Bella

El verano ha acabado y suena otro día el puto despertador a las 7:00am como siempre. Estiro el brazo sin moverme de la cama para apagarlo pero no llego, resoplo por la pereza de tener que moverme. Me siento, me desperezo y me quedo mirando al suelo un rato. No quiero moverme, quiero quedarme aquí en mi cama siempre, pienso. De vuelta a la mierda de rutina. Me levanto y me visto como puedo para ir al instituto. ¿Instituto? Perdona, quería decir cárcel, que eso es lo que parece. Odio todo en él, incluso la gente. Gente nueva, clases nuevas, curso nuevo y bla bla bla, mierdas. Me miro al espejo y todo lo que veo es a una vaca y no a una persona frente a él. Me miro con asco y me toco la grasa de los costados. Gorda. El médico me dijo que tenía anorexia no muy grave pero no le creí, créanme he visto personas anoréxicas y yo no soy una de ellas. Me pongo mi jersey. Genial, hoy es un día frío y puedo llevar manga larga para poder ocultar mi secreto. Me miro una vez más no con mucha satisfacción y salgo del dormitorio.

-¿Máma?- Grito a la casa.

No hay respuesta. Entro a la cocina y veo una nota de mi madre

Cariño, salgo con Phil hoy, llegaré tarde. Te he dejado comida en la nevera. Ten cuidado. Te quiere, tu madre.

Otro día más sola en casa. Bueno, al menos podré saltarme el desayuno.

Salgo de casa y el viento frío me golpea en la cara y todo lo que siento es satisfacción. Amo el frío. Voy caminando por las calles de Frederick camino al instituto y miraba alrededor y todo el mundo me miraba raro porque ellos iban forrados con capas y capas de ropa y yo solo llevaba mi jersey fino preferido. Amaba el frío y eso la gente no lo entendía. El clima en Frederick es raro, hoy puede hacer mucho frío y mañana un día de playa, por eso me gusta aprovecharlo.

Llego al campus y todo lo que se me viene a la cabeza son esos malos recuerdos del pasado. Se me revuelve el estómago y se me salta una lágrima. Me la limpio. No Bella, eres fuerte, no vas a llorar, cumple tu promesa. Respiro hondo y sigo andando con la cabeza gacha. Nada más entrar al edificio el calor y el mal olor me golpean. ¿Cómo puede haber gente ser la gente tan sucia y no lavarse? Asco.Saco mi horario y miro la clase que me toca. Español en la 22. Genial, amo el español. Ando buscando mi clase y cuando miro a un lado veo al idiota de Mike Newton. Me paro en seco y me quedo mirándolo por un rato. Me cuesta respirar y me apoyo contra la pared. Jadeo. Más malos recuerdos se recopilan en mi memoria. Levanto la cabeza y me está mirando. No logro leer sus ojos porque recupero la compostura y me voy lo más rápido que puedo. No voy a llorar, no voy a llorar. Es pasado, todo ha terminado.

Por fin llego a mi clase correspondiente y como siempre, llego la primera. Me gusta llegar antes que nadie porque así cuando la gente entra no se fija en mi, simplemente el sitio que van a escoger. La campana suena y la Señora Dawson llega y con ella una piara de alumnos y comienza el ruido. Odio esto, yo solo quiero tranquilidad pero aquí con esta panda de idiotas es imposible. La Señora Dawson va como siempre, con un outfit demasiado extravagante. Que mujer, ¿no se le cansará a esta mujer el cuello con ese gran collar de perlas que lleva siempre? Si tiene que pesar más que yo (bueno, eso es imposible), imagino que ya se habrá acostumbrado. Miro a mi alrededor y todos los asientos están ocupados menos el que está a mi vera por supuesto. No conozco a nadie excepto a 5. Dos que solo conozco de vista y las zorras de Kate, Irina y Tanya. Son las típicas zorras pijas malcriadas niñas de papá. Siempre me miraron con desprecio porque no era como ellas pero nunca llegaron a hablarme, ni siquiera para insultarme y para mi eso estaba bien. La Señora Dawson empezó la clase y pegaron a la puerta.

-Adelante.- Dijo ella elegantemente como siempre.

Cuando se abrió la puerta apareció un chico delgado, de ojos verdes, pelo alborotado y muy apuesto. Me sonaba su cara... ¿Cómo se llamaba? Ah sí, Edward Cullen. El popular quaterback Edward Cullen. El típico chico popular por el que todas las chicas mojan sus bragas o como los chicos quieren ser. Absurdo. Para mi siempre me fue indiferente, como todo lo demás.

-Buenos días Señora Dawson.- Responde él educado pero con tono vacilón.

Mientras está entrando la Señora Dawson asiente pero no replica su tono porque sabe que él es así. Genial, ahora él se tendrá que sentar al lado mía. Ugh, fuck it. Ni siquiera mira el resto de la clase, simplemente vio el asiento de al lado mía vacío y se sentó. Fue raro, cuando alguien llega tarde el asiento a mi vera siempre es el que está disponible y todas las personas siempre miran alrededor de la clase por si hay alguna alternativa pero ven que no y sin más remedio se tienen que sentar. Pero él no, simplemente el primero que vio. Miré a Tanya y vi cómo se lo comía con la mirada. La famosa animadora y el famoso quaterback destinados a estar juntos está claro. Me enteré que salían desde hace un mes pero él ni si quiera la miró. La Señora Dawson retomó la clase. Él sacó sus cosas y se colocó bien para atender pero no miraba la pizarra, miraba mis manos que estaban encima de la mesa. ¿Qué le sucede? Deja de mirarme las manos.En mi interior estoy gritando pero no hablo.

-Bonitas manos.- Dice de repente susurrando.

Abro los ojos un poco soprendida e intento disimularlo todo lo que puedo.

-Hmmmm, ¿gracias?- Respondo indiferente.

Él sige mirándome las manos y me estoy sintiendo un poco incómoda. Parece embelesado. Es temprano, seguirá dormido. Para rematar, la Señora Dawson nos manda una actividad para hacer en clase y hay que hacerla en parejas. Genial. Al menos solo eran unas pocas frases y había que pasarlas a pasiva, fácil. A él parecía costarle.

-¿No sabes hacerlo?- Pregunté ocultando mi diversión.

-Nunca se me dio bien el español.- Se encogió de hombros.

Se lo expliqué lo más claro que pude y parece que lo entendió porque ya lo hacía todo del tirón.

-Gracias.- Me regaló una sonrisa daleada.

Puse una pequeña sonrisa y asentí. La campana por fin sonó. Recogí mis cosas y cuando salí por la puerta él se unió a mi y se ofreció a acompañarme a mi siguiente clase.

-¿Cómo te llamas?- Parecía... ¿Intrigado?

-Bella, Bella Swan.

-¿Bella Swan? Bueno, no me suena. Creo que es la primera vez que te veo por aquí. Bueno, tú debes conocerme a mí claro, soy Edward Cullen.- Engreído, genial.

-¿Edward Cullen? Ah sí, alguna vez he escuchado tu nombre.

-¿Sólo eso?

-Sí.- ¿Que más cojones esperabas?

-Ah... Cambiando de tema, ¿cuánto tiempo llevas en este instituto?

-Desde siempre.- ¿Enserio no me conocía después de lo que pasó el curso pasado? Creo que él es el único que no lo sabe y automáticamente a pesar de su gran ego, me cae bien. Ahora me siento más cómoda hablando con él.

-Que raro que nunca te haya visto... Bueno, la campana ya ha sonado y me tengo que ir. Hablamos luego.- Se aleja corriendo y me despide con una mano.

Ya llega la hora del almuerzo y es un gusto sentarme siempre sola y así poder tirar luego toda la comida y no tener gente preguntándome que por qué no como. Porque estoy gorda, ¿te parece eso razonable? Ugh, la gente a veces es tan estúpida. Llega la hora de irse a casa. Tiro la comida y salgo por la puerta cuando me encuentro a Mike Newton. Me paro en seco y él se acerca a mi y me mira.

-Lo siento.- Susurra y se va.

Me quedo un poco petrificada pero me recompongo y sigo mi camino.

Por fin casa, día uno superado. Voy a abrir la puerta principal cuando me fijo que es frente de la casa de mi vecino hay un camión de mudanzas. ¿El Señor Newman se ha mudado? Pena, era buena gente aunque no lo echaré de menos. Intenté abrir la puerta de casa lo más rápido posible porque pasaba de saludar a los nuevos vecinos pero un apuesto rubio hombre salió y me vio. Mierda. Ya solo por educación tuve que sonreír y acercarme a saludar.

-Buenas, bienvenido. Soy Bella Swan y supongo que soy su nueva vecina.- Puse mi mejor falsa sonrisa.

-Buenas tardes Bella. Yo soy Carlisle Cullen. Encantado de conocerte.- Me estrecha la mano.

-¡Hijo!- Grita de repente.

Un muchacho se acerca y me quedó de piedra cuando veo quien es.

-Bella, este es mi hijo Edward.

-Creo que ya nos conocemos.- Dice él y me regala otra sonrisa daleada.