Bueno, los personajes son propiedad de Suzanne Collins.
Nuevamente, es culpa del iTunes que me pone en mal estado, aunque comienzo a creer que tengo una obseción con las historias tristes y depresivas. Whatever, también comienzo a creer que hay algo malo conmigo.
Cómo sea, espero que les guste(?) Also, no vendrían mal algunos reviews;$.
«I'm hanging on to the words you say. It says that I will, I'll be okay»
BROKEN-LIFEHOUSE.
Annie Cresta nunca se había imaginado en una situación como esta. Mucho menos que alguna vez hubiese querido suicidarse, pero las pesadillas habían tomado control sobre ella. Ya no sabía si de verdad estaba soñando o si había vuelto a la Arena. En todas las pesadillas aparecía su compañero siendo decapitado una y otra vez, justo en frente de ella.
Pero eso no era todo, el presidente Snow aparecía por igual y por mucho que ella quisiera escapar no podía, temía que fuera a terminar siendo esclavizada, o peor aún: ser expuesta a todo el Capitolio para que las personas se burlaran de ella.
Estaba dispuesta a ponerle fin a todos los "problemas mentales" tal a como los doctores solían decir cada vez que le tocaba visitarlos. Siempre se había preguntado cómo se las habían arreglado Finnick y Mags para soportarlo todo, aparentemente ellos dos no parecían tener ningún indicio de llegar a la locura cómo ella.
Todas las pastillas recetadas, por fin iban a tener un resultado merecedor de una ganadora de los Juegos del Hambre. Poco a poco, fue ingiriendo cada uno de los anti-depresivos y calmantes que, quizás en algún tiempo atrás, habían conseguido tranquilizarla.
La vista comenzó a nublarse, no existirían más pesadillas de las que no pudiera escapar. No más asesinatos ni decapitaciones. No más juegos del hambre.
"Annie" Escuchó cómo alguien llamaba su nombre, una voz tan dulce e irreconocible en cualquier otra parte. Así que esto es lo que se siente en tus últimos momentos.
―Annie. ―Repitió la voz, esta vez sonaba más desesperada que anteriormente. ―Annie, ¿puedes escucharme? ―
Paz. Libertad. Tranquilidad.
Quizá las pastillas no habían hecho nada más que empeorar, ahora hasta sentía cómo unos brazos enormes la abrazaban. ¿Un Ángel? ¿Ya estaba realmente muerta?, pero se sentía tan real. Era cómo las pesadillas, no podía distinguir la realidad de la falsedad porque ambas sabían exactamente igual.
Lo que pasaba a continuación había sido completamente diferente a todos los sueños, pesadillas o fantasias que alguna vez hubiese tenido.
Un beso.
Amor.
Finnick.
