- ¡Isabella Swan, vas a llegar tarde el primer día y vas a dejar a esta familia en evidencia!

- Sí, madre…

Esta es la historia de mi vida. Me llamo Isabella Swan, tengo 18 años y hoy empiezo la universidad. Vengo de una familia adinerada de Seattle, y lo único que les importa a mis padres es causar buena impresión. Nunca he sido querida en esta familia ya que ellos no querían tener hijos, pero pensaron que teniéndome a mí podrían conseguir más socios para mi padre, al ver que era un hombre de familia.

Soy hija única, vivo en una mansión en Bellevue con vistas al lago Washington. Vivo con mis padres, el mayordomo, el ama de llaves y el chófer. Tengo la sensación de que ellos son los únicos que me quieren…

- ¡Isabella!

- Ya va, madre.

- Date prisa mujer, la gente va a creer que te hemos educado mal –ese es mi padre, siempre pendiente de qué pensarán los demás-.

- Bueno, me voy. Supongo que nos veremos el fin de semana –"gracias a Dios durante la semana me quedaré en un piso que tenemos en el centro de Seattle, así que podré estar sola, sin escuchar reproches de nadie"-.

Salgo por la puerta yéndome hacia el garaje, solo con la impresión de mi coche las únicas personas que se acercarán a mí será por interés… Me obligan a conducir un Porsche, para dar imagen de mi status.

- Buena suerte mi niña. Disfruta de esta época de tu vida. Llámame por la noche y cuéntame qué tal te ha ido.- me dice Marie, el ama de llaves.

- Muchas gracias Marie. Te llamaré en cuanto llegue a casa. Te quiero.

- Yo también te quiero mi niña.- me da uno de esos abrazos que solamente ella me da.

En cuanto llego a la universidad noto como la gente me mira. Odio que hagan eso, no me gusta ser el centro de atención…solamente quiero conocer a gente que me aprecie por cómo soy, no por quién soy.

- Vaya cochazo, muñeca. Soy Mike Newton, si quieres que te de un tour por la universidad, no dudes en pedírmelo. –qué repugnancia cuando me guiña el ojo-.

Me alejo sin decir nada. No puedo evitar observar a un grupo de chicos que me miran atentamente, susurrando por lo bajo. Uno de ellos es alto, con el pelo rubio y rizado. A su lado está una chica bajita, con cara de duende y el pelo negro puntiagudo. Está sentada junto a otra chica, está rubia y esbelta, la típica chica modelo envidia de muchas, yo incluida. A su lado hay un chico grandullón, con el pelo negro. Cuando ve que les estoy mirando, sonríe y se le forman unos hoyuelos en las mejillas. Y por último, el chico más hermoso que haya visto nunca: es alto, pálido, y con el pelo color bronce y alborotado. Pero su cara…me mira como si le causara repugnancia.

No me detengo a pensar más en ellos, y me alejo hacía mi clase.

A primera hora me toca Historia del Derecho. Sí, voy a estudiar derecho, por propia voluntad, me costó per conseguí que me dejaran estudiar. Eso sí, si suspendo alguna tengo que cambiarme de carrera y hacer empresariales.

Cuando llego a mi clase me siento en un banco al final del aula. La gente va entrando, y por suerte nadie se fija en mí. Veo como la chica con cara de duende entra en clase. Se me queda mirando, sonríe y se sienta a mi lado.

- Hola, soy Alice.

- Hola, yo soy Isabella, pero prefiero que me llamen Bella.

- Encantada Bella, tengo la sensación de que vamos a ser muy buenas amigas.