-I-
Feliz, feliz cumpleaños
Itachi Uchiha, ex heredero de su clan, genio entre prodigios, leyenda viviente, el maestro de los secretos del Sharingan y, más recientemente, Godaime Hokage, podía decir con total seguridad que nunca había entendido qué tenía tan interesante eso de las relaciones románticas. Ni siquiera le había dedicado mucho tiempo al asunto, debatiendo casi como si de la cena se tratase si esa falta de interés en las mujeres era porque le atraían más los hombres o si simplemente tanto talento había cobrado su precio en ese aspecto
Hasta ese día
(Al menos Itachi asumía que el cosquilleo en el estomago, la curiosidad repentina e incesante por la anatomía ajena y la constante invasión en sus pensamientos se trataba de un enamoramiento. En caso contrario estaría perdiendo la cabeza y no se podía permitir volverse loco siendo Hokage, sería muy irresponsable por su parte)
Desde luego su apatía romántica no se debía a una falta de ofertas. De hecho, Itachi contaba con tres bases oficiales de fans, sin contar con TodoUchihas, fanaticas obsesionadas con todo miembro medianamente atractivo de su clan. Dichas bases eran Las Comadrejas, sus seguidoras más fieles y persistentes (Emi, su líder, le acosaba desde la tierna edad de los cinco años. Ella, en aquel entonces, tenía once. Las cosas habían cambiado poco desde entonces.); Donde caben dos caben tres, que consistía en parejas abiertas a admitir a su Hokage más querido en su relación (Que estaba desgraciadamente liderada por Izumo y Kotetsu, la pareja normalmente asignada a guardar la puerta de la Aldea que afirmaba que, como ya estaban acostumbrados a esperar de todas formas, esperarían por él.) y Notice me, Kage-senpai, que era la primera base de fans en volverse internacional en el mundo ninja (tras conocer a su líder, 'La Encantadora Aiko', Itachi había decidido que el celibato no sonaba tan mal. No era todos los días cuando un hombre de casi dos metros como sólo los producían en Kumo que, sí, ahora era una mujer, muchas gracias, te pedía que le dieras un hijo. 'Kya, kya, todo por mi Ita-kun, kya kya') Pensándolo mejor, tal vez fuera precisamente el desproporcionado interés que parecía tener sexualmente lo que le repelía tanto.
Lo cual nos llevaba a nuestro problema actual. Al Godaime Hokage le gustaba alguien, una chica. Pero a Uchiha Itachi no le gustaba nadie en ese sentido, había llegado a los 23 años sin sentir esa clase de atracción, lo que venía a significar que no había pasado por ese tortuoso proceso llamado adolescencia y sus desbocadas hormonas. No que Itachi hubiera pasado de los 11 años a los 20 literalmente pero, en esa clase de cosas, bien podría haberlo hecho. No tenía ni la más remota idea de qué hacer o dónde meterse cada vez que la veía o pensaba en ella.
(¿Dónde ponía las manos? ¿Siempre habían estado a sus lados, así, colgando de forma tan poco elegante? No podía decirle nada con esos brazos, sería horrible. Seguro que se qudaba mirando a sus estúpidos brazos muertos y era incapaz de escuchar nada de lo que decía con el horror de un Hokage con manos inservibles. ¿Tal vez si los moviera? Pero que hacía, ¿los cruzaba, delante o detrás? Juntaba las manos, las separaba, las ocultaba en sus bolsillos-oh, por Dios. Itachi sabía que estaba siendo ridículo. La vida ninja no dejaba tener unas manos muy atractivas y entre los callos del tanto, las shurikens, las pequeñas y múltiples cicatrices y esa horrible deformación que le había salido a su dedo indice tras tener que hacer tanto papeleo...definitivamente lo mejor era ocultarlas para que no las viera. Nunca.)
Había empezado tan inocentemente, además. Con el reporte de una misión. Ni siquiera era una misión de una alto rango, era una mera clase B con tan poca urgencia que hasta había dejado a sus subordinados descansar un día antes de ir a verle. Cuando la kunoichi del grupo pidió hablar con él a solas. en un principio, automaticamente asumió que se trataba de una confesión, cosa terminantemente prohibida (El asunto había sido tan frecuente que la primera ley que incorporó Itachi a su Aldea como Hokage fue la prohibición de declaraciones amorosas a tu dictador militar en horas de trabajo. Sólo esperaba que nadie le recordara como el Hokage acosado) Pero esa kunoichi en cuestión pertenecía al tristemente escaso grupo de kunoichi mentalmente sanas, así que la otorgó el beneficio de la duda.
(Itachi se arrepentía de haberlo hecho. Siendo un shinobi consciente de que los arrepentimientos eran el camino más corto a su tumba en su campo de trabajo, era decir mucho. Hablando de decir, ¿cómo se empezaba una conversación? Itachi era incapaz de recordarlo. Sabía que lo había tenodo que hacer en algún momento de su vida, tenía 23 años después de todo, pero jamás se había detenido a pensar en las formas. ¿La tendría que saludar y dar las cortesías habituales? ¿Ir directamente al grano? ¿Esperar su respuesta impaciente y seguirla la corriente? ¿Hacer preguntas personales? Itachi no podía hacer preguntas personales a sus shinobis así como así, era su jefe y...Dios, nunca antes había pensado que socializar fuera tan complicado, ¿como es que no había caído en ello antes? Vamos, como para creer que le llamaban genio precisamente a él...)
-A-ano-Comenzó diciendo, con vergüenza coloreando sus mejillas de rojo. Itachi no pudo evitar entrecerrar los ojos, no podía mandar a la princesa Hyuga así como así a la cárcel, los Hyuga le montarían un escándalo desproporcionado. Sólo pensandolo le daba una migraña increíble que no necesitaba. Hinata no podía si quiera mirarle a los ojos de su nerviosismo. -S-sé que es poco profesional de mi parte pero... -Itachi se tuvo que recordar a si mismo que, a pesar de las apariencias, Hyuga Hinata era una jounin de la hoja especializada en la búsqueda y asesinato de los ninjas más peligrosos para la Aldea y cuya mejor arma era, de hecho, su timidez. La subestimación era la mejor amiga de una kunoichi, después de todo. A pesar de la lógica, seguía teniendo efecto. Tal era el nivel de Hyuga Hinata. - F-feliz cumpleaños Hokage-sama- Sonrió dulcemente al impasible líder de la Hoja. Itachi no sabía a que venía tanta historia por algo tan insignificante como el aniversario de su nacimiento y no estaba dispuesto a averiguarlo. Además, su cumpleaños había sido hace días - ¡P-por favor, acepte este regalo!- Explotó por fin, haciendo una brusca reverencia y extendiendo un paquete expertamete envuelto. Lo más probable era que fuese un libro. Las mejillas de la chica ardían un furioso rojo con vergüenza por su propio balbuceo -De verdad...yo creo que le gustará. -Susurró extendiendo el paquete un poco más hacia el Hokage.
Con cierta precaución Itachi aceptó el regalo, volviendose a recordar que al igual que Kurenai, Yugao, Izumi y Anko, entre pocas, Hinata nunca había mostrado preferencia por un Uchiha o alguien en una posición de poder y, de hecho, estaba encaprichada con el jinchuruuki del kyuubi, Uzumaki Naruto. Lentamente, desenvolvió el paquete con aprehensión, desvelando como sospechaba lo que parecía ser un libro. Se le cayó el alma al suelo cunado vio que le trataba de un album de fotos, seguramente lleno de imágenes de ella en...Itachi la ojeó discretamente. Hinata le miraba con timidez, esperando con paciencia su opinión pero sin poder evitar ciertos gestos nerviosos. No, Hyuga Hinata no era capaz de llenar un álbum de fotos con imágenes ilícitas en las que ella era la protagonista. Suspiró aliviado. Por otro lado, con un sensei que leía porno en publico y un desvergonzado como Inuzuka Kiba en su equipo, mucha de esa timidez tenía que haber desaparecido, al menos relacionado con estos temas. Itachi examinó sus sandalias altas, sus pantalones tal vez un poco más cortos de lo que el creía necesario y esa blusa ajustada que resaltaba tan elegantemente sus atributos. Según tenía entendido (O había sido forzado a entender, más bien. Shisui y Anko jamás debieron conocerse) Hinata tenía el mejor cuerpo de toda Konoha, un 12/10, sólo superado por la autonombrada 'diosa del sexo' Mitarashi y su enamorado. (Mucho menos formar esa clase de relación. Itachi no era el mismo desde entonces) Aún así. Itachi no tenía el menor interés en ver esa clase de-
Oh.
Itachi parpadeó hacia la cara decorada con barro y arañazos a partes iguales de su tonto hermano menor. Tenía el pelo lleno de hojas, ramas y pequeños rasguños por todo el cuerpo. En sus brazos, decorados por lo que enalgún momento fue una camiseta, descansaba el legendario Tora. Su testaruda y adorable expresión de molestia que llevaba años sin mostrar tan abiertamente, mucho menos a él, le devolvió la mirada.
-S-sé que es muy...invasivo de mi parte- Tartamudeó Hinata, encogiéndose ligeramente -Pero...-Absorto, Itachi pasó las hojas, viendo como su hermano crecía por segunda vez. Miles de momentos sacrificados por el bien de Konoha, capturados en pequeñas imagenes. Sasuke sonriendo, enfadado, huyendo de las fangirls, comiendo tomates como manzanas, a punto de hacer un Katon, con cara de interesante, con las mejillas hinchadas en un puchero,...
-De dónde has sacado todo esto- Itachi cerró de golpe el album, instintos ninjas borrando todo signo de nostalgia de su persona. Atravesó a Hinata con la mirada, incitándola a responder.
-Bueno...-Murmuró ella, evitando los ojos de su Hokage- Algunas las hice yo, como entrenamiento genin. Las más antiguas y las más recientes las tomé prestadas de los miembros del club 'TodoUchihas' -Visiblemente decepcionada, Hinata hizo una repentina pero grácil reverencia- Lo lamento mucho -Se disculpó, pensando que su regalo había conseguido ofender al hombre más impasible de las naciones ninja -Es sólo que...-buscó las palabras para explicarse -Yo quiero mucho a mi imouto y cuando está enfadada conmigo...ese sentimiento, le odio y pensé...pensé que Hokage-sama también debe amar mucho a Sasuke-kun -Divagó, parpadeando como para evitar que las lágrimas salaran sus mejillas -Sus ojos siempre son cálidos cuando le mira y cree que nadie le ve -Admitió en un susurro. Itachi contuvo el impulso de tragar fuerte. Su relación con Sasuke era...complicada, siempre había sido así. No era algo que se esforzara por ocultar. Sin embargo, desvelar tan desaprensivamente los sentimientos verdaderos de un shinobi era una habilidad muy peligrosa. Súbitamente más nerviosa que antes Hinata jugeteó con el final de su blusa - Hace tanto por nosotros sin pedir nada a cambio que yo...simplemente quise hacer algo por usted -Levantando timidamente la mirada, Itachi vislumbro sus bonitos ojos brillar como perlas a traves de la tinta de su flequillo. Perla y obsidiana chocaron en un momento que pareció alargarse una eternidad. Fue el segundo quien acabó retrocediendo, prefiriendo llenar su visión con las fotos de su tonto hermanito menor.
-Yo...-Itachi frunció el ceño ligeramente, completamente sorprendido. Como sólo le había pasado en contadas ocasiones se veía completamente incapaz de articular una sola palabra. En su cabeza había un remolino de ideas y sensaciones, tan mezclados que eran imposible de descifrar. Se detuvo en una foto en particular, acariciandola delicadamente con la punta del dedo. En ella, Sasuke estaba sobre sus hombros, sonriendo tan amplio que se le formaban hoyuelos a la comisura de la boca y abrazando su cabeza con el descuido y cariño propio de los niños. Itachi tambien estaba sonriendo de manera más sutil, pero más que feliz estaba sereno, en paz. ¿Hace cuanto que se sintió de esa manera? De repente se vio abrumado al notar cómo la sonrisa de Sasuke era incompleta. Le faltaba el colmillo derecho. -Gracias - Tenía un ridiculo agujero en una sonrisa de oreja a oreja, con ojos negros brillantes y manos regordetas y siempre, siempre, siempre pegajosas con alguna sustancia que no debía haber tocado. La ausencia de ese pequeño diente de leche parecía sumamente importante en ese momento. -Simplemente, gracias
Itachi no sabría explicar porqué ese pequeño detalle le conmovió tanto, pero indudablemente lo hizo. Susurró con cuidado, sin despegar la vista del agujero en la dentadura de su Ototo. Se forzó a si mismo a expresar su gratitud, mirando fijamente a Hinata hasta que estuvo satisfecho. en respuesta, en vez de intimidarse como venía haciendo durante toda su visita, Hinata sonrió. Fue un gesto lento que quedó extrañamente grabado en su memoria, casi como si tuviera su doujutsu activado. Le sonrió con una genuina felicidad tan pura, tan sencilla que le recordó a Itachi a la de su hermano, inocencia brillando en un mundo lleno desengaño. Un hoyuelo apareció a un lado de su boca, asimétrico y encantador y sus ojos brillaban como si Itachi acabara de regalarle el mundo entero. La respiración quedó atrapada en los pulmones del Hokage más joven de Konoha. Por alguna extraña razón, el corazón de Itachi pareció parar por un latido que se le hizo interminable, sólo para galopar sin control contra su pecho.
Fue el principio del fin.
¡Itahina para todos! Como ya dije, shipeo a Hinata con la mayoría de shinobis habidos y por haber y, al no haber encontrado inspiración para mis historias ya subidas, tengo miles a medias que he decidido publicar. ¿Alguna gustara, no? Al menos eso creo.
En fin, esperemos que pueda subir el siguiente capitulo del rewrite de un pequeño cambio (ahora me acuerdo porque no soy dada a titulos largos -y vaya que si 'el camino del ninja es duro (no me dejes recorrerlo solo)' no es algo cortito para nada) en la semana que viene o la siguiente y, ya que estoy, el segundo capitulo de Kintsugi también.
