Os prometo que las imágenes de Google Earth os pueden dar un millón de ideas.

De verdad.

Esto está dedicado a Una-demente-suelta, porque sabe cómo hacer que una traviesa sonrisa atraviese mis labios y mis ojos relampagueen con diversión.

¡Nos leemos abajo!

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Rosas rojas

A Brick le gustaban las rosas.

En especial las de color rojo intenso.

Como sus ojos.

En serio, le encantaban esas rosas.

Las veía y tenía la tentación de romperlas en mil pedacitos.

Porque las odiaba.

Claro, es que odiar y amar una cosa al mismo tiempo tiene sentido.

Todo el sentido del mundo.

No veas.

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Blossom odiaba que Brick ya no viniese con rosas rojas en la mano.

Ella nunca encontraba ese tipo de rosas.

No, por supuesto que él no se las daba a ella.

Él se las daba a Bell.

Pero no importaba, Blossom después se las robaba.

Y Bell se ponía a llorar.

Niña chica…

Claro que nadie sabía que ella se las robaba.

Ella era la niñita perfecta de papá.

¿Cómo iba a robar ella?

Pero era ella la que cogía las rosas.

Solo que Brick ya no las traía.

Y eso la ponía furiosa.

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Antes, Brick amaba el rojo fuego de sus ojos.

De verdad, le volvía loco ese rojo.

Por eso siempre se vestía así.

Ahora Brick odia ese rojo.

Le recuerda a un pecado con nombre propio.

Le recuerda a Blossom Utonio.

Mira si es pecado que rima y todo.

Ella se viste de rojo.

Da igual qué tono utilice.

Rojo sangre, pasión o tinto.

Ella se ve como un pecado.

Por eso ahora odia las rosas rojas.

Porque cogerlas es recordar el pecado.

Recordarla a ella.

Y él la odia.

Punto.

Pero punto y seguido porque esto no se acaba.

No, claro que no.

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Blossom tiene un ramo de rosas rojas en su mesita de estudio.

Son un travesura floral (las ha robado) pero no importa porque ella las ama.

Y ya ni le va ni le viene si Brick no las trae a clase.

(No las trae porque él y Bell han roto).

Ni le va ni le viene porque ha visto cómo le mira.

Como si fuera un pecado.

¿Para qué mentir?

A ella le gusta esa mirada.

Posesiva.

Furiosa.

Manipuladora.

Y cruel, faltaba más.

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Brick se ha dado cuenta de que Blossom se ha fijado en cómo le mira.

¿Qué puede hacer él?

La mirada sale sola cuando la ve todita de rojo.

Como un pecado tentador.

Pero él no caerá en ese pecado.

Por hermoso que sea.

Oh, no, que va.

Él no caerá.

Aunque a falda sea demasiado corta y la blusa demasiado ceñida.

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Hoy Blossom se ha encontrado rosas en su casillero.

Rosas rojas para el pecado de rojo.

Dice la nota.

Ella sabe de quién es.

Él sabe a quién van.

Faltaba más.

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Blossom ama el rojo.

Pero siente una extraña atracción a las rosas rojas.

Brick odia las rosas rojas.

Y es que al final le ha regalado una o dos (o un ramo entero) a un pecado tentador.

Ese pecado tiene nombre propio.

Y es Blossom Utonio.

Fin.

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Lucero Gómez al teclado:

Queridas compañeras desesperadas como yo por la falta de inspiración:

Acabo de descubrir las maravillas de Google Earth.

Les recomiendo a todas vosotras que viajen un poco en él.

Es muy barato, incluso ir a Rusia es barato si usas Google Earth.

Así que, se lo recomiendo a todas.

Con pitorreo:

Lucero Gómez.