Capitulo 1.

Sus dedos seguían presionando los botones de su teléfono, redactando un nuevo mensaje. "Otro mensaje más, solo uno más, sino responde me iré, lo juro." -Se decía a si misma, ignorando que llevaba más de diez mensajes diciéndose lo mismo.

"Se que fui inmadura, y egoísta, pero puedo cambiar. Por favor, Regina, déjame intentarlo. Puedo ser mejor." Regina leía el mensaje, una y otra vez. ¿Cuantas veces había escuchado las mismas palabras? Demasiadas para mantener la cuenta. Desechó el aparato a un lado, y recargó su cabeza en la cabecera de la cama, suspirando mientras escuchaba como Emma tocaba a su puerta de nuevo, como Emma gritaba desde fuera de su casa.

–¿Mamá?- dijo Henry asomando su cabeza por la puerta de su habitación.- ¿Qué pasa con Emma? -Regina lo observó y vio su cara de preocupación. Se levantó de su cama y caminó hacia el.

Henry sabía que Emma y Regina habían terminado después de diez años de relación, ¿el motivo? Nunca lo supo. Regina siempre se negaba a darle alguna explicación. "Son cosas de adultos, Henry." Dijo Regina. "Pero ya no soy un niño, merezco saberlo." Contestó Henry. Y en realidad esa era la verdad, Henry ya no era un niño, ya era un adolescente, y se daba cuenta de cosas, dichas o no dichas.


Regina tenía veinte años cuando tuvo a Henry. Su concepción no fue la más agradable, fue producto de un abuso por parte de un conocido de la familia. Fue el peor momento de su vida, esa situación hizo que se volviera fría con las personas, que desconfiara de ellas. Cuando se enteró que estaba embarazada su primer pensamiento fue abortar. "Yo no pedí por esto." Pensó Regina. Se sentía acabada, destrozada, esa no era la forma en la que se había imaginado su vida. Pero después de pensarlo se dio cuenta de que la pequeña personita que estaba dentro de ella tampoco tenia la culpa, y tampoco había pedido por ello. Cuando su vientre comenzó a crecer y Regina comenzó a sentirlo, la primera vez que escucho sus latidos, la primera vez que vio su forma, su cara borrosa en ese ultrasonido, en ese momento supo que iba a amar a esa persona por el resto de su vida, que haría cualquier cosa para hacerlo feliz, y que daría lo mejor de ella para hacer de esa pequeña criatura una buena persona, de buen corazón, de buenas intenciones.

Cora, su madre, siempre estuvo ahí para ella, apoyándola, desde el momento en el que Regina le contó lo que había sucedido aquella tarde con Leopoldo, conocido-amigo de su padre. Cora se había encargado de el, habían conseguido una buena sentencia para que no saliera de la cárcel en un largo tiempo. Apoyó a Regina cuando le dijo que quería abortar al bebé, aun sabiendo que no era lo correcto, pero la apoyo porque sabia que no era fácil, que no seria fácil su vida con esa pequeña persona como un recordatorio de lo que paso, y la apoyó cuando Regina decidió quedarse con el bebé.

Desde ese momento madre e hija se volvieron más cercanas, si bien Regina siempre fue más cercana a su padre hasta el momento en el que murió, esa situación hizo que su madre y ella se volvieran más cercanas, inseparables.


Cuatro años después de el nacimiento de Henry, Kathryn invitó a Regina a salir.

–Tienes que vivir un poco, Regina. Aun hay tiempo.- Le dijo la rubia animadamente.

Regina negó con la cabeza a la vez que decía. –Kathryn, Henry tiene cuatro años, no creo que este listo.

Kathryn sonrió tiernamente. –¿Henry o tú, Regina? Cuando digo que tienes que vivir un poco lo digo en serio. No puedes aferrarte al pasado, Regina. Date cuenta que te esta matando. Henry es la única persona a la que le sonríes, tienes que salir, distraerte, olvidarte por un momento de las situaciones de mierda que a veces la vida nos pone.- le dijo la rubia tomando su mano.- Regina, por favor hazlo, solo esta vez, te lo prometo, salgamos hoy y divirtámonos como antes, pretendamos que somos adolescentes de nuevo y emborrachémonos hasta no saber de nosotras, solo este día, ¿si?- Regina sonrió.- ¡Ahí está! Sonreíste, sabia que aun podías hacerlo para cualquier humano a tu alrededor.

Esa noche terminaron en un bar, lleno de personas entre diecisiete y veinte años, uno que otro mayor pero los jóvenes llenaban el lugar.

–Día de cambiar pañales.- dijo Kathryn cerca de su oído. Regina asintió mientras se bebía su segundo shot de la noche. Kathryn ordenó de nuevo.- No puedo creer que nosotras también actuábamos así. Mira a esos dos.-dijo a la vez que señalaba a una pareja en una esquina de el bar, se besaban y tocaban como si sus vidas dependieran de ello.- Me recuerdan a ti y a esa chica en el campamento de verano cuando teníamos dieciséis.- dijo la rubia soltando una carcajada. Regina sintió como sus mejillas se ponían rojas, y agradeció que el bar tuviera muy poco iluminación.

–Yo nunca he hecho algo así.- dijo Regina negando también con la cabeza.

–Regina, todos nos dimos cuenta, aparte de que se encerraron en nuestra habitación como por tres horas, de verdad, ¿qué demonios hicieron en tres horas?

Regina sonrió ampliamente. –Nada de tu incumbencia.- le dijo secamente. Kathryn negó aun sonriendo. Después de un momento las dos estallaron de la risa. Regina se sentía tan bien en ese momento, no sabia si era la compañía, o los tragos de tequila que estaban comenzando a hacer efecto en su cuerpo.

Después de su quinto shot Kathryn se disculpó y se dirigió al baño. Regina se tomó otro shot, ya no sentía el ardor del alcohol en su garganta. "Ya fueron suficientes." Se dijo a si misma. En ese momento sintió una presencia detrás de ella. Sonrió.

–Terminaste pronto.- dijo a la vez que se giraba.

–¿huh?- dijo la rubia frente a ella, que evidentemente no era Kathryn.

–Oh.- dijo Regina tratando de ocultar su vergüenza. Aclaró su garganta y hablo de nuevo.- Perdón, te confundí.- la rubia sonrió ampliamente. Su grado de ebriedad evidente.

–Te perdono.- le contesto a la vez que le ofrecía su mano.- Emma. Emma Swan.- Regina la observó, de pies a cabeza, y después observó su mano. Emma entrecerró sus ojos.- Demasiado desconfiada, ¿no? -Regina parpadeo varias veces, concentrándose de nuevo y tomó la mano de Emma, sacudiéndola gentilmente.

–Regina Mills.-Emma le volvió a sonreír, aun sujetando su mano.

–Hey, ¿ya me cambiaste?- dijo Kathryn detrás de Regina. Regina soltó la mano de Emma, tan rápido como si la hubiera quemado.


–Y dime Emma, ¿cuántos años tienes?- le pregunto Kathryn.

–Diecisiete.- contestó Emma de forma engreída.

–Miss Swan, ¿tiene permiso para estar aquí?-pregunto Regina. "Es solo una niña." Pensó.

–No, y si.- dijo Emma soltando una risita.- Dime Emma, Regina.- Regina arqueo una ceja.- O llámame como quieras, cualquier forma esta bien.- volvió a decir la rubia mientras asentía.


–No, de verdad puedo ir yo sola.- dijo la rubia mientras trataba de caminar correctamente fuera del bar.

–Emma, déjanos llevarte a tu casa, ya es tarde.- replicó Regina. Kathryn observando detrás de ellas.- Sube al taxi.

Emma la miró de pies a cabeza. –Solo con una condición.- dijo mientras en sus labios se dibujaba esa sonrisa engreída que había aparecido como un millón de veces en esa noche. Regina asintió, dándole a entender que prosiguiera.- La condición es que me des tu numero.- le dijo Emma aun sonriendo. Los ojos de Regina se abrieron de una forma que parecía sobrehumana.

–No.- le dijo de forma seca pero aun sorprendida.

Kathryn soltó una carcajada. –La mejor noche de mi vida.- Regina le dirigió esa clase de mirada que dice "tu y yo vamos a hablar más tarde".

La sonrisa de Emma se desvaneció. –¿Por qué no? Es un buen trato, tu me llevas a salvo a casa y yo consigo tu numero.

–Emma es lo más estúpido que he escuchado en toda la noche, sube al taxi.

–¡Wow! No tienes porque ser ruda, sabes.- dijo suspirando.- De verdad estoy bien, puedo ir caminando.

Kathryn negó y ahora fue su turno de regresarle la mirada a Regina. –Emma, estoy muriendo de sueño.- dijo Kathryn.- Sube al auto, yo te voy a dar su maldito numero.- Emma le sonrió ampliamente a Kathryn, a Regina le saco la lengua y se metió al taxi. Regina tomo el brazo de su amiga, deteniéndola antes de que entrara al taxi.

–¡¿qué demonios?!- le murmuro. Kathryn se encogió de hombros mientras le murmuro de vuelta un "vive un poco."

Después de que Kathryn y Regina llevaran a Emma a su casa, después de que Kathryn le diera el numero de Regina a Emma, después de que Emma le mando un mensaje con un "Buens doas, Reguns. Descanss " Después de que Regina soltará una carcajada por la inhabilidad de cierta rubia al escribir borracha, después de debatir en contestarlo o no y al final no hacerlo, después de eso, Regina durmió, tan cómodamente como hace mucho no lo hacia. "Es culpa de el alcohol" se dijo a si misma mientras el sueño la llenaba.


Un año después Regina y Emma decidieron comenzar una relación.

"Vive, Regina, ¡vive!" Le dijo Kathryn cuando la morena acudió a ella llena de pánico y emoción.

–No sé que hacer, Kathryn. Emma es muy joven, no quiero arruinar su vida, yo ya tengo un hijo, no quiero detenerla de que viva lo que tiene que vivir. Pero la quiero, y no entiendo el por que, es tan engreída, egocéntrica, y piensa que el mundo le pertenece, pero al mismo es tan adorable, tan gentil, tan perfecta. ¿Es normal que me sienta así?- le dijo Regina con preocupación en sus ojos.

Kathryn la miro con suavidad. –Para el amor no existe un por que, Regina.- Los ojos de Regina se abrieron.- No estoy diciendo que la ames, solo estoy diciendo que estas cosas pasan, y que debes de afrontarlas y aprovecharlas y disfrutarlas, porque así como se presentan se van, y no sabes hasta que punto de tu vida vas a volver a encontrarte con una oportunidad como esta. Date la oportunidad de ser feliz.