Sip, un fic hetero, al menos en un comienzo. Pienso meterle algo de femslash, así que tengo un par de ideas para hacerlo ^-^. Bueno, espero continuar con el fic, y disfrute con la lectura.

Disclaimer: 'Harry Potter' no me pertenece, sino que a J.K Rowling y a sus asociados.

Cambios

Capítulo I

Por E. Waters

Gryffindor.

Esa era la palabra que permanecía grabada en la mente de la muchacha, cuando ella ingresó al Expresso Hogwarts, en rumbo hacia el castillo mágico, donde ella junto a su primo Albus completarían su educación y formación como magos.

No podía evitarlo; toda su familia, sus primos, tíos, padres y abuelos habían pertenecido a la casa de colores dorado y escarlata, y ella ciertamente no deseaba por ningún motivo ser la excepción.

Y no era la única que estaba preocupada acerca del tema; Albus, de idénticos ojos verdes como los de su padre, sentía el mismo temor.

Después de todo, tanto él como su prima Rose era diferentes a los miembros de su familia. Ni ellos mismos sabían por qué, pero de que eran diferentes, lo eran.

Si bien, al menos por vía genética todo parecía indicar que ellos dos irían a Gryffindor, el más asustado era el niño de cabello azabache.

Nadie lo sabía, exceptuando a su prima, claro está, pero la cosa es que él había nacido con un oscuro y extraño don…

El don de hablar con las serpientes.

—Suerte, Al —fue lo último que le dijo Harry a su hijo, totalmente ignorante de la rara y hasta algo tétrica habilidad de su hijo del medio.

Sentados en un compartimiento dentro del tren, ni Rose ni Albus habían emitido sonido alguno durante el trayecto. Tal vez porque ambos tenían ese miedo atroz a no entrar en una casa que no fuese la de Gryffindor.

—De seguro que Al entra en Slytherin —decía a manudo James, a modo de broma, y es que para nadie pasaba por desapercibido la astucia del niño.

Pero, como ya he dicho, eran solo bromas… aunque claro, el angustiado de Albus no las tomaba propiamente tal.

Él se sentía diferente, al igual que Rose.

A Rose siempre le gustó respetar las tradiciones, además de siempre satisfacer las expectativas que sus padres tenían sobre ella.

Y claro está, el entrar a Gryffindor era una de esas.

De pronto, la puerta del compartimiento se abrió de forma algo brusca, entrando un chico en el acto, el cual tenía el cabello muy rubio y platinado y un par de ojos grises, combinados con un verde pálido.

—No encuentro sitio, ¿puedo sentarme junto a ustedes? —dijo él, a los que Albus le miró con algo de recelo.

Y es que claro, los primos conocían de vista al hijo de Malfoy, pero jamás llegaron a entablar un conversación decente con él.

—Por supuesto —dijo Rose, no queriendo armar enemistades sin antes haber empezado el año escolar.

—Pero es un Malfoy —le susurró Albus al oído de su prima, la cual lo miró de tal forma que el chico simplemente se calló. Después de todo, al menos por ahora, la única persona que podía frenar al niño, era Rose.

Aunque en realidad Scorpius no tenía nada contra los otros dos chicos, el hecho de que Albus le mirase de esa forma hacía que el ambiente se volviese algo tenso.

A Scorpius le costaba mucho el tema de socializar.

Su familia, antes bien vista, había perdido mucho prestigio después de la muerte de Voldemort, y aunque se había demostrado que su padre no participó de forma voluntaria, eso no quería decir que lo aceptaran de lleno.

Sin embargo, el chico había heredado la astucia e ingenio de su padre, por lo cual sabía a la vez que si se acercaba a Weasley, que era cómo Scorpius se refería a Rose, él posiblemente podría integrase a la actual sociedad mágica, aún cuando fuese solo un chiquillo.

El punto ahora era, ¿cómo acercarse a ella?

Su padre había conocido a la madre de ella, y por lo que había escuchado a la madre de Rose le gustaba leer… así que el niño dedujo que su hija era igual a su progenitora.

Pero viendo como Albus le miraba, con ese fresco resentimiento, el muchacho el cual no se caracterizaba por ser especialmente valiente, decidió dejar su plan para más tarde.

Siendo así, ninguno de los tres dijo palabra alguna durante el viaje, estando Albus siempre mirando con recelo a Scorpius y Rose observando distraída la ventanilla del compartimiento.

¿Y si ella no entraba a Gryffindor…?

¿Qué dirían sus primos? ¿Qué diría Hugo? ¿Qué dirían sus padres?

Al pensarlo, la muchacha se mordió el labio inferior, cosa que hacía siempre que se encontraba en problemas, o cuando comenzaba a divagar por ciertas preocupaciones.

Finalmente, y después de ese incómodo viaje, el tren llegó a su destino, cosa que Rose agradeció en vista que el ambiente dentro de aquel vagón no podía ser incluso más intenso que al momento anterior.

—Muy bien, todos arriba de los botes —dijo Hagrid, mirando con especial cariño a Albus y a Rose, cuando los vio descender del tren.

El corazón de la muchacha latía más fuerte que nunca, y cuando pensó que este no podía latir más rápido aún, sintió como una cálida mano se entrelazaba con la suya.

La chica alzó la vista, y se encontró con los ojos verdes esmeraldas de su primo, y ella no pudo más que sonreír.

Siempre había sido así.

Ella y él nunca se separaban, y es que a pesar de tener otros primos, ninguno encajaba tan bien como él en ella, y ella en él… y ahora, en aquel momento tan crucial en su vida, estaban más que nunca el uno para el otro.

Después de un rato, el cual se les hizo eterno a los dos primos, los niños descendieron del bote y se encaminaron al Gran Salón, en donde se encontraba aquel taburete junto al sombrero seleccionador, el cual estaba listo para hacer cumplir su cometido.

—Muy bien, se les llamará por orden alfabético —dijo el profesor Longbottom, a lo que la mano de Albus apretó con incluso más fuerza, la mano de Rose.

—¡Malfoy, Scorpius! — anunció Neville, después de cierto tiempo.

Se escuchó un ligero murmullo, y es que como ya se ha mencionado, el apellido Malfoy no pasaba por su mejor momento.

—¡SLYTHERIN! — habló el sombrero, apenas si rozó la cabeza del niño.

El momento de que a los primos les tocase su turno, se aproximaba más y más, y ella no sabía que qué haría sino llegaba a estar en la casa de Gryffindor…

—¡Potter, Albus!

El niño desprendió su mano de la mano de Rose, y sumamente nervioso, se sentó en el banquillo y Neville le colocó el sombrero en su cabeza.

Los ojos azulados de ella, miraron casi con angustia la figura de su primo.

Después de unos segundos que le fueron eternos a ambos primos, el sombrero al fin dio aquel tan esperado veredicto.

—¡SLYTHERIN!

Los ojos de Rose no pudieron estar más que abiertos.

No podía, simplemente no podía ser…

El hecho de que su primo ingresase a la casa de las serpientes, no sólo era un hecho horrible para su familia, sino que también eso quería decir que se distanciarían, puesto que si bien aquellas rivalidades ya estaban algo obsoletas, Slytherin y Gryffindor aún tenían sus roces.

Pero claro, todo eso en el caso de que ella ingresase a esta última casa.

—¡Weasley, Rose!

Igual de nerviosa y torpe que su primo, la niña caminó hacia la silla, se sentó en ella, y el profesor Longbottom le colocó aquel sombrero que en cuanto aspecto físico, dejaba mucho que desear.

—Uhm, interesante…—comenzó a decir una vocecilla en la cabeza de la niña—. ¡Cuánta inteligencia! No, no puede desperdiciarse, no realmente no puede desperdiciarse… está decidido—y el sombrero hizo una pausa—¡RAVENCLAW!

Y mientras la muchacha no podía creer que ni ella ni su querido primo, no hubiesen entrando a la casa de Gryffidor, en esa misma mesa James Potter y su primo Fred estaban más sorprendidos que nunca.

—¡Debe de haber habido un error! —exclamaba furibundo el hijo mayor del 'niño que vivió' —, Al NO puede estar en Slytherin… ¡Vamos, que es un Potter!

Y si James se sentía así, el niño de cabellos azabaches no podía estar peor, incluso peor que Rose.

¿Qué haría él, siempre rodeado de leones, en un nido de serpientes?

Por supuesto, Rose se sentía igual de sola, pero al menos ella no estaba rodeada de los hijos, de los enemigos de sus padres…

—Bienvenida… soy el prefecto Phillips.

Los ojos, algo enrojecidos y es que casi estaba a borde del llanto, de Rose se alzaron y se toparon con una amable mirada, del cual su poseedor era un chico evidentemente mayor que ella.

—Gracias —respondió la niña, costándole tragar.

Ciertamente, aunque no era tan cálida como la mesa de Gryffindor, la mesa en donde ella y Albus debían de estar, el ambiente de la mesa de Ravenclaw, la verdad de las cosas, no era tan desagradable…

Es más, hasta Rose se convenció a ella misma que tal vez, no le costaría tanto acostumbrarse.

Sin embargo, los ojos verdes de Albus no se desprendían de la mea de las águilas, sintiéndose en peligro acerca de su prima, acerca si ella se alejaba de él, y en el acto, se distanciaban.

Rose era, tal vez, la única persona que lo comprendía, por lo cual lo último que deseaba hacer era perderla.

La cena entonces comenzó, y a pesar de que había numerosos manjares en la mesa, ni Rose ni Albus tuvieron el estado suficiente como para dar bocado alguno.

Se sentía extraño, muy extraño.

Más tarde, casi a punto de haber la cena de bienvenida finalizado, los dos primos no podía encontrarse en situaciones más que diferentes; mientras que Rose estaba asombrada de ver a gente tan culta, Albus se sentía totalmente perdido.

—No importa —se dijo el chico a sí mismo —, mañana me toca Historia de la magia con Rose, y de seguro que podré estar con ella.

En realidad, al chico no le gustaba mucho esa materia, mas si esa era una excusa para poder estar junto a su prima, a él le gustaría.

Ya en la húmeda y fría sala común de Slytherin, el niño se recostó en su cama y se cubrió hasta la cabeza, no queriendo socializar con nadie, ni siquiera con Scorpius que durante la cena, se había mostrado algo agradable.

No quería saber de nada.

Al día siguiente, y como Albus lo había visto en su horario, tocaba clase con los Ravenclaw, en la asignatura de Historia de la Magia, excusa perfecta para hablar con ella.

Por su parte, Rose estaba igual de ansiosa.

Cierto, ella había sido recibida de muy buena manera por las personas de su casa, pero obviamente no era lo mismo estando junto a Albus.

De niños, era él quien la defendía de James, que la defendía de Hugo o Fred, cosa que hizo que ellos dos creasen un lazo casi, por no decir de lleno, indestructible.

—Muy bien —dijo entonces el profesor, mirando entusiasta a su alumnos —, en vista que lo más importante es saber diferentes punto de vista de una misma cosa, yo mismo designaré a las parejas del día de hoy.

Cuando Albus y Rose escucharon eso, de inmediato pusieron mala cara.

Siendo así, y en contra de voluntad absoluta de la muchacha, ella fue emparejada con Scorpius Malfoy.

Y al contrario de ella, el muchacho estaba más que dichoso, envista que todo esto solo ayudaba más a concretar su astuto y ambicioso plan.

Lógicamente, ella esperaba lo peor de Scorpius, pero cuando lo vio interesado en la materia que estaba pasando, además de ser una compañía más bien agradable, se sorprendió de manera positiva.

—Muy bien, alumnos, dejen el informe encima de mi escritorio, y podrán retirarse —dijo el profesor, a lo que Rose y Scorpius fueron los primeros en entregar la tarea ya realizada en clases.

Aún así, no todo era risas allí.

Albus, estando emparejado con un muchacho de cabeza rapada con el apellido Ethelred, miraba con autentico celos cómo su prima y 'ese Malfoy', se llevaban tan bien haciendo aquel trabajo juntos.

Así que, cuando llegó la hora de receso, lo que primero hizo el muchacho fue buscar a Rose.

Porque nadie le quitaría a ella, menos aún un simple Malfoy.

—¡Hola, Rose! —dijo el Slytherin, acercándose a donde ella se encontraba, lugar que no podía ser más que la biblioteca.

—Hola, Al —respondió ella, sonriendo, sonriendo de esa forma que sólo podía ser dedicada a él —, termino de leer este capítulo y salimos, ¿te parece?

Entonces, Albus no pudo hacer nada más que sonreír.

Las cosas de a poco se le fueron dando a Rose; ya era reconocida por su brillante mente y de a poco estaba forjando una especie de amistad con Scorpius, pero al ser prima de Albus le traía ciertos problemas con las chicas.

Después de todo, y como era de esperarse, además de emular lo que sucedió con James, el muchacho era muy cotizado por las niñas.

Mas él no les hacía caso alguno; no, él sabía que esas chicas sólo lo seguían por ser hijo de Harry Potter, y él la verdad de las cosas, siempre aspiraba más, y por sobre todo…

Ser más que Harry Potter, ser reconocido como Albus Potter.

La ambición del niño, a pesar de sólo tener once años de edad, era desmesurada, y si no se le encontraba un buen cause, podría hasta ser peligroso, pero considerando su años de vida, nadie se preocupaba de eso aún.

Nadie, exceptuando Rose.

Rose había leído mucho, lo suficiente como para saber que junto al don que él tenía hablando con las serpientes, añadiéndole al hecho de su codicia, su primo era un potencial peligro.

Sin embargo, ahora tiempo de disfrutar la infancia…

Y tal vez, ese puede haber sido el peor error de la chica.

¡Y eso por ahora! Si les ha gustado, por favor envíen un review, cosa que se agradecería mucho (:

Nos leemos…