HOLA! aquí vengo con otra fic, que como ya puse en el resumen, se trata de un final alternativo al capítulo 3x14. ¡Espero que os guste! ;-)



CAPÍTULO 1

- Seeley

Pam Nunan, de pie junto a la barra del local, susurró el nombre del agente, intentando llamar su atención. Desde que lo vio se enamoró de él, era un hombre muy atractivo, educado y sobre todo, uno de los pocos hombres que la habían tratado bien en su vida. Ella sabía que no encontraría un hombre así nunca más, y no estaba dispuesta a dejarlo escapar.

Pero estaba ella, la flacucha de su compañera, Temperance Brennan. Ahí estaba, sobre el escenario, cantando la famosa canción de Cyndi Lauper, creyéndose una verdadera artista.

- "Patético" – pensó.

Y frente al escenario, sentado en primera fila estaba él, su amado Seeley, mirándola embobado, como si no existiese nada más en el mundo aparte de ella.

- "Seeley, estoy aquí mi amor, mírame" – dijo interiormente, con la esperanza de que el apuesto agente se girase y la viera, y entonces la levantara, se acercara, la besase en los labios y le dijera, con una sonrisa "Eh mi amor, ¡has venido!".

Pero no, Booth seguía embobado mirando a esa espantapájaros y ahora incluso la animaba moviéndose en su silla al compás de la música.

Pam cerró los puños con fuerza en un intento de contener toda la rabia que sentía. No iba a permitir que esa odiosa doctora flacucha se saliera con la suya. Seeley era suyo, y no permitiría que nadie se lo arrebatase.

- No dejaré que nadie nos separe, mi amor – dijo en voz baja sacando la pistola que tenía en el bolso.

Por su parte, Temperance Brennan se encontraba en el punto álgido de su actuación. Había dejado ya del todo la vergüenza a un lado y ahora bailaba y saltaba sobre el escenario, animada por Booth y el resto del equipo.

De pronto, se escuchó un ruido, una especie de detonación, y el tiempo se paró. Una quemazón intensa invadió el pecho de la antropóloga, la habían disparado.

La gente comenzó a gritar y a esconderse como podían bajo las mesas siguiendo su instinto de superviviencia, sin percatarse siquiera de lo que ocurría en el escenario, al igual que Booth, quien nada más escuchar el disparo, con un rápido reflejo se giró, sacando su arma, buscando al causante del mismo, ignorando que éste había alcanzado a su compañera.

Cuál fue su sorpresa cuando vio a Pam la gorda bajando el arma.

- Lo he hecho por nosotros, Seeley – dijo, dejando entrever una sonrisa.

Entonces Booth lo entendió todo. Aterrado, se dio la vuelta y vio a su compañera, herida y cayendo desplomada al suelo.

- ¡Huesos! – exclamó horrorizado y fue corriendo hacia ella.

- ¡Zack, llama a una ambulancia! – gritó Hodgins.

- ¡Seeley! – gritó Pam, frustrada al ver que su amado agente la dejaba de lado para atender a su compañera.

- ¡Deténganla! – gritó Booth, y los hombres que estaban al lado de Pam le arrabataron el arma a la mujer y la sujetaron por los brazos.

- ¡Seeley te estás equivocando! – gritó Pam, desesperada - ¡Yo te quiero, lo he hecho por ti!

Booth la ignoró y terminó de recorrer la distancia que lo separaba de Brennan, se arrodilló junto a ella y comprobó aterrorizado que estaba inconsciente.

- ¡Huesos! ¡Huesos, contesta! – dijo dándole pequeños cachetes -. Vamos Huesos, ¡abre los ojos! – suplicó desesperado, sacudiéndole la cara con cuidado -¡Huesos despierta! ¡Abre los ojos!

Tras unos segundos que le parecieron interminables, por fin Brennan recobró el conocimiento, asustada, casi sin aliento.

- Oh gracias a Dios – suspiró Booth esperanzado al verla despertar -. Tranquila Huesos, estoy aquí, te vas a poner bien – le dijo para tranquilizarla, aunque en realidad era más para tranquilizarse a sí mismo.

En el otro extremo del bar, Pam Nunan, en un arranque de ira al ver que su rival continuaba con vida, logró liberarse de quienes la sujetaban, recuperó su arma y la apuntó hacia la antropóloga, pero Booth, que la vio, fue más rápido que ella y le disparó entre ceja y ceja, matándola en el acto.

- Huesos – dijo volviéndose hacia su compañera, que respiraba con dificultad.

El agente la incorporó un poco y la puso sobre su regazo. Al hacerlo pudo ver que la herida de bala, que tenía en el espacio entre el hombro y el pecho derechos, no tenía orificio de salida por la espalda, y lo que era peor, la herida no sangraba excesivamente, lo que significaba que la hemorragia era interna.

- Oh mierda – murmuró para sí lo más bajo que pudo para no preocuparla a ella -. Eh Huesos, mírame – le dijo, acomodándola como pudo entre sus brazos, mientras con una mano le presionaba la herida -. Te vas a poner bien, ¿me oyes? Ya la ambulancia está en camino, aguanta un poco más.

La antropóloga lo miraba con los ojos desmesuradamente abiertos, con el miedo reflejado en ellos. Respirar se le hacía cada vez más difícil y doloroso, y apenas podía oír a Booth. La voz de éste parecía venir desde el fondo de un túnel, mientras en sus oídos retumbaban los acelerados latidos de su corazón. A cada bocanada de aire que agónicamente tomaba por la boca, más le dolía el pecho y más cansada se sentía.

- Te pondrás bien, te lo prometo – no dejaba de repetir una y otra vez un Booth aterrado, que contenía con todas sus fuerzas el llanto para no preocupar a la antropóloga -. Te llevaremos al hospital y saldrás como nueva, para seguir resolviendo casos juntos, ¿eh? – dijo esforzándose por sonreír.

- B… Bo… Booth … yo… - habló Brennan, haciendo un esfuerzo sobrehumano.

- Shhhh, no hables – le dijo poniendo un dedo sobre los labios de ella -, tienes que ahorrar fuerzas. Cuando te recuperes me dirás todo lo que quieras, incluso te dejaré que me des uno de esos discursos antropológicos que tanto te gustan – le sonrió, con los ojos inundados.

La antropóloga, muy débil, sonrió ligeramente, pero pronto su expresión fue cambiando a una de pánico, cuando sitió como el aire ya no llegaba a sus pulmones y se asfixiaba. Booth lo notó de inmediato y la incorporó un poco más, intentando facilitarle la respiración.

- ¡Vamos Huesos, aguanta! – le rogó -. Eres fuerte, tú puedes, lo sé – intentó animarla, pero era inútil –. Estoy aquí, contigo, y no te voy a dejar, así que tú tampoco puedes dejarme. ¡Venga Huesos, vamos!

Pero Brennan empeoraba rápidamente, respiraba agónicamente como un pececillo fuera del agua, y de pronto comenzó a toser y a escupir sangre por la boca. Booth no era médico, pero no necesitaba serlo para saber que ese síntoma era muy grave, y lo comprobó cuando, tras unos golpes de tos, la antropóloga quedó inconsciente entre sus brazos.

- ¿Huesos? – la llamó, asustado, pera ella no respondía - ¡Huesos! – sacudiéndole la cara - ¿¡DÓNDE ESTÁ LA MALDITA AMBULANCIA!? – gritó desesperado.

Y, como si hubieran escuchado su súplica, en ese momento los paramédicos entraron al local, cargando sus mochilas de material médico.

- Abran paso por favor – decían, apartando a la multitud allí presente.

- ¡Aquí! ¡Dense prisa! – dijo Booth llamando su atención.

- Peter, vete tú con él, yo me quedo con ella – dijo uno de los paramédicos agachándose junto al cuerpo de Pam.

- De acuerdo – dijo el otro paramédico y se fue corriendo hacia el escenario -. ¿Qué ha ocurrido? – le preguntó a Booth.

- Le han disparado – acertó a decir entre sollozos -. Tiene que salvarla, ¿me oye? ¡Sálvela!

- Tranquilícese, haremos todo lo posible, se lo aseguro – dijo el paramédico -. Ayúdeme a acostarla en el suelo – le pidió y Booth así lo hizo.

- Está muerta – dijo el otro paramédico refiriéndose a Pam, volviendo junto a su compañero.

- Señor, necesitamos que se aparte y nos deje trabajar – le pidió Peter a Booth.

- No, no pienso moverme de aquí. Ella es mi compañera, ¿entiende? ¡No pienso dejarla! – se resistió el agente.

- Seeley, déjales hacer su trabajo – dijo Cam, que por fin salió del shock inicial, apartando a Booth unos metros más atrás.

- No respira, pero tiene pulso, aunque débil – dijo Peter -. Hay que intubarla, Carl vete ventilándola con el ambú mientras yo voy preparándolo todo – dijo a su compañero.

- No puede morir, Camille, ella no – dijo Booth llorando mientras veía a los dos paramédicos atender a la antropóloga -. Si muere jamás podré perdonármelo.

- Eh Seeley, mírame – dijo ella con tono serio, sujetándole el rostro con las manos para obligarlo a mirarla -. Brennan no va a morir, ¿me oyes? Ella es una mujer fuerte, va a salir de ésta – le dijo con convicción.

- Esto es culpa mía, yo debí protegerla, ¿qué clase de compañero soy? Debí haber interceptado esa bala.

- Eh eh, escúchame, tú no tienes la culpa de nada – le dijo Cam -. Tú no podías saber que esto ocurriría, nadie podía saberlo.

Mientras tanto, los paramédicos seguían junto a Brennan, haciendo todo lo posible para estabilizarla. La acababan de intubar y mientras Carl la ventilaba con el ambu que previamente había unido al tubo endotraqueal, Peter, el otro paramédico, la monitorizó para ver sus constantes vitales. La alarma del monitor pronto empezó a sonar, mostrando parpadeante la curva de la tensión arterial y la de la frecuencia cardíaca.

CONTINUARÁ ...