Disclaimer: no soy inglesa, no soy rubia y no soy JK

Este fic participa en el minirreto de octubre para El Torneo de los Tres Magos del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.

Aquí vengo con mi cacafic de 500 palabras exactas más contenta que unas castañas :) La fobia que me tocó es... *piensa un momento... Lo busca en el topic* ¡Paraskavedekatriafobia!, que para quien quiera la traducción al castellano significa miedo al Viernes 13. Así que...

¡Let it go!


La familia Zabini tenía muchas y muy variadas tradiciones. Desde las más normales como sólo casarse con aquella mujer que tuviera tantos nombres propios como apellidos. Hasta la tradición que señalaba que los hijos varones debían poseer un nombre, cuanto menos, singular; como su abuelo Carlisle, su padre Casey, o, él mismo, Blaise. Y luego estaba La Tradición.

La Tradición, con T mayúscula y un halo de misterio, escondía reglas tan incomprensibles como variopintas. Léase nunca decir el número trece, jamás. El trece siempre sería el número doce más uno. Todas aquellas cosas que llevaran el número tre-... el número doce más uno estaban malditas. Y, por encima de todo, guarecerse en un búnker todos los viernes que cayeran en el día número doce más uno del mes.

Así que Blaise nunca pudo tener una Nimbus dos mil doce más uno, ni un caldero de latón de doce más una pulgadas, así como el libro de conquistar a chicas en doce más un pasos y un largo etcétera que había dejado un pequeño agujero en el corazón de Blaise que lo había vuelto un pelín necesitado de... amor.

Sin embargo, por encima de todas las cosas que estuvieran ligadas al número doce más uno, por encima de todas las reglas que establecía La Tradición y, sobre todo, por encima de todas las tradiciones de su familia; existía una norma escrita con la misma sangre de su tátara-tatarabuela Dorothea Efrigia Ruperta Sansona Segismunda Zabini.

Esta norma era muy simple y muy concisa, de hecho, sólo tenía dos palabras.

Viernes 13.

Y a partir de esa simple frase se había desencadenado el caos.

Resultó que la tátara-tatarabuela Dorothea había decidido hacer una de las suyas, como todos los Zabini. La única diferencia entre todas las demás veces y la última fue que decidió hacerle una de las suyas a una bruja gitana. Conclusión, toda la familia Zabini maldita por los siglos de los siglos. Amén.

Pero el mayor problema para Blaise no era la maldición que recaía sobre toda su familia, no. Lo que a él le molestaba más que nada fue sufrir las consecuencias. Llevar ollas y cacerolas atadas al cuello como si fuera un vulgar elfo doméstico, vestir un extraño artificio muggle de palático y tener aros de cebolla pegados a su hermosa piel cual mantra.

Blaise nunca había sido supersticioso. Sin embargo, en un mismo día, caer por las escaleras una docena más una veces, pillarse los dedos con puertas y cajones doce más una veces, bañarse en excremento de pájaro una docena más una veces y ver pasar toda su vida delante de sus ojos en, aproximadamente, una docena más una veces; hizo que ese Viernes doce más uno se replanteara un par de cosas.

Nunca volvió a pronunciar la palabra trece, jamás volvió a salir de su casa un Viernes 13 y la tumba de la bruja gitana que maldijo a su familia nunca volvió a ser la misma.

Siempre estaba bien limpita y llena de flores


¡Finite!

Por favor, los tomatazos con extra de cuchillos y tijeras, que me siento suicida :3