Hola, este especial es por el día del padre a petición de Gaby Chanii, espero te guste que la verdad…no sé. XD

Que lo disfruten.

El amor de un padre.

No sé cómo pasó esto, no sé qué está pasando.

Ayer todo era paz y alegría, festejábamos el séptimo aniversario de la batalla contra Drago e hicimos un celebración en honor a mi padre Estoico, quien lamentablemente cayó en esa batalla; habíamos empezado con un pequeño homenaje cerca de la escultura que hicimos en su honor, donde hubo desde emotivos discursos, lágrimas y risas al recordar quién había sido él.

Como vikingos estamos acostumbrados a celebrar generalmente por cualquier cosa y en honor a él hicimos una fiesta; esas fiestas las veníamos celebrando desde el primer aniversario, ya que la gente de Berk decía querer tener algún tipo de motivación y querían recordar a mi padre con alegría, además de poner el pretexto de que también debíamos celebrar otro año desde que me convertí en jefe.

Fue para mí muy satisfactorio saber que el pueblo amaba a mi padre de esa manera y que también que piensen que hago un buen trabajo. Estos años han pasado rápido, tuve que aprender a manejar el pueblo y dividir las tareas para darme tiempo para lo que a mí me gusta hacer, gracias a la ayuda de mi madre, que ha estado desde entonces para mí, Bocón, que es como mi segundo padre, mi mejor amigo Chimuelo y mi esposa Astrid, la segunda al mando, he logrado hacer todo lo que he querido y Berk ha prosperado.

Pero ahora sí que no sé qué está pasando.

Veo fijamente hacia la entrada del gran salón, una gran cantidad de gente y dragones se encuentran afuera y a mi parecer no se ven nada bien.

— ¡Bocón!... ¿Qué pasa?, ¿Qué tienes?

Mi amigo al igual que su dragón se ven algo pálidos, Bocón se toca el estómago y tienen el semblante extraño, como si se quisieran desmayar.

—Me duele la barriga. —Se quejó poniéndose incluso algo verde.

Y no sólo él, parece ser que la mayoría de los vikingos también, algunas mujeres y hombres, que al parecer se ven bien, están atendiéndolos junto con algunos dragones.

— ¿Qué comiste? —Le pregunto preocupado a mi amigo.

—Sólo te diré que no comí nada de lo que preparó tu mujer para acortar la lista. —Bocón empezó a hacer muecas tal parece que iba a devolver lo que había comido y bebido ayer.

Rápidamente me alejé, lo bueno que Bocón tuvo la energía suficiente para salir corriendo hacia unos arbustos y devolver todo ese asqueroso revolvedero de comida a medio procesar.

Chimuelo que estaba a mi lado, tragó algo de saliva, no parecía estarse saboreando lo que Bocón devolvía, pero…vi que de repente empezó a hacer esos ruidos cuando regurgita la comida.

— ¡Guaa! Chimuelo. —Me quejé por semejante cantidad de comida que devolvió, pero no parecía ser normal tenía una coloración extraña. — ¡Ay no!

Chimuelo se dejó caer, ¡no podía ser!, creo que lo que mi amigo tenía era lo mismo que los demás dragones y vikingos… creo que estamos en medio de una epidemia.

—Dioses, ¿qué ocurre?

—Papá… ¿Qué les pasa a todos?

Me giré para ver a aquellas dos personas que me habían hablado, Astrid estaba horrorizada por el escenario que teníamos frente a nosotros, mientras que mi pequeño hijo Hikke, de 5 años de edad; veía con horror como Chimuelo había decaído.

— ¿Está enfermo Chimuelo, papá? —Preguntó poniéndose a un lado de mi dragón.

—Sí, Hikke… al parecer muchos enfermaron.

—Pero… ¿Cómo es posible? —Preguntó Astrid acariciando a Chimuelo.

—Creo que debe ser algo que comieron. —Patapez llegó con un libro de botánica, tal parece que mi amigo se estaba preparando para esta emergencia. —O también puede ser viral.

—Pues ni modo, debemos ponernos en cuarentena e investigar qué es lo que les está causando esto.

—Más vale que sí. —Dijo mi gordo amigo.

Noté que estaba algo sudoroso… ¿Podría ser qué él también estuviera enfermo?

— ¡Mi panza!, ¡mi panza! —Patán venía corriendo a lo lejos y al parecer él también estaba enfermo.

—No se vale. —Escuché a Brutilda por el otro extremo. — ¿Quién nos hizo está broma tan pesada?

Llevaba arrastrando a Brutacio quien al parecer se venía quejando de igual manera por el dolor.

—Esto es grave. —Me alertó Astrid. —Iré a buscar a Tormenta, debes dar el aviso.

Era cierto, debía dar el anuncio y separar a los que estaban bien a los que estaba mal, subí las escaleras del gran salón para dar el anuncio, viendo desde ahí a toda la multitud noté que mi madre se encontraba ya atendiendo a unos cuantos vikingos.

Astrid y Hikke habían encontrado a Tormenta la cual estaba decaída junto con los dragones de nuestros amigos. La situación sí que estaba grave.

—Amigos, no sé qué estaba pasando ni lo que tienen, declaramos Berk bajo un estado de cuarentena, niños, ancianos que se encuentren bien deben regresar a sus hogares, dragones que estén bien deben ir al hangar, no deben de salir hasta que sepamos lo qué pasa; mujeres y hombres que se encuentren en perfecto estado de salud vamos a ayudar a los vikingos y Dragones, empezando por meterlos al gran salón.

La gente rápidamente obedeció y ayudó a todos los convalecientes a entrar en el recinto, una vez adentro los acomodamos de tal manera que se pudieran relajar y nos permitieran atenderlos.

Gothi, que era una de las ancianas que se encontraba bien se negó a irse y nos ayudó, la dejé quedarse ya que era la curandera y la mujer más sabia de Berk, ella sabría determinar qué es lo qué pasaba.

Astrid, fue a dejar a nuestro hijo a nuestra casa y no dudo en regresar para ayudar, al cabo de unas horas teníamos a todos nuestros amigos acomodados y atendidos.

Pero había otras tareas que hacer en Berk, no podía descuidarlas, dejamos a los enfermos a cargo de las mujeres y Astrid, mi madre, otros vikingos y yo atendimos las demás tareas, desde acarrear las ovejas, ver los sembradíos, recoger todo el desastre de la fiesta.

Pasado el mediodía al parecer ya estaba todo en orden, podíamos tener un momento para descansar.

—Hiccup, ayúdanos con esto.

Astrid con mi madre trataban de empujar una carreta llena de tierra, tal parece que sólo querían orillarla para que no estorbara en el camino, fui en su auxilio y entre los tres logramos moverla.

Exhaustos y cansados celebramos internamente haber acabado con las tareas, tanto mi madre como Astrid estaban sudorosas, el sol estaba algo fuerte para esa época del año.

—Descansemos, vayamos a beber algo. —Invitó mi madre.

Yo asentí y miré a Astrid para saber si nos acompañaría o se pasaría a ver a Hikke, pero la noté algo extraña, estaba más pálida de lo normal y se veía que estaba más exhausta que nosotros dos.

—Mi lady… ¿Estás bien?

Parecía querer hacerse la fuerte, pero muy dentro de ella no podía y terminó por decirme que "no" con la cabeza, extrañamente puso una mueca de tristeza en su rostro, como si tuviera algo que le doliera mucho por dentro, me estaba espantando, se acercó lentamente a mí y se apoyó en mi pecho como si tratará así de contener el dolor.

—No me siento bien. —Susurró, después prácticamente se desmayó en mis brazos.

—Astrid, reacciona. —Me sentí desesperado y la empecé a zarandear para tratar de despertarla.

—Hiccup, ¡rápido!, hay llevarla al gran salón.

Sin dudarlo ni un segundo, cargué a Mi lady en mi brazos y junto con mi madre corrimos al gran salón, al llegar fue rápidamente atendida por Gothi, quien la hizo reaccionar al hacerla inhalar un mejunje oloroso.

Ella despertó enseguida pero seguía viéndose igual de mal que los demás.

— ¿Qué te duele Astrid? —Pregunté con seriedad ya que era capaz de fingir que no tenía nada.

—Me duele el estómago. —Se quejó del mismo modo que los demás, se sobaba el vientre para tratar de aplacar su dolor.

Lo que a mí me dio fue un ataque de histeria ya que la empecé a regañar por no haber avisado que se sentía mal, terminé siendo regañado por Gothi que me hizo salir del gran salón para que pudiera atender a mi esposa a gusto, una vez con los resultados salió a verme, al parecer tenía lo mismo que los demás y la dejaría reposando.

—Astrid quiere verte, hijo. —Me aviso mi madre quien venía detrás de Gothi.

Entré al gran salón para encontrarme con mi esposa, la habían dejado más retirado que los demás, tal vez por ser la esposa del jefe, eso creo, y la habían acomodado en un lugar más cálido y cómodo.

— ¿Cómo te sientes?—Pregunté algo refunfuñón.

—Mejor. —Sabía que estaba mintiendo, lo podía saber al juzgar su color de piel. —No te enojes Hiccup. —Me dijo tratando de reír. — ¿Podrías ir a ver cómo está Hikke, por favor?

Sonreí y tomé su mano entre la mía para acariciarla suavemente, incluso en las situaciones más graves ella siempre pensaba primero en mi hijo y en mí.

—Iré, no te preocupes, sólo descansa... no quiero que te pase nada.

—Descuida, no me pasará nada. —Me miró con esos increíbles ojos azules que reafirmaban lo que decía. —Además entre Chimuelo, Tormenta y yo nos cuidaremos.

Cuando dijo eso vi que unas señoras venían guiando a Chimuelo y a Tormenta hacia donde estábamos, los pobres aún se veían algo débiles, los acomodaron de tal manera que cada uno quedó a un costado de la cama improvisada que hicieron para Astrid.

Acaricié a mi amigo el cual gruñía un poco por el dolor, mientras que mi otra mano sujetaba la mano de Mi lady.

—Ve a ver al niño, por favor. —Astrid me acarició el rostro y yo me dejé querer y asentí a su petición.

.

Minutos después salí del gran salón y caminé directo a mi casa, durante el camino no pude evitar comparar Berk con un pueblo abandonado, no había ni un alma afuera.

—Hikke, ya llegué... ¿Dónde estás?—Grité desde la entrada de mi casa pero nadie contestó. — ¿Hikke?

Enseguida me alarmé y me imaginé un escenario donde mi hijo había caído convaleciente en algún lugar de la casa y yo ni cuenta me había dado.

— ¡Hikke!, ¡Hikke!

Corrí gritando con más desesperación buscando en todos los rincones de mi hogar, habitaciones, comedor, mi cuarto de inventos, el establo de Chimuelo, el de Tormenta pero nada. Abrí de golpe la puerta de la entrada para salir de nuevo y grité a todo pulmón el nombre de mi hijo.

—Papá... por aquí. —Mi hijo salía desde los arbustos que estaban camino al bosque, estaba todo lleno de tierra y hojas por todo el cuerpo.

"Chiquillo, hijo de troll" pensé tal como le dice Astrid cuando lo regaña.

— ¡¿Qué orden se dio en Berk?!—Le grité furioso cuando ya lo tuve cerca, nunca le había gritado de esa forma, pero realmente me había preocupado.

Hikke quedó algo anonado por mi regaño, yo lo seguí mirando fijamente exigiendo la respuesta. —Que no saliéramos de nuestra casa. —Contestó cabizbajo.

— ¡¿Qué hacías afuera?!—Pregunté cruzándome de brazos.

Vi que mi hijo trataba de reprimirse lo que quería decir, tal parece que el motivo por el cual tuvo que salir fue lo suficientemente bueno como para desobedecer una orden directa del jefe.

— ¡Es que si lo hubieras visto! —Gritó maravillado, con una sonrisa radiante en su rostro. —Fui a cazar los trolls que quisieron llevarse mis calcetines.

— ¿Qué?—Quedé anonado. — ¿Trolls?, ¿En serio?, ¿Dónde?—Pregunté igualmente maravillado.

¡Esperen un momento!

Yo soy el adulto y él es el niño y se supone que lo debo estar regañando por haberme desobedecido; mi hijo estaba hable y hable sobre el supuesto encuentro con esos seres.

—No espera...—Lo detuve. —Desobedeciste una orden directa del jefe, vete a la casa y no salgas de ahí.

—Pero papá... los trolls. —Se quejó apuntando hacia el bosque.

— ¡NO HAY TROLLS! —Grité fuertemente, estaba enojado y nervioso, lo tomé de la mano y lo encaminé yo mismo a la casa, lo metí a su habitación y le pedí que reflexionara sobre lo que había hecho.

Dejando a mi hijo cabizbajo y reflexivo, bajé a la pequeña cocina para preparar algo de comer, me sentía mal por haberle gritado y regañado de esa forma, pero la verdad con tantos problemas en el pueblo y Astrid enferma, me encontraba con los nervios de punta... aunque también no pude evitar pensar en mi padre, cuando él tuvo que cuidarme sólo de pequeño.

Recordé cuando yo mismo me escabullía a la edad de mi hijo buscando supuestos trolls, mi padre siempre terminaba regañándome después de haber movido casi toda una flotilla para buscarme, ahora comprendo lo que se siente y lo que seguro él sentía, tal vez él era diferente a mí pero comprendo cuanto me quería y me protegía, tal vez por los cambios de generaciones yo soy un poco más flexible con mi hijo pero también quiero que se convierta en un hombre bien, tal como mi padre lo hizo conmigo y al igual que él, yo también daría mi vida por mi familia.

— ¡Hikke, a comer! —Llamé a mi hijo una vez que preparé algo ligero para comer ya que aún no sabía las causas de la epidemia, era mejor prevenir.

Mi hijo bajó las escaleras lentamente y en silencio, se sentó en la mesa sin hacer comentario alguno y se limitó a pellizcar su comida, lo contemplé, ese niño sí que era mi viva imagen, todo el mundo lo decía y lo apodaban "el mini Hiccup", ya que tenía el mismo color de cabello que el mío hasta el mismo corte que cuando yo era niño, mismo color de ojos y hasta las pecas; ¡Gracias, Astrid! Hiciste una réplica de mí mismo, bueno… yo también ayudé.

—Come o se te enfriará. —Dije para apagar el silencio que nos rodeaba.

—Sí, papá. —Obedeció y empezó a comer.

Él era un buen niño después de todo.

— ¿Y cómo eran?

Mi hijo dejó la cuchara en el plato y me miró fijamente. — ¿Cómo eran qué?

—Los troll… ¿Qué más?

—Los trolls no existen. —Tomó la cuchará y empezó a jugar de nuevo con la comida, en ese momento me sentí mal, desilusioné a mi hijo de algún modo u otro.

¿Se habrá sentido así mi padre cuando me gritó aquellos de que yo no era su hijo?

Él me había contado que cuando salió dejándome esa vez en el gran salón la respiración se le fue, que sabía que había estado mal, pero que su orgullo había sido más grande que él, pero después de comprender y pasar por todo lo que pasamos en la isla de los dragones cambio de opinión, todos cambiamos, hasta yo.

Pero creo que todos tenemos una segunda oportunidad, ¿No es así, papá?

—Hikke, yo… lo siento. —Dije cabizbajo. —Estaba enojado y angustiado pensé que habías enfermado como tu madre y…

— ¿Mamá está enferma?

Dioses, ¿Qué hice? Ahora él también se ve igual de angustiado que yo, pero yo soy su papá y lo protegeré de todo.

—Así es, pero se pondrá bien… está con Chimuelo, Tormenta y con los demás. —Le sonreí para darle más confianza a mi argumento.

En su inocencia mi hijo me sonrió, creo que está es mi oportunidad.

— ¿Y que dices? —Interrogué dejando algo de suspenso, mi hijo hizo esa expresión que yo pongo cuando algo me da mucha curiosidad. — ¿Quieres ir a cazar trolls?

—Pero… ¿Qué hay de la orden del jefe?

"Chiquillo inteligente."

—El jefe lo revoca especialmente para ti. —Contesté con la misma inteligencia. —Además quiero también cazarlos por llevarse mis calcetines izquierdos.

Mi hijo lanzó una carcajada que bien pudo haberse escuchado hasta la isla Berserker. —Pero papá, tú no usas calcetín en el pie izquierdo.

— ¿Tú cómo sabes? A mi prótesis también le da frio, sólo me la pongo durante las noches… ¿Sabías?

— ¿Podría verla?

—No puedes, los trolls se la llevaron…. ¿Recuerdas?

—Cierto, entonces vayamos por ellos.

Más entusiasmado y feliz se puso de pie y caminó hacia donde teníamos una caja con armas, hábilmente sacó una hacha y la levantó como si de una pluma se tratará, eso definitivamente no lo sacó de mí.

— ¿Qué esperas? —Me incitó.

¿Qué más da? No creo que pasé nada malo, debo de confiar en los dioses en que estaremos bien.

.

.

Ya en el boque, caminamos hacía la cala, yo iba dirigiendo la expedición en busca de esos supuestos trolls, aunque yo también sabía que existían al igual que otras criaturas, sólo que no se dejaban ver, simple explicación.

—Por ahí. —Alertó mi hijo y lanzó el hacha hacia un árbol encajando la hoja por completo.

Casi se me salen los ojos de la impresión, esa fuerza definitivamente la sacó de Mi lady, yo a su edad no podía ni cargar una cosa de esas. En el área donde había aventado el hacha sólo vimos corriendo a una pobre ardilla que salió despavorida empezando a correr entre los árboles.

— ¡Nos atacan! —Gritó mi hijo despavorido al ver que unas hojitas del árbol cayeron a causa del ardilla, pero para él era como si le cayera el mundo encima, ¡vaya que tenía imaginación!

Le seguí la corriente y lo tomé de la mano para huir de aquella "tempestad" que sólo eran una par de hojitas verdes. Nos ocultamos detrás de unas rocas para cubrirnos de los supuestos enemigos que mi hijo se empezó a imaginar.

— ¿Atacamos? —Pregunté seriamente.

Con los ojos llenos de determinación Hikke asintió y ambos salimos corriendo, gritando como los vikingos fieros que éramos, para pelear contra los trolls imaginarios.

Para el final del día y comienzo del atardecer habíamos acabado con el rey de los trolls, después peleamos con gigantes, piratas, Drago Manodura, Dagur y hasta con el mismísimo Thor, quien nos venció con su poder pero nos gratificó por tan buena batalla, según mi hijo.

Nos dejamos caer a la orilla del lago de la cala, estábamos agotados por todas esas aventuras imaginarias, dejé que mi pequeño se recargara en mi brazo y recargué el otro en mi cabeza y ambos contemplamos el cielo que ya estaba medio anaranjado.

—Gracias, papá.

— ¿Por qué?

—Por jugar conmigo. —Dijo pegándose más a mí.

Ese acto me hizo sonreír e incluso hizo un nudo en mi garganta, recordé de nuevo a mi padre, ya que de pequeño aunque fuera a su manera tuvo sus muestras de afecto conmigo, como cuando me regaló aquella pequeña daga que aún conservo, "Para que seas un buen vikingo", recuerdo claramente el tono de su voz cuando me la entregó.

"¿Papá, dónde estarás ahora?", "¿Estás bien?"

El nudo en mi garganta se empieza hacer más grande e incluso empiezo a sentir un poco de agua en mis ojos.

—Papá… ¿Tú también jugabas así con mi abuelito?

—No. —Suspiré para que la voz no me saliera entrecortada. —Eran tiempos duros y él estuvo sólo conmigo, ya que tu abuela, bueno ella…se había ido con los dragones a protegerlos, pero después volvió.

—Sí, mi abuelita me lo ha contado, también me dijo que mi abuelo fue un gran hombre.

—Lo fue, el mejor de todos, el más grande y valiente vikingo que haya conocido Berk. —Reafirmé lo dicho por mi madre.

Un nuevo silencio se formó entre nosotros, lo único que podía percibir era el viento que soplaba ligeramente así como uno que otro grillo que empezaba su canto.

—Mamá… ¿morirá? —Preguntó de la nada totalmente angustiado.

Me reincorporé para verlo a los ojos.

—No ahora, no digas eso. —El solo pensarlo me revolvió el estómago y me imaginé rápidamente un escenario donde me veía cuidando sólo a mi hijo, recordando al mismo tiempo a mi padre.

— ¿Pero algún día lo hará?

—Así es. —Contesté con pesar. — Es parte de la vida.

Creo que esto es lo más difícil de ser padre, cuando tienes que resolver las dudas de tus hijos y el tema de la muerte a mi parecer es un tema muy difícil ya que a esa edad es normal que teman por la vida de sus padres o seres queridos.

— ¿Chimuelo también?, ¿Mi abuela?... ¿Tú?

—Así es, todos los hacemos algún día. —No valía la pena engañarlo. —Pero ahora estamos vivos y debemos disfrutar la vida, aparte de que no es el fin después de la muerte ¿sabías?

— ¿Ah no?

De nuevo lo invité a recostarse en mi brazo para observar el cielo el cual se iba opacando cada vez más.

—Hay un lugar, que después de la muerte es a dónde vamos todos, el "Valhalla", es muy hermoso y es ahí nos encontramos todos, mi padre ya nos espera ahí, pero por lo pronto quiere que vivamos plenamente… ¿Puedes creer en eso?

—Lo creo, papá. —Me dijo con una sonrisa y cerró los ojos acurrucándose cerca de mí.

Esa noche dormimos en la cala, al día siguiente tuvimos que regresar muy temprano al pueblo, me urgía ver cómo estaba mis amigos y Astrid además que Hikke me insistió en ir a visitarla. Al llegar al pueblo vi que ya todos estaban afuera, dragones y vikingos por igual todo al parecer más recuperados.

—Hiccup, te he estado buscando. —Dijo mi madre en cuanto me vio llegar.

—Lo siento, es que Hikke y yo salimos en una misión. —Le guiñé el ojo a mi hijo en modo de complicidad.

— ¿Qué clase de misión si se puede saber? —Entró Bocón a la conversación, ya se veía mucho mejor.

—Es un secreto. —Respondió Hikke cruzándose de brazos.

—Por cierto…al parecer todos ya están bien.

—Sí. —Suspiró mi madre. —Tal parece ser que sólo fue indigestión por comer de ese pescado extraño que comerciaron con Johann y el mezclarla con otro tipo de pescado, pollo, carne y picante creo que no ayudó.

Entendía porque no me había enfermado, yo sólo había comido un pedazo de pollo y quedé satisfecho, al igual que Hikke que no le gusta el pescado y mi madre que sólo le gusta el salmón.

—Sólo bastó un caldito de pollo y quedamos bien. —Celebró Bocón.

— ¿Caldo de pollo?, ¿Sólo eso? —Pregunté incrédulo, pero lo bueno es que ya todos estaban bien.

Pero un momento, veo a todo menos a Astrid, Chimuelo y Tormenta.

—Si buscas a Astrid sigue adentro con los dragones. —Dijo mi madre de seguro al notar que miraba por todos lados. —Chimuelo y Tormenta están bien, pero Astrid…

— ¿Sigue mal? —La angustia regresó de nuevo.

Mi madre sólo me miraba con no queriendo decirme, había también preocupación en su mirar.

—A pesar de haber comido, vomitó de nuevo hace unos minutos.

En cuanto dijo eso ya no esperé más y corrí hacia el gran salón con mi hijo de la mano, el lugar ya estaba solo a excepción de 2 persona y dos dragones que estaban al fondo.

Gothi analizaba a Astrid, ya no se veía enferma pero seguía con los síntomas de la indigestión, mi madre y Bocón acudieron a mi lado y todos nos acercamos a dónde estaban, Chimuelo tenía la cabeza sobre la cama improvisada y al verme corrió a recibirme feliz al igual que con Hikke a quien lamió llenándolo de baba.

La anciana no sé qué tanto estaba rayando en el piso, Tormenta la veía con curiosidad y Bocón se acercó para interpretar lo que escribía y sólo dio una risita.

— ¿Qué pasa? —Pregunté exasperado.

—Pues que Astrid tiene otra cosa. —Sonrió Bocón, ¿de qué tanto se reía?

—Hiccup. —Astrid sonreía de igual modo. —Estoy embarazada… ¡otra vez! Hikke tendrás un hermanito o hermanita. —Anunció a mi pequeño hijo.

¿Cómo recibí esa noticia? Me quedé estático con la boca abierta, mientras que Hikke corrió a los brazos de su madre, feliz con la noticia.

Gothi nos explicó que había sufrido por la ingesta de sus propios antojos, que fue aquella cosa que preparó y que nadie quiso comer, pero que el desmayo fue a causa del esfuerzo de trabajo, ahora tendríamos que cuidarla aún más y claro que lo haría, pues una nueva vida se estaba formando dentro de ella.

— ¿No dices nada? —Preguntó Mi lady mirándome algo apenada.

Estaba más que feliz pero las piernas o la que tenía no me reaccionaba, Chimuelo tuvo que empujarme con la cabeza para que me pudiera mover o caer prácticamente encima de ella. Grité emocionado mientras la abrazaba al igual que a mi pequeño Hikke, tendría un nuevo hijo a quien querer, a quien cuidar, a quien mimar; no había cavidad en mi ser para tanta emoción.

En esos momentos de felicidad, volví a pensar en mi padre, sin él, no estaría viviendo esto tan emocionante que siento, a mi querido padre a quien le debo la vida, a quien siempre querré y extrañaré quiero decirle…

"Gracias por todo."

OOOOOOOOOOOOOOOooooooooooooooOOOOOOOOOOO

Espero que les haya gustado, estuve un poco seca de ideas pero cumplí XD. Ahora a darle cada un abrazo a su papá o quien este a su lado cumpliendo con este rol. Pinté el Valhalla muy al estilo cielo católico y cristiano, pero eso fue debido a que esa conversación alguna vez la tuve con mi papá y por eso lo puse así.

PD: A quienes esperan el siguiente capítulo de la "Guerra de lo elementos" espero tener el capítulo para mañana.

Hasta la próxima.

Saludos.

21 junio 2015