Nota de la autora: No recibo cuentas de psicólogos después.
-Repíteme por qué te tengo que acompañar a ordenar las cosas de tu sobrina Sirius.-Le preguntó un hombre ordenado y bien vestido que estaba sentado en el asiento del copiloto. A pesar de ser joven tenía prematuras canas y se veía serio. Por el contrario de su compañero, el cual llevaba vaqueros y una camisa de buen corte, pero con unas formas algo estrafalaria.
-Por que mi querido Moony, ella es mi sobrina favorita y es muy desordenada. Ahora que mi esposa e hijas decidieran ir a ver a sus parientes a Italia no me queda más que ordenarlas yo.
-Por Dios Canuto, ¿Qué edad tiene?
-23… pero es como una niña. Además así no se siente tan sola.-Le dijo sonriendo. Era su sobrina favorita, hija de su prima Andrómeda, pero ambas llevaban peleadas desde que ella se fue a estudiar arte. Y tenía talento en lo que hacía si hasta él lo reconocía, una de las pinturas de su casa era de ella, se la había regalado Sirius para su último cumpleaños.
-No es una niña, además ¿Qué pasa si te encuentra allí?, creo recordar que dijiste que ella te dijo expresamente que no fueras a su apartamento, para que no veas tu regalo de cumpleaños.
-Sí lo sé, pero no te preocupes el desván donde vive se divide en tres partes divididas en paneles pintados por ella. Es muy acogedor, exceptuando por el desorden.
-Un desván… qué acogedor.-Se le vino la imagen de su hermosa casa blanca a la salida de la ciudad y de lo solitaria que se veía cuando entraba en ella, no existía nadie excepto él y su perro Marchall. Estaba seguro de que él desván sería mil veces más acogedor, por lo menos si había desorden se notaría que habían habitantes.
-Relájate Moony, es solo ordenar y llenarle el refrigerador, normalmente se olvida de comer cuando pinta y el resto del tiempo pasa casi sin dinero por que debe pagar la academia y como sus padres no la apoyan trabaja vendiendo sus cuadros. Lamentablemente como no se presenta con su apellido real es poco probable que la tomen en cuenta. Y tampoco permite que le ayude con la academia, decide arreglárselas sola.
-Llegamos.-Moony vio un destartalado y viejo edificio, que en sus tiempos debió haber sido una hermosa y enorme casa, ahora decrépita.
-¿Vive aquí?-Le preguntó intrigado, aunque parecía entender el porqué Sirius se preocupaba tanto, el barrio era peligroso.
-Sí. Y ese es su desván.-Le dijo mientras señalaba una pequeña corrida de ventanas pequeñas.
Subieron las escaleras, en realidad nadie se preocupó de que llegara gente no conocida al edificio. En una de las habitaciones olía fuertemente a alcohol y a algo más ¿Droga?.
Medio mundo. Sirius estaba serio, conocía esa faceta suya, aunque aparecía poco, era de extrema protección hacia alguien o algo que le importara mucho. ¡Por qué no le habrá pedido a Lili que le acompañara!, ella era mejor en eso. Pero también recordó que no se llevaba bien con la chica, al parecer la consideraba algo "diferente", aunque no sabía que significaba eso.
Cuando Sirius abrió la puerta vio una pequeña habitación con cocina, comedor y salón a la vez. Era pequeño y en los muebles se encontraban tirados libros de arte y literatura variada. Mientras que en el piso habían un par de zapatos y un vaso de leche y galletitas a medio consumir. Era un desorden. En un sillón grande se encontraba una mantita desordenada de patchwork muy colorida que casi caía al suelo. Era como se imaginaba la habitación de un artista.
Sirius le pasó la bolsa con comida para que la guardara y que botara del refrigerador lo que se estuviera pudriendo, ya que a ella se le olvidaban esas cosas cuando pintaba y por el olor a trementina se notaba que había estado pintando hace poco.
Cuando hubo limpiado la cocina-comedor-salita, pasaron a limpiar la habitación de ella. Según Sirius la única parte de la casa que ella mantenía en orden era su taller y el baño, el resto no. A Remus le llamó la atención la pieza, la cama era pequeña y colindaba con el baño. Había ropa botada por todos lados y más libros. El quipo de música estaba encendido y la ventana abierta de par en par. La cama no estaba hecha y había un cuaderno en la cama, que Sirius cerró rápidamente sin leerlo.
-Su diario de vida. No me gusta pasar a levar su privacidad. Recogía su ropa mientras le contaba más sobre su sobrina, mientras que él hacía la cama. Sintió el aroma suave de un perfume de mujer. Era sutil, casi infantil, pero a la vez sensual.
Cuando estaban listos sintieron abrir la puerta, se oían risas de una mujer y de un hombre,
Sirius lo arrastró hacia el armario y le hizo una seña de silencio. La chica al ver la casa ordenada maldijo en voz alta.
-Mi tío ordenó, lo mato si vio su regalo.-Luego se rió el hombre la había tomado por la cintura y le agarró de las nalgas atrayéndola más a él.
-¿Segura que no está?
-No, ya se fue… dijo mientras miraba alrededor. Desde el closet entreabierto Remus podía ver poco de la imagen, pero cuando se acercaron al sofá pudo observar con toda claridad la situación.
Era una muchacha joven muy bonita con el pelo rizado y de un fuerte tono rosado. Se estaba besando con el que debía ser su novio. Vio a Sirius lívido de rabia, con los labios apretados.
La oyó gemir ante las caricias de su pareja y volver a besarle cada vez más cercanos. Sentía que el ambiente lo estaba calentando demasiado. Era tan sexy, pero a la vez tan incómodo no sólo por que estaba mirando como ella estaba haciendo el amor con otro, sino por los celos animales que no lograba dominar. Seguía mirando sus suaves movimientos, seduciendo, atrayendo, y el hombre sonreía al verla moverse, era como una felina, sus movimientos eran controlados, sensuales.
Dios se estaba sacando la ropa, o mejor dicho se estaban sacando la ropa. Ella le quitaba la playera, mientras que él le quitaba cada uno de los botones con los dientes. Cuando la tuvo sin la mini blusa que llevaba la tomó en brazos y la puso bajo él, ella pasaba una de sus piernas sobre las caderas de él y le recorría la espalda con las manos, lo besó mientras le acercaba más y las manos de él le quitaban el sostén dejando libre un hermoso par de senos, estaba extasiado mirando a la niña, se había olvidado de Canuto, que estaba al lado suyo pero en realidad no se acordaría él hasta mucho después.
El espectáculo era demasiado fantástico como para perdérselo. La estaba tocando, besando y mordiendo, suave, haciéndola gemir más alto. Ella bajó sus manos hacia el cinturón de él y lo retiró con un movimiento, la "niña" sabía bien lo que hacía. Los oyó reírse cuando él jugaba con sus senos con una mano y con su boca, tomando los pezones rosados, y con la otra le quitaba la minifalda con ayuda de sus piernas. Ella levantó las caderas haciendo que él gimiera muy fuerte estaba en pantaletas y al parecer se sentía en desventajas, ya que con ayuda de sus manos y después de sus piernas le quitó el pantalón. Ella cambió de posición y se sentó sobre él con una suave sonrisa que buscaba (y lo lograba) seducir. Bajó su cuerpo y se arqueó hasta llegar a su boca besándolo, el la había tomado de las caderas y bajado por sus muslos.
Como deseaba estar allí, en vez de ese closet. Era morbosidad en estado puro y poco le importaba la rabia de su acompañante.
Ella bajó su cuerpo aumentando el roce de sus cuerpos húmedos, después pasó un dedo suave marcando el pecho de su amante y después besó cada parte de su pecho mientras el la incitaba con sus manos a continuar el roce de sus cuerpos. Estaban gimiendo bastante alto. ¿Cómo es que a nadie en el edificio le molestaba?. La vio jugar con su ombligo y reírse ante la risa de su compañera, a la cual le estaba quitando la ropa interior, ella se levantó y se la quitó despacio, sexy. El hizo lo mismo, y después se sentó, le hizo una seña y ella se arrodilló ante ella, ay no por favor eso no lo quería ver. Era mucho para cualquiera. Ella le estaba haciendo sexo oral al tipo, y este estaba de verdad disfrutándolo se le notaba. Definitivo, no era una niña, ni nada similar. Él la tomó y la subió suavemente al sofá y la puso bajo él con un movimiento rápido, pero suave. Y ella abrió las piernas ante el contacto, podía ver su cuerpo a su antojo, ya que su amante también la contemplaba extasiado. Luego cuando él la penetró, la danza se fue haciendo cada vez más caliente, húmeda, sin embargo él vio algo que no había visto antes, o que no había notado, ella estaba como ida, ya que sus ojos aunque velados por el placer no mostraban amor alguno. Ambos terminaron con un gemido suave, él antes que ella, y ella se quedó quieta bajo él. Cuando él se levantó la besó en los labios y se vistió. Ella tomó su mantita, era tierno, a él le dieron unas ganas de reírse. Esa era la niña que veía Sirius. El se retiró de la habitación mientras le decía algo al oído.
Cuando él se retiró ella dejó de lado la sonrisa y se recostó en el sofá, maldijo en voz baja y prendió el calefón para darse una ducha. Cuando entró a ducharse, menos mal que sólo tomó la bata, por que o si no los habría visto. Reclamaba con si misma.
-Lo que una hace por mantener esta estúpida beca. Si yo pinto bien… Odio esto. Se fue a duchar.
Sirius salió pálido del armario y lo agarró del cuello, salieron en silencio y no hablaron hasta estar en el auto. Remus vio a su amigo furioso. Cuando llevaban 10 minutos de viaje y ya estaban bastante lejos (Sirius había manejado muy rápido) bajó del auto y le pegó una patada al primer árbol que encontró.
-Maldita sea Remus, se está acostando para mantener la puta beca. Y yo no puedo hacer nada, por que si le digo algo se va a ir también de mi lado y se va a quedar sola.
Remus lo miró con pena, sentía la frustración de su amigo. Aunque aún no se reponía de la hermosa visión de ella desnuda.
-Sé como la mirabas Remus. No te hagas el idiota. Pero te voy a dejar una cosa clara aunque seas uno de mis mejores amigos, te acuestas con ella por diversión y te castro.-Le dijo con molestia poco contenida.
Remus pensó su respuesta con calma.
-No me voy ir a acostar con tu sobrina Sirius. No te voy a negar que es linda.-Se calló al ver la mirada de Sirius, pero continuó-Pero no lo voy a hacer, no sólo por respeto a ti, sino a ella. Lo último que necesita es que la usen de juguete por un par de noches.
-Gracias Moony, perdóname, es que estoy frustrado, aunque tal vez tú serías el que debería conquistarla y casarte con ella.
¿Qué dijo el idiota de canuto?
-A ver Sirius bájate de la moto, es menor, es rara y yo NUNCA me voy a casar.
Se subieron al auto en silencio.
