Disclaimer: Los personajes y el potterverso son propiedad de J.K Rowling.
Este fic participa en el reto "Cuatro Navidades" del foro Draco Dormiens Nunquam Titillandus.
Morfin Gaunt
Asesinos
La casa estaba vacía, abandonada. Si en algún momento había vivido alguien ahí, tendría que haber sido en pésimas condiciones. Algo contradictorio, pues por el exterior del lugar, parecía que se trataba de una gran mansión.
Un hombre se acababa de adentrar en ella. Caminaba encorvado como si estuviese agotado por un gran esfuerzo, y sonreía. Era una sonrisa de maniático, de loco. Ese tipo de sonrisas que desfiguran la cara, que persiguen pesadillas. Pero eso no era lo que más llamaba la atención de él, eran sus ojos. Unos ojos apagados, ojerosos, que abrían una ventana que te sumergía en su locura.
Porque Morfin Gaunt estaba loco. Todo el mundo mágico lo sabía. Entonces, ¿por qué nadie intentaba evitar sus actos si ya los prevenían de él?
Porque era Navidad, y en estas fechas hasta el auror más entregado dejaba de lado su causa y se reunía con su familia. Y que los magos tenebrosos se tomasen unas vacaciones, que se las habían ganado.
Pero Morfin Gaunt nunca descansaba. Siempre alerta, siempre despierto. Era Navidad y había vuelto a casa, pero no para descansar. No, no había vuelto para eso, ni para nada. No sabía que hacía ahí, pero no se sorprendía, hacía mucho tiempo que no controlaba sus acciones.
Alguien toco a la puerta, y, al segundo sonido del timbre, fue recibido.
Ese alguien era un niño, de los que van en puerta en puerta cantando villancicos. Un inocente y feliz niño que nunca se imaginó que esa iba a ser la última vez que cantase un villancico. Un niño que nunca olvidará a Morfin Gaunt.
Cuando Morfin abrió la puerta el niño sonreía y, ni la sonrisa del niño ni la de él, se esfumaron, es más, se ensancharon. El niño comenzó a cantar un villancico y a tocar un instrumento, sonidos que no fueron del gusto del inesperado residente de la casa.
Morfin exclamó que se callará, pero el niño solo oyó siseos. El mago, al ver que no callaba, levantó su varita y lo calló con un rayo verde.
Entre las sombras, alguien había observado toda la escena. ÉI había encontrado a su asesino.
