Naruto Uzumaki tenía una hermana. Una melliza para ser exactos. Su nombre era Shina Uzumaki. Desde pequeños fueron las víctimas de los abusos de los adultos. Shina, a sus cinco años, no comprendía por que miraban feo a su hermano. Los hombres lo miraban con resentimiento y las mujeres con miedo, alejando a los niños para que no se acercaran a ellos. Un día vio a su hermano ser golpeado por un hombre, acompañado de otros tres y riéndose de Naruto. Ella no iba a permitir que lo lastimaran, así que corrió hacia a ellos y se puso delante de su hermano con los brazos extendidos. Los hombres la miraron con molestia. Uno de ellos le dijo que se largara, que no tenía que entrometerse, que era cosa de adultos. Ella, por supuesto, se negó. Él era su hermano e iba protegerlo. Al final, la que término siendo golpeada fue ella. Cuando llegaron al hospital, por obra del actual Hokage, Naruto la miro culpable.
—No debiste hacer eso. Ellos me querían a mí—Dijo con los ojos húmedos—No lo vuelvas a hacer, promételo.
Shina, con la cabeza vendada, negó con la cabeza.
—No quiero. Tu eres mi hermano y voy a protegerte— Naruto la miro fijamente, busco la mano de su hermana y la apretó suavemente.
—No dejare…No dejare que nadie te lastime.
Desde ese entonces, Naruto procuraba esconder a su hermana. No le importaba sus quejas, ni sus gritos, siempre se aseguraba de dejarla encerrada en el primer lugar que encontraba. Cuando necesitaban comida, él tomaba el dinero y cerraba la puerta para que no saliera. Cuando él volvía, a veces con raspones y otras veces con moretones, Shina lo recibía enojada, pero nunca podía enojarse mucho rato con su hermano. Así que siempre terminaba curándole las heridas, calentaba agua para el ramen y los dos dormían abrazados en la misma cama.
Cuando faltaba un día para entrar a la academia, fueron sorprendidos por un grupo de hombres, que a leguas se notaban que no estaban sobrios. Naruto no tuvo tiempo para nada más que empujar a su hermana hacia unos arbustos y correr lo más lejos que pudo, seguido por los hombres que maldecían al niño. Antes de que se alejaran, Shina llego a escuchar el apodo con el que siempre llamaban a su hermano.
—Maldito zorro.
Le tomo años descubrir el porqué de ese apelativo.
Cuando se recompuso trato de encontrar a su hermano, pero no lo logro. En cambio, pudo ver a una niña ser agredida por tres niños. La situación se le hacia tan similar a la de su hermano que no pudo resistir el deber de protegerla.
—Oigan ¿Por qué la molestan?—dijo con los puños apretados. Los niños no le hicieron caso, eso la enojo, tomo el helado que estaba en el suelo y se lo arrojo al bruto que tenía la mano en cabeza de la niña. Eso pareció dar resultado porque el niño, que era un poco más alto que ella, la encaró.
— ¿Y tú quién eres?
—Mi nombre es Shina Uzumaki, la que les pateara el trasero. —El pequeño tiempo de silencio que le siguió fue roto por las risas de los tres niños— ¡Dejen de reírse!— Tenía el ceño fruncido y temblaba de la rabia.
—Miren chicos—dijo el niño más grande a sus amigos—La enana está temblando, ¿tienes miedo? Niñita—Las risas de los otros dos sonaron de fondo.
— ¿De ti? Eso quisieras, idiota.
— ¿Cómo me llamaste?
—Además de idiota, sordo—Se burló.
—Maldita ena…—Antes de que intentara golpear a Shina. Los cinco niños escucharon un grito.
— ¡Hinata!—Era un niño de piel blanca, ojos sin pupila y cabello oscuro.
— ¡Hermano!—La niña que Shina intentaba proteger se levantó del suelo y corrió hacia él. Al tenerla en sus brazos el niño se dio cuenta que su hermana tenía los ojos rojos y las ropas sucias. Con un gesto feroz dejo a un lado a Hinata y se giró a ver a los otros. Si las miradas mataran…
— ¿Quien fue?—Ni el hecho de que las palabras fueron susurradas le quitaba el aire amenazador que rodeaba al niño. La pandilla de tres tembló al reconocerlo.
— E-Es Hi-Hino Hyuga—
— ¿Quién fue?—Volvió a repetir. Dos de los niños señalaron con el dedo al de en medio.
— ¡Fue él!—Dicho eso los dos niños se fueron corriendo como alma que lleva el diablo. Hino se acercó lentamente, como león a su presa.
— ¡Lo-Lo siento! —Grito para irse tan rápido como pudo. Shina que miraba por donde la pandilla había huido volteo a ver al recién llegado, que se reí de lo lindo.
—Hinata, ¿viste sus caras? Son unas gallinas—Decía entre risas.
—Hermano—dijo—No deberías burlarte.
—Pero, Hinata… ¡Ellos te estaban molestando!—Protestó— Y como tu hermano mayor debo defenderte de los brabucones.
—Hermano, tú y yo tenemos tres minutos de diferencia—Hino se cruzó de brazos y desvió la mirada refunfuñando.
—Tres minutos son tres minutos, yo soy el mayor—Hinata lo ignoro y se puso delante de Shina. Fue el momento en que Shina pudo ver a la niña por completo. Era una monada, pequeña y tierna.
"Parece una muñeca de porcelana, como las de las tiendas"
—Muchas gracias. Tú quisiste ayudarme—Hizo una pequeña reverencia y le sonrió. Shina sintió un calorcito en las mejillas.
— ¿Ah? ¿De qué hablas? Yo…—Hino se giró y no vio a su hermana— ¿Hinata?
—Aquí, hermano—Siguiendo la voz de Hinata la encontró acompañada de otra niña. Era rubia con algunos mechones de color rojo y los ojos eran una extraña mezcla entre azul y violeta.
— ¿Quién eres?—preguntó una vez estuvo al lado de su hermana.
—Mi nombre es Shina Uzumaki—Hino la vio de reojo desconfiado.
—Hermano, ella vino a ayudarme—le dijo Hinata. El la miro, era pequeña pero demostró valentía al querer proteger a su hermanita. Hizo una reverencia.
—Gracias por proteger a mi hermana, siempre se mete en líos.
— ¡Hino Hyuga!—Gritó Hinata avergonzada. Shina rio divertida.
—No tienen que agradecerme, no es que haya echo mucho—Dijo con pena la rubia.
—Esas son idioteces.
—Hino, lenguaje—Le reprendió su hermana.
—Hinata, ¿eres mi hermana menor o mi madre?—Hinata sonrió.
—En tu caso…—Hizo como que se lo pensaba— soy las dos cosas—Hino hizo un puchero, pero luego se puso serio.
—Quisiste defender a mi hermana a pesar de que esos chicos eran más grandes. Eso es admirable…—Shina se sonrojo y se rasco la nuca avergonzada. Por el rabillo de ojo Hinata vio la sonrisa maliciosa de Hino.
"Lo va a hacer"
—…para una enana como tú —Finalizo soltando pequeñas risas. Shina se detuvo y miro enojada a Hino. Hinata se apresuró para salvar a su hermano.
—Lo siento, Shina-san, mi hermano no lo decía enserio. —Rápidamente le tapó la boca con la mano cuando vio que iba decir algo. Volteo a verlo con una pequeña sonrisa— ¿No es verdad, hermano?—A pesar de la dulce expresión que tenía su hermana, él podía ver el aura negra que prometía desagracia rodeándola.
—S-Si—Su voz tembló a causa del miedo. Su hermana era un demonio disfrazado de ángel.
A pesar de que quería vengarse se sintió satisfecha con que el niño Hyuga estuviera aterrorizado, aunque ahora dudaba mucho de la inocencia y dulzura que mostraba la niña.
—Lo siento, Shina-san—Hinata se mostraba apenada, dulce y tierna como antes. Su hermano suspiro aliviado, de la que se salvó—Mi hermano siempre dice esas cosas. Le gusta enojar a la gente, por eso siempre se mete en líos.
— ¡Oye! —Exclamó Hino, pero fue totalmente ignorado.
Shina le sonrió comprensiva.
—No te preocupes, Hinata-chan—Hinata se sorprendió por como la llamo, luego sonrió contenta— Los hermanos siempre hacen enojar a sus hermanas—Hino la miro curioso.
— ¿Tienes un hermano?
—Sí, su nombre es Na… ¡Naruto!—De pronto recordó que debía buscar a su hermano.
—No era necesario gritar—Dijo Hino con las manos en sus oídos, al igual que Hinata.
—Lo siento, pero recordé que debo buscar a mi hermano. Debo irme—Hinata la miro triste. Shina le agradaba y quería estar más tiempo con ella.
—Es cierto—Hino se giró hacia Hinata—Hinata, padre se va enojar mucho si no volvemos—Hinata apretó los puños y suspiró resignada.
—No te preocupes, Hinata. Nos veremos en la academia—Shina le sonrió — Ustedes entraran, ¿Verdad?
Hinata miro a Hino y este le sonrió. Hinata asintió contenta.
—Sí, nos veremos en la academia.
—Entonces, Hinata-chan, Bakahino—Hino frunció el ceño por eso— Hasta mañana—Y con eso se fue en busca de Naruto.
—Hinata—La niña seguía viendo el camino por donde Shina se fue.
— ¿Qué pasa, Hino?
—Tú…no tartamudeaste.
Hinata abrió bien los ojos.
Ese fue momento en el que una amistad nació, pero también fue el inicio de una separación.
