Disclaimer: Los personajes no me pertenecen. Son de la autoría del genio Masashi Kishimoto.
¡Conquistando a la kunoichi, dattebayo!
Capítulo I
¡Después de todo tengo hormonas!
Bajo la prematura sombra de unos árboles, plantados firmemente en la fértil y verde tierra del campo de entrenamiento, descansaba Sasuke Uchiha, luego de finalizar una larga y extenuante sesión de ejercicios. Debía mejorar su nivel si quería postular a ser un Anbu y obtener los mejores resultados. Aunque, para ser sinceros, el pertenecer a uno de los clanes más poderosos de la aldea tenía sus ventajas.
Su mente, que nunca podía estar ociosa, se dedicaba a examinar a detalle los curiosos y extraños sentimientos que surgieron a su regreso a Konoha, a su hogar; luego de andar errante tanto tiempo, sin un lugar fijo, solo y lejos de los recuerdos, tanto buenos como malos, que eran la principal causa de su huida.
A pesar de ya haber vuelto hace un mes, apenas terminada la guerra, todavía algunos aldeanos lo miraban recelosos cuando paseaba por los alrededores o cuando ayudaba en la reconstrucción de algunos edificios dañados. Francamente, ese hecho le molestaba. Era incómodo que lo vigilaran de esa forma. Como si al menor descuido de su parte, el único sobreviviente del clan más problemático de la aldea fuera a arrojarse nuevamente a los brazos de la oscuridad. En pocas ocasiones lograban intimidarlo, haciéndolo sentir morbosamente culpable cuando lo comparaban con el ya fallecido Madara; pero, por lo general, se las apañaba perfectamente para convertir las acusaciones en nada.
-Pasado es pasado- le había dicho Naruto, cuando él le había preguntado si creía que Tsunade pondría algún inconveniente a la posibilidad de volver con ellos. Y especialmente, aunque eso nunca se le ocurrió mencionarlo, con ella.
Se dejó caer pesadamente sobre la hierba, que le acarició los brazos, provocándole suaves cosquillas. Observó, momentáneamente distraído, cómo la luz atravesaba rauda las hojas, generando que se tornaran de una tonalidad jade.
Jade.
Aquella palabra flotó en sus pensamientos y se instaló en ellos con fuerza trayendo una seguidilla de recuerdos consigo. Últimamente, rememoraba mucho su pasado, buscando los errores que cometió y que la hirieron, con el fin de no repetirlos jamás. Siempre la tomó en menos, la menosprecio, y todo por considerarla una molestia. ¿Por qué? ¿En qué rayos pensaba en aquel entonces que no supo valorar su bondad?
En todas las ocasiones en las que intentó disculparse no pudo encontrar las palabras adecuadas, aquellas que expresaran su verdadero sentir, por lo que dejaba el tema flotando, a la espera de que venciera ese sentimiento indefinido que le impedía hablar con claridad. También solía sonrojarse; cuando eso ocurría desviaba el rostro para que ella no pudiese evidenciar su sonrojo y le hablaba de cualquier otra nimiedad que le cruzara por la cabeza.
Pensó, entonces, en todas las pruebas de amor que ella demostró a lo largo de los años, pequeños detalles que significaron mucho para su maltrecho corazón. Se convenció de que, siempre y cuando fuese sincero, no importarían las palabras que ocupara para expresarse. Sakura sabría apreciarlas en su forma tan singular de quererlo.
-Sakura- susurró, paladeando cada una de las letras que formaban aquel preciado nombre.
De pronto, sacándolo de sus pensamientos, escuchó una grácil risa. De ella, que pareció haber sido invocada por el viento y sus más profundos deseos.
Se levantó de un salto y miró a su alrededor, buscando con desesperación un buen escondite. Ya metido de cabeza en un tupido arbusto, escuchó como unos pasos de acercaban a su posición, deteniéndose a escasos metros. Con cuidado de no ser visto, movió unas ramitas hasta que sus ojos pudieron captar el exterior con claridad.
-¡Muchas gracias por venir a entrenar conmigo, Sakura-chan!- exclamó Lee, al tiempo que arrojaba lejos de sus tobillos los pesos, que cayeron con estrépito y levantaron una gran nube de polvo. -¡Espero que tu llama de la juventud sea tan inextinguible como la mía!- unas flamitas de un prendido color naranja se asentaron en sus pupilas naturalmente oscuras, cuando sonrió igual que su enérgico maestro.
Sasuke pudo apreciar una perlada gota de sudor que resbaló por la sien de Sakura. Se desconcertó al verla reír ante las ocurrencias del chico, ya que en otros tiempos probablemente aquello la habría sacado de quicio.
Esto le hizo recapacitar en que ella había cambiado mucho desde su partida, que ya no era la niña chillona y atolondrada que él conocía de los inicios del equipo siete, si no, una mujer madura e independiente, capaz de todo cuánto se proponía. Aquello le hizo sentir orgulloso de una forma extraña y desconocida.
Se prometió que volvería a conocerla tan bien como a la palma de su mano. Y que la amaría tanto como pudiera, compensándola por todo mal que realizó en su contra.
Lee procedió a explicar detalladamente en lo que consistiría el entrenamiento ante la atenta mirada de la muchacha. Una vez hubo terminado, se alejó de un salto de ella, adoptando una actitud defensiva que ella no se molestó en imitar.
Sakura ajustó con ímpetu los guantes a sus muñecas, con el fin de que no dificultaran su tarea de golpear, pero que al mismo tiempo protegieran sus manos. Apenas esta labor estuvo terminada atacó, de forma brutal y destructiva al más puro estilo de la quinta Hokage.
Sasuke se sentó de piernas cruzadas, enderezándose, ya que la pelea había llamado su atención, enfocando todos sus sentidos en la muchacha. Observaba sus técnicas con ayuda de su sharingan y las memorizaba. Quizás, en un futuro no muy lejano, podría entrenar con ella.
En ese momento, Lee se movió a una velocidad abismal a uno de los costados de la ninja médico, apresurándose en acertar un preciso puñetazo en su vientre. Sin embargo, aquel movimiento no llegó a su objetivo y se estrelló en la rugosa madera del tronco de reemplazo. El ninja abrió sus ojos, pues no se lo había esperado venir, y fue mandado directamente a comer tierra de una patada en la espalda. Sin poder ni querer evitarlo, el moreno sonrió, orgulloso por los maravillosos progresos de Sakura.
Las horas se alargaron prontamente, no exentas de una extraña vertiginosidad, mientras observaba cómo los jóvenes se daban golpes en una lucha bastante igualada. Cuando finalizaron, el sol estaba en su cenit y el calor podía sentirse como un manto pesado en el ambiente, provocando que a los presentes les descendieran gotitas de sudor por las mejillas.
-¡Oh, Sakura-chan, eres genial! No me cabe ninguna duda de que en realidad eres una de las legendarias sannin- exclamó Lee, acercándose a Sakura para felicitarla. Ella se sonrojó levemente por sus alabanzas, pues todavía no estaba acostumbrada a que la felicitaran por su pertenencia a los más fuertes de Konoha.
-No es para tanto, Lee-kun- murmuró, desviando la mirada a la lejanía de un modo un tanto melancólico, como si recordara algo delicado.
Sin embargo, el muchacho no se percató de ésto y siguió hablando en el mismo tono alegre: -¡Por supuesto que sí! Eres una de las mujeres más increíbles que he conocido- puso una de sus manos frente a su boca y se acercó al oído de Sakura, susurrándole a su cabello. –Incluso me atrevería a decir que eres más fuerte que Lady Tsunade. Pero no le digas que yo he siquiera pensado eso. ¡Estoy en la primavera de mi vida como para morir aún!- entonces, inesperadamente la alzó en brazos, levantándola en el aire y ocasionando que riera.
Sasuke tuvo que morderse la lengua para evitar gruñir y seguir pasando desapercibido. Aun así, Sakura clavó sus ojos fijamente en el arbusto, y él estuvo seguro de que vio algo por la manera en que se concentró en observar las hojas. Tendría que improvisar.
Se levantó perezosamente, con los ojos cerrados y la mano en la nuca, revolviendo rápidamente un poco su cabello para dar la impresión de haber estado durmiendo. Para darle el toque maestro bostezó. Funcionó.
Sakura lo observó con el corazón dando un brinco doloroso en su pecho, absolutamente absorta en la figura masculina que estaba tan solo a unos metros de ella, pero que, como siempre, se sentía lejana e inalcanzable. Aquello la hizo sentir triste, igual que otras veces, noches en las cuales no podía dormir imaginando que decidía abandonarla otra vez. Aunque si era sincera consigo misma sabía que nunca le prometió nada. Fue su culpa hacerse ilusiones y enamorarse de él de la forma en que lo estaba.
En el momento en que los recuerdos pugnaban por salir a flote en su memoria, él levantó los párpados, volviéndola a la realidad con una fuerza chocante. Se contemplaron fijamente, sin ningún tapujo, reconociéndose a través de los latidos que iban al mismo ritmo dentro de sus pechos.
-¡Sasuke-kun, me alegra verte!- exclamó Lee, levantando una mano a modo de saludo.
-¡Waa, shannaro!- exclamó la enfurecida "Inner Sakura" al ver interrumpido el trance de miradas que la hizo sentir tan emocionada. A pesar de sus pensamientos, su cara se mostraba fresca y serena, como si en realidad estuviera cómoda con ambos ahí.
-Hola- respondió el aludido, lacónico como era costumbre.
-Hola, Sasuke-kun. ¿Qué haces aquí?- preguntó la muchacha, esperando no sonar demasiado entrometida. ¿Esas eran cosas que preguntaría una amiga, no? Y ellos eran amigos.
El moreno se cruzó de brazos y recargó su peso en un pie, mordiéndose discretamente el interior de la mejilla mientras calibraba una mentira que responderle a Sakura. No pensaba decirle que la había estado prácticamente acosando toda la tarde, por supuesto. –Me levanté temprano a entrenar. Pienso dar los exámenes Anbu- dijo sinceramente, lo que fue mejor todavía. –Cuando terminé, decidí descansar un par de horas, y supongo que me dormí, porque lo siguiente de lo que fui consiente fue de un de felicitarte, Sakura, has mejorado demasiado-. No fue necesario especificar desde cuándo lo había dicho. Ambos evitaban el espinoso tema de la partida del muchacho.
La chica agradeció el ya haber estado sonrojada por la actividad física, ya que de lo contrario el subidón de sangre a sus mejillas habría sido sospechoso. Se sintió ligeramente mareada, pero debía apresurarse a responder, por lo que hizo esfuerzos sobre humanos en concentrarse.
-Gracias, Sasuke-kun. Todo fue gracias a la ayuda de Lady Tsunade- murmuró sin ninguna inflexión en el tono de su voz que denotara nerviosismo.
-¡Bien, shannaro!- la figura que representaba su verdadera y agresiva personalidad comenzó a bailar, elevando los brazos por el júbilo y contorneando graciosamente las caderas de un lado al otro. ¡No había tartamudeado! - ¡Las hermosas frentonas mandan!-.
-Es verdad, Sakura-chan es grandiosa.- afirmó Lee –Tanto que me ha dado una paliza- soltó una risilla y suspiró, rascándose un tanto avergonzado la nuca. -¿No te gustaría venir a comer con nosotros, Sasuke-kun? Muero de hambre-
Sakura levantó la vista expectante, sintiendo un revoltijo de nervios en el estómago. Revoltijo que desapareció apenas vio al muchacho negar suavemente con la cabeza, provocando que uno de los oscuros mechones de su cabello se posara sobre su ojo. Eso logró que tuviese unas ganas locas de llevar su mano y retirarlo con delicadeza. Frunció el ceño por una brevísima fracción de segundo cuando esa idea paso fugaz por su mente.
-Discúlpenme, pero quedé de ir a almorzar con Naruto. Creo que quiere hablarme de algo. Ya me va a chillar bastante por llegar tarde- se excusó, usando al cabeza hueca que tenía por amigo para salirse por la tangente. –Nos vemos luego-
-Claro- murmuró la chica, antes de voltearse con Lee y comenzar a prestarle atención, un tanto descorazonada por la ausencia de Sasuke, quien ya empleaba la retirada hacia la casa del rubio.
¡Hola a todos! Desde principios de año la idea de este fic me andaba rondando por la cabeza, pero no me había atrevido a publicarlo. No tenía una idea muy clara de cómo continuarlo en ese entonces, sin embargo, después de meditarlo unos meses, ya sé más o menos hacia dónde encaminarlo.
Todo gracias a los consejos de MeryAnne en su perfil de fanfiction.
Intentaré actualizar lo más pronto posible, y que eso sea a máximo plazo cada dos semanas. Si me atraso, por favor no me linchen xD Ahora estoy de vacaciones, pero en una semana vuelvo a clases y a veces los profes pueden ser cabrones a la hora de fijar la fecha de las pruebas. JURO QUE PARECE QUE TODOS SE PONEN DE fin, espero que les haya gustado ésto. Gracias por haberse tomado el tiempo de leerlo y gracias también por leer estas palabras. Me gustaría -cómo no- que dejaran un review para conocer su opinión.
Besos, Manzana.
