenzó a seguir con su vida buscando respuestas, con un perfil bajo ante la sociedad y cual nómada por todo el mundo, vio la vida de las personas hasta la muerte. Gano sabiduría y vivió grandes aventuras, pero siempre se sintió sola, envidiando aquello que los humanos normales llamaban amor y familia, su pensamiento siempre fue que se quedaría en soledad hasta que lo conoció, un humano al que no le importo lo que era; una mujer inmortal. Aquel humano le concedió lo que tanto había deseado, un amor puro y sincero, tal vez efímero pero que quedo grabado en la historia secreta del mundo manifestado en dos bebés.

Los pequeños fueron maldecidos al nacer por una hechicera celosa, que estaba enamorada del padre de los mellizos no soportando verlo al lado de otra y con dos hijos. La hechicera provoco que un lobo mordiera al mayor de los pequeños, condenándolo a transformarse durante la noche de luna llena y durante sus arrebatos de emociones; mientras que al más pequeño lo condeno a una vida llena de masacre, donde la sangre humana era una necesidad al ser mordido por un murciélago. Pero a pesar de tener una vida tan conflictiva, escogieron verle el lado bueno a la vida que les toco vivir. Con la maldición que portaban obtuvieron también grandes habilidades, sentidos desarrollados, fuerza sobrehumana, gran intelecto, dones como la manipulación de los elementos, control emocional -para el vampiro-, telequinesis, persuasión por voz a varias especies -entre ellos los humanos-, sanación rápida y transmutación.

Con el pasar del tiempo, el humano pereció, quedando solamente la mujer con los pequeños, quienes vio un don especial como el que ella era portadora, aunque un poco diferente a la vez, a diferencia de ella que no había cambiado mucho su apariencia de una jovencita de 18 años desde siglos atrás, los niños crecían lentamente, maduraban y muy probablemente envejecerían como los humanos solo que a un ritmo mucho mas lento. La madre, asumió que sus hijos morirían en algún momento después de siglos o tal vez milenios. Los niños alcanzaron la madurez siglos después y con ello conocieron el amor -al cual siempre temieron debido al temor de quedarse solos con un sentimiento de pérdida eterno- pero por accidente descubrieron otra diferencia con su madre; ellos podían convertir a sus parejas en un inmortal como ellos, serian amantes eternos.

El mayor de los mellizos, conocido entre los humanos como Madara Uchiha, tuvo a su primer descendiente llamado Izuna dos años después de que conociera a su amada y tres años después a Jiraya, ambos portadores de la sangre lobuna. Por su parte, el menor de los mellizos, Hashirama Senju, fue bendecido con una mujer tres años después de unir su vida con su pareja, procreando a su única hija Tsunade Senju, heredera del linaje vampírico…

—…La abuela de Naruto. —la exclamación de sorpresa del sapo interrumpió al mayor, quien noto que su pequeño había caído rendido al fin.— Perdón. —se apresuró a disculparse.

Se había sorprendido debido a que era la primera vez que escuchaba aquel relato con mayor detalle; la historia era el origen de su mundo, aunque la versión oficial carecía de detalles como el amor y la envidia, siendo el un guardián recién escogido por el tercer príncipe. Un mundo conocido por los seres humanos normales como sobrenatural y fantástico, catalogado como simple ficción.

— Así es. Tsunade-sama, es la madre de Minato-sama, conocido en el mundo humano con diferentes alias, el actual es Kaminari Uzumaki, casado con la ex modelo Ai Sanada, quien en nuestro mundo es una vampiresa de clase noble. Perteneciente a la familia Uzumaki. —respondió Kurama desde su lugar bostezando en el proceso.

— Los dos grandes reyes de nuestro reino de oscuridad. —agrego Iruka cargando al menor para llevarlo a su alcoba para que descansara correctamente.

Esperaba que al despertar, su pequeño hubiera encontrado la respuesta que buscaba.

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Estaba enojado, molesto. Caminaba de un lado a otro en la habitación intentando alejar su frustración. Estaba enojado con su familia pero principalmente con su padre, aquel hombre que le dio vida años atrás, ahora era el responsable de arruinársela, al amargarle lo que fue un maravilloso día con su amado profesor con la fatídica noticia de que esa noche conocería a su prometido. Intentando calmar su amargura, se dio a la tarea de sonreír un poco en medio del horror al recordar como desde que llego al instituto tuvo la fortuna de toparse con su maestro, el cual al verlo llegar le sonrió como siempre lo hacia cuando se topaban, le acaricio su cabellera y platico un poco con él antes de que las clases iniciaran. A partir de ahí su mañana fue de lo mejor, en cada receso tenia la oportunidad -por obra del destino, estaba seguro- de encontrárselo y platicar con él, sin ser interrumpidos ya que todo el mundo veía como un bicho raro a Sukea-sensei -debido a su apariencia poco agraciada, su cabello corto de color castaño y sin peinar, ojos grises con curioso maquillaje alrededor, ropas pasadas de moda y una bufanda vieja- por lo que evitaban socializar con tan extraño hombre.

Si, la verdad es que el profesor era un bicho raro pero eso a Naruto poco le importaba, con el tiempo descubrió que aquel hombre era maravilloso por dentro y que solo era cuestión de que se arreglara un poco porque era endemoniadamente guapo y sexy físicamente. Algo que por desgracia otra persona noto, logrando algo que para él es imposible, unirse en matrimonio con Sukea. Su amado le confeso días atrás, que contraería nupcias a finales de año escolar, cerca de su graduación por lo que esperaba que como su mejor alumno le regalara la satisfacción de que su esfuerzo pedagógico no fue en vano. Y si no fuera suficiente su desgracia, su padre le informo a su llegada que esa misma noche conocería al maldito al cual lo entregarían en un matrimonio para beneficio de la familia.

Frunció el ceño de nuevo al recodar su maldita noche, era esa la razón por la que deambulaba si descanso alrededor de la sala de té. Su padre lo encerró con llave impidiéndole escapar del encuentro, lección bien aprendida después de que se escapara muchas veces en el pasado para librarse de reuniones sociales.

— Cachorro…

El rubio dirigió su mirada hacia la pequeña ventana y la cual no cabía -ya lo había intentado- viendo a sus fieles amigos asomarse; Kurama y Gamakichi. Una sonrisa traviesa se adueñó de sus labios al verlos llegar con su pedido. Un hermoso pastel que les encargo que consiguieran de la cocina del castillo. Con gran cuidado ayudo a sus compinches a entrar para que no tuvieran problemas con el pastel.

— ¿Y bien? ¿Qué haremos con esto? —Preguntó el sapito mirando el dulce, bastante intrigado por el pedido— No creo que te lo vayas a comer tu solo, a menos que quieras intoxicarte para ir a parar con tu abuela por una intoxicación… ¡Espera! ¡No serias capaz de enfermarte solo por evitar…!

— Claro que no. —lo interrumpió Naruto.— Seria llevado con la abuela Tsunade y significaría ser sometido a su modo mimoso empalagoso o sufrir una golpiza por un mal comentario...

— Tu especialidad. — se burlo el zorro.

— Dejando eso de lado, Naruto, —intervino el sapo no confiando en la sonrisa de su dueño— ¿qué planeas hacer con…?

— Haremos. — volvió a interrumpir el joven— O mejor dicho, harán. —se corrigió.

— ¿Eh? —ambos animales intercambiaron miradas.

— Quiero que sostengan el pastel sobre la puerta y lo dejen caer sobre ese tipo Hatake.

— No. —respondieron.

— Kurama, Gamakichi… por favor~ —pido con voz melodiosa y dulce.

— Los ojos de cachorro abandonado no funcionan conmigo. —sentencio el zorro desviando el rostro, ya que aunque había dicho eso, la verdad es que aquella mirada lo doblegaba.

— Por favor. —suplico una vez más, aumentando su ternura ante los ojos del pequeño sapito, iría uno por uno.

— O... Oye Kurama...—estaba siendo convencido— Kurama, ayudémoslo. —se rindió al fin, uniéndose a la súplica.

Kurama rodo los ojos ante la poca resistencia que tenia su compañero que había caído victima del chantaje "ojos de cachorro abandonado", técnica favorita de su amo y la mas efectiva, nadie en la familia era inmune a ella.

— No.

— Por favor~ —suplicaron los dos, acercándose un poco más al zorrito que retrocedía conforme avanzaban.

— No… —Kurama no pudo seguir retrocediendo al tocar pared, desvió la mirada— ¿He dicho que no...? —con temor dirigió su vista a los manipuladores y sus ojitos "moriré sino me complaces" lo derrumbaban— N… N...—los otros se acercaron más—...Es… está bien…

— ¡Yeah! —gritaron victoriosos, mientras el zorro suspiraba derrotado.

— ¿Y cómo haremos para que caiga sobre el intruso si entran todos a la vez? —pregunto el resignado animalito, deteniendo el festejo del par.

— Sera fácil. —afirmo el vampiro— Papá me pidió que me comportara, pero yo le dije que no. Primero lo pidió, luego lo exigió, amenazó y al final, lo suplico. —los guardianes suspiraron y una gotita de sudor resbalo de sus cabezas, eso siempre pasaba en una discusión de cualquier miembro de la familia contra Naruto, claro, a excepción de su hermano Sasori— Yo fingí doblegarme por sus suplicas pero le condicione con que fuera el tipo ese el que entrará primero…

— ¿Y no sospecho nada? —pregunto Kurama con la esperanza de que al menos Minato no fuera tan estúpido de creer en el teatro de su hijo.

— No. —sonrió orgulloso.

El zorro quiso darse de golpes en la cabeza contra la pared, no importaba cuantos años pasaran, la familia real no aprendía que el rubio era un peligro y siempre tenía alguna jugarreta en sus pedidos o caprichos. El chico era bastante inteligente a pesar de su actitud atolondrada.

— Le dije que me comportaría si mi "prometido"...—hizo cara de asco por tal palabra—...era apuesto. De lo contrario, abandonaría la sala haciendo un berrinche enorme y mi negativa seria mayor. Y antes de que preguntara algo mas, le explique que solo eso era la razón por la que quería verlo primero. Papá acepto y creo que también por esa razón me encerró aquí, para que no me echara para atrás...

Continuaron hablando y planeando la travesura durante un rato, hasta que notaron la hora, escuchando las voces de la familia y algunas desconocidas -probablemente los invitados- por lo que rápidamente los animales subieron arriba de la puerta en donde se sostuvieron con ayuda de sus dones sobrenaturales, el rubio les dio el pastel que sostuvieron en espera de que entrara la persona que originaba el reciente sufrimiento en su dueño.

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— Bienvenidos. —gustosamente Minato recibió a sus invitados en una de las salas principales.

Los recién llegados, considerados reyes entre los de su especie eran un grupo de tres -diferentes edades- de hombres de pelo blanco, bastantes altos y con una musculatura decente. El menor de ellos y que le interesaba al matrimonio vampírico, vestía un traje cenizo al cuerpo color negro sin mangas, un pequeño tatuaje en el hombro derecho, y una cicatriz en uno de sus ojos. Ambos padres esperaban que tan agraciado varón fuera del gusto de su hijo.

— Buenas noches Minato, Kushina. —saludo Jiraya con una gran sonrisa a su antiguo alumno y pareja de este.— La verdad es que me alegro que por fin nuestras familias se unan. Estaba esperando este momento desde que tu madre me salvo.

— Yo igual, Jiraya-sensei. —acepto el rubio con una gran sonrisa.

— Minato-sensei, es un gusto volver a verlo. —saludo Kakashi acercándose al rubio, que sonrió al verlo.

— Igualmente Kakashi, sí que has crecido mucho. Aun te recuerdo cuando eras de esta estatura. —recordó el rubio, mostrando con su mano la estatura que según el recordaba -y era al menos de 1. 60cm-.

— Han pasado cerca de 400 años desde entonces. —le recordó con un toque de vergüenza a su profesor.— Kushina-sama, usted está hermosa como siempre.

— Gracias Kakashi, tú no has cambiado para nada para mi, sigues igual de perezoso. —dijo la pelirroja abrazando a su futuro nuero.— A pesar de ser guapo.

— Gracias.

— Bien, adelante, pasemos. —Minato le ofreció el brazo a su esposa.— Mi hijo esta ansioso por conocerte Kakashi.

*Si, claro, si lo que Itachi me conto es verdad, estoy seguro que lo que menos desea es verme o en caso contrario, seria verme muerto...* Pensó el peli-blanco para sus adentros, recordando como su familiar pelinegro le había contado que el rubio no se había tomado a bien la noticia del compromiso. Sin embargo, sonrió un poco -o eso parecía- pues su rostro parecía más de aburrimiento total. Caminaban por los pasillos, teniendo una pequeña plática sobre los años que no se habían visto, deteniéndose cuándo los dueños del castillo lo hicieron enfrente de una enorme puerta doble.

— Kakashi, detrás de esta puerta esta mi hermoso hijo. —comentaba el rubio a su antiguo estudiante.— Vamos pasa, será bueno que te vea al entrar.

— Creo que seria mejor que usted entrara primero, —se negó con amabilidad.

Itachi y Deidara le informaron bastante sobre la gran negación que tenía el chico sobre casarse a pesar de la situación a la que se enfrentaban, y por ello mismo sabia que el chico seguía siendo un polluelo, un niño. ¿Y que hacen los niños? Exacto, travesuras.

—...Quizás su hijo se encuentre nervioso y lo primero que desee es ver a su padre para ganar confianza antes de conocerme.

Tales palabras parecieron convencer al padre ya que empezó abrir la puerta, creyendo firmemente de que su viejo alumno tenia razón, su pequeño necesitaría de su apoyo en algo tan importante.

— Naruto, hijo…—toda frase fue acallada cuando una gran masa dulce cayó sobre él.

Los que estaban atrás abrieron los ojos de la impresión a excepción de Kakashi, que ya se esperaba algo así. Mirando como el rubio había sido bañado en pastel, incluso se había caído por el peso que cayo sobre su cabeza de manera sorpresiva.

— Minato, ¿estas bien? —Cuestionó Kushina acercándose a su esposo que estaba sentado en el suelo.

— ¿Y bien? —la dulce voz del vampiro menor se dejo escuchar.

Naruto se levantó de la silla donde estaba sentado -dándole la espalda a la puerta e ignorando el error cometido- había estado comiendo una rebana de pastel que corto antes de que lo usaran para la pequeña travesura tranquilamente acompañado de un té, al voltear quedó sorprendido.

— ¿Qué les pa...? ¿Padre? —enmudeció.

De acuerdo, su plan había funcionado aunque con algunos errores;

1.- No había caído en su enemigo, sino en otra persona.

2.- Esa persona era su padre.

3.- La persona de la cual sospechaba que era su prometido estaba detrás junto a los invitados observando todo, hasta parecía aburrido por la situación.

4.- Sus compinches no estaban, al parecer lo habían abandonado en el momento en que vieron que se equivocaron de persona.

5.- Su madre lo mataba con la mirada.

6.- Estaba muerto.

Podía despedirse de la vida.

— No me arrepiento de nada. —hizo un intento de sonrisa.

No mentía del todo, al menos le había hecho pagar a su padre el que lo comprometiera sin consentimiento.

— Naruto Namikaze Senju. —odiaba cuando su madre lo llama por su nombre completo, eso solo significaba que estaba en grandes problemas.

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Notas finales:


Yukihana-Hime: Espero que les haya gustado. Es un especial de Halloween.

Este fic esta escrito para los personajes de Boku no Hero: Academia por parte de la otra autora, y todo porque esta vez no logramos coincidir con la pareja xD

Ninguna de las dos historias es una adaptación de la otra, este fic fue creado para ambos animes.

Bueno, eso es todo~

Bye~