Un poco antes de ti.

Primera parte.

Karin despertó sonriendo al sentir los brazos de su esposo a su alrededor. Lentamente abrió los ojos, encontrándose con aquella mirada turquesa que tanto amaba incluso desde niña. Al verla sonriendo, Toshiro también le sonrió levemente.

-Buenos días.- se inclinó levemente para rozar sus labios con los suyos.

-Buenos días.- correspondió el beso gustosamente. –Es extraño que sigas en la cama a estas horas. ¿O acaso me desperté temprano por una vez?- bromeó acurrucándose más en su pecho.

-Nunca fuiste de creer en milagros, Karin.- él rodó los ojos mientras ella reía. –Simplemente decidí esperar a que despiertes, es domingo así que puedo permitirme entrar una hora tarde al menos, tal vez dos.-

-¿Quieres quedarte a seguir trabajando en ese hermanito que le prometimos a nuestra hija?- ronroneó arqueando su espalda para pegar más sus cuerpos desnudos bajo las sábanas. –Ella está impaciente, ya sabes.- le lanzó una mirada seductora.

Él abrió la boca para decirle que eso era una mala idea puesto que su pequeña de seis años podría despertar en cualquier momento, pero ella de inmediato se le tiró encima y calló cualquier argumento con besos demasiado apasionados como para que tuviera ganas de resistirse. Aun así, era consciente del peligro de que su niña se despertara, así que, muy a pesar de ambos, tuvo que ser un encuentro bastante rápido, aunque no menos intenso que lo ocurrido la noche anterior.

Una vez medianamente saciados, Karin lo arrastró a la ducha y allí tuvieron otro encuentro rápido antes de finalmente abandonar su habitación de un humor excelente dispuestos a despertar a su hija que afortunadamente seguía dormida. La mujer simplemente le dio un beso de buenos días a su retoño antes de dejarla al cuidado de su padre para bajar a la cocina y empezar a hacer el desayuno.

Tarareó mientras preparaba panqueques y picaba algunas frutas, sintiéndose plena y feliz. Su alegría solo aumentó cuando su esposo y su hija bajaron e insistieron en ayudarla con tanta terquedad que acabó cediendo y entre los tres terminaron de preparar todo y luego se sentaron a la mesa.

-¿Tienen que trabajar hoy también?- preguntó con un puchero su pequeña, su cara llena de la crema que siempre le gustaba agregar a sus panqueques.

-Shimo, ya te he dicho que seas más cuidadosa. Recuerda tus modales.- Toshiro frunció el ceño ligeramente, porque nunca sería capaz de mirar completamente ceñudo a su bebé, y uso una servilleta para limpiar su rostro. –Y sabes que sí, tengo muchas personas trabajando para mí. Y en el hospital tu madre tiene muchos pacientes que dependen de ella, algunos de esos son niños como tú.-

-Ya sé, ya sé.- siguió con sus adorables pucheros.

-Nuestro fin de semana libre pasó hace solo una semana, cielo, tendrás que esperar hasta el próximo mes.- Karin extendió una mano para acariciar sus cabellos tan blancos como los de su padre. –Pero los domingos no trabajamos tantas horas, al regresar saldremos un tiempo a la plaza ¿quieres?- eso finalmente le devolvió la sonrisa a la pequeña.

-¡Sí!- celebró.

Las horas en el hospital le supieron eternas. Amaba su trabajo pero dejar a su hija triste con su tía Momo no le sentaba bien y sabía que su esposo sentía lo mismo, así que salió del hospital lo antes posible y al llegar no la sorprendió ver el auto de su marido ya allí, él era su propio jefe así que nadie le reclamaría salir más temprano. Rápidamente entró a la casa y su pequeña saltó a sus brazos ya lista para ir a la plaza, por lo que solo se quitó la bata y salieron de la casa para caminar hacia el centro de la ciudad y consentir un poco a su única hija con la que nunca podían estar tanto como quisieran.

Ese día fue sumamente feliz para la pequeña familia de tres, los padres consintieron a su primogénita en todo lo que pudieron y ella le dedicó las más hermosas de las sonrisas, alejando inmediatamente cualquier estrés que el trabajo pudiera dejar en ellos.

Al llegar a la casa cenaron algo ligero después de tanta golosina y llevaron a la pequeña a la cama, él le contó una breve historia y ella le cantó una canción de cuna, dejándola durmiendo profundamente. Solo entonces fueron a su propia habitación tomados de la mano con sonrisas cómplices, dispuestos a repetir de modo mucho más prolongado lo que hicieron esa mañana.

Desgraciadamente, ese lunes Toshiro no pudo esperar a que Karin despierte en sus brazos. Los lunes eran días duros, agitados, tenía una junta a primera hora así que simplemente dejó un beso en sus labios mientras aún estaba dormida y se marchó dejando en una nota que no se preocupe, que desayunaría algo en la editorial y que intentaría venir temprano. Odiaba irse cuando sus dos chicas estaban dormidas pero no tenía el corazón para despertarlas solo para decirles que no podría desayunar con ellas.

Cuando llegó al trabajo ese lunes, fue que el infierno se desató.

Una estafa. Uno de sus editores cayó en una trampa de otra editorial con la cual competían desde hace años. Acordó la producción masiva de un libro cuyos derechos ya le pertenecían a la otra editorial. El libro ya fue producido, lo que significaba pérdidas millonarias, y muy probablemente la competencia no tardaría en demandarlos por este malentendido. Claramente había sido una táctica suya para hundirlos, pero sería difícil probar eso ante un juez. Y claro, como era el jefe, toda la responsabilidad caía en él.

-Temó que este no es un error que pueda perdonar.- el editor responsable de todo este lío estaba sentado frente a él con la cabeza gacha. –Tu incompetencia sobrepasa los límites de lo aceptable. Estás despedido.- no le gustaba dejar a alguien sin trabajo, menos cuando le suplicaba de la forma en la que el hombre lo estaba haciendo, pero en estos casos no tenía opción. –Kira, ¿cómo saldremos de esto?- miró a su mano derecha una vez se deshicieron del editor.

-Será un proceso largo y delicado, Hitsugaya-san, ni siquiera estoy seguro de que logremos salir.- suspiró. –Prepararé una junta con nuestros abogados, por mientras, será mejor que encuentre una forma de silenciar a la prensa. Lo primordial ahora mismo es mantener nuestra imagen o solo nos hundiremos más rápido.-

Él se frotó la nuca con cansancio. Podía lidiar con la prensa, tenía algunos amigos con influencias que le debían favores, pero para silenciar exitosamente a todas las posibles amenazas se requeriría mucho dinero, muchos acuerdos con personas con las que no le gustaba tratar. Sin embargo en la situación actual no tenía más opciones, esto le costaría muchísimo dinero que debería emplear en otras cosas, lo cual significaba pérdidas. Tenía un gran fondo de emergencia para épocas de crisis como esta, pero eso no lo ayudaría por mucho. Debería recortar gastos, disminuir su actual monto de producción y reducir el personal.

Frunció el ceño, sintiendo el dolor de cabeza invadirlo desde ese mismo momento. Su estrés solo estaba comenzando. Y ni siquiera logró desayunar.

Llegó tarde a casa, su esposa e hija ya estaban cenando, y a pesar de que le guardaron comida no tenía apetito, simplemente fue directo a estrellarse en la cama para dormir.

Se despertó más relajado al sentir los brazos de su esposa alrededor de su nuca, pero justo cuando pensaba despertarla para hablarle de lo horrible que fue su día ayer y cómo lo sentía por no haber cenado con ellas, su celular sonó. Era Kira, recordándole que debía llegar temprano para esa reunión con el presidente del periódico virtual más popular del país, quien estaba dispuesto a llegar a un acuerdo para no divulgar la información que tenía respecto a su pequeño fiasco.

Negó con la cabeza, maldiciendo lo rápido que volaba la información con el maldito internet y solo pudo darle un suave beso en la frente a su esposa antes de levantarse y dejarle una nota de que probablemente llegaría tarde y no lo esperara para cenar.

La reunión fue bien, aunque perdió más dinero del que había tenido planeado soltar originalmente, y luego tuvo que ocuparse de decenas de otras cuestiones que requerían su atención. Todos en la editorial estaban desesperándose, muchos ya sospechaban de los recortes de personal que se harían pese a que aún no lo había discutido con la junta directiva. Y a pesar de todo tenían que seguir aparentando que nada pasaba.

Se quedó hasta muy tarde en la oficina, cuando llegó a casa se encontró a Shimo bostezando en el regazo de su madre. Su pequeña había querido esperarlo despierta para saludarlo. Eso le rompió el corazón y se prometió a sí mismo salir de esta crisis cuanto antes por el bien de su familia. Su esposa, bendita sea ella, no le hizo ninguna pregunta pese a que vio lo mucho que quería preguntarle, simplemente lo dejó pasar un poco de tiempo con su hija y luego lo ayudó a quitarse su ajustado traje y se acurrucó a su lado en la cama. Él tenía muchísimas ganas de hacerle el amor, pero se sentía demasiado cansado mental y físicamente, así que casi al instante que su cabeza tocó la almohada se durmió.

Los problemas solo empeoraron a medida que pasaban las semanas. La demanda se realizó y fue más difícil silenciar a la prensa teniendo en cuenta la presión de la otra editorial, las quejas de los despedidos y la obvia disminución de su producción.

Su trabajo se había vuelto un caos que estaba afectando hasta su salud, de no ser porque Matsumoto lo obligaba a comer mientras hacía su papeleo probablemente se habría vuelto esquelético después del primer mes. Y su pobre familia era la que más sufría, apenas las veía, debía irse muy temprano y llegaba muy tarde. Lo extrañaban y lo sabía, pero no podía evitar estar fuera. Solo podía rezar porque esta crisis pasara rápido y todo volviera a ser como antes.

Karin estaba teniendo sus propios problemas en el hospital. Con el aumento gradual de la población había más pacientes, y aunque también había más ofertas de doctores recién graduados, los hospitales no contaban con las instalaciones ni el presupuesto suficiente para tantos empleados y tantos pacientes. La solución obvia era construir más hospitales, pero nadie había movido un dedo por ello ni tampoco parecía importarle a los ciudadanos más que a la hora de quejarse por lo mucho que debían esperar para ser atendidos.

El estrés generado en el trabajo más los problemas que estaba teniendo con su marido pesaban mucho en su mente, su único alivio era su hermosa hija que no importa qué siempre lograba aligerar su humor y sacarle sonrisas. Como tenía tanto trabajo no podía verla tanto como acostumbraba, y al llegar a casa su atención de dirigía únicamente a ella, lo mismo pasaba con su esposo, que también parecía tener problemas (aunque no habían podido hablar de eso y no tenía ni idea qué clase de problemas) y al llegar a casa solo tenían tiempo para la niña y nunca tiempo para ellos como pareja. Sus días consistían en trabajar, estar con Shimo y apenas entrar a la habitación caer dormidos inmediatamente.

Pasaron los meses y las cosas solo empeoraron más y más. Y Toshiro ya no parecía él mismo, siempre estaba cansado y malhumorado todo el tiempo excepto con su hija, pocas eran las veces en las que llegaba a cenar y ya nunca desayunaba con ellas. Y… desde hace meses que no le ponía un solo dedo encima.

Intentó preguntarle qué era lo que pasaba con él una de las pocas veces en las que estuvo a solas con él, sentados en la mesa en medio de la cena mientras Shimo iba a buscar ese dibujo del que les estaba hablando.

-Toshiro, ¿podrías decirme qué pasa contigo?- él la miró con cansancio. –Has estado actuando muy extraño. ¿Pasó algo? ¿Por qué no me dices nada? Sabes que puedes confiar en mí.- afirmó, aunque ya no estaba muy segura de sí lo sabía. ¿Había olvidado que se suponía que ella era su compañera en la vida para acompañarlo en las buenas y en las malas?

El Hitsugaya apartó la mirada.

Las cosas en la editorial iban muy mal, no lograban llegar a un acuerdo con la otra compañía y el juicio se estaba prolongando demasiado y las cosas no parecían estar yendo a su favor. Las pérdidas eran grandes, los ingresos pocos, la prensa estaba siendo difícil de contener y comenzaba a endeudarse aparte de que los despidos a empleados que honestamente no tenían nada que ver lo hacían sentir muy mal. Todo lo hacía sentir mal. Estaba tan cansado, quería abrazar a su mujer y no salir de su casa en una semana, pero no podía. Él era el jefe y necesitaba encontrar la forma de salir de esta crisis.

Aun así… no sabía si podría salir de esta. Realmente estaba al borde de la quiebra, de multas millonarias o quizás la prisión. Y sí su editorial principal caía las otras no tardarían en seguirla. ¿Cómo podía decirle eso a Karin? Ella también se veía agotada, también tenía sus problemas. ¿Por qué preocuparla aún más?

Cerró los ojos con pesar. No quería decirle, pero tampoco podría mentirle. Lo mejor era guardar silencio. Ahora mismo no estaba seguro de sí saldría de esto, pero cuando lo estuviera, cuando las cosas mejoraran, entonces le diría. Ella tendría que entenderlo.

Abrió los ojos y vio que lo miraba atentamente, esperando a que quiera hablar. Con un sentimiento de culpa muy grande, siguió comiendo como si nada. Ella lo miró herida, pero el regreso de su hija lo salvó de escuchar sus reclamos.

Desde ese entonces las cosas en sus trabajos permanecieron relativamente igual, sin empeorar y sin mejorar, pero todavía bastante mal en sus opiniones. Aun así, lo que empezó a desmoronarse fue su matrimonio.

Toshiro estaba demasiado ocupado para darse cuenta, concentrado en salvar su empresa y mantener contenta a su hija. Tan concentrado estaba en ser un buen jefe y un buen padre, que se olvidó de ser un buen esposo.

Karin pensaba constantemente en eso. Ya no creía que él estuviera teniendo problemas en el trabajo, un problema no podría durar tanto tiempo y de ser así se lo diría ¿verdad? Así que la otra opción era que se había cansado de ella. Se casaron muy jóvenes, después de todo. ¿Se estaba arrepintiendo? No, nunca se arrepentiría ya que tuvieron a su hija y la criaron bien, pero quizá el amor se apagó.

Mientras lo esperaba sola en su habitación, la idea de que ya no la amará la hizo enterrar la cabeza en la almohada y llorar amargamente. Él se apareció cuando sus lágrimas ya estaban secas, y se acostó dándole la espalda como siempre últimamente. Rápidamente se durmió, y ella volvió a llorar, extrañando los días donde la abrazaba y la besaba, los días en los que le sonreía.

¿Acaso todo se había terminado?

Estuvo tan deprimida las siguientes semanas que todos en el hospital lo notaron. Afortunadamente su estado de ánimo no le impedía ser eficiente en su trabajo, aun así su rostro de infelicidad era notorio para todo el mundo. Estaba aterrada de la idea de perder a su marido, y cuando no estaba trabajando o con su hija eso era en lo único en lo que podía pensar.

¿No había nada que pudiera hacer para salvar su matrimonio?

Continuara...


Holaaaa! :D

La mera verdad por el momento no tengo las ganas ni el tiempo de actualizar Extraterrestrial, aunq dentro de una semana me obligare a hacerlo porq ya lo prometi xP Si tenia ganas de escribir algo de Si no fuera por ti, pero como estoy atada a la promesa de primero Extraterrestrial y luego ese, no puedo xD

Así q decidí hacer esta precuela! La verdad quería incluir esto en flashbacks en la historia original, pero nunca tuve la oportunidad u.u

Y el titulo es Un poco antes de ti porq realmente no es tan atras de donde comienza la historia xP Tampoco contendra muchos spoilers, por si es q alguien no ha leido Si no fuera por ti aun :P

No se preocupen, será cortita, solo tres o cuatro partes, y todavía no estoy segura de en qué momento exacto lo terminare o.o Ah, y ya tengo la segunda parte así q probablemente actualice mañana o pasado nwn

Ojala q les haya gustado, les prometo q en una semana empezare a trabajar en los Long-fics, por mientras disfruten de los One-shots y Multi-chapters, tenganme paciencia pliss!

Sin más q decir más q los personajes de Tite, me despido!

COMENTEN! *o*

CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!