Era de noche, los escasos centímetros de piel desnuda chocaban con el viento feroz. Juvia miró el cielo y suspiró.

—Lloverá—afirmó con seguridad.

No había llevado paraguas a pesar de saberlo.

Pero Juvia era así, impredecible, solía olvidarse su paraguas rosado a propósito. Muchas veces había afirmado lo poco que le gustaba la lluvia, era por eso que ni Juvia misma entendía su propio comportamiento.

Las gotas no tardaron en hacer su aparición. Eran diminutas, como la cabeza de un alfiler y frías como la nieve. Pero a Juvia no le disgustaban, todo lo contrario, la hacían sentir segura, como cuando estaba pasando el rato con la gente del gremio.

Se rió de ella misma y siguió caminando por las calles de Magnolia.

¡Hola! Es moooy corto lo sé, lo sé, es mi primera vez publicado aquí, prometo mejorar.

saludillos!! :-) :-*