Make Me Hate You
Esta es una historia donde sus personajes obviamente no me pertenecen y que en primera instancia estaba escribiendo como un borrador hace un año en wattpad, pero soy de los viejos tiempos y estoy mayormente familiarizada con FF. net. Si que publicaré acá. Gracias por el leer y espero sus comentarios.
Prólogo
Cuando aún la sociedad podía considerar a Rick Sánchez un hombre "sensato" de buen carácter, símbolo del sueño americano, padre de familia y trabajador diligente, nació él. Fue un mañana fría, en la que forzosamente salió de la cama un fin de semana por insistencia de su esposa, la noche anterior había nacido su segundo nieto, media hora antes de la media noche y luego de la noticia Diane había decido por ambos el ir a conocerlo la mañana siguiente.
Quién le diría que levantarse de la cama esa mañana cambiaría su vida, quién le diría que fue una pésima idea hacer caso a su esposa, quién le diría que tuvo que haber escuchado a esa espina en su cabeza que lo estaba molestando desde que escuchó que su hija estaba embarazada nuevamente de ese inútil y mantenerse lo más alejado de esos molestos mocosos en lo posible. Pero era un padre de familia, un marido excepcional, un científico de renombre quién entendía que para hacer felices a quienes amaba debía fingir y ajustarse a los estúpidos canones sociales. Odiaba a los niños, odiaba que su hermosa hija se casara con ese imbécil y que se siguiera produciendo con él ¿Por qué debería estar feliz con la llegada de otra patética alma a este fatídico mundo? Pero aún así llegó al hospital esa mañana, congelado hasta el culo pero con un hermoso bouquet de flores para su hija, bien arreglado y con su esposa abrazada a su lado.
Con todas sus fuerzas intentó no fruncir el ceño en cuanto entraban a la sala en donde se encontraba su hija, el olor a hospital le daba arcadas, y el área de maternidad era una combinación de sangre y leche a sus sentidos. Asco. Pero su hija lucía una sonrisa radiante con la esperanza de que su sueño de la familia feliz se estaba haciendo realidad, aún cuando su marido dormía como un tronco mientras ella recién operada de una cesárea de emergencia se ocupaba de acunar al bebé en la cuna a su lado.
― No deberías estar de pie, cariño ― fue su saludo. En tanto madre e hija se abrazaban con alevosía, demasiado contentas por la llegada del nuevo bebé.
― Estoy bien, pa. Ha sido una larga noche pero por fin Morty se ha dormido ― Le respondió rodeándolo en un abrazo.
― ¿Morty? ¿Ese es nombre que elegiste para el niño?
― ¡Si! Mortimer Smith ¿No te gusta?
― Nah. Está bien ― Con ese nombre ya sabía que el niño sería una patata igual que su padre. Pobre crío estaba jodido de antemano. De un zarpazo en la nuca despertó al idiota de Jerry ― Despierta ¿no ves que mi hija está recién operada? Deja de ser una bosta y ayuda con el "regalo" que te atreviste a colocar de nuevo en mi hija. Jerry no respondió a su insulto, más lo miro con la cara de enojo más estúpida que pudo haber visto, no intimidaba una mosca.
― ¡Así que este es el hermoso Morty! ― exclamó su esposa ignorando su discusión con el yerno. ― Es bellísimo, Beth. Lo hiciste perfecto, hija, estoy demasiado orgullosa.
― Gracias, mamá ― Respondió su hija con lágrimas en los ojos. ― Gracias por las flores, también, están hermosas.- Mientras su hija y Diane conversaban alegremente se acercó lentamente a la cuna del recién nacido. Jerry también se había unido a la plática por lo que no notarian el que estuviese espiando, y no es que fuera algo malo, solo que no quería que creyeran que tenía algún interés con la criatura cuando solo era curiosidad en ver el feo ratón que son los bebés recién nacidos.
― Santa mierda ― exclamó entre dientes al ver al ser más hermoso que en su vida había visto. No recordaba que los bebés pudiesen ser tan bellos, no recordaba que su hija o su nieta Summer desplegaran tal pureza. Se sentía avergonzado de tan solo pensarlo, de pensar que esa imagen quedaría grabada vívidamente en sus retinas y es que el niño con piel tan blanca como la leche y una cabellera castaña tan fina que parecía flotar sin existir viento a su alrededor.
― ¿Papá? ― La voz de su hija lo despertó del ensimismamiento. Un frío recorrió su espalda, su cuerpo comenzó a temblar ligeramente.
― Beth crees que… ¿Pueda cargarlo? ― Sin mirarlas sabía que ambas estaban un poco extrañadas por su comportamiento y petición pero no dijeron nada al respecto.
― Claro, pa. Conoce a tu nieto.
Sin esperar un segundo más colocó sus manos alrededor del pequeño cuerpo dormido y lo levantó con la facilidad de una pluma, en una de sus palmas cabía perfectamente esa pequeña y suave cabeza, su olor era suave y delicado. Todo en él parecía frágil, 56 años de vida y por fin sentía que cargaba un tesoro entre sus brazos, no lo podía creer. Era el más grande imbécil al pensar tales cursilerias, sabiendo que el bebé no era diferente de los que había cargado en su vida, pero su gran inteligencia no lo dejaba detener sus pensamientos, existía algo distinto entre todo esto, jamás creyó en el destino pero lo que experimentaba en ese momento lo hizo concluir…. que mierda de destino le vino a tocar.
No fue ni su maravilloso matrimonio, ni el nacimiento de su primera hija, ninguno de sus experimentos o logros lo que le hizo entender que valió la pena soportar estos años de vida sosa y políticamente correcta, que de algo valió soportar las expectativas de todos quienes lo rodeaban, como hijo, como esposo, como padre, como hombre en una puta sociedad capitalista. Hoy con este niño en brazos entendía que este niño era lo que tanto había esperado.
― ¿Me puedes sacar una foto con el niño? ― si Antes no había la sorpresa de su esposa e hija por su petición ahora era patente. Sin decir nada pero con una sonrisa en su rostro Diane saco la cámara que tenía preparada y sacó una instantánea de ambos. Beth tomó la instantánea en tanto se revelaba y sus ojos brillaron con el resultado.
― Vaya papá, nunca te había visto tan contento por tener un bebé en brazos, no recuerdo esta sonrisa en el nacimiento de Summer. ― Comentó entre alegre y extrañada por lo que veía. Su padre nunca fue un hombre de grandes sentimentalismos pero hoy con su hijo en brazos estaba presenciando una faceta de él que jamás había conocido, ¿Era esto a lo que le llamaría "conexión"?
― Es cierto, Rick. Veo que te has enamorado de tu nieto a primera vista ― Agregó Diane al ver la foto, sin ningún doble sentido en su tono pero en el rostro de Rick se reflejó el terror. ― Solo bromeo querido, es solo una forma de decir.
¿Enamorarse? Ahora todo tenía sentido, no creyó que sería esa clase de hombre de sentir aquello dos veces en su vida, pero era inteligente y lo comprendía, lo racionalizo por dos segundos y fue capaz de reunir su mierda y calmarse. Esto cambiaría su vida, pero mentiría si no sabía que por fin haría lo que le saliera del puto culo.
Capítulo 1: El Catorceavo Cumpleaños de Morty
Como siempre el día en que Morty cumplía años no era una gran festividad para la familia Smith. Normalmente los saludos y la celebración eran más por compromiso que por un verdadero cariño e interés, y Morty, más allá de culpar a sus padres, era capaz de comprender su lejana actitud. El ambiente en que se había desarrollado toda su niñez y ahora incipiente adolescencia era dominado por la desidia, y esto se debía a que, a diferencia de las demás familias, los lazos de sangre que compartían eran más una carga que un motivo para amarse unos a otros. El cumplir con el papel de madre, esposo o hermanos significaba para la familia Smith el tener que cumplir con una serie de "responsabilidades" que les robaban la libertad de ser unos seres egoístas en su totalidad. Por lo que cada uno de sus integrantes se sentía inmerso en una profunda apatía por lo que la vida les había hecho vivir, debido a ello Morty asimilaba la falta de interés y motivación en cada aspecto de su día a día como algo natural y por sobre todo cómodo para su ansiosa y tímida personalidad. Había aprendido a dibujar los bordes que lo alejaban de él y las demás personas, que lo mantenían seguro del cariño y las esperanzas, la cercanía y la simpatía y de todo el dolor que sentir conllevaba. En un mundo donde era consciente de su mediocridad social y la falta de inteligencia, el panorama de su futuro no era más que una serie de acontecimientos predeterminados en su versión más básica — crecer, graduarse, trabajar, casarse, envejecer y morir —. nunca imaginó que quién tocó el timbre de su hogar a las 4 de la tarde cuando estaba a punto de soplar las velas de su pastel no era solo su abuelo perdido de hace 14 años sino también quien cambiaría su vida radicalmente.
Fue él quién fue mandado a abrir la puerta, y nunca se había sentido tan asustado en su vida, un hombre de uno 1,70 de alto, despeinado y con un cabello cubierto de blanco, se notaba ido, obviamente había bebido por el olor a whiskey que emanaba, lo miraba con el ceño más fruncido que jamás había presenciado, creyó que lo golpearia que con su voz rasposa y tambaleante le preguntó:
― ¿Eres tú Mortimer? ― Morty no tuvo la fuerza para responder antes de salir corriendo donde su mamá. Y allí cuando la rubia vió al desarreglado hombre en la entrada que el caos se desató en el hogar.
― ¡Padre! ― La mujer corrió a su brazos, empujándolo en el camino casi se golpea contra pared si no fuera porque su padre lo atrapó antes del choque. Lo escuchó susurrar "¿Qué carajos?"
Morty nunca reaccionaba bien con los desconocidos, su timidez extrema provocaba que ante la presencia de un extraño su cuerpo se tensara y encogiera, evitará cualquier contacto visual con su entorno y limitará su movilidad hasta reducir el espacio que utilizaba su anatomía al máximo posible, por ello, se encontraba agazapado en una esquina del sillón de dos cuerpos ubicado en la sala de estar, con su tal abuelo "Rick" mirándolo fijamente mientras su madre intentaba controlar las lágrimas de alegría apoyada en el hombro de su esposo al otro lado del salón, en tanto Jerry intentaba calmarla.
La inesperada presencia del mayor le provocaba un sentimiento en su interior que hasta entonces le era desconocido, como una mezcla de temor y asombro, y aunque se encontraba a una distancia en la que no se sentía del todo amenazado por la actitud estoica del mayor y su fija contemplación, su cuerpo era capaz de percibir un hilo que los unía, era su abuelo pese a que era la primera vez que lo veía tal vez pudiesen tener cosas en común y le pudiese hablar de su viaje y el por qué había desaparecido tantos años. Cuando el mayor dejó de mirarlo fue su torno de contemplar su silueta, sentía curiosidad y le era extraño que esta fuera dirigida hacia una persona.
― ¿Qué edad tienes? ― le preguntó despertándolo de su embelesamiento.
― Catorce, los cumplo hoy ― respondió en un susurro
― Feliz cumpleaños, Morty. ¿Quieres tu regalo? ― Morty solo se limitó a asentir asustado y sorprendido porque su abuelo le pudo haber traído un regalo cuando había aparecido de la nada. No sabía si su abuelo sabía de su existencia antes de este día ― Lo compré el día que naciste, luego de conocerte en el hospital―
― ¿Un reloj? ― preguntó tomando el objeto desde las manos de su abuelo, era un reloj bastante extraño, muchos números que nunca había visto, y figuras que no conocía ― No lo entiendo
― Es un reloj interdimensional. Sirve para saber la hora y le lugar en el que te encuentras si cambias de dimensión― No comprendía lo que su abuelo le quería decir ¿Viajar entre las dimensiones? ¿Acaso su abuelo estaba loco? Pero no era un mal agradecido así que le sonrió y le dió las gracias intentando no tartamudear tanto.
Rick llevaba ya unos días viviendo en el hogar de los Smith, Beth había decidido acomodarlo en una de las piezas de los invitados y además otorgarle total control del garaje para sus alocados experimentos, obligando al auto familiar a ser estacionado en la vereda. Debido a ello, lo contados días que habían estado viviendo juntos habían sido un continuo escuchar de quejas y discusiones de Jerry con su esposa debido a la actitud indulgente para con su padre. No importaba que hacía explotar o destruía el abuelo Rick, Beth lo disculpaba con una sonrisa cariñosa casi de manera inmediata, y para todos no era secreto que el científico loco o se aprovechaba del miedo de su hija a que volviera a desaparecer o no le importaba un carajo lo que ella pensara, lo más probable es que fuese una combinación de ambos. Durante todos esos días Morty había preferido mantenerse al margen de lo que concierne a su abuelo escondiéndose de su visión y evitando encontrarse juntos en la misma habitación, pues aún su presencia lo inquietaba de sobremanera. Pero una noche cuando bajó a la cocina por un vaso de agua, cuidando de que sus padres no lo escucharan mientras discutían en la cocina se topó frente a frente con el mayor, quién salía de su habitación justo en ese instante.
― Hey, enano ― Le saludó desinteresado, en tanto notaba como el pequeño Morty se paralizaba frente él mirándolo con ojos estrellados como los de un conejo frente a los focos de un auto. Brillosos y titubeantes por el miedo que el científico le provocaba. Rick no pudo controlar tragar saliva con fuerza, el joven poco a poco se encogía en sí mismo, como si hubiese cometido un grave error y lo fuesen a reprender. El muchacho ya lo llevaba conociendo unos días y por ello entendía cómo con su estrepitosa personalidad lograba intimidarlo hasta ese punto. Algo de culpa le recorrió el cuerpo ― ¿Qué haces a hurtadillas?
― N-Nada, solo vine a buscar un p-poco de agua, Abuelo Rick ― Le respondió casi en un susurro mientras un leve rubor encendía sus mejillas y una gota de sudor le recorría la cien. El mayor al ver esa imagen sintió como una corriente eléctrica recorría su espina y lo hacía ruborizarse también, se rasco la cabeza de forma nerviosa.
― Niño, dime solo Rick, sé que soy tu abuelo pero no me hagas sentir más viejo de lo que soy. ― El pequeño asintió lentamente ― No te recomiendo entrar a la cocina en este momento tus padres estan salvajes en su discusión
― Está bien... Emm, Rick― respondió con una leve sonrisa el muchacho. Cuando Morty se estaba alistando para devolverse a su habitación cuando Rick le hizo detener ― Ven, enano. Quiero mostrarte algo.
Titubeante Morty siguió a Rick hasta su habitación, una voz en su cabeza le gritaba que tuviera cuidado, aún con los grados de parentesco él no conocía a este hombre, pero la curiosidad y un pequeño presentimiento en su pecho le hacía seguir los pasos del mayor.
La habitación de Rick era un desastre, su cama no era más que una colchoneta que parecía sacada de un campamento militar y un montón de cajas y escritos por todos lados. Rick se acercó a su repisa y sacó una especie de pistola con una extraña burbuja en su parte superior. Morty dió un respingo y se apegó aterrado a la pared de la habitación.
― Tranquilo no es una pistola, o bueno no una pistola normal. ― le hablo con el tono más amable que pudo pronunciar― es el más grande invento que he realizado en mi vida, mi "Portal gun" ― y sin esperar respuesta disparó el arma contra la pared y un portal de verdes luces se abrió frente a sus narices.
Sin mediar palabra Morty entendió que Rick lo invitaba a entrar en el portal. Y aunque dudo un milisegundo se sorprendió al no sentir miedo y seguir al mayor a través del portal. Un hermoso cielo estrellado se abrió frente a sus ojos, flora y fauna que jamás había visto en su vida.
― Lee el reloj que te regalé ― Morty obedeció inmediatamente "Dimensión A-34, 12 : 30 hora terrestre" ahora sí podía leer lo que el reloj significaba.
― ¡Wow, es asombrosos, Rick!
Sin saberlo Morty le había dado a Rick una de las más hermosas sonrisas que había vislumbrado en su vida. Ambos se sentaron en el terreno al ver a las tres brillantes lunas que resplandecían en el cielo.
― Abuelo Rick ¿Puedo preguntarte algo? ― Habló Morty suavemente. Rick notó que aún cuando lo llamó abuelo había ganado algo de terreno con el muchacho.
― Pues claro, enano.
― Dijiste que habías comprado este reloj el día que nací, no sabía que me conocías, creí que ni siquiera sabías que existía. ― Rick soltó una risa ante el pensamiento, si tan solo el pequeño tonto supiera lo presente que estuvo en su mente todos estos malditos años no podría decir tal clase de locuras.
― Te conocí la mañana de tu primer día de nacido, tú abuela y yo fuimos a visitarte, nunca olvidaré el horripilante ratón que eras ― Obviamente mentía, Morty era el bebé más hermoso que jamás había conocido pero el muchacho no tenía porqué saberlo.
― Mi mamá decía que era un bebé bastante lindo…― respondió Morty algo ofendido por el comentario de su abuelo.
― Para mí todos los bebés son iguales.
― Entonces ¿Summer también tiene el mismo reloj? ― Lo había olvidado, Summer tenía tres años cuando él desapareció de sus vidas y jamás le había prestado mucha atención a la niña ni menos regalado algo que no fuera de parte de Diane.
― No. Tú fuiste especial en ese sentido ― Rick se sorprendió a sí mismo por ese leve grado de sinceridad que se escapó frente al muchacho pero enseguida agradeció el haber tenido el valor. Los ojos de Morty lo miraban fijamente con un brillo especial ¿Era eso felicidad?
Lo que no sabía Rick era que Morty nunca había sido especial para nadie ni siquiera para sus propios padres y la mera mención de tan alienígena palabra para sí era mucho más importante que todo lo que le había sucedido en su vida hasta ahora. Rick en un instante había cambiado su mundo.
― No te ilusiones, niño. Solo lo digo porque…― No pudo seguir con su argumento el niño se lanzó contra él en un abrazo.
― Gracias, Rick.
