EL DESTINO
CAPITULO I: LA NOTICIA, LA DESPEDIDA Y EL CAMBIO
En la ciudad de Tokyo, en la mansión Higurashi, hogar de una de las familias más importantes de Japón, se encontraba una chica que espera ansiosa una respuesta.
-Maldición - dijo la chica mirando por una de las grandes ventanas de su cuarto -. ¿Por qué demonios no llega aún? - se alejó de la ventana para dejarse caer pesadamente sobre su cama mirando el techo.
Dos golpes en la puerta la sacaron de sus pensamientos - Pase - dijo en tono perezoso.
-Señorita, el desayuno ya está servido, sus padres la esperan - comentó una anciana -. ¿Se encuentra usted bien? - preguntó al ver que la chica no se movía.
-Si, Shinoa, bajo en un minuto - respondió sentándose en su cama.
-Si, señorita - la anciana dio una leve reverencia, para luego retirarse cerrando la puerta.
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Mientras tanto en el comedor de la mansión Higurashi...
-Cariño, debes calmarte - dijo Nahomi Higurashi, que se encontraba sentada en la larga y elegante mesa del comedor, acariciando con sus dedos, los nudillos de un nervioso hombre -. No es una decisión fácil, Kagome debe pensarlo bien, ya te dará una respuesta - concluyó con una suave sonrisa.
-No puedo calmarme - resopló Yato Higurashi, el jefe de familia - Kagome ya terminó la preparatoria, debe casarse y escoger así, a mi sucesor. Quiero saber que su futuro está asegurado y sólo tendré certeza de esto, cuando la vea casada con un hombre digno de ella para que la cuide - miró a su esposa con esos ojos azules intensos, que en ese momento reflejaban su angustia.
En ese momento se abrieron las puertas del gran comedor, entrando una desanimada Kagome.
-Buenos días, mamá - saludó Kagome acercándose a su madre y depositando un beso en su mejilla.
-Buenos días cielo, te ves triste, ¿todo está bien? - preguntó su madre angustiada al notar el estado de ánimo de su hija.
Kagome tomó la mano de ésta y la acercó a su cara - Si mamá, todo bien - respondió con una cálida sonrisa.
Su madre siempre sabía cuando algo le pasaba, Kagome le contaba todo, era su mejor amiga y cada vez que acudía a ella, tenía el consejo perfecto, aunque está era la primera vez que afrontaba una angustia sola.
Soltó la mano de su madre y mejorando su ánimo, se giró en dirección a su padre - Buenos días, papá - se inclinó y besó su mejilla -. ¿Dormiste bien? - preguntó sonriente y tomando su lugar en la mesa frente a su madre, dispuesta a comer.
-Si cariño - respondió Yato con voz apagada -. Kagome, hija… sobre el matrimonio… ¿Ya tomaste una decisión? - cuestionó, dispuesto a terminar con esa situación.
Kagome amaba profundamente a su padre, pero el tema del matrimonio hacía que su mal humor saliera - No papa, aún no - dijo seriamente tratando de controlar la apatía que esto le generaba.
Resoplando pesadamente, Yato insistió -: Hija, necesitas resolverlo pronto, esto ya no pue...- dos golpes en la puerta interrumpieron al frustrado hombre -. Pase - contestó secamente.
-Mis disculpas, señor ha llegado una carta - dijo un apenado mayordomo.
-Totosai, sabes bien que no atiendo ese tipo de cosas cuando estoy con mi familia - regañó Yato severamente.
-Lo sé señor, pero la carta no está dirigida a usted - dijo el mayordomo, provocando la curiosidad del hombre.
-Entonces, ¿a quién? - cuestionó con mal humor, era raro que llegaran cartas que no fueran dirigidas a él.
-Es para la señorita - extendió la carta en dirección a Kagome, quien la recibió con un semblante nervioso -. Con su permiso - dio una reverencia y se retiró silenciosamente.
Kagome tragó el nudo que se formó en su garganta, e ignorando la sorpresa que se reflejaba en los rostros de sus padres, se dispuso a abrir el pulcro sobre.
Con manos temblorosas, rasgó el sobre y leyó su contenido - ¡Kyaaaa! - saltó de la mesa dando pequeños saltos con las manos en alto, dejando caer los papeles al suelo - ¡Siiiii, lo hiceee! - se felicitó desbordante de alegría.
Desconcertados, sus padres la miraban con ojos llenos de impresión - Hija, ¿qué pasa? - dijo Yato, levantándose de la silla y recogiendo uno de los papeles - ¿Qué es esto? - preguntó curioso, leyó e identificó que era de la Universidad de Hokkaido - Kagome, ¿qué es esto? - repitió secamente, extendió el papel hacia su hija, la cual se detuvo automáticamente.
"Demonios, olvide que estaban aquí" pensó al verlo mientras se mordía el labio nerviosa
Kagome tomó el papel y explicó -: Es la confirmación de que fui aceptada en la Universidad de Hokkaido, papá - respondió ahora llena de orgullo.
-¡Hokkaido! - alzó la voz Nahomi, incrédula - ¿Cuándo diste el examen de admisión a… a Hokkaido? - preguntó confundida.
-Hace un mes - informó con una sonrisa.
-Creí que habías dado el examen para entrar aquí, en Tokyo - dijo Nahomi, mirando desconcertada a la azabache.
-Nunca fue mi primera opción - explicó levantando sus hombros "Aunque también recibí la confirmación hace unos días, ¡pero al diablo!" pensó intentando no sonreír demasiado.
-Hokkaido sí lo es, y después de esto… mi decisión - informó llena de alegría y determinación.
-¿Tú sabías que planeaba entrara a la Universidad? - cuestionó el hombre mirando descolocado a su esposa.
-Sí, pero solo sabía lo de la Universidad de Tokyo, no sabía que Hokkaido era una opción - desvió su mirada de Yato, para mirar molesta a Kagome.
-No me importa cuál sea la Universidad, tu sabias que planeaba estudiar ¿y no me lo dijiste? - preguntó perdiendo la poca paciencia que le quedaba - Tu, señorita - no espero la respuesta de su esposa y señalo a la joven -, no irás a ninguna Universidad, ni aquí en Tokyo, ni mucho menos en Hokkaido, ¿por qué siempre desobedeces mis órdenes? - cuestionó furioso.
-Porque nunca preguntas mi opinión - respondió Kagome, perdiendo también su paciencia -. Siempre impones órdenes y no consideras lo que yo quiero. Papá, entiende de una vez, ¡es mi vida! - afirmó alzando la voz.
-Yo solo quiero que seas feliz y tengas un buen futuro - dijo alzando también su voz.
-Mph… ¿dependiendo de un hombre? - preguntó con una sonrisa sarcástica - Papá, eso no es felicidad, por lo menos no para mí, ¡creía que me conocías! - dijo manteniendo su sonrisa.
Nahomi miraba atentamente la situación "Son iguales" pensó y suspiró - Cariño, lamento no decirte lo de Kagome, pero yo sí estoy de acuerdo en que tenga una carrera - dijo mirando a Yato -. Aunque no estoy de acuerdo en que se marche a Hokkaido - dijo en tono de reproche hacia su hija.
Kagome rodó fastidiada sus ojos - ¿Cuál es la diferencia?, Hokkaido tiene la mejor facultad de negocios - replicó.
-Eso no es importante. No irás - sentenció Yato -. Te quedarás en casa y cumplirás mis órdenes, esta vez no cederé - dijo con tono seco.
-Papá, esto no está en discusión, yo ya tomé mi decisión - recogió los papeles que aún estaban en el suelo -. Me iré a Hokkaido… con o sin tu apoyo - dijo con tono decidido caminando hasta la gran puerta del comedor.
-¡Kagome regresa aquí en este momento, esta discusión no ha terminado! - gritó el hombre.
Kagome detuvo su paso y volteó a verlo de medio lado - Esto nunca fue una discusión, papá - abrió la puerta y salió.
-Maldición - dijo Yato con voz ronca - Esta niña es tan necia - dijo sentándose en su silla y cubriendo su cara.
Nahomi se levantó y rodeó a su esposo con sus finos brazos - Es tu hija, ¿qué esperabas? - dijo con voz suave en el oído del hombre - Cariño, sé que tienes miedo de dejarla ir y aunque tampoco me agrada la idea, no es nuestra decisión - concluyó.
Yato retiró las manos de su cara y reposó su espalda en la silla - Lo sé - suspiró derrotado.
-Entonces debes apoyar a tu hija - rodeó la silla del hombre y se sentó en sus piernas, abrazando su cuello.
-¿Por qué no me lo dijiste? - cuestionó Yato abrazando la cintura de Nahomi, y mirando sus hermosos ojos color chocolate.
-Porque te conozco y de ser necesario, la hubieras encerrado en su cuarto para que no presentara los exámenes - dijo y dio un suave beso en sus labios.
Yato sonrió de medio lado "Es verdad", acepto en su interior.
-De acuerdo, pero tengo condiciones y esta vez tendrá que cumplirlas o de verdad la encerraré en su cuarto hasta que entre en razón - dijo con semblante serio.
Nahomi soltó una suave risa - Bien, ¿por qué no vas y hablas con ella?, debe sentirse muy mal, te ama y el que no la apoyes le duele - dijo acariciando el negro flequillo de Yato.
Él resopló frustrado - Lo sé, tampoco me gusta pelear con ella - se abrazó fuertemente de su esposa.
-Mi querido esposo…- suspiró Nahomi… "Eres tan necio… igual que Kagome", pensó y acarició la amplia espalda de Yato.
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Kagome salió del comedor furiosa, amaba profundamente a su padre, pero siempre terminaba peleando con él.
-Demonios - dijo en voz baja -, no puedo creer que aún me trate como una niña - soltó frustrada caminando hacia la cochera.
-Señorita, ¿todo está bien? - preguntó Shinoa, preocupada.
-Sí, tranquila, solo iré a dar un paseo - respondió con una falsa sonrisa. "Necesito despejar mi cabeza", pensó y atravesó el gran salón para salir al jardín principal.
Una vez que llegó a su auto, subió rápidamente poniendo en marcha el todoterreno negro y salió de la mansión.
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-Shinoa, ¿viste a Kagome? - preguntó Yato a la anciana.
-Sí señor, la señorita salió a dar un paseo - respondió con una suave sonrisa.
Yato suspiró derrotado - Bien, cuando regrese, me informas de inmediato, por favor - pidió girando hacia la escalera y dirigiéndose a su despacho.
-Como ordene, señor - dijo Shinoa dando una leve reverencia.
"Bien, esto me dará tiempo para hacer una llamada, no dejaré a mi hija sin protección en una ciudad desconocida" se aseguró en su interior.
Aunque discutía constantemente con Kagome, Yato adoraba a su pequeña y no dejaría de cuidarla a pesar de la distancia.
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A las 8 de la noche Kagome volvía a su hogar, había pasado el día en un parque y luego en el centro comercial para distraerse, estaba mucho más relajada.
Entró en la casa y se dispuso a hablar nuevamente con su padre, su decisión estaba tomada pero no podía irse enfadada con él.
Caminó en dirección a la escalera principal, pero detuvo su paso al ver que se acercaba su madre - Hola mamá - saludó la azabache.
-Cielo, por fin llegas, ¿dónde has estado todo el día? - preguntó su madre preocupada.
-Necesitaba pensar mamá, ¿dónde está papá? - preguntó.
-En su despacho hija, está muy angustiado, te ha estado esperando - contestó la mujer acariciando la mejilla de su hija - Kagome, trata de comprender a tu padre, él te ama - pidió con una cálida sonrisa.
-Lo sé, mamá - devolvió la sonrisa y se dirigió al despacho.
Cuando llegó a la puerta de éste, tomó aire para calmar sus nervios y dio tres suaves golpes en la puerta.
-Pase - escuchó responder a su padre desde el interior del cuarto. Volvió a tomar aire y entró.
Yato se encontraba sentado en una silla de cuero negro con los codos apoyados en una amplia mesa de cristal, y los dedos entrelazados a la altura de su boca, cubriéndola - Hola hija - dijo con tono serio.
Kagome se sentó frente a él apoyando sus antebrazos en la fría mesa - Hola papá - dijo con tono igual de serio que el de él.
Yato recargó su espalda en la silla y la miró a los ojos -. Sabes que no estoy de acuerdo, ¿verdad? - cuestionó triste.
-Lo sé, pero quiero hacerlo - afirmó con tono dulce pero seguro.
Suspiró - No puedo contigo - reconoció apretándose el puente de la nariz -. Muy bien, pero tengo condiciones - informó.
-De acuerdo - cedió expectante.
Yato miró seriamente a su hija.
-No te quedarás en el campus, buscaré un departamento personalmente, cerca de la Universidad y que cumpla con mis expectativas - miró a Kagome.
La chica suspiró… así no era como quería iniciar esa clase de independencia que buscaba. - Muy bien, pero nada lujoso - aceptó también condicionando, simplemente no podría irse si su padre no se sentía seguro de que estaría cómoda y segura.
-De acuerdo - asintió -. También te llevarás tu auto, no quiero que uses el transporte público, es peligroso - frunció su ceño.
-Papá, aprenderé, por favor no es tan difícil. No quiero que nadie crea que estoy ahí porque puedo pagarlo y no porque me lo gané como todos - explicó lo que le molestaba al girar los ojos fastidiada.
-No, nunca lo has hecho y no empezaras en una ciudad extraña - la miró serio.
-¡Pff!... Bien - Resopló alzando las manos en señal de derrota… "Bien, Kagome, vaya manera de imponerte", pensó irónicamente.
Yato cerró sus ojos y suspiró - Una cosa más, si vas a estudiar, lo tomarás en serio, te depositaré dinero cada mes, no quiero que trabajes, eso sólo interferirá con tus estudios - conocía a su hija y sabía que esa, era una de sus tantas intenciones.
-¡No, eso no! - cortó Kagome - Papá, quiero esforzarme, ser independiente y no me estas ayudando - suspiró superada por la situación y tratando de controlar su mal humor, que nuevamente comenzaba a salir.
Yato, al ver la actitud de su hija, suspiró y concilió - Espero que seas consciente que es doble esfuerzo, pero si piensas trabajar, yo debo aprobar primero el trabajo - aclaró al señalarla con su dedo -. Es la única manera en que acepte.
Ella suspiró resignada y se encogió de hombros… "Bueno, al menos es un avance" pensó - Bien, ¿algo más? - resopló frustrada.
Yato se levantó de su silla, rodeó la mesa y se recargó en ella mirando a la joven - Una cosa más - reconoció tragándose el nudo que se le había formado en la garganta -, llamaras todos los días - dijo quebrando un poco su voz - y prometerás que te cuidarás y que buscarás mi ayuda si así lo necesitas - dijo con ojos cristalinos, dándole un brillo especial a ese hermoso azul.
El mal humor de Kagome se disipó totalmente al notar cómo se quebraba la voz de su padre, mordió su labio en un intento de contener las lágrimas que amenazaban con caer.
- Claro que sí, papá - se puso de pie y abrazó a su padre, que con esfuerzo contenía las lágrimas -. Gracias… te quiero tanto - rompió en llanto, humedeciendo la fina camisa negra que llevaba su padre.
Nahomi permaneció en silencio observando desde la puerta de la habitación, padre e hija eran iguales, pero siempre terminaban llegando a un acuerdo luego de las discusiones que tenían, esperó unos minutos y entró.
-Hija - se acercó a Kagome para acariciar su largo y ondulado cabello -, yo también tengo mis condiciones - añadió conteniendo la pena.
Kagome, separándose del pecho de su padre y limpiando sus lágrimas, asintió y miró a su madre.
-Vendrás cada vez que puedas a vernos - las lágrimas comenzaron a caer de sus ojos - y… y prometerás… que no… que no nos olvidarás - alzó levemente su voz y cubrió su rostro, dejando su pena fluir libremente.
Kagome nuevamente rompió en llanto y la abrazó - Mamá, ¿cómo podría olvidarlos?, los amo más que a nada en este mundo - susurró entre su llanto.
Yato, ante la escena que presenciaba, les dio la espalda a ambas mujeres y cerró sus ojos… "Cuánto la voy a extrañar", pensó y sus ojos se llenaron de lágrimas que lentamente rodaban por sus mejillas, tragó un poco de aire buscando calmar su pena, secó el rastro acuoso de su rostro, volteó y abrazó a ambas mujeres cubriéndolas protectoramente con sus fuertes brazos tratando de calmarlas.
Luego de unos minutos, ambas comenzaban a calmarse - Muy bien, ya fue suficiente - Yato se separó de ellas, tomó del mentón a ambas para llamar su atención -. Ya es hora de cenar y quiero disfrutar cada momento con mi familia - dijo dándoles una suave caricia.
Ambas mujeres asintieron al mismo tiempo, Yato besó la frente de Kagome, giró hacia Nahomi tomándola de la mano y salió de la habitación.
Kagome se quedó unos minutos sola, calmó su respiración y secó sus lágrimas.
"Daré lo mejor de mí", se prometió y salió de la habitación.
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Los días pasaron y con ellos, la partida de Kagome se acercaba.
-Por dios, solo quedan un par de días, estoy tan emocionada mamá – dijo Kagome, sentada en la terraza, mirando el hermoso jardín trasero de la mansión.
-Cariño, ¿es necesario te manches tan pronto? – cuestionó su madre -, aun faltan más de dos meses para tu inicio de semestre, ¿por qué no lo postergas un poco? – suplicó la mujer.
-Mamá, ya hemos tenido esta conversación, ¿en serio quieres repetirla? – preguntó Kagome en tono irónico.
Nahomi suspiro tristemente "Simplemente es inútil tratar de convencerla" pensó – No – concluyó, para luego beber un poco de su té.
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Mientras en el despacho de Yato…
-Muchas gracias, querido amigo – dijo el hombre, mientras hablaba por su móvil -, nos vemos pronto, adiós – cortó la llamada y suspiró.
Ordenó algunos papeles que se encontraban en su escritorio y los puso en una carpeta negra "Solo espero que Kagome lo acepte" pensó al imaginarse la reacción de su hija, frente a la noticia que estaba a punto de darle.
Suspiró angustiado y salió del despacho, con la carpeta en sus manos, en dirección a la terraza.
Perdido en sus pensamientos llego donde se encontraba su familia, tomó un poco de aire y abrió la gran puerta de vidrio.
-Hola mi amor – saludó Nahomi levantándose y caminando hasta él – Tardaste, ¿todo está bien? – preguntó al notar lo nervioso que se encontraba.
Yato la miró fijamente – Si, tranquila – besó ligeramente sus labios y la condujo para que volviera a toma asiento.
-Hola, hija – dijo el hombre sentándose junto a Nahomi.
-Hola, papá – contestó animada Kagome, dedicándole una sonrisa.
-Hija, faltan muy poco para que te marches y tengo algunas cosas que decirte – informó, deslizando la carpeta sobre la pequeña mesa de madera.
-¿Y esto? – preguntó Kagome, revisando los documentos.
-Es el papeleo del departamento que alquile para ti, tiene algunas fotos incluidas – dijo mientras tomaba la mano de Nahomi y miraba atento a su hija.
Kagome estaba sorprendida, "Es perfecto" pensó.
Era un departamento ubicado en las afueras de Chuo, el distrito central de Hokkaido, el interior era de madera, tenía una sala pequeña, que contaba con un gran ventanal, esta estaba conectaba con la cocina y el cuarto de lavado y por ultimó una habitación que también tenía un gran ventanal, que de igual manera que el de la sala, tenia vista al Parque Odori.
-Papa, es… es perfecto – repitió nuevamente en voz alta –. Pero, ¿en qué momento buscaste este departamento? – preguntó curiosa.
-Bueno, no lo hice yo – respondió -, le pedí a un viejo amigo que lo hiciera por mí, y también… - titubeó, meditando como decirlo de la mejor manera.
-¿También qué? – preguntó Kagome curiosa.
-Bueno… mi amigo tiene una hija un año mayor que tú y ella está en la misma Universidad y pensé que ust…- un fuerte golpe en la mesa lo detuvo.
-Papá…- dijo Kagome, haciendo una pausa para calmarse -, ¿entiendes lo que ser independiente? – cuestionó mirando furiosa a su padre.
-Kagome no es tan malo, podrían volverse amigas – afirmó convencido.
-No necesito de tu ayuda para hacer amigos papá y tampoco necesito una niñera – escupió frustrada "Maldición" se quejó en su interior -¿Qué te hizo pensar que estaría de acuerdo con tu maravillosa idea? – cuestionó con una sonrisa irónica.
-Kagome, estaremos más tranquilos si sabemos que no estás sola – reconoció Yato.
Kagome reposo su cuerpo en la silla, hecho su cabeza hacia atrás y cerró sus ojos tratando de ordenar sus ideas "Esto será malditamente molesto" – Papá… agradezco todo esto, pero no es necesario – afirmó, con sus ojos aun cerrado.
-Hija, ellos ayudarán con tu traslado y Kikyo te ayudara a conocer la ciudad – dijo Yato.
-¿Kikyo? – preguntó la chica, mirando a su padre y alzando una ceja.
-Kikyo es la hija de mi amigo, Takajo Takashi, somos amigos hace muchos años y tenemos un par de negocios juntos – informó a la azabache –, Kikyo está en segundo año de Administración, te podría ser de ayuda también en los estudios – trató de convencerla.
Incrédula, Kagome negó con su cabeza "Esto no está pasando" suspiró pesadamente ,"bueno papá no estará en Hokkaido, así que ya veré como solucionarlo" planeó – Como sea – dijo para calmar a su padre, pero convencida de que se desharía de la chica lo antes posible.
Yato relajó su cuerpo y apoyo su espalda en el sofá "No fue tan difícil como creí" reconoció - ¿Ya enviaste tu auto? – le preguntó a Kagome.
-Si, Totosai se encargo de eso – respondió fastidiada –, lo dejaran en el estacionamiento del aeropuerto.
-Muy bien, entonces todo está arreglado – finalizó Yato.
-Cariño… yo podría acompañarte algunos días, así te instalaría más rápido – dijo Nahomi.
-Gracias mamá, pero no es mucho lo que debo hacer, el departamento cuenta con muebles, solo debo ordenar mi equipaje, además estaré ocupada buscando trabajo – comentó Kagome.
-De acuerdo – suspiró derrotada Nahomi -, pero si cambias de opinión, solo dilo – soltó esperanzada.
"Ni de broma" – Claro – mintió -, bien tengo cosas que hacer – dijo Kagome levantándose –. Nos veremos más tarde – rodeó la mesa para besar a sus padre y se marchó.
Kagome se dirigió hacia su todoterreno algo molesta, agradecía que su padre la ayudara, pero no soportaba que tratara de manejar su vida, ella se marchaba para lograr su independencia y sus padres parecían no entenderlo.
Subió a su auto, lo puso en marcha y cuando se disponía a salir, su móvil comenzó a sonar "Demonios… ¿Quién molesta ahora? – sacó de su bolso el aparato y miro la pantalla – Maldición, lo olvide – susurró, tomando su cabeza con una mano y apretó la tecla para contestar la llamada – Hola, Hojo – respondió fingiendo su tono alegre.
-Hola Kag – escuchó al alegre chico en la línea -, ¿creí que nos veríamos hoy? – preguntó.
-Si claro, voy en camino, tuve unos asuntos que resolver en casa, pero estaré en diez minutos en la tuya – aseguró la chica.
-De acuerdo, nos vemos – se despidió el chico.
-Claro – dijo Kagome y finalizó la llamada.
Hojo Ikeda, era un compañero de preparatoria de Kagome, siempre estuvo enamorado de ella y ella se sentía ligeramente atraída por él, así que decidió salir con él, nada serio, pero llevaban cerca de un año saliendo. Nunca se lo presentó a sus padres, ni tampoco se presentó ella ante los padres de él. Kagome no quería una relación seria con nadie, no era de su importancia tener un novio.
"Debo aclarar las cosas con Hojo, antes de marcharme" se aseguró en su interior, aunque no era nada serio, no quería darle falsas ilusiones, Hojo era un buen chico, pero no lo que ella quería.
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-¿Pero porque yo, papá? – dijo una chica de largo y liso cabello negro con tono caprichoso.
-Kikyo, es un favor que te estoy pidiendo ¿no creo que sea tan difícil? – regañó un hombre robusto, de cabello blanco y ojos profundamente negros.
-¿Difícil?...es imposible, papá, no tengo tiempo para cuidar a una niñita con complejo de pobre – se quejó.
-Kagome es solo un año menor, Kikyo, además no tiene un "complejo de pobre", solamente quiere prepararse para tomar el mando de la empresa de Yato, creo que es muy respetable – dijo admirado - ¡podrías aprender mucho de ella! – replicó divertido.
-No lo creo – lloriqueó Kikyo.
-Hija, por favor, has esto por mí, solo debes ayudarla a adaptarse a la ciudad y a la Universidad – suplicó su padre.
Kikyo estaba de brazos cruzados y haciendo un puchero – No quiero – se quejó.
Takajo suspiró derrotado – Si lo haces… prometo cambiar tu auto, por el modelo que tanto quieres – cerró sus ojos, las cosas materiales era el punto débil de su consentida hija.
Kikyo meditó unos segundos y luego resopló – Muy bien, pero lo quiero antes de que empieces las clases – sentenció -, quiero lucirlo desde el inicio del semestre.
El hombre resopló frustrado – De acuerdo, mañana iremos a comprarlo – concluyó resignado y se retiro de la lujosa sala.
-Que molestia - resopló Kykio, acomodando su cabello "Pero al menos tendré mi nuevo deportivo" sonrió –, bien la chica llegara en tres días, aprovechare la libertad que me queda – se levantó y salió de la sala.
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-Entonces, ¿así terminara nuestra relación? – preguntó Hojo con tono triste.
"¿Relación?" se cuestionó Kagome – Hojo, esto nunca fue algo serio, lamento si pensaste algo distinto – tomó la mano del chico -, pero creí dejarte claro cuando comenzamos a salir que yo no quería un novio – le recordó Kagome.
-Sí, lo recuerdo, pero… pero ya ha pasado un año, yo pensé que era cuestión de tiempo para que se volviera formal – reconoció el chico.
"Demonios… esto será difícil" pensó la azabache cerrando sus ojos – Hojo, encontraras a una mujer que quiera una relación de verdad contigo, eres un buen hombre – dijo sinceramente Kagome.
-Pero yo te quiero a ti, Kag – miró triste a la azabache -, sabes que siempre te he amado y… y puedo ir contigo, haremos que funcione – aseguró desesperado.
-Lo siento, pero ya te lo dije, no quiero nada serio y me voy a Hokkaido para empezar una vida sola – se disculpó Kagome.
-Kag, no me dejes, si hay algo que te molesta puedo cambiarlo… ¡por favor, se que tú me quieres! – alzó la voz, tomando de los hombros a Kagome y sacudiéndola bruscamente.
-Hojo… suéltame, me lastimas – dijo confundida la chica, nunca había visto actuar así al chico.
-Kagome, yo te amo – la sujetó con mas fuerza acercando sus rostros, casi rosando sus labios.
-Hojo… ¡suéltame! – gritó Kagome, empujando bruscamente al joven -, esto se terminó – lo miró asustada y molesta.
Hojo miró molesto a la azabache, apretó sus manos en puños – Como quieras – escupió con desprecio y giró para entrar a su casa, sin despedirse de Kagome.
"Adiós, Hojo" se despidió en su interior la azabache, sabía que lo había lastimado, pero era lo correcto.
Subió a su auto y se marcho, dejando atrás a un joven con el corazón destrozado y furioso – Esto no terminara así, Kagome – dijo Hojo con ojos llenos de ira - Tu eres mía – concluyó con voz gruesa, llena de rencor.
Media hora después de lo ocurrido con Hojo, Kagome volvía a su casa, ya casi era la hora de almuerzo y quería pasar la mayor cantidad de tiempo con sus padres antes de partir.
-Hola, Totosai – saludó al mayordomo, quien le abrió la puerta principal de la mansión.
-Buenas tardes, señorita – respondió el hombre -, sus padres están en la sala – informó.
-De acuerdo, subiré un momento a mi cuarto, ¿podías avisarme cuando la comida este lista? – preguntó la chica, dirigiéndose hacia la escalera principal.
-Como guste, señorita – se retiró dando una leve reverencia.
"Estoy agotada" se lamentó – Tomaré un baño, necesito relajarme – afirmó masajeando su cuello, caminando por uno de los largos pasillos.
Entro a su cuarto y comenzó a quitarse la ropa, luego camino desnuda hasta el baño del cuarto, entro a la ducha y se dejo llevar por sus pensamientos. Bajo el agua, sus ideas siempre se aclaraban, lo de Hojo la sorprendió, pero sabía que debía terminar, lo que realmente la asustaba era su partida a Hokkaido.
"Todo estará bien" se aseguró.
Minutos después, Kagome salió envuelta en una toalla con su cabello suelto y húmedo, decidió usar un pantalón deportivo largo de color negro con una fina franja blanca al costado de cada pierna, una camiseta de manga corta del mismo color ajustada al cuerpo y acomodo su cabello aun húmedo en una coleta alta.
Eran sus últimos días con sus padres, y no quería demostrarles su preocupación. Se miró en el espejo y puso su mejor sonrisa.
-Animo, Kag, todo estará bien – se dio animo a sí misma y comenzó a empacar sus cosas.
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Rápidamente pasaron los tres últimos días de Kagome en Tokyo.
Eran las ocho de la mañana, la familia Higurashi se encontraba en el Aeropuerto Nacional de Tokyo.
-Hija, ¿por qué no esperas un par de semanas más? – preguntó Nahomi.
Kagome rodó lo ojos - ¿Otra vez, mamá? – cuestionó fastidiada –. Por dios, me voy a Hokkaido, no al fin del mundo – ironizó con una sonrisa.
-No es divertido, voy a extrañarte mucho – regañó Nahomi, con ojos cristalinos.
-Cariño – Yato tomó el mentón de su mujer – Kagome tiene razón, estará solo a una hora y media de nosotros – la rodeó con sus fuertes brazos -, tranquila, también la extrañare, pero estaremos bien – animó a su mujer.
Nahomi abrazo a su esposo y su corazón se calmó – De acuerdo, cariño –dijo tranquila y se cobijó en su duro pecho.
Kagome miraba atenta a sus padres, siempre se demostraban ese gran amor "Espero… algún día, encontrar la mitad de ese amor" se dijo en su interior.
Luego de unos minutos, se escucho por los altavoces la llamada a abordar el vuelo a Hokkaido.
-Bien, debo ir – Kagome se colocó su pequeña mochila y tomo su maleta.
-Oh… Cielo, te voy a extrañar – Nahomi perdió toda su calma y abrazo fuertemente a su hija, llorando desconsoladamente.
-Mamá, tranquila – trató de calmar a su madre correspondiendo su abrazo -, recuerda que debo llamar todos los días – dijo con tono irónico mirando sonriente a su padre.
Yato le dio una media sonrisa a su hija – Nahomi, es suficiente – tomó el hombro se su mujer – Kagome, debe irse – intentó con todas sus fuerzas que su voz sonara firme.
Nahomi limpió sus lágrimas – Lo sé, cielo, debes cuidarte mucho y cuando llegues, llámanos – le dio un beso en la mejilla y luego la acarició.
-Claro que si, mamá – dijo la azabache con una cálida sonrisa.
Kagome soltó a su madre y se giró en dirección a su padre, lo miró fijamente.
Yato su acercó a su hija y la abrazó – Promete cumplir todo lo que te pedí – suplicó el hombre.
-Lo hare, papá – dijo Kagome, contenido sus lágrimas.
-Te amo, hija, eres mi mayor orgullo – reconoció Yato, fortaleciendo su abrazo.
Kagome, quien mantenía la manilla de la maleta en su mano, la soltó y abrazo a su padre – También te amo, papá – rompió en llanto.
Mientras Yato acariciaba el largo cabello de su hija, una segunda llamada al vuelo de Kagome llamó su atención.
-Creo que debo irme – la chica se separó del hombre y secó sus lágrimas -, prometo llamarlos en cuanto llegue – afirmó.
-Cuídate mucho, cielo – Nahomi dio un último abrazo a su pequeña.
Kagome volvió a tomar su maleta y caminó hasta la entrada del vuelo, volteó una última vez a ver a sus padres y con un movimiento de su mano, cruzó la puerta.
Nahomi, al perder de vista a su hija, cubrió su cara y comenzó a llorar, Yato solo la rodeó con los brazos "Suerte, mi pequeña" pensó – Tranquila, cariño, volvamos a casa – consoló a su mujer y caminó hacia la salida.
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-Kikyo, date prisa – apuró un fastidiado chico de ojos amarillos -, llegaremos tarde.
-Pero no encuentro mi bolso rosa – se justificó la chica.
-Entonces toma cualquier otro – sugirió frustrado, sentándose en la amplia cama de su novia.
-¿Estás loco, Inuyasha? – cuestionó alterada -, no puedo ir con cualquier bolso, debe combinar con mi ropa – se paró en la puerta de su armario y se señaló.
Lucia una falda de tablas rosa, unas botas a juego, un suéter blanco con cuello alto y una chaqueta sin mangas peluda a juego con el suéter.
-Tu padre se molestara… - concluyó, apoyando sus codos en sus rodillas y sosteniendo su cara entre sus manos.
-No me interesa – dijo con tono caprichoso desde su armario – ¡Por fin! – declaró.
-Genial, ¿Nos vamos? –preguntó, parándose rápidamente.
-Si… que molestia, no sé porque tengo que hacer esto – dijo Kikyo, haciendo un puchero.
Inuyasha rodó los ojos frustrado, y volteó a ver a su caprichosa novia – Kikyo... ya aceptaste el auto, ahora ¡vamos! – alzó la voz.
La chica lo miro molesta y salió furiosa de su cuarto. El chico al siguió, igual de molesto.
-o-
Mientras en el Aeropuerto de Hokkaido…
Kagome estaba esperando su equipaje – Mamá, estoy bien – tranquilizó la chica.
-Cielo, debes cuidarte, es muy fácil perderse en una ciudad desconocida – dijo preocupada la mujer.
Kagome rodó los ojos –Mamá, lo sé, ¿podrías poner a papá al teléfono? – pidió mientras sacaba su maleta de la banda elástica.
-Claro, te amo cielo, y cuídate mucho – se despidió su madre.
-Sí, mamá – dijo divertida "Como exagera" pensó.
-Hola, hija – saludó Yato -, ¿llegaste bien? – preguntó.
-Sí, papá, ahora voy camino al estacionamiento a buscar mi auto – informó.
-Hija, recuerda que Kikyo te estará esperando en la entrada del aeropuerto - recordó Yato.
"Demonios" se lamentó – Esta bien. La esperare y le pediré que me guía hacia el departamento – dijo frustrada.
-De acuerdo… tu madre quiere que la llames cuando estés en él – le comunicó.
-Por dios, ¿siempre será así? – cuestionó molesta.
Yato rio sonoramente - ¿Qué esperabas? – preguntó divertido.
-Pff… bien, la llamare – aceptó.
-Cuídate, hija – se despidió su padre y corto la llamada.
Kagome apoyó el móvil en su frente y suspiró – Maldición – dijo entre dientes.
Frustrada, camino hacia la entrada del Aeropuerto "Ahora, ¿dónde estará esta chica?" se cuestionó "Papá dijo que la reconocería de inmediato" recordó.
Llegando a la puerta, miró en todas las direcciones, tratando de encontrar alguien que llamara su atención.
-No me molestes, Inuyasha – escuchó una chillona voz.
"Que escándalo", identificó de donde provenía esa voz, e vio a una chica de largo cabello negro, discutiendo con un guapo hombre de interesante cabello.
-¿Puedes dejar de gritar? – preguntó molesto Inuyasha.
-¡No!, tengo frío y ésta niña no contesta su móvil – se quejó, y volvió a marcar el numero en el aparato.
Kagome que miraba atenta la escena, como muchos otros, sintió su teléfono sonar y cerró sus ojos "No lo puedo creer" se lamentó. Trago pesadamente aire y caminó hacia la chica.
-Hola – saludó Kagome a Kikyo.
Kikyo dirigió su atención a Kagome y la miró de pies a cabeza - ¿Tu eres, Kagome Higurashi? – preguntó con tono altanero.
"Genial" – Si, tú debes ser, Kikyo – preguntó en tono amable.
-Lo soy, llevó media hora esperando – informó cruzándose de brazos.
Kagome solo la miró y sonrió – Lo siento, tarde buscando mi equipaje.
-No hay problema – habló Inuyasha – Hola, soy Inuyasha Taisho – se presentó, extendiendo la mano hacia Kagome.
-Hola, Kagome Higurashi – respondió con una cálida sonrisa, tomando la mano del joven.
Kikyo conocía muy bien a Inuyasha y sabia que la niña ésa, despertó el interés de su novio - ¿Nos vamos? – dijo tomándolo del brazo.
-Claro, tengo mi auto en el estacionamiento, iré por el ¿podrían guiarme a mi departamento? – preguntó mirando al chico.
-No hay problema, ¿tienes la dirección? – cuestionó con una gran sonrisa "Es hermosa" reconoció en su interior.
-Sí, esta es – Kagome le entregó un pequeño papel con la dirección.
-Mmm… esta cerca de tu casa Kikyo – le dijo a la chica, que aun permanecía aferrada a su brazo, mirando molesta a Kagome.
-¿Y…? – preguntó irónica.
Kagome contuvo su risa – Bien, tardare solo un momento – dijo girándose hacia el estacionamiento.
-Te esperaremos aquí, mi auto es éste – señaló Inuyasha un impresionante deportivo rojo.
Kagome volteó de medio lado, miró y asintió "Esto será más divertido de lo que pensé" sonrió satisfecha. Kagome odiaba a las chicas como Kikyo, que se escudaban en el dinero de sus padres.
Minutos después Kagome llegó donde se encontraba el deportivo de Inuyasha, tocó la bocina de su todoterreno y sacó su mano para saludarlo.
Inuyasha la imitó y comenzó a conducir.
Treinta minutos mas tarde y después de la escena de celos que Kikyo le hizo a Inuysha dentro del auto, llegaron a un conjunto de departamentos de clase media.
Kikyo bajo del auto y miró a su alrededor – Pero que horror – dijo llevándose una mano al pecho -, ¿a esto le llaman departamento los pobre? – cuestionó.
Kagome rodó sus ojos mientras abría el porta equipaje de su auto – Espera… yo lo hago – se ofreció Inuyasha.
-No – lo paró Kagome -, yo lo hago – tomó su maleta y la bajo sin problemas.
Inuyasha se sintió inmediatamente atraído a la chica, lucia muy bien en esos vaqueros oscuros ajustados, botas sin tacón color camel de reno, una blusa blanca, chaqueta de cuero a juego con sus botas y su cabello suelto cubierto con un gorro negro.
-Muy bien, ya te acompañamos – dijo fastidiada Kikyo -, vámonos Inuyasha – miró a su novio, ya no soportaba la tonta mirada que mostraba frente a la chica.
"Genial, fue más fácil de lo que creí deshacerme de ellos" sonrió Kagome - Bien – dijo la azabache -, les agradezco el que me guiaran hasta aquí – dio un pequeño movimiento a su cabeza en señal de agradecimiento.
-Si claro, no hay problema – dijo sin interés Kikyo, abriendo la puerta del deportivo - Inuyasha – lo llamó molesta.
Inuyasha la miró molesto y se acercó a Kagome – Toma – le dio un pequeño papel -, este es mi numero, si se te ofrece algo no dudes en llamarme – la miró guiñándole un ojo.
Kagome frunció el ceño – Bien… Gracias – se giró hacia los departamentos y comienzo a caminar.
-¡Inuyasha! – gritó Kikyo -, ¿Qué demonios estas esperando? – preguntó histérica.
Inuyasha, que estaba perdido mirando como Kagome se alejaba, volteó molesto hacia la chica - ¡Ya voy! – respondió furioso.
Kikyo dirigió su mirada hacia Kagome "Debo mantener a esta estúpida lejos de él" concluyó en su interior.
Kagome volteó hacia el estacionamiento y se encontró con la molesta mirada de Kikyo – Mph… ridículo – se burló, y alzó la mano despidiendo a la pareja.
Kikyo hizo un desprecio con su cara y subió al auto de Inuyasha.
Kagome al ver la actitud infantil de Kikyo, soltó una suave risa – Por dios… que niña –negó divertida y se dirigió hacia la portería en la cual, se encontraba un hombre.
-Buenos tardes, soy Kagome Higurashi – saludó educadamente.
-Señorita Higurashi, la esperábamos – confesó el chico – soy Kyoya Ushiba.
-Un placer, Señor Ushiba – inclinó su cabeza.
-Puede llamarme Kyoya – dijo con una hermosa sonrisa.
Era un hombre atractivo, de unos veintidós años máximo, piel clara, cabello rubio, corto y alborotado y unos ojos color pardo – Solo si me llamas Kagome – condicionó con una sonrisa.
-Muy bien, Kagome – asintió y se giró – Toma, estas son tus llaves, tu departamento está en el octavo piso, ¿necesitas ayuda con el equipaje? – preguntó rodeando la recepción y dirigiéndose hacia la maleta de la joven.
-No te preocupes, puedo hacerlo – lo cortó Kagome – Bien… - tomó su maleta – Nos vemos después, Kyoya – se despidió con un movimiento de su mano y se dirigió hacia los ascensores.
-Nos vemos, Kagome – respondió de vuelta.
Kagome llego al octavo piso y entro en su departamento, era tal y como mostraban las fotos, era una suerte que contara con muebles, de esa manera no sería mucho trabajo el acomodar sus cosas.
Dejó su maleta en el suelo de la sala, y se sentó en uno de los sillones negros de cuero.
-Que cansancio – dijo soltando el aliento y dejando caer su cabeza hacia atrás cerrando sus ojos y dejándose arrastrar por el cansancio.
-o-
En la mansión Takashi, entraba una furiosa Kikyo.
-Eres un idiota, Inuyasha – dijo molesta, dirigiéndose a la sala.
Inuyasha la seguía fastidiado, su pelea se mantuvo todo el camino desde los departamentos, donde dejaron a Kagome, hasta su llegada a la lujosa mansión – Déjate de tonterías, Kikyo – respondió molesto.
-¿Crees que soy idiota?, vi como mirabas a esa estúpida – lo encaró.
-Tsk… no se dé que hablas – escupió molesto.
-No te hagas el idiota, ¿puedes irte?, no quiero verte por hoy – dijo cruzada de brazos.
-Como quieras – giró y se marchó.
-Idiota… - susurró, caminó molesta hacia el despacho de su padre y entró sin tocar – Papá, ya lleve a la niña a su departamento – informó a su padre.
-Gracias, hija – dijo Takajo sin mirarla.
-Como sea – salió del despacho molesta y se dirigió a su cuarto.
Entró, se sentó en su cama y marcó un numero en su móvil.
-Hola – escuchó del otro lado de la línea.
-Hola Subaky – saludó fastidiada.
-¿Qué ocurre?, te escuchas molesta – preguntó irónica la chica.
Kikyo rodó sus ojos, Subaky era la única amiga que tenia y aun que no era de las mejores, era con la única que podía hablar, ya que no contaba con muchos amigos – Inuyasha es un idiota – reconoció.
-Sí, es un idiota, pero uno guapo y con mucho dinero – respondió desinteresada, Subaky - ¿Qué hizo? – preguntó manteniendo su desinterés.
-¿Recuerdas la chica que debía ir a buscar al Aeropuerto?, la hija del amigo de mi papá – le recordó.
-Sí, la tonta con complejo de pobre, ¿verdad? – dijo, aumentando su interés en la conversación.
-El muy idiota de Inuyasha, coqueteó con ella, ¡la odio! – dijo con tono chillón.
Subaky rio – Querida, no puedo creer que estés celosa – se burló.
-No estoy celosa, es solo que no me agrado esa estúpida, necesito mantenerla alejada de Inuyasha y tú me ayudaras en eso – confesó Kikyo.
-¿Cómo quieres hacerlo? – preguntó curiosa Subaky.
-Aun faltan dos meses para iniciar el semestre, así que tendremos tiempo de planear algo – afirmó Kikyo.
Mantendría a Kagome lejos de Inuyasha, de ser necesario, haría que se machara de vuelta a Tokyo. Nadie le quitaría a su popular novio.
-o-
Ya eran las 8 de la noche, y Kagome recién abrió sus ojos.
-Maldición – dijo Kagome, abrió sus ojos y notó que ya no había luz natural.
Se acercó a su mochila, sacó su móvil, y un segundo después aparecieron cuatro llamadas perdidas de su madre – Grandioso – se quejó.
Rápidamente marcó el numero de su casa, alcanzó a sonar una sola vez el tono y tomaron el teléfono - ¿Kagome? – preguntó angustiada Nahomi.
-Hola, mamá – dijo aun somnolienta.
-Por dios… hija, porque no contestabas mis llamadas, estaba tan preocupada – regañó Nahomi.
-Lo siento, mamá, me senté en el sillón y me quede dormida – afirmó -, desperté hace un minuto, perdóname por preocuparte – se disculpó.
-Entiendo… ¿cómo estás?, ¿te gusta el departamento?, ¿comiste?, ¿organizaste algo ya? – preguntó, casi sin respirar.
Kagome suspiró – Mamá, ¿escuchaste cuando dije que dormí hasta esta hora? – preguntó divertida.
-Oh hija… ¿Qué comerás?, ya pasan de las ocho – dijo con angustia.
-Tranquila, mamá, vi un pequeño supermercado aquí cerca, iré y comprare algo – dijo tranquilizando a su madre, aunque era verdad, no sabía si aun estaría abierto.
-De acuerdo, hija, por favor come algo y descansa – suplicó su madre.
-Sí, mamá – afirmó –, prometo llamarte mañana temprano – dijo con ternura.
-Está bien, cielo – contestó Nahomi.
-Buenas noches, mamá, dale besos a papá de mi parte – se despidió la chica.
-Buenas noches, cielo – dijo Nahomi y cortó la llamada.
Kagome estiró sus brazos, se puso de pie y tomo su maleta para dirigirse a su cuarto. Cuando abrió la puerta dejó la maleta en la cama y aun con la luz apagada, se dirigió a la gran ventana y se maravillo con la vista nocturna – Es hermoso – afirmó, al ver el paisaje que ofrecía el Parque Odori de noche.
Luego de unos minutos, maravillada por la vista, encendió la luz de su cuarto y buscó en su maleta algún abrigo para salir a comprar, ya que su chaqueta de cuero no era suficiente para las frías noches de Hokkaido.
-Listo – dijo luego de ponerse su abrigo favorito, era negro, ajustado con capucha que le cubría las rodillas, dio un pequeño vistazo a su reloj de mano – Demonios… espero siga abierto – se lamentó, tomó dinero, su móvil, las llaves del departamento y salió rápidamente de este.
Cuando salió del bloque de departamentos, trató de recordar el camino – Creo que es por aquí – creyó recordar y caminó por las transitadas calles del distrito central de Chuo.
Luego de unos minutos caminando, encontró un pequeño supermercado, que resultó ser de veinticuatro horas "Suerte" reconoció. Entró en el local, tomó una cesta y comenzó a llenarla con las cosas básicas.
Kagome sabía perfectamente cómo sobrevivir sola, a pesar de su situación económica nunca abuso de ella y cada vez que tenía la oportunidad de cocinar o hacer cualquier que hacer de la casa, lo hacía.
"Bien, esto es suficiente para una semana" pensó y se dirigió a la caja.
Saliendo del local, una fuerte ventisca removió su largo cabello – Maldición… sí que es frio el clima – se lamentó y se colocó la capucha de su abrigo.
Caminó hasta su departamento lentamente "Mañana comenzare a buscar empleo… debo organizar todo antes de que comience el semestre" pensó.
Perdida en sus pensamientos, no prestó atención por donde caminaba y chocó con la espalda de alguien – Lo siento – dijo acariciando su frente.
-¿Estás bien? – escuchó una alegre voz masculina y sintió que la sujetaban de los hombros.
Levantó su cabeza y se encontró con unos ojos celestes que la miraban curioso.
-Sí… lo siento – volvió a disculparse y con un movimiento suave removió las manos del chico.
-Descuida – dijo el chico y le dedicó una amplia sonrisa -, por cierto, soy Kouga Mishima – extendió su mano hacia Kagome.
-Kagome Higurashi – respondió el saludo, mirando esos alegres ojos.
