DISCLAIMER: El maravilloso mundo de Labyrinth no me pertenece, es propiedad de Jim Henson y George Lucas, quienes lo idearon, así como de David Bowie y Jennifer Connelly, quienes le dieron vida a sus hermosos personajes. Yo solo me he dado un tiempito para idear esta historia pensando en Jareth y como un homenaje enteramente hacia él.
Dedico este sencillo fic a mis amigas y laby sisters: Maribel Trescher y Kiara Jareth porque sé que aman este fandom y les agradezco a la vez por crear tan bellas y emocionantes historias con las cuales descubrí el universo de Fanfiction y que recuerdo con mucho cariño, también va dedicado a mi amiga Friditas porque sé cuanto ama a David Bowie, nuestro eterno rey Jareth.
¡Mil gracias de antemano a todo el que lea este fanfic! Se les quiere =)
Nota: El fan art elegido de portada me ayudó mucho a inspirarme en esta historia, es de autoría de una excelente artista de Deviantart llamada GAGAMBO, aprovecho para agradecerle por tan hermosa creación.
UN CAMINO ENTRE LAS ESTRELLAS
Prólogo
Jamás olvidaría como se sintió la noche de la mascarada, hubiese ocurrido ese baile en realidad o fuese tan solo un sueño. Se había tratado de su primera fiesta de gala y había resultado más increíble de lo que se podía imaginar, mejor inclusive que las veladas románticas que se contaban en los libros que tanto le gustaba leer. Algo acrecentado por el hecho de que todos los allí presentes habían sido fairies o seres mágicos. Entidades que solo en su imaginación pensó contemplar alguna vez con tanta claridad, sin sospechar que llegaría esa ocasión en que se viera rodeada por ellos… y en medio de todo eso, en medio de su deslumbramiento y asombro ante la opulencia que se extendía frente a sus ojos, lo halló a él. Enigmático e imponente, muy bello, esperando por ella.
Recordaba con emoción el instante cuando la había sacado a bailar tomándola con delicadeza de la mano y bordeando suavemente su cintura, consiguiendo que se dispararan por su juvenil cuerpo chispas de electricidad y algo similar ocurrió al reflejarse, ya de cerca, en sus hermosos ojos azul hielo ("uno mágicamente más oscuro que el otro", según notó), tan singulares que parecieron al llegar a un punto, hipnotizarla, para que solo pudiese adorarlo. Él tenía una mirada penetrante que hablaba de los muchos secretos que guardaba y que se moría por compartírselos.
Ella en respuesta, se dejó llevar al ritmo de la música que parecía dominar su cuerpo como un hechizo y se abandonó en sus brazos mientras él la dirigía en una danza hacia las estrellas. Se sintió entonces segura como nunca antes junto a alguien, como si hubiese estado esperando por ese momento durante toda su vida y por fin hubiese encontrado a ese compañero ideal que de verdad la comprendiera, que quisiera estar a su lado y enseñarle a amar, lo que tanto había soñado. Una sensación cálida, de bienestar, le brotaba del alma y parecía rodearla, junto a él se sentía protegida, como si estuviera en casa.
Ese corto lapso de tiempo a su lado fue perfecto. No obstante, como toda ensoñación nunca es eterna, ésta llegó también a su fin con el repicar de las doce de la noche en un reloj, trayéndole además consigo la decepcionante revelación de que las cosas en realidad no eran tal como parecían. En un pestañear lo recordó todo y fue como recibir un balde de agua fría o peor, una puñalada directo en el corazón.
Su príncipe de ensueño se transformó entonces ante sus ojos en el villano que era. El poderoso y temible monarca de Underground, creador de un laberinto casi infranqueable y lleno de trampas, que había raptado prácticamente a su hermanito y a ella sometido a un hechizo para que se olvidara de todo.
Aquello destruyó la burbuja de ilusión en la que se encontraba sin dar vuelta atrás, incluso antes de que corriera alejándose de él y rompiera el cristal del ballroom para poder escapar. ¿Cómo había podido estar ciega tanto tiempo?
Se preguntaba también a menudo ¿qué era lo que había visto en él que tanto la atraía?... Quizá había sido la impresión que le diera de ser un alma incomprendida que necesitaba de urgencia verdaderos amigos o un amor, así como ella misma, o su manera de andar seguro por la vida, sin temerle a nada o a nadie y sin que nada le pareciese imposible... Y su nombre… ¿Qué tenía su nombre que no podía dejar de evocarlo o pronunciarlo en secreto sin suspirar? Tal vez se debía a que le parecía demasiado dulce para pertenecer a alguien tan complicado.
Dándose vueltas en la cama abrazada a su almohada, entonces, días después, intentaba armar dentro de su mente el rompecabezas que constituía para ella su personalidad. Porque en contra de todo lo ocurrido y lo que conocía de él, quería llegar a entenderlo.
Era oficial, estaba dentro de su corazón aunque la razón se lo reprochase. La cabeza y el corazón no siempre logran ponerse de acuerdo y ella había pasado a comprobar por sí misma esa clásica teoría que tan cursi le pareciera en otros tiempos.
"Tan solo te pido tan poco…"
Sus palabras todavía resonaban en su memoria. El rey mago había intentado explicarle que todo lo hecho fue por ella, para complacerla y hasta le había rogado que se quedara a su lado pidiéndole que lo amara tal como la amaba a ella… Recordarlo le producía un dolor en las entrañas y hacía que le escocieran los ojos al darle ganas de llorar. Extrañaba al final de cuentas a ese excéntrico rey goblin así no se lo propusiera y pensar en que él había sido capaz de expresarle todo aquello, dejando a un lado su noble posición, habiéndole ofrecido realizar todos sus sueños y sin embargo ella no lo había valorado, le remordía y lastimaba. Desde ya sabía que siempre llevaría consigo el cargo de conciencia de haberle rechazado.
Con pesar comprendía además que debía dejar ese capítulo de su historia inconcluso y que solo le quedaba seguir adelante. No podía manejar el tiempo como él lo hacía, no podía regresar al pasado y pedirle que se conocieran de otro modo, confesarle que era su héroe de leyendas y cuánto lo admiraba desde hacía muchos años. Solo le quedaba dar la vuelta a ese extraño episodio que no lograba comprender a ciencia cierta si se trataba de una alucinación o no… Quizá todo ella misma lo había inventado en base a sus gustos y aficiones, quizá el mágico reino de Underground solo existía en su imaginación. No podía por lo mismo, estar enamorada de un hombre irreal. Crecer era la única manera de superarlo y de no volverse loca.
Sin embargo ocurrió en una ocasión casi al amanecer, días después de que tomara esa resolución, a esa hora en que aún está oscuro y se pueden observar las estrellas y la luna brillando en el firmamento, que le pareció oír una encantadora y varonil voz llamarla entre sueños…
"Regresa Sarah, regresa…"
Fue una súplica enamorada que retumbó con claridad dentro de su cabeza, haciéndola de inmediato despertar. Era él, estaba segura.
Sarah se sentó con intriga en la cama, intentando procesar lo sucedido, ¿sería posible que el Rey de los Goblins también se acordase de ella como ella de él, de una simple mortal y para variar menor de edad?
En respuesta pareció notar que algo inusual ocurría en la habitación, algo que le hizo levantarse con curiosidad del lecho para acercarse con cautela al espejo del tocador.
Éste para su estupefacción, de repente empezó a brillar en los bordes con un misterioso fulgor celeste de otro mundo, que desapareció de súbito en cuanto rozó con sus dedos el frío cristal en el que se reflejaba su propia y pálida faz, volviendo así a quedarse la habitación envuelta entre sombras, al igual que sus confusos sentimientos.
Se preguntó entonces si de verdad aquello había ocurrido, si el Rey Goblin pensaba todavía en ella, si tal vez la observaba desde sus lejanos dominios a través de sus mágicos cristales… y quizás, si estaba detrás de ese espejo, esperándola.
