- Hermione, ¿vienes a cenar?

- Si, enseguida bajo

La castaña vio como sus dos mejores amigos salían por el hueco del retrato, dejándola sola en la sala común. Debía terminar una redacción para la profesora McGonagall, y, como solo le quedaban un par de líneas, había decidido terminarlas antes de bajar a cenar, así luego se pondría ya con Pociones.

Los minutos pasaban lentamente. No le venia nada a la cabeza, ¿Cómo podía ser? Los últimos rescoldos de madera ardían en la chimenea. Estaba sola en la sala común. Silencio. Pero ella no era capaz de concentrarse. ¿Por qué? Bueno, no salía de su cabeza el encontronazo que había tenido con cierto Slytherin esa misma tarde. En la biblioteca habían tropezado y el la había insultado entre dientes mientras seguía su camino 'Sangre sucia'… Aunque esa vez no había sonado como siempre… La había mirado antes de insultarle. La había mirado de arriba abajo como… ¿saboreándola?

Por fin. Ya había terminado. Enrolló el pergamino y lo guardó en su mochila, luego guardó la tinta y su pluma y salió de la sala común.

Iba caminando y comenzó a bajar las escaleras, al llegar al segundo piso escuchó algo, un sonido que venia de un aula abierta. Se dirigió hacia la puerta de esta. Era prefecta y esa era su obligación.

Se asomo y no vio nada. Entró y, automáticamente, la puerta se cerro tras de ella con un portazo y una grandes y rugosas manos le taparon los ojos.

- ¿Quién soy, pequeña? – susurro una voz con un deje de lascivia, a la vez que un cuerpo de hombre se pegaba a ella por detrás, arrastrando las palabras…

- ¿¡Malfoy!

De repente, las manos que le tapaban los ojos se retiraron y una figura se colocó delante de ella. Era un chico una cabeza más alto que ella, fornido. Con un suave y brillante pelo rubio platino. Sedoso. Y unos ojos grises claro. Profundos y altivos.

- ¿¡Granger! - el muchacho comenzó a limpiarse las manos en la tunica, como si hubiese tocado algo que le hubiera manchado - ¿Qué estas haciendo tu aquí?

- Debería preguntarte exactamente lo mismo - se fijó en como el rubio se limpiaba las manos - Oh venga, no tengo nada contagioso - dijo, con desden

- Yo no estaria tan seguro…

- ¿A quien esperabas, Malfoy? - pregunto la castaña con curiosidad

- A Pan… ¡No es de tu incumbencia, sangre sucia!

- ¿Pansy? - repitió ella, haciendo caso omiso al insulto - ¿Desde cuando salís juntos?

- ¿Salir? ¡No! No estamos juntos solo quedamos a veces para…

- ¿Te excita la cara-chucho esa? - pregunto ella con sorna

- ¿Cara-chucho? Pues mira, al menos excita… No como tu, escoria

- ¿Cómo dices? - pregunto con incredulidad la castaña, alzando una ceja

- Ya me has oído, estúpida. Que no me extraña que el traidor a la sangre ese se haya follado a la otra. Viéndote…

- ¿Qué se a acostado con… Digoo… eso no es asunto tuyo - rectificó ella, con la tristeza visible en su mirada

Draco la miró. Se metía con ella y eso le hacia sentir de puta madre. Pero en realidad la sangre sucia no estaba nada mal. Era bajita, pero esbelta. Tenia unos ojos color café y un pelo ensortijado, con unos rizos color chocolate… unos rizos bien definidos, de pequeña su pelo era como una maraña, pero desde hacia un par de años no. Ahora, sin darse cuenta, el se imaginaba enzarzando sus dedos en esos rizos perfectos y brillantes. Tenía unos labios carnosos y rojos, bien delineados… Si, le atraía. Pero no tenia sentimientos, solo se la quería tirar. Una o dos veces.

- ¿Estás triste?

- Si, obviamente

- Pues olvídate, el desgraciado ese es un tío y los tíos queremos lo que queremos. Y tu…

- ¿Ni gusto ni seduzco? - preguntó ella, acercándose peligrosamente al rubio

- Eso, ni… ni gustas ni… ni…seduces - confirmó el, relamiéndose al verla tan pegada a el

El aula en penumbra. Solo entraba un poco de luz de luna (llena) de una ventana. La castaña con la puerta (cerrada) a sus espaldas. Y se acercaba poco a poco a Draco.

Se puso frente a el, entremezclando sus alientos y lo miró con una leve sonrisa torcida

- Entonces, lo que quieres decir…es que si un día… - la castaña, ya completamente pegada a el y con sus manos en el cuello del rubio y deslizándolas por su fuerte pecho a medida que hablaba, continuó - … entras al baño de los prefectos y me encuentras enrollada en una, digamos, escueta toalla, con el pelo mojado y… húmeda… recién salida de la bañera y con un poco de espuma todavía resbalándome por los hombros y las piernas, ¿quieres decir que no harías, digamos, absolutamente nada?

A Draco se le estaban subiendo un poco los colores. Aunque toda la sangre se le estaba reuniendo en otro lugar de su cuerpo. Tenia la boca seca.

Sentía las pequeñas manos de Hermione recorriendo su pecho y, ahora mismo, jugueteando con los botones de la camisa de su uniforme con el escudo verde y plateado. Su calido aliento chocando contra su cuello y sus suaves labios rozando su lóbulo de la oreja izquierda. Tenía los ojos muy abiertos, completamente pasmado ante la osadía de la Gryffindor.

Malfoy la miró un segundo a los ojos. Ella lo miró y, con atrevimiento y mas osadía de la que sentía, recorrió los labios del rubio con su dedo índice de la mano derecha, haciendole cosquillas, y, luego, sacó un poco la lengua y lo lamió.

Draco no pudo aguantar más y se lanzó sobre ella, sobre su boca para intentar besarla, morderla…

- Lo sabía… - murmuró la castaña dando un paso atrás para apartarse de el, sonriendo, aparentemente satisfecha -… no debo ser tan repugnante, si tu mismo te has abalanzado sobre mi

- Debo de ser el único - dijo el, con una sonrisa torcida

- Como quieras… rubiales - la castaña le guiño un ojo y le revolvió el pelo. Se dio media vuelta, para marcharse

Dio un par de pasos y extendió la mano. Cuando ya tenia el pomo cojido y se disponía a abrir, una mano se colocó sobre la puerta, impidiendo que fuera abierta. El rubio se pegó a ella por detrás provocando que ella quedara prácticamente apretada contra la puerta

- ¿Qué crees que estas haciendo, Malfoy? - preguntó sobresaltada

- ¿Y adonde te crees que vas, Granger?

- A cenar al Gran Comedor. ¿Y tu?

- Pues… - vaciló el

- Supongo que puedes quedarte en este aula, solo, pensando en mi y en mis manos… - murmuró Hermione contra el cuello de este

- ¿Es que te crees que puedes venir aquí, montar el numerito que acabas de montar, y marcharte tranquilamente después? - dijo el, murmurando

- ¿Y que quieres que haga si mi, digamos… inocente numerito te ha gustado?

- ¿No pensaras terminar aquí? ¿No creerías que esto no iba a tener repercusiones? - susurró el, amenazador, bajando su mano libre, con la que no sostenía la puerta, hasta la cintura de la castaña y apretándola contra su cuerpo.

Ella se empezaba a asustar. No era ese tipo de comentarios ni de actuación lo que pretendía conseguir. Lo que ocurría es que la castaña estaba harta de que se metiera con ella y de que le hablara como si fuera una estupida y mojigata sangre sucia. Ella era lo que era, al fin y al cabo, ni siquiera sabia por que había hecho lo que había hecho… ella no era así. Ella era estudiosa, tímida, ni siquiera se atrevía a confesarle a Ron lo que sentía por el, ¿por qué, pues, había provocado a Malfoy de esa manera? Si que sabía la respuesta. Quería demostrarle que ya no era esa niña de doce años a la que podía insultar y marcharse tranquilamente después. Quería demostrarle que ya era una mujer y que podía provocarlo si le apetecía. Pero… su padre era mortífago, al fin y al cabo. Ella no sabia realmente de lo que era capaz ese rubio sin escrúpulos. Lo había visto portarse mal con algunas chicas, seduciéndolas y luego dejándolas, como si no le importasen nada. Y había oído cosas peores…

- Malfoy, deja que me vaya - Hermione tiró de la puerta, intentando abrirla, pero con el mismo éxito. O sea, ninguno - Malfoy, yo… lo siento - susurró ella, nerviosa

- ¿Qué lo sientes? - dijo el, entre risas - Eso no es suficiente, Granger, no puedes dejarme así. Quiero una compensación por atreverte a haberme tocado.

Dirigió sus ojos hacia abajo y Hermione reparó en el bulto que había aparecido en los pantalones de el. Madre mía, ¿eso realmente lo había provocado ella? Bueno, si Malfoy era capaz de excitarse con la cara-chucho de Pansy Parkinson…

Hermione se dio la vuelta, quedando atrapada entre la cara (y el bulto) de Malfoy y la puerta a sus espaldas

- Yo… Malfoy, quiero marcharme - repitió ella con voz temblorosa

- ¿En serio, pequeña? - preguntó el, pasando su lengua por los labios de ella

- También llamas así a la cara-chucho… - murmura la castaña, pero con los ojos suavemente cerrados, disfrutando de esa lengua… en sus labios

- ¿Y como quieres que te llame?

- Pues… Oye, déjame marchar… Yo, tengo… tengo…

- ¿Qué tienes? - preguntó el, mientras le acariciaba los brazos - ¿Miedo? - al ver que ella no contestaba… - vamos, pequeña. Yo no soy tan malo como dicen…

- ¿Y que crees tu que dicen?

- Vamos, nena… A mi me gustan las tías entregadas, no forzadas… - se pegó completamente a ella y se quedó a escasos milímetros de sus labios - … y voy a conseguir que te entregues…

Ella tragó saliva de forma ruidosa y cerró los ojos nuevamente, dejando que el rubio bajase su boca por su cuello. Bajó sus manos hasta el límite de la falda de ella. Sin parar un segundo, comenzó a subir las manos por sus piernas… primero las rodillas, luego los muslos… Allí paró, pero no para pedirle permiso, si no para depositar sus manos en las nalgas de ella y, con lentos movimientos circulares, las masajeaba haciéndola sentir pequeñas descargas eléctricas por su espina dorsal.

Involuntariamente, Hermione se movió hacia la izquierda. Draco colocó ambos brazos a cada lado de la cabeza de Hermione, de manera que ella no se pudiera escabullir

- Ah no, tu de aquí no te mueves, pequeña… - gruñó el, con voz amenazadora y reprimiendo la risa - … ¿acaso voy a tener que retenerte como a una gacela asustada que intenta escapar?

Le mordió los labios, provocando que esta soltara un gemido de placer y dolor entremezclados

- Te diré lo que vas a hacer… Quítate el jersey, me pone enfermo ver ese escudo… - ella, obedientemente se lo quitó rápido y lo lanzó al suelo. El soltó una risita y la miró lascivamente - … vaya, ¿así que me ha tocado la dulce y sumisa cachorrita?

Hermione lo miró con evidente enfado. El rubio siempre la había tratado como a una cría. Y ahora la había llamado 'dulce y sumisa cachorrita'. No le gustaba que la tratara como si fuera una fulana cualquiera. Pero, al fin y al cabo, ¿no era así como se estaba comportando? Ella lo había provocado y ahora… ahora… ¿Qué estaba haciendo? Se estaba excitando con el trato que le estaba dando el rubio. Incluso se estaba excitando con el bulto de este contra la parte baja de su vientre…

- Vamos, pequeña, ahora desabróchate la camisa - le ordenó, nuevamente, Malfoy

- ¿Crees que puedes tratarme como a una cualquiera? ¿Crees que te voy a obedecer como una tonta chiquilla? -exclamó la castaña

El rubio se apartó un poco de ella, lo justo para poder remangarse las mangas de la camisa hasta el codo. Luego, se volvió a pegar a ella y colocó nuevamente los brazos a cada lado de la cabeza de ella con un golpe y acercó su cara a la suya hasta que sus narices se tocaban

- ¡He… dicho… que… te quites… la camisa ¡ - exclamó con ímpetu y autoridad el rubio, remarcando cada palabra con una embestida de su bulto contra su sexo o con un golpe de sus manos contra la pared.

- No… no me hagas daño, por favor…

- Cállate. Desabróchate la camisa y cierra la boca

Ella palideció. Una mezcla de miedo y… ¿lujuria?... crecía en su interior. Lo miró a los ojos fijamente… sus ojos color mercurio resplandecían con lascivia. Comenzó a desabrocharse la camisa lentamente. Draco sonrió.

- Si… así me gusta… - se pasó la lengua por los labios - … así… más deprisa. Rápido, no tenemos toda la noche. ¡Rápido! - exclamó el autoritariamente

Hermione terminó de desabrocharse la camisa y dejó a la vista un sujetador liso de color azul eléctrico. Su piel pálida, salpicada de pequeñas pecas y unos senos redondeados y de tamaño medio. Draco la miró relamiéndose interiormente.

Se pegó a ella y le bajó un tirante del sujetador lentamente. Comenzó a besarle y morderle el cuello sin ningun cuidado mientras le chupaba hábilmente. A la vez, con las manos le incitaba tocando y masajeando sus pechos. Ella soltaba pequeños jadeos, pero cuando el comenzó a pasar sus labios y su lengua por el espacio entre sus pechos y con una mano excitándole su intimidad por encima de las bragas, ya húmedas y con la mano libre le cojia del pelo echando hacia detrás la cabeza, ella ya no pudo reprimir sus gritos y sus gemidos.

Entonces, cuando ella ya estaba a punto de unirse al juego de tocamientos e incitaciones, Draco la soltó bruscamente y se separó. Se colocó bien la camisa y, mientras cojia sus cosas, ella le miraba con incredulidad

- ¿Qué… que haces? – preguntó ella, aun sin poder controlar su respiración y recargando su peso contra la puerta

- Irme

- ¿¡¿Qué? - exclamo ella con incredulidad

- Me voy a duchar para limpiarme esto - se señaló el bulto en sus pantalones, ya rebajado y la zona manchada de un líquido blanco - luego me cambiare de ropa y me iré a cenar

- ¿Vas a dejarme así? - Hermione tenia aun las piernas temblorosas

- ¿Qué quieres decir? ¿Así como? - pregunto el con sorna

- Pues…

Draco se acercó a ella

- Mira… nena, pequeña, cachorrita. ¿Cómo prefieres que te llame? - ella lo miró con rabia y el se rió - A mi, personalmente me gusta mas cachorrita. - Le pellizcó el trasero - Bueno, cachorrita pues que resulta que ya te he dicho antes que a mi me gustan las tías entregadas, no forzadas… Y no te he visto demasiado entregada…

- Yo… - murmuró la castaña

Draco se volvió a acercar a ella, consiguiendo que chocara contra uno de los pupitres, le puso las manos en las nalgas y le dijo en voz baja contra sus labios, mientras la miraba fijamente a los ojos:

- Cuando quieras vengarte de ese traidor a la sangre de Weasley por haberse follado a la otra o, simplemente, ya no puedas aguantar mas la curiosidad de saber como es echar un polvo conmigo…ya sabes donde estoy, cachorrita…

Y, dicho esto, se dio media vuelta y se marchó cerrando la puerta tras el con un fuerte golpe.

Hermione se quedó de piedra durante unos minutos. Luego, se abrochó la camisa, se puso el jersey, se arregló un poco el pelo y marchó dirección al Gran Comedor.

No podía creerse lo que acababa de pasar. Primero, le parecía completamente inaudito su comportamiento hacia el rubio, le había provocado… pero, ¿y la reacción de el? Eso si que no lo entendía para nada. El respondió a su provocación. La besó, la tocó, la inticitó, y la excitó… Y a ella le había gustado. Le habían gustado los mordiscos de el, le habían gustado los roces del bulto en los pantalones en su vientre y, mas tarde, en su sexo, le había gustado que el le tocara las nalgas, que se las pellizcara, le había gustado el tacto y la ligera presión que hizo el por encima de sus bragas, le había gustado que la tratara y que le hablara mal… No lo entendía. Ella, que siempre había odiado a Draco Malfoy por encima de todo. Ahora y después de todo lo que había pasado, ella se notaba completamente húmeda y eso le pareció desde pecaminoso hasta inmoral. ¿Estaba mal excitarse con los tocamientos de unos de sus peores enemigos? Estaba segura de que si… Pero, ¿qué podía hacer? En esos momentos, ella no era dueña de su recién descubierto cuerpo.

Mientras Hermione se regodeaba recordando cada caricia, cada palabra obscena del muchacho, este iba camino de su sala común.

Que asco, casi me la tiro ahí mismo. Y es una puta sangre sucia. Es escoria. Es asquerosa. Es sucia. Es… excitante…

Hermione llegó a la planta baja y entró en el Gran Comedor. Estaba lleno, allí estaban todos los alumnos de la escuela cenando y, como entró en ese momento, todas giraron las caras para mirarla. Ella enrojeció y entró buscando a sus amigos para sentarse. La excitación le había abierto el apetito.

- Como has tardado - observó Harry mientras su amiga se sentaba en frente de el, al lado de Ron

- Si bueno es que… no se me ocurría nada para terminar la redacción

- ¿Has venido corriendo? – preguntó Ron

- ¿Cómo? - se extrañó la castaña

- Estás colorada…

- Es que… tengo calor

Sus amigos no dijeron nada, pero Ron alzó una ceja con incredulidad… ¿Calor? ¿A mediados de enero?

Sus amigos siguieron con la conversación, hablaban de los deberes de Pociones. Pero la castaña se desentendió rápidamente de la conversación… Había visto a un chaval rubio sentándose en la mesa de enfrente…

PD: bueno, un Dramione que no se de donde salió… En fin, en cuanto pueda, cuelgo el segundo capitulo porque, aunque en principio deberia ser un one-shot, creo que falta… o que 'culminen' o que Hermione se venge del rubio, ¿no?

Espero que les guste, cuidense y comenten. Blue Chase.