Hola, cupcakes :3

Vengo de nuevo con otra ida de olla más, una mucho menos bizarra, porque este fic participa en el Reto #43: "Situaciones" del foro Alas Negras, Palabras Negras. Y la situación que me correspondió fue: Una alianza matrimonial para los hombres del hierro.


Nada, nada es mío, todo es del genial George R. R. Martin y su sádica mente.


Mensaje en una Botella

I

...

Lord Quellon Greyjoy.

Junto con mi hermana he enviado su peso en oro y dos barcos recién construidos. Espero que mi petición y la dote resulten de su total agrado, sepa usted que si me colabora en este momento de necesidad en el futuro será bien recompensado.

Un Lannister siempre paga sus deudas.

Atentamente.

Tywin Lannister, heredero de Roca Casterly.

La muchacha en verdad era hermosa, sus caderas anchas y pecho generoso parecían atraer la atención de todo hombre que pasaba por sus salones, aunque ella seguía sin inmutarse. Sus pupilas verdes estaban fijas en el estrado, totalmente ajenas a la impresión que tuviese su persona en el populacho.

—Me podríais explicar, ahora sí, el motivo real de la situación. —Aeron supuso que la chica no se sentía nada impresionada por su hogar, cosa que lo puso de mal humor y arruinó sus planes de sacarle partido a esa visita mientras su padre y sus hermanos mayores estaban en la guerra.

—Mi señor, es algo complicado ¿No podría ser en otro lugar?

El otro Lannister le llevaba un par de años a la chica, un joven fuerte, de hombros redondeados y una escasa pelusa en la cara que intentaba ser una barba. Se escuchaba bastante cohibido.

—No, aquí está bien. No hay espías entre los hombres del hierro.

No debía tener más de veinte años, pero la presteza que puso el chico para dirigirse a él era majestuosa. Definitivamente era un Lannister de primera generación, o al menos un cachorro obediente y bien entrenado.

—Mi hermano, Tywin, pide que mi hermana sea casada con su hermano mayor, Balon, ya sabemos que ella está comprometida con uno de los hijos de Walder Frey, pero sería un insulto que una de nuestras hermanas terminara casándose con alguien de una casa menor que ni siquiera heredará los títulos de su padre. Sé que no tenemos muchos argumentos para pedirle tal favor, en realidad su padre puede muy bien negarse, solo que es nuestra última esperanza y no queremos perderla. Genna significa mucho para nosotros.

El chico Greyjoy escuchó con satisfacción lo que tenía para decir el Lannister, se sintió más que halagado con sus palabras y no pudo reprimir una sonrisa. «Así que el pequeño león nos considera dignos». Tan dignos como para entregarles una velada amenaza: «un Lannister siempre paga sus deudas», era una sentencia total, el futuro señor de Roca Casterly necesitaba ayuda y, sino se la ofrecía, podían firmar la guerra de una vez por todas.

«Pero Balon planea casarse con la hermana de Harlaw».

Hasta ese momento el señor de Pyke no se había preocupado por los asuntos de cama de sus hijos, pero era en Balon donde recaía el futuro de los Greyjoy. Una boda con los Lannister, una oportunidad irremplazable. Si Balon aún estaba vivo —y por el dios ahogado, que así fuera— esperaba que abriera los ojos y se casara con la chica, además de que era bastante linda y follable, podía significar un gran paso para su casa.

—Pues estáis en vuestra casa. No puedo hablar por mi hermano, o mi padre, pero puedo hospedaros hasta que regrese y tome una decisión.

La expresión en el rostro de ambos hermanos se ensombreció.

—Como vos digáis, mi señor. —La voz de la muchacha era suave y fuerte, como la lluvia que precede a las nieves del invierno.


Su prometido era mucho más de lo que esperaba y menos de lo que a su familia le hubiese parecido correcto. Le llevaba dos cabezas de distancia, de compostura delgada pero fuerte y cabello castaño que presumiblemente le llegara hasta la cintura si lo dejaba suelto. Boca curvilínea, pero delgada, y voz dura y tormentosa. Sí, era la imagen pirata con que a ella la habían aterrorizado de niña sus nodrizas.

Lord Quellon había hablado largo y tendido desde su trono el día del desembarco, y celebrado una fiesta inmediatamente después, felicitando a todos y cada uno de sus hijos por la valentía mostrada en la guerra y por los fabulosos trofeos obtenidos gracias al precio del hierro. Genna ciertamente estaba impresionada, porque su futuro marido había llegado con armadura, espada y cadena de oro nuevas, todas pagadas según las viejas leyes, así como tres baúles completos que había presentado con orgullo frente a su padre. Sus hermanos menores también habían hallado botín y se divertían a expensas de Aeron que aún era muy joven para partir a la guerra.

«Y Harlaw comentó que ellos dos se divertirían a su manera» Y Genna no lo dudó, ni por un segundo, su mente astuta supo entrever el grado de cercanía entre ellos. Demasiado.

Le alegró saber que por ese lado estaba exenta de un matrimonio en caso de que a Balon se le ocurriese rechazarla, los otros dos hijos de Lord Quellon estaba interesados en todo menos en la mujeres que hubieron en el banquete de esa noche.

De la misma manera sucedió a su lado de la mesa, Kevan parecía haber encontrado muy agradable la compañía de Balon y habían hablado durante horas acerca de temas que Genna no sabía muy bien que tenían que ver con un pirata y un aspirante a caballero. Así que, sola y convertida en un cero a la izquierda, optó por divertirse a su manera haciendo chanzas a los hombres del hierro que ya había conocido y trabando amistad con otros tantos que llegaban de la guerra. Le entregaron noticias alentadoras y se alegró de verdad por la intervención de todos en pro de una buena campaña.

Todo se veía tan bien que incluso se atrevió a coquetear con un chico de Antigua que venía como compañía de una banda de piratas a la que se había afiliado. Hasta que una carta sellada con lacre rojo y la figura de un león fue puesta en su mano por un hombre robusto de mirada obtusa.

—Saludos, mi señora —dijo para luego retirarse.

Su cuerpo entero sintió la presión del señalamiento cuando el peso del rollo se hizo evidente en el lugar de su corpiño en el que lo escondió. Si Tywin le había escrito a ella y no ha Kevan quería decir que se encontraba en problemas o que tenía un nuevo plan en mente. A sus dieciséis años, Genna podía declarar fácilmente que involucrarse en las ideas de Tywin significaba saltar a un pozo lleno de víboras.

La música del banquete sonaba a su alrededor, alegre y festiva, mientras ella solo podía pensar en la clase de palabras que la caligrafía firme de su hermano mayor había trazado para ella, no eran solo letras, sino un camino preciso por el cual andar sin desviación. Cualquier cosa que viniera allí le incumbía a todo el mundo, pero solo en ella reposaba la tarea de llevarla a cabo.

...

Me encargué de que dijera que sí, haz que se convenza aún más de que un matrimonio contigo es lo ideal. Tengo un plan. En realidad ya no es solo mi plan, tengo unos nuevos amigos bastante influenciables.

Dile a Kevan que me perdone por enviarlo a esas estúpidas islas en lugar de dejarlo ir a la guerra conmigo, que puede volver en dos semanas, cuando yo ya esté en Roca Casterly y nuestro padre no pueda decir nada en contra de lo que hemos hecho.

Cuídate hermana, no te he enviado al lugar más seguro de todos.

...

Terminó de leer la carta en un suspiro angustioso. El olor a sal y humedad entraba a raudales por la ventana de su habitación, tan alta por sobre la isla que le provocaba vértigo el solo pensarlo. Debía hallar una manera de hablar con Balon y hacer lo que Tywin le pedía.

Ya no se trataba de ser solamente la esposa de un señor, también era el ser parte de una conspiración peligrosa. Algo salido de la mente de su hermano y los demás señores del reino —porque no podía imaginarlo haciendo planes con el pueblo llano—, debía ser algo grande y delicado.

Con una mano desenredó la trenza que llevaba para el banquete, con la otra arrojó la carta al fuego y se tumbó en el sillón junto a la alta ventana. La música seguía en la torre del frente, el resbaladizo puente que las comunicaba se mecía como arrullo para un bebé con la fuerte brisa del mar. Genna trató de imaginar el ser la dueña de todo eso, de la tierra, el mar, una gran galera y todo el castillo, y su orgullo se hirió al ver que en nada se parecía a lo que había imaginado de niña para su futuro.

«Pero el futuro que esa niña quería solo me convertiría en una pieza más del juego, si logro casarme con Balon Greyjoy seré yo quien mueva los hilos». Su propio pensamiento la hizo sonreír, tenía quince años y una oportunidad de oro en sus manos ¿Cómo iba a desperdiciarla tan cobardemente? Era joven, no tonta.

Se fue a dormir con la idea fija de no amedrentarse por la situación. Ya era de su conocimiento que la hermana de Harlaw tenía una promesa de Balon, así que debía ser persuasiva de modo veloz para asegurar su lugar, era una Lannister de Roca Casterly, todos estaban por debajo de ella.

—¡Genna! —La voz del hombre la sorprendió, se suponía que ella iba a buscarlo, no que él vendría por ella.

Desde el día del banquete no habían estado propiamente juntos, puesto que a la mañana siguiente, cuando ella se levantó y salió a buscar a Kevan para hablarle de la carta y los planes de Tywin, se enteró de que él, junto a los hijos de Lord Quellon y otros chicos de la isla, habían partido en una galera dos horas antes para hacer un recorrido por el lugar pregonando su buen desempeño en la batalla. A los tres días habían regresado, pero las ocupaciones del heredero no le habían dejado tiempo para aclarar la situación de su invitada, y probablemente prometida.

—Sí, mi señor. —Estaban a la mitad de un puente, con el viento golpeando salvajemente desde ambos lados.

Sus ojos pardos la enfocaron con crudeza y deseo, una mezcla inestable que sorprendió a Genna. ¿Qué intentaba lograr ese hombre al admirarla de esa manera? ¿Intimidarla, amenazarla o algo más oscuro?

—Quiero pedirle perdón por pasarla por alto los último días, ha sido descortés de mi parte. —Se inclinó ligeramente, sin quitarle los ojos de encima—. Pero planeó compensarla por eso, empezando por tratar el tema que la trae aquí.

—¿No le parece mucho más descortés hablar de matrimonio a una chica que no ha compartido con usted más que un par de saludos?

—Naturalmente, lo consideraría si esa chica no hubiera sido ofrecida con anticipación a otro hombre —sonrió al ver que ella se incomodaba—. No se preocupe, yo también tengo un lío de esos, con una chica de aquí cerca.

Entonces Genna lo comprendió, él también tenía un plan y quería compartírselo, al menos en parte, así que necesitaba que pusiera sus cartas sobre la mesa, igual que lo hacia él.

—Nunca he visto a mi prometido, huí de casa con ayuda de mis dos hermanos mayores y me presentó aquí con una muy jugosa dote ¿Por qué me rechazaría usted si junto a mi eta mi peso en oro? Ese oro es mucho más del que usted regateó en la guerra.

—Es cierto. Entonces escuche.

—Lo hago.

El viento de la mañana amainó un poco y la inestabilidad en la cima del puente se redujo. Hasta el clima parecía dispuesto a cooperar.

—Su hermano es alguien con mucho poder, y aún no es el señor de Roca Casterly, lo que me hace pensar en todas las posibles alianzas que hizo en la guerra. Rickard Stark, Hoster y Brynden Tully, Steffon Baratheon… nombres acompañados de apellidos muy sonoros. En cambio, yo tengo a Alannys Harlaw y a Genna Lannister esperando en mi casa y debo escoger entre ellas. Una es la mujer que espera a mi primer hijo y la otra hermana de un astuto y rico general.

—La decisión parece difícil.

—Para un hombre sin ambiciones, obvio. Si le digo que no a usted, su hermano me enseñará como les gusta a los Lannister pagar sus deudas, así que he decidido decirle que sí.

En la cabeza de Genna solo habían dos pensamientos: El bastardo que saldría de las entrañas de Lady Alannys y las ambiciones de su futuro marido. El primero era un peligro para su propia descendencia, un recuerdo constante de que no vivía en un cuento de hadas y por ende no sería del todo feliz, y el segundo una amenaza para su seguridad a futuro ¿Qué cosa no llega a hacer un hombre que quiere poder?

—¿Cuál será su condición?

—Que me incluya en sus planes y me dé una prenda para comprobarlo. Algo significativo, como a su querido hermano menor bajo mi servicio, o al menos como punto de enclave entre Pyke y Lannisport.

—¿Pondrás a Kevan en la mitad de esto?

—Tywin puso a Kevan en la mitad de esto cuando lo envió contigo.

Genna ya sabía que la estaban utilizando, después de todo era una mujer y para eso estaba, pero el hecho de que Kevan tuviese que sufrir su mismo destino le hizo mella, su hermano solo quería ayudar. «¿Ayudarme a mí o ayudar a Tywin? Si hubiese pedido su ayuda seguro me la hubiese negado, está aquí porque su hermano mayor se lo ha pedido» y, si sus sospechas no iban mal, también había sido enviado como acompañante para reforzar la amenaza y servir de espía.

«No hay espías entre los hombres del hierro» dijo Aeron el día en que los recibió, pero ni ellos ni sus guardias eran de las Islas, solo invitados de emergencia que llevaban oro y esperanzas constatadas en un papel, mensajes en botellas arrojados al mar.

—Parece que nuestro matrimonio será un buen juego —respondió por fin, recordando las infinitas posibilidades que le daría el ser la consorte de una casa mayor.

—Se lo prometo, mi señora. Y la partida final la ganaremos nosotros.

Tomó su mano y en un gesto burlesco, que a Genna se le hizo risible, le besó el dorso de la mano y luego se ofreció a darle un paseo por la isla. Ella ya lo conocía todo, había pasado casi un año recorriendo las costas azotadas por la sal y la marea, se había bañado en los arrecifes coralinos que en los días de sol brillaban de mil colores y en una mañana de marcado había probado cada animal marino que se pudiera consumir. Ella ya conocía las Islas del Hierro y a su gente, pero su nuevo prometido no sabía nada de los Lannister.

Tywin podía seguir haciendo planes y Kevan acatándolos al pie de la letra, ella iba a hacerse su propio imperio allí y él no iba a impedirle nada, es más, podría hacerle creer que era él quien tenía todas las ideas.


Se nota como me agrada escribir cartas xD ¿tomatazos, risas, pastel de Frey? Todo va en los comentarios.