2° AÑO.- LA CÁMARA SECRETA, NUESTRA VERSIÓN.

Por Lil_GM y Saphira Kailen

Cap 1

Durante el verano fui a distintos cursos; de etiqueta, negocios y otras tonterías de ese mundo material. Mis padres me quitaron el teléfono de mi habitación porque no les quise entregar mi boleta final de calificaciones, recibí unas cuantas lechuzas con cartas que no solía contestar para no levantar sospechas. Intenté hablar con mis padres sobre mi naturaleza mágica pero al terminar la primer oración me fue hecha una cita con la psiquiatra.

Henry era el único que contestaba a mis cartas. Bueno, Vi también. Pero Kailen, jamás lo hizo. Y entendí por qué. El día que llegué a la casa de mi tía, la hermana de mi mamá, corrí directo al teléfono, aún sin saber usarlo. Días después, cuando supe cómo usar el aparato, traté de llamarla, pero no me fue posible. Decía que estaba fuera de servicio o algo así. Fue un poco frustrante.

Con Henry llegué a verme un par de veces en algún lugar muggle común, eran encuentros de cinco minutos máximo. Él sí se mantenía en comunicación constante con Clary. Poco a poco sentí que me iba distanciando más del mundo mágico y cada vez me metían más a la fuerza en el mundo muggle. Algunas experiencias malas, típicas de nuestro mundo, me abordaron ese verano, fue el más largo de mi vida, hasta ese entonces.

Esos días Nick no estuvo conmigo. Se fue a Bulgaria a un campamento de Quidditch. Claro, mis padres no me dejaron ir. Cierto... mi brazo. Apenas si me dejaban sola unos momentos, no podía quitarme el cabestrillo, sólo para dormir y bañarme. Henry me daba algunas noticias de Kailen, pero no era lo mismo, quería saber personalmente cómo estaba. Tenía que hacer algo.

Un día quedé de verme para tomar un helado con Henry, ese día fue acompañado de Clary, me sorprendió verla en el mundo muggle.

Una invitación de Henry para ver a Kailen llegó un día en la mañana. Me sorprendió tanto que brinqué de la emoción. Le supliqué a mis padres, accedieron... siempre y cuando llegara el cabestrillo puesto y mi varita escondida en la bota. Me arreglé y me encontré con Henry en ese mundo tan raro. Veía todo extrañada, aunque ya lo había visto un par de veces. Cuando vi a Kailen, levanté la mano para saludarla.

Los vi y asentí con la cabeza a manera de saludo. Henry la detuvo antes de que llegaran a la distancia donde empezaría a recibir sus pensamientos.

-Debo advertirte algo...ella no es...como conocemos normalmente a Kailen, es algo triste verla fuera del colegio.

- ¿Triste? -ladeé la cabeza. Bueno, yo también lo estaría si me obligaban a no estar en el mundo mágico.

-Sí...ya lo verás.- dijo Henry y caminaron hacia nosotros.

En cuanto llegaron me levanté y estreché sus manos diciendo un simple "buenas tardes, es un gusto verlos de nuevo, tomen asiento por favor." Señalé las sillas libres de la mesa y me senté con propiedad, cuidando no arrugar mi falda o mi blusa. Henry tomó asiento.

¿Qué rayos...? Me le quedé viendo extrañada. ¿Quién era esa persona que estaba frente a mí? No se parecía nada a la chica trepa árboles que yo conocía. Tardé un rato en sentarme.

La camarera les llevó su carta, pedí un té que aborrezco y un platillo suave. Cuidando siempre de mantenerme derecha y bien, sabía que estaban cuidando mis modales a unas mesas de distancia.

-¿Cómo les ha ido este verano?- Evitaba hacer contacto visual, ya era doloroso escuchar sus pensamientos como para verlos en sus miradas.

Mejor que a ti supongo. Sólo pedí una limonada. Todo mi entusiasmo se había ido por el retrete. Pero a pesar de todo, los buenos modales no podía perderlos.

- Muy bien, gracias. Estoy en la casa de mis tíos. ¿Y tú?

-Ha sido... educativo... gracias por preguntar.- Llegó mi té, lo bebí e intenté reprimir una mueca.

-Odias ese té.-dijo Henry.

-Odiar es una palabra fuerte.

- ¿Por qué beber un té que te disgusta? -enfaticé la última palabra. La vocecilla llegó a mi cabeza. Eran los pensamientos de Kailen de nuevo. Traté de darles forma mientras bebía un poco de mi vaso.

-El té es relajante, ayuda a mantener la mente en calma.- dije con voz clara, a cada palabra me daban más ganas de gritar y llorar, los pensamientos de ambos se me hacían crueles.

Abrí los ojos desmesuradamente. Evité mirar a mi alrededor. A pesar de que no entendía bien lo que estaba pensando, había captado lo esencial. Entiendo, entiendo. Te ayudaré de alguna forma.

- Es cierto, es relajante, pero aún más cuando es de tu agrado -sonreí. Traté de enderezarme, pero ya lo estaba. Sí, tenía bien inculcados los buenos modales.

Sonó una alarma, vi que era de mi reloj, un suspiro se me escapó.-Disculpen, debo retirarme, fue un gusto verlos, nos mantendremos en contacto.- Me levanté. Henry también lo hizo, les estreché las manos y caminé a una mesa donde me esperaban mi chofer y mi nano, como le decía yo. Muy a mi pesar nos fuimos.

Me crucé de brazos cuando se fue. Me entristecí un poco. Suspiré.

- Tengo que hacer algo para ayudarla -susurré.

-No hagas nada.- dijo Henry.- Lo intenté una vez, no es buena idea, además no quiere.

- Podríamos fingir ser muggles. Hacerles ver a sus papás lo que quieren ver, lo que quieren creer. Tal vez no sería tan difícil... ¡Me siento impotente! -cerré las manos.

- Por eso no te había invitado a verla desde antes...no quiere que hagamos nada...-suspiró. No los volví a ver si no hasta el día de tomar el expreso a Hogwarts.

Sí, al final no hice nada, aunque mi tío estaba dispuesto a ayudarme. Ya que no sabía mucho sobre ese mundo y él bastante, me había ofrecido su ayuda. Fue tentativo, además de que aparte era un experto en el mundo en el que se desarrollaba el exterior de Kailen. Pero lo rechacé. Ella probablemente se enojaría conmigo si hacía algo.

Nick y yo llegamos a tiempo al andén. Mis padres y los suyos estaban muy ocupados en el Ministerio, así que la hermana de mi madre y su esposo nos acompañaron. Él miraba asombrado todo su alrededor. Mi primo había llegado justo cuando fuimos al callejón Diagon a comprar nuestro material para el siguiente curso. Pero, en fin, alcanzamos a llegar a tomar el tren.

Henry se encontró con Clarissa y Nícolas antes de subir al tren, los saludó y tras despedirse de sus padres, buscaron juntos un vagón. Yo había llegado antes que ellos, fui como la tercer persona en llegar así que ya estaba instalada y durmiendo en un vagón, recargando mi cabeza en el cristal y con Shasta en mis piernas.

- ¿Buscamos a Kailen? ¿Creen que ya haya llegado? -miré a Nick, me devolvió una mirada de indiferencia. Después miré a Henry.

-Seguramente ya anda en algún lugar durmiendo.-dijo Henry con una ligera sonrisa.

- Seguramente... -fuimos recorriendo todos los vagones. La mayoría ya estaban ocupados. Cuando pasó por mi mente pensar que no la habían dejado volver sus padres, la vimos en un compartimento.

-¿Ves? Está durmiendo.-dijo en un susurro mientras metía y acomodaba su equipaje. Shasta maulló y se restregó un poco a ellos al reconocerlos.

- ¿Te quedarás con nosotros, Nick? -le pregunté al ver que se quedaba en la puerta. Negó con la cabeza.- Sí, es cierto. No lo recordaba -y simplemente se fue. Me senté frente a Kailen, mirando por el cristal.

Cuando el tren se comenzó a mover desperté. Henry y Clary estaban frente a mí, me apené había llorado en cuanto subí al tren, supuse que tendría los ojos rojos.

- ¿Cómo estás? -la miré.- Lo sé, es una pregunta tonta, pero de rutina.

No los miré a los ojos, podía verme a través de sus mentes y me daba ganas de seguir llorando un poco más. Me encogí de hombros.-¿Ustedes como están?

-Bien.- dijo Henry.

- Bien -seguí mirando por la ventana. Sí, había sido una pregunta tonta.

-Dormiré otro rato...-Cerré los ojos y apoyé mi cabeza en el cristal. Oí a Henry suspirar y de pronto sentí como me despeinaba, me quitaba los zapatos y me acostaba en el asiento.

-Descansa.- Se sentó de nuevo en su lugar, sentí que iba a llorar y reír a la vez pero me limité a sonreír un poco, abracé a Shasta y cerré los ojos.

Esperé unos minutos y me levanté de mi asiento. Me dispuse a salir por la puerta.

Henry la siguió con la mirada, yo ya estaba profundamente dormida. -¿Todo bien?

Afirmé con la cabeza, sin voltearlo a ver. Salí cerrando la puerta tras de mí. Caminé despacio por el vagón, mirando siempre por la ventana. El paisaje era hermoso en verdad. Tenía ganas de admirarlo desde afuera del tren, pero como siempre, se me ocurrían cosas imposibles. Suspiré.

Henry suspiró, se sentía algo incómodo. Yo por mi parte dormía como hace tiempo no lo hacía, estaba agotada.

Llegué al compartimento de Slytherin. En cuanto Vi me vio, corrió a abrazarme. El dolor en el brazo ya era mucho menor a diferencia de hace un par de meses, pero aún así dolía. No quería usar el cabestrillo. Pero mis padres me advirtieron que si no lo hacía, jamás me dejarían jugar Quidditch. Ya después me lo pondría.

Me acosó con miles de preguntas y cuando me di cuenta de que llevaba casi media hora ahí, regresé con Henry y Kailen. Ella se había dormido y él tal vez estaría solo, no tenía que ser tan descortés y hacer eso.

Cuando Clary volvió ya estaba despierta, sentada con los pies sobre el asiento rodeada de montones de dulces y envoltura. Henry guardaba dulces en su mochila y me dejaba comer libremente tantos como quisiera. En todo el verano no había comido ni uno solo y vaya que necesitaba azúcar.

- Creo que me ausenté bastante -susurré. Me metí al compartimento y saqué el cabestrillo de mi baúl con un poco de dificultad.

-Permíteme.-dijo Henry mientras le ayudaba con su baúl. Comí otra rana de chocolate y empecé a reír sin razón alguna.

- Gracias -miré a Kailen.- Parece que ha vuelto a ser nuestra Kailen.

-Tal vez es el azúcar... está llorando también.

Mordí otra rana de chocolate, lágrimas resbalaban mientras reía otro poco, sentía una mezcla de dolor, tristeza pero a la vez felicidad.

- Sí, tal vez -logramos sacar el cabestrillo.- Gracias de nuevo -me lo puse de mala gana, aunque mi brazo descansaba un poco, odiaba tenerlo puesto. Era un estorbo. Me senté resignada.

-¿Cuánto tiempo aún lo debes usar?- preguntó.

-Iré a buscar más dulces.-Me levanté y salí del compartimento para buscar el carrito y de paso lavarme la cara.

- Mis padres me exigen que lo use por lo menos todo el año escolar. No me agrada la idea, pero si tengo que hacerlo para poder jugar Quidditch el próximo año, lo tendré que hacer -se me antojó un dulce de repente.- ¿Ustedes harán pruebas para entrar en su equipo de Quidditch?

-Creo que sí la haré, no sé Kailen. -Agarró uno de los dulces que había dejado en mi asiento y lo comió.

- Seguro entrarán. Espero poder hacerlo yo el próximo año. Ahmm... ¿tienes más dulces?

Henry sacó de su mochila varios dulces y se los ofreció. Estaba emocionado por las pruebas de Quidditch, ya hasta tenía su escoba lista.

Tomé el primero que vi y lo metí a mi boca. Estaba rico.

- En serio les deseo la mejor de las suertes.

-Gracias.- dijo con una sonrisa.

- ¿No se está tardando mucho Kailen? -miré a la puerta.

-Sí, algo, ya volverá.

Me entretuve viendo el paisaje por una ventana y comiendo un par de ranas de chocolate. Cuando iba caminando de regreso me topé con Nick.

- Sólo me preocupa que haya hecho una locura por el repentino exceso de azúcar que consumió en tan poco tiempo -sonreí. Seguramente estaría bien, pero si me preocupaba.

Nick se le quedó viendo a Kailen. La diferencia de altura que había entre ellos hacía que él viera un poco más abajo de lo normal. Seguía siendo más baja que Clarissa.

-Lo más que haría en su estado es empezar a reír como loca mientras corre...creo.-dijo Henry.

-Hola Nícolas.- sonreí un poco, me sentí chiquita, empezaba a fastidiarme un poco ser la más chaparra siempre.

- Esperemos que sólo haga eso...

En ese momento, Nick hizo algo extraño, que hasta el mismo se sorprendió. Se agachó un poco para quedar a la altura de Kailen y le sonrió.- Hola Kailen.

Me sorprendí un poco ante ese gesto y sonreí.- Me da gusto verte de nuevo.

-No creo que haga algo más. -respondió mi amigo mientras abría otro dulce.

- Tienes razón. Aún con los kilos de azúcar que haya en su organismo, no deja de estar en sus cinco sentidos... Bueno, si es que siempre está en sus cinco sentidos.

- A mí también me da gusto -también sonrió. A pesar de que debías ser extraño el estar haciendo eso, no le importó. Se sentía bien estando así.- ¿Harás pruebas para el equipo de Quidditch de tu casa?

Henry rió.- Creo que nunca está en sus cinco sentidos.

-No lo sé.- Comencé a jugar con mi cabello.- Esque siempre los he visto y así pero no he jugado y no tengo escoba y no creo que me acepten.-dije con una sonrisa tímida.

- Sí. Hace que me preocupe más -acompañé su risa.

- En tus clases de vuelo, has montado una escoba, ¿no? Quieres ser guardián. No es tan difícil. Seguro te irá bien. Siempre puedes pedirme ayuda.

-¿En serio? Entonces... ¿me enseñas un poco antes de las pruebas?- dije con una sonrisa, lo había fantaseado, el ser parte del equipo de Quidditch pero no lo había realmente considerado.

-¿Otro dulce?-le ofreció a Clary mientras sonreía.

- Hmmm... ¿por qué no? -le contesté a Henry. Comencé a sentirme un poco extraña.

- Claro. No creo que se te haga difícil -le puso una mano en la cabeza. Es demasiado, pensó con seriedad.

Henry le dio otros dulces a escoger y comió otro, se sentía a gusto. Le agradaba todo eso.

Sonreí, ya me había entusiasmado. Además, Nick estaba siendo diferente a como solía ser y eso me agradaba.- ¿Mañana empezamos? - dije acomodando mi cabello.- ¿O es muy pronto?-dije al notar mi evidente entusiasmo.

Tomé un dulce y me recargué en el asiento. Estaba cómoda, estaba bien en realidad. Pero algo hacía que me sintiera inquieta. Miré por la ventana.

Nick se rió un poco.- Tengo entrenamiento con los chicos en dos días. Podemos empezar ese día, ¿te parece?

-Me agrada la idea.- Me paré un poco sobre las puntas de mis pies emocionada. Reí un poco al notar que ni así lo alcanzaba.

Henry estaba completamente relajado comiendo dulces, viendo a su viejo gato y a mi pequeño Shasta jugando. -Hasta su gato se parece a ella nunca se está quieto.

Me había distraído. Miré a los gatos y sonreí. - Cierto.

- Bueno, Kailen. Tengo que volver con los demás delegados -y antes de pensarlo, le dio un beso en la mejilla y comenzó a caminar.- Clarissa te dirá la hora del entrenamiento.

Me sonrojé ante su beso en mi mejilla, me quedé parada allí unos momentos como tonta y luego regresé sonriente y colorada al vagón donde estaban mis amigos.

Escuché el ruido de la puerta. Abrí los ojos sorprendida.

- Kailen, ¿estás bien?

-Sí.-contesté con una sonrisa y me senté a abrir un dulce.-Nick está diferente y me ayudará con el Quidditch.

Casi me atraganto con el dulce que tenía en la boca.- ¿Que él dijo qué? -me tumbé en el asiento.- Es un completo bipolar.

-¿Entonces harás la prueba?-me preguntó Henry, sonreí y asentí.

-En un par de días empezaré a practicar con él.

- Me alegro por ti -dije sin moverme y cerré los ojos. Es muy extraño.

Reí un poco y comí más dulces.

Tengo que saber por qué lo ha hecho. A menos que ya se haya dado cuenta... Me sentía muy cómoda, así que seguí sin moverme.

Estuve hiperactiva durante el viaje, de pronto reía, luego salía a caminar, jugué un poco con Henry y platiqué con Clary, evitando temas que me recordaran mi verano.

El tiempo pasó rápido y de repente ya había anochecido. Me quité el cabestrillo y lo guardé en el baúl. Varios chicos se estaban amontonando afuera de nuestro compartimento.

Henry fue al baño a cambiarse y así darnos oportunidad de ponernos el uniforme a nuestras anchas. Para variar me había quedado dormida, sin idea del tiempo.

Henry logró regresar vivo entre los pasillos llenos de gente que pretendía salir. Supuse que esperaríamos a que se vaciara un poco para poder salir. Mathie está un poco inquieto.

Me desperté unos minutos antes de que Henry volviera, me puse mi uniforme y terminé completamente despeinada. Metí a Shasta en su canasta y esperé a que empezara a vaciarse todo.

-Oigan... ¿nos veremos después de la cena?

- Ahmm... supongo -respondí mientras veía como disminuía la cantidad de personas que había afuera.- ¿Qué dicen ustedes?

-Yo digo que nos veamos un rato después y que en un par de minutos nos unamos a la muchedumbre.- dijo Henry mientras acomodaba sus cosas.

-Quiero que Henry me cargue de caballito.- reí un poco y acomodé mis cosas.

-Me voy a quedar chaparro por tu culpa.- guardó a su gato, reí un poco, Henry no podría quedar chaparro ni aunque quisiera.

- Creo que eso es imposible -sonreí. Tomé mi baúl, la jaula también y los seguí.

Salimos a unirnos a todos, ahora el camino fue diferente, no tomamos las balsas sino que subimos a unos carruajes que parecían ser jalados por ningún animal sino por simple magia. Subí emocionada, Henry y Clary parecían tranquilos.

Me encantaba ver las reacciones de Kailen cada que se topaba con algo mágico que desconocía. Pensaba que aunque creciera, siempre sería como ver a una niña pequeña. Henry parecía no notarlo, pero los carruajes no se movían solos. Eran jalados por un thestral. Nick ya me había advertido que no me asustara al verlo, pues su apariencia podría no ser muy agradable, pero no me lo parecía. A pesar de todo, no lo comenté y fingí no prestarle atención.

-Esto es mejor que tener chofer. Con el chofer me da miedo cuando maneja, dicen los rumores que alguna vez fue chofer de alguien de la mafia. -Me asomé por la ventana hasta quedar medio cuerpo afuera, oí a Henry reír quedito.

- ¿Mafia? -esa palabra no la conocía. Los miré con la cabeza ladeada.

Henry le explicó brevemente lo que era la mafia. Reí un poco.

-Una letra hace la diferencia, puede hacer de una palabra algo maravilloso o algo injusto y oscuro.-me quedé pensando en ello, en la palabra magia y la palabra mafia. Un momento de seriedad sin sentido en mi mente.

- ¡Oooh! -me suspendí unos segundos entendiendo la palabra y sonreí al final.- Comprendo.

El carruaje comenzó a disminuir la velocidad. Estábamos más cerca de Hogwarts.

-Oh por Dios...¡si!-grité con emoción al ver Hogwarts tan cerca. Henry se asustó de cómo grité tan de repente.- ¡Hogwarts!

No pude evitar reírme al ver a Henry brincar por el susto.

- Haz eso más seguido, Kailen. Se veía muy gracioso asustado.

Henry se sonrojó un poco, reí.-Tal vez lo haga.- Reí otro poco, de pronto todo quedaba atrás, el mundo muggle era lejano,es más, era inexistente.

En cierto momento se detuvieron todos los carruajes y era momento de comenzar a bajar. Mi corazón latió un poco más rápido por la emoción y la felicidad.

Bajamos todos con nuestras cosas y una gran sonrisa en el rostro. Acaricié levemente al thestral que nos había llevado hasta allá, sin que mis amigos se dieran cuenta y le sonreí. Estar en casa de nuevo era genial, no podíamos ser más felices.

Tuvimos que separarnos de Clary en el Gran Comedor. Fue interesante ver la selección desde la mesa ahora, me sentí de pronto un poco más grande, vi a Henry y me volví a sentir pequeña. Estaba ignorando lo mejor que podía los pensamientos de todo, pero los chicos nuevos eran un mar de nervios. En cierto momento al mirar a la mesa de Slytherin mi mirada se cruzó con la de Nícolas, sonreí.

El banquete de esa noche estaba delicioso, como siempre. Vi no paraba de platicar y de contarme lo que había pasado en sus vacaciones. Yo sólo asentía o me mostraba sorprendida en los momentos adecuados.

Nick también miraba hacia la mesa de Hufflepuff, pero en lugar de desviar la mirada, correspondió la sonrisa de Kailen, cerciorándose antes de que nadie lo hubiera visto.

Comí hasta no poder más, después del discurso del profesor Dumbledore Henry y yo nos sentamos en las escaleras a esperar a Clary. Había comido mucho y ahora empezaba a sentir sueño, Henry lo notó.

-No me voy a quedar dormida, ya dormí mucho.- bostecé.

Logré zafarme de Vi y corrí a reunirme con mis amigos después del banquete. La voz chillona de mi amiga me había provocado un pequeño dolor de cabeza, pero soportable a fin de cuentas. Sonreí débilmente cuando llegué con ellos.

-¡Clary! La comida estuvo deliciosa ¿verdad? Ya estaba harta de las ensaladas y el agua mineral, el jugo de calabaza me supo a gloria.

Henry rió un poco, él también se sentía muy lleno más que nada porque me siguió la corriente de ver quien comía más porque su mamá cocinaba lo mismo que en Hogwarts cuando podía y si no su comida muggle era deliciosa.

- Sí, estuvo rica la cena -me recargué en la pared.- ¿Nos veremos mañana?

-No sé como es mi horario.- dije algo apenada. No se me había ocurrido revisar.

-Tenemos materias en común según me parece, de todos modos podemos vernos en el desayuno.-contestó Henry con un bostezo.

- Yo tampoco he revisado. Está bien, nos veremos en el desayuno -Henry me contagió su bostezo.- Mejor vayamos a dormir.

-Buenas noches.- empujé a Henry para que se levantara, luego me abracé a su cuello, me cargó de caballito.

-Buenas noches Clary, descansa.

- Igualmente, chicos.- me di media vuelta y comencé a caminar, casi correr, hacia mi sala común, para alcanzar al resto.

Clary desapareció y nosotros nos fuimos a nuestra sala. Henry se quedó platicando con sus amigos y yo intercambié unas cuantas palabras con unas compañeras de dormitorio. Tras echar una ojeada a mi horario me dormí. Al día siguiente me desperté gracias a Shasta, mi pequeño despertador. Me apuré a bajar y Henry ya me esperaba a ir, fuimos al Gran Comedor.

No me encontré con Nick hasta el día siguiente cuando bajé para ir al Gran Comedor. Se me quedó viendo y levantó una ceja.

- ¿Y el cabestrillo? -lo fulminé con la mirada y seguí caminando hasta salir por la puerta con él a mis espaldas. Era tonto que él mismo lo preguntara, sabiendo la respuesta que le iba a dar.

Desperté con mucha hambre y como no vi a Clary ni a Nick ni nadie que saludar me senté a comer. Henry se sentó a mi lado pero cada tanto volteaba a la puerta, en una de esas ocasiones vio entrar a nuestra amiga seguida de su primo, alzó la mano y los saludó. Me apresuré a terminarme un pastelillo que en ese momento estaba comiendo. Casi me atraganto cuando una voz conocida me saludó a mi espalda, tragué y lo miré.

-¡Hola! A mí no me alegra verte.-dije con una sonrisa mientras agarraba otro panecillo.-Es más quiero ya estar en el equipo de Quidditch y que tengamos un juego.

Henry nos miraba y sonreía por el gesto que tenía Collins en su rostro, por dentro reía al escuchar sus pensamientos. Miré como se acercaban nuestros amigos.

-¡Nick! ¡Clary! Buenos días.

- Ya te dije que no pienso usarlo -entrábamos al Gran Comedor, mis amigos me saludaron, yo hice lo mismo y me dirigí hacia allá.- Y menos en un lugar donde no tengo la vigilancia de mis padres.

- Pero estoy yo, Clary -él también saludó.

- Tú no cuentas.

- Claro que cuento, yo pued... -ambos mirábamos lo mismo. Collins.- Hablamos luego.

Agradecí por un segundo que Collins estuviera ahí para distraer a Nick, pero eso se esfumó rápidamente. Llegamos con mis amigos al fin.

- Buenos días... chicos -les dije y mi primo sólo asintió.

-Le decía a Collins que espero que ya inicie la temporada de Quidditch, espero haya un juego Slytherin contra Hufflepuff, sería interesante ¿no? Me emociona intentarlo.

-¿Tú qué opinas? ¿Será divertido no es así Collins? Estaba pensando meterme de golpeador podría liberar tensiones.

-Será un año interesante, hasta luego, mestizo, sangre sucia.-Se retiró a su mesa, reí un poco, sonreí.

-Está enojado.

- Sería mejor no provocarlo -dijo Nick, volvió a asentir y siguió a Collins. Lo seguí con la mirada.

- Da lo mismo. Yo sí ansio ver ese partido -sonreí. Me dirigí a Henry especialmente.- Y espero que una bludger le deje una marca en la cara -le guiñé el ojo y seguí a Nick.

Henry sonrió, me reí, me miró algo sonrojado, le guiñé un ojo. -Provecho.- Me dio un zape y le mordí una mano, terminando el desayuno notamos que se nos hacía tarde, así que tomé su mano y sali corriendo llevándolo tras de mí, ya veríamos a Clary en clase en la tarde.

A pesar de que Nick observaba detenidamente a Collins y hablaba un poco con algunos amigos, siguió reprendiéndome sobre mi brazo. Sin terminar mi desayuno, salí del Gran Comedor, llena de rabia. Fui hasta la entrada de mi casa y de ahí a mi primera clase, aunque había tomado un camino largo, no llegué tarde. Caminar rápido siempre ayudaba a relajarme.

Nuestra primer clase fue herbología, una de las que más que gustaban. Estuve molestando a Henry y él estuvo molestándome, la profesora nos regañó por no poner atención pero cuando vió que teníamos todo bien hecho ya no nos dijo nada. Luego tuvimos Pociones, tan horrible como siempre pero se veía algo interesante, decidí que ese día me esforzaría en todo, al menos hasta que me aburriera. Luego tuvimos un almuerzo, donde nos sentamos bajo el árbol acostumbrado a esperar a Clary.

Pociones y Transformaciones. Estar en el aula del profesor Snape era reconfortante. Siempre me gustaba sus clases, aunque él fuera un poco duro con nosotros, pero hacer pociones era mi pasión. Creo que mi madre me lo había heredado. Pero también admiraba a la profesora McGonagall, aunque eso de transformar... no se me daba muy bien. Llegó la hora del almuerzo y cuando quise dirigirme afuera del castillo para verme con mis amigos, alguien me detuvo del brazo enfermo.