ASDFAHSSSHDJ ESTAS SON LAS COSAS QUE ESCRIBO CUANDO TENGO INSMONIO Y MI TWINA ME DA IDEAS. Joder estos dos son-tan-sexies que no puedo con ellos, no puedo con ellos así de simple, e iba a ser un one-shot pero lo dividí en dos partes, luego subo la otra si les gusta y opinan al respecto, vamos yo sé que les gustara(?).
Disclaimer: Ni Hetalia ni Nyotalia son míos, he dicho.
Capitulo I: De imbeciles y examenes.
Las calificaciones; hoy era el día decisivo, gran parte de su carrera dependía de ese estúpido examen y hoy sabría si habría aprobado o no. La verdad es que el soviético no quería tener que repetir el examen nuevamente en reparaciones, en parte porque no se sentía muy atraído por la materia sin contar que la razón mas evidente de su desagrado por la catedra sin duda era la persona que la impartía; su profesor era un completo papanatas.
No era mucho mayor que él, en realidad se veía como uno de los docentes más jóvenes de la universidad, sin duda que llego a ese puesto por su increíble intelecto, mas para el joven bielorruso eso era de esperarse; era un presumido ricachón de quinta categoría, que, a pesar de no ser presuntuoso en cuanto a lenguaje se refería su peculiar forma de presumir era exasperante, vamos que el tipo prácticamente olía a dinero por todas partes, sin contar que su fastuosa y a la vez monótona e inclusive sarcástica forma de hablar lo ponían de los nervios, de no ser porque era su profesor ya habría tomado represalias con su siempre fiel cuchillo.
Lo odiaba, lo odiaba con una intensidad que superaba la lógica.
Pero había estudiado como un idiota, no había forma de reprobar aquél examen ¡simplemente no había forma! Recordaba incluso que algunas respuestas de reflexión habían sido quizás demasiado largas, pero estaba bien; todo era en pro de ganar la guerra. Al llegar al salón de clase lo observo semi sentado en uno de los bordes del escritorio con sus lentes puestos, la vista fija en un libro mientras bebía de un café caliente. Uso una mirada bastante despectiva en él antes de entrar y escabullirse a su puesto sin mediar palabra.
La hora llego, la campana solo reafirmaba aquello, el profesor cerró su libro mientras lanzaba su taza de café vacía a la papelera bajo la mirada gélida de su alumno "Café expreso con crema, ricachón de mierda con sus lujos de mierda" pensó mientras cerraba las manos en puños ¿por qué este imbécil era tan simplemente exasperante? Todo en él era malditamente exasperante.
El noruego miró estoicamente su salón de clases; oh recinto donde la paz reinaba en momentos de incertidumbre, acomodo su cabello con una mano mientras que, con la zurda tomaba la carpeta en donde rezaban las calificaciones de sus alumnos.
- En momentos como estos debería decir que esperaba mas de ustedes, pero eso sería como esperar a que un babuino aprendiese la danza del vientre –retiro los lentes que cubrían sus ojos dejando verlos ahora; oscuros como el mar nocturno y carentes de cualquier emoción –sin embargo eso tampoco es imposible, en estos momentos simplemente soy incapaz de hallar una comparación digna de su incompetencia, así que me limitare a decirles sus calificaciones ahorrándome así tiempo y palabras.
Volvió a poner los lentes frente a sus ojos mientras se recostaba un poco hacia el escritorio, nombrando en orden alfabético a cada uno de sus alumnos, por supuesto el apellido del soviético estaba entre los primeros… sin embargo sin saber si fue por un descuido o alguna otra razón no identificada este simplemente no fue nombrado.
Y era evidente que este hervía en furia.
- Profesor – un aura oscura se veía a su alrededor, sus compañeros temblaban, el nórdico solo acertó a observarlo – ¿y mi calificación?
- Oh si, lo he saltado, 04 Arlovsky –aquello fue como un balde de agua fría sobre él ¿04? ¡ni siquiera estaba cerca de la mínima aprobatoria! M-menuda infelicidad, se sentó con una expresión de furia infinita… ese maldito, seguramente lo había hecho a propósito
¡Si, eso tenía que ser!
Aunque su paciencia era poca y muchos lo sabían fue capaz de esperar a que todos se retiraran del salón para poder hablar con él, sabía que no iba a arreglar mucho… probablemente no arreglaría nada en realidad ¡pero tenía que hacerlo! No podía quedarse de brazos cruzados, estaba seguro que había algo mal allí.
Finalmente el aula quedo desolada, salvo claro por la presencia del docente y la suya propia, con algo de brusquedad tomo sus cosas mientras que aun con el aura a su alrededor lo observó con firmeza. Este no dudo en corresponder su mirada mientras dejaba su maletín en el escritorio, al parecer el pequeño Sasha tenía algo que decirle.
- ¿Podría explicarme por qué diablos fue que reprobé? –preguntó con voz filosa, como si la usase cual arma, el nórdico mantuvo su mirada tranquila, aquello era cómico realmente, en su propio y algo retorcido sentido del humor
- Fácil: sus respuestas no fueron acordes a las expectativas ¿Qué otra razón puede haber?
- Exijo ver mi examen, estoy bastante seguro de que di la talla en las respuestas
- Verá quién decide acerca de la catedra soy yo, no usted, y como le he dicho sus respuestas fueron completamente inadecuadas, por eso no aprobó
Un silencio corto se hizo entre ambos, por la sangre de Aleksandr corría el deseo de asesinarlo; allí y ahora con sus propias manos, pero tenía que… soportarlo, ese maldito cara de piedra era lo peor que le había pasado.
- Bien ¿Cuándo se supone que es la reparación?
- El fin de semana, le aconsejo que estudie –el rubio se acercó a él, quitando uno de los mechones platinados que cubría el oído contrario para poder susurrar allí directamente – sin embargo si necesita ayuda especial puede ir a mi casa, no tendré problema alguno en darle una mano – y sin mas, tomando su maleta se fue
Y entonces ahí quedo él, con la mente en blanco por al menos 5 minutos.
Hasta que al fin cayó en cuenta.
¡¿QUÉ DIABLOS FUE LO QUE QUISO DECIR ESE DEPRAVADO INFELIZ?!
Aquello fue una obvia insinuación ¿lo fue no? El asco que lo consumía en esos momentos era del tamaño del Everest ¡una cosa era que no se aguantara al tipo, pero otra muy diferente era que el tipo en cuestión fuera un bastardo tutti-frutti! Aquello superaba el límite de la repulsividad, fue tanto que al llegar a casa tuvo que darse una ducha con agua fría.
Luego de aclarar la mente recordó que había dicho… ¡para el fin de semana, maldita sea! Tenía que mover el trasero, empezó leyendo nuevamente los gruesos tomos de sus libros de filosofía; años y años de corrientes ideológicas que repasar y no sabía ni donde empezar. Sin embargo cada vez que leía una página recordaba el maldito rostro de ese individuo… todo le recordaba a él, a su monocorde voz y a su asquerosa proposición.
Ese insecto maldito le había engatusado.
El bielorruso cerró los libros, no tenía caso continuar. Sin embargo su lado mas ilógico e irracional lo hizo levantarse de su asiento mientras sin pensarlo mucho con sus enormes ojeras y su aura asesina alrededor llegó hasta la cocina, una sonrisa perturbadora atravesó su rostro mientras observaba el cuchillo que descansaba sobre la mesa; solo tenía que ir a su casa, apuñalarlo y eso era todo, sacarle esos ojos carentes de emoción y cortar su maldita y venenosa lengua de una vez, nadie la extrañaría y quemaría la evidencia…
Un trueno sonó en la habitación, la lluvia empezaba a caer, era perfecto, era simplemente ideal.
Así que ajustando su abrigo, envuelto en su bufanda mientras escondía el cuchillo dentro de su suéter empezó su recorrido camino hacia la casa de su querido profesor, quería ver que tan sarcástico era con la cabeza colgando de su cuello.
