¡Saludos! Esta vez les traigo un fan fic muy cortito. Será de dos, quizá tres capítulos.
Básicamente es de temática "años más tarde"... Porque todos nos preguntamos ¿y los niños de la siguiente generación?
Espero sea de su agrado n n
Todos los personajes originales de FMA son propiedad de Hiromu Arakawa.
"Time goes by"
Capítulo I: Consejos
Un largo suspiro rompió con la quietud que se cernía en la habitación, iluminada por los rayos del sol, los cuales lograban hacer danzar el polvo acumulado en un rectángulo de luz.
Era un día tranquilo y agradable, con la misma brisa que acariciaba los enormes campos del pueblo, trayendo consigo las risas de los niños que jugaban cerca de la cascada. Sí, era tan sólo otro día común y corriente...al que le faltaba algo.
Abrumado ante tal pensamiento, el muchacho golpeó suavemente su cabeza contra el alfeizar de la ventana, dejando escapar otro letárgico suspiro, justo al momento en que una persona ingresaba a la habitación, tras haber tocado con los nudillos.
-La comida estará lista pronto-anunció la nueva presencia, sin obtener respuesta.- Es tu favorita: estofado.-añadió con una sonrisa.
-De acuerdo, bajaré en un momento.-contestó el chico, con voz apagada.
-¿Qué pasa? ¿No eras tú el que quería comer estofado desde hacía días?
-No es eso, amo el estofado, es solo que…
-Vaya, un problema-dedujo la otra persona ante su silencio- Pues luce bastante grande, como para ponerte en ese estado-añadió, cerrando la puerta tras de sí y luego aproximándose hasta él. Acto seguido, se sentó sobre la cama, quedando a su lado y esperó; nuevamente no recibió respuesta, por lo que se vio obligada a darle un leve empujón al chico.- ¿Quieres hablar de ello?
-No. Te reirás de mí...
-¡Hey! ¿De verdad crees que me reiría de los problemas que afronta mi hijo? ¿Por quién me tomas?-se indignó el hombre que estaba sentado sobre el colchón. Ante esto, el muchacho lanzó una suave carcajada y le devolvió aquél empujoncito sin dejar de sonreír.
-Relájate, papá, sólo bromeaba. Sabes que me encanta hacerte enfadar.
-De hecho creo que es de familia: tu madre y tu tío adoraban hacerme lo mismo, y aún lo hacen-se lamentó el otro, poniendo los ojos en blanco.
-Sí, eso lo hace aún más genial.
-¡Como sea!... Entonces, ¿me contarás lo que te sucede o no?-insistió el adulto, cuyo cabello se hallaba recogido en una coleta baja. La luz del día se reflejaba en el cristal de sus anteojos.
-De acuerdo, pero no te rías ¿eh?-advirtió el menor, recibiendo una mirada amenazadora de su padre.- ¡Está bien! Lo que pasa es que...hay una chica...
-¡Ajá! ¡Lo sabía!-exclamó su interlocutor, sonriente.- ¿Cómo se llama?
-Janine...
-¿Y de dónde la conoces?
-Heheh... he ahí el problema... ¿Recuerdas nuestra última visita a Central? ¿Cuando Elysia nos invitó a su titulación como doctora?
-Sí, fue una agradable celebración.
-Bueno, al día siguiente, como no había nada por hacer, salí a dar un paseo. No iba hacia un destino en particular, sólo quería caminar un rato-explicó el muchacho, repentinamente emocionado.- Cuando me di cuenta, había llegado al parque y noté que mucha gente se estaba reuniendo en un sólo lugar. Me figuré que se trataba de un festival o algo por el estilo y, curioso, me acerqué. Oh, papá...fue ahí cuando la vi: tenía un elegante vestido azul marino, que hacía juego con sus ojos; su largo cabello caía suelto entre los pliegues de la ropa y sus delicadas manos estaban tocando una pieza para violín. ¡Era tan hermosa, acompañada de esa música tan celestial...!
-Urey, Urey-advirtió su padre, nervioso al notar que el joven comenzaba a flotar hacia el techo- Concéntrate: ¿qué pasó después?
-¿Eh? Ah, sí, claro... Me quedé ahí hasta que el recital acabó. Luego me acerqué hasta ella. Aparentemente sólo iba acompañada de unos amigos y de un hombre robusto; esperé a que esos amigos se alejaran y me aproximé más. Al estar frente a frente, no supe muy bien qué decir, excepto felicitarle por lo maravilloso que tocaba el violín. Sin esperármelo, ambos iniciamos una agradable conversación que, no obstante, fue bastante corta debido a que el sujeto que la acompañaba le dijo que ya era tiempo de irse. Rápidamente intercambiamos nuestros nombres y yo le pedí su número; en estas últimas semanas nos hemos estado hablando. Además de bella, es inteligente, graciosa y amable. ¡Puedo imaginarla a través del teléfono, papá! ¡Ese angelical rostro, y esos labios tan divinos que sólo muestran una sonrisa resplandeciente...!
-Urey...-volvió a advertir su progenitor, deteniendo la "ascensión" por un hombro.
-Ejem, sí, perdona. Amh…sí, esa es la historia en realidad.
-¿Entonces? Sigo sin ver cuál es el problema.-se extrañó el hombre.
-El problema es que ella vive en Central y yo aquí en Reesembol. El problema es que para ella, sólo soy un amigo que conoció en el parque. El problema, papá, es que estoy enamorado de esa chica.-se lamentó el llamado Urey, azotando la cabeza contra el alfeizar varias veces, fingiendo sollozar.
-¡Hey! ¡Calma, no quiero que acabes en el hospital con el cráneo roto!-se alarmó su padre, levantándose para sujetarlo completamente. Una vez que el chico se tranquilizó, volvió a sentarse sobre la cama y suspiró quedamente, aliviado de haberlo detenido a tiempo.
-¿Qué puedo hacer? Odiaría que en su próxima llamada me dijera que ha conocido a un joven alto, fornido y atractivo.
El adulto lo miró fijamente. Al instante, un recuerdo asaltó su mente, lo que no hizo sino incomodarle. ¿Cómo se supone que iba a responder esa pregunta si él mismo tuvo problemas para confesar sus sentimientos años atrás? Tal vez debería sugerirle que le preguntara a su madre… No. Él podía hacerlo, tenía que hacerlo, su hijo le había pedido consejo a él ¡y él tenía que responder!
-Ah, Urey. Yo mismo no soy muy bueno en estas cosas, pero lo que sí puedo decirte, acorde a mi experiencia…amh…es que una mujer adora sentirse querida y respetada, pero jamás estará dispuesta a confesar lo que siente, hasta no ver que el hombre da indicios de que también gusta de ella.
-Pero... Yo no sé si Janine siente algo por mí.-replicó el menor, bajando la mirada.
-Precisamente: eso no lo sabrás hasta que no des muestras de tu amor.
-¿Y cómo hago eso? ¿Tú qué hiciste con mi madre?
-La protegí, estuve con y para ella cuando más me necesitó.-dijo el adulto, orgulloso.
-¿Y funcionó? ¿Qué pasó después?
-¡Hum! ¡Eso no lo necesitas saber! Sólo funcionó y ya.-le reprochó el otro, repentinamente ruborizado.
-¿Tan privado es?-aventuró Urey con una sonrisa traviesa.
-No… ¡vergonzoso!-pensó el otro, antes de darle un golpe en la cabeza al menor.
-De acuerdo, prosigue...
-Lo que quiero decirte, hijo, es que tú debes demostrarle lo que estás dispuesto a hacer por ella. Demostrarle, que sólo estás ahí para hacerla feliz.
-¡Bien! ¡Entonces tomaré el próximo tren a Central ahora mismo!-concluyó el muchacho, levantándose de su taburete y lanzando estrellas de triunfo.
-Emh...No era eso exactamente lo que tenía en mente, pero no es tan mala idea-comentó el mayor, haciendo un ademán. Acto seguido, colocó una mano en el hombro de su hijo.- Sólo te pido que nos avises a tu madre y a mí en cuanto te vayas y en cuanto llegues ¿de acuerdo?
-Puedes contar con ello-afirmó Urey, para después darle un pequeño abrazo- Muchas gracias por tus consejos, papá.
-No hay de qué, no hay de qué.
-Y si ustedes dos ya terminaron con su conversación, pueden pasar a sentarse a la mesa-interrumpió una voz femenina. Cuando ambos voltearon, descubrieron a una chica de cabellos rubios, largos hasta los hombros, que vestía un short de mezclilla y una blusa negra, recargada en el marco de la puerta.- La comida está lista desde hace media hora.
-¡Trisha! ¿Hace cuánto estás ahí?-le interrogó Urey, ruborizándose.
-Descuida, hermano, sólo escuché que tomarás un tren a Central "ahora mismo"-replicó la mencionada, sonriendo con malicia.- ¿Verás a tu amada?
-Pues la verdad es que sí. ¿Tienes algún problema con ello?
-No, puedes ir con ella. Así podré quedarme para siempre con los nuevos artefactos que diseñaste y experimentar con ellos...
-¿¡Volviste a llevarte mis androides!-le espetó el muchacho, yendo hacia ella, pero antes de poder gritarle nuevamente, la chica le mostró la palma de su mano, que tenía unos cupones de descuento.
-Toma, son para ti-dijo Trisha, levemente nerviosa ante la ira de su hermano, la cual, se vio aplacada en cuanto vio aquellos papelitos dorados.
-¡Hmm! De acuerdo, me quedaré con éstos y tú con mis androides, pero sólo si me prometes que no los descompondrás como la última vez.-condicionó Urey, cuyos ojos brillaban ante la visión de nuevas herramientas mecánicas que adornarían su cuarto.
-Trato hecho, hermanito…-musitó la rubia, haciendo un ademán de triunfo.
-¿Dónde he visto esa escena?-pensó el hombre de anteojos, sudando una gota.
-Bien, los esperamos abajo. Si le vas a dar más consejos, Edward, no te demores mucho.-pidió la chica, agitando su mano con desinterés.
-Es "papá", Trisha.
-Sí, como sea... ¡Dense prisa! ¡Muero de hambre!-se quejó la mencionada, saliendo del cuarto.
-Todavía no entiendo el porqué se rehúsa a llamarme "papá"-se lamentó Ed, dejando caer la cabeza.
-Tal vez porque aún no te perdona el que le hayas destruido toda su investigación.-recordó Urey.
-Lo hice para protegerla. Ése es un tema muy peligroso en el que no debería meterse.
-Sí, lo entiendo, pero ponte en su lugar: recuerda que era un proyecto grande que le llevó cuatro años conseguirlo y perderlo de un día para otro... Es digno de molestarse.
-Ya pasó un año desde eso, ¿que no puede comprenderlo y perdonarme?
-Me temo que sólo lo comprende, papá. Aunque estoy seguro de que te perdonará. Quizás no ahora, quizás no mañana, pero lo hará. Conozco a mi hermana: es muy orgullosa, no cederá tan fácilmente aunque sepa que te debe muchas cosas puesto que tú la ayudaste en gran parte de esa investigación.-reflexionó el joven rubio. Ahora a él le tocó colocarle una mano en el hombro.- Sólo dale tiempo.
-No cabe duda: tienes mi apariencia cuando tenía tu edad, pero heredaste el carácter de tu madre.-comentó el adulto, sonriendo con ironía. Urey le correspondió el gesto.
-Supongo que sí...
Cuando ambos se dispusieron a salir del cuarto, escucharon la puerta abrirse, seguido de dos nuevas voces que llamaban a la tía Winry sin cesar.
-Deben ser los gemelos Jun y Shang.-dijo Edward. Enseguida, su suposición se comprobó cuando padre e hijo estuvieron frente a las escaleras, aún sin bajar.
-¡Hola, Trisha!-saludó la voz de un niño, en el piso de abajo.
-Hola, Shang...
-¿Cómo estás?-preguntó otra voz, esta vez, femenina.
-Bien como siempre, Jun ¿y ustedes?
-¡Súper!-respondieron al unísono ambos personajes.
-Entonces tú estás bien ¿verdad?-inquirió la voz de Jun.
-Así es.-respondió la hija de Ed.
-¿Todo en orden con nuestros tíos y primo?-preguntó Shang.
-Podría decirse que sí...
-¿Y cómo van tus pechos?-preguntaron ambos de pronto, alegremente pero con cierta malicia. Un súbito y lúgubre silencio se hizo presente por unos segundos; Edward y Urey se miraron, antes de taparse los oídos.
-¿¡A QUIÉN LE DICEN TAN PLANA QUE PODRÍA CONFUNDIRSE CON LA PARED DE UNA CASA! ¡PAGARÁN POR ESO, ENGENDROS DEL MAL!
-¿Sabes algo, papá?-comenzó Urey, "sobando" su oído herido con el dedo índice.- Yo podré tener tu apariencia y el carácter de mi madre...pero Trisha tiene su apariencia y TU carácter.
Ed se limitó a soltar una risita nerviosa.
