"Ni Glee ni sus personajes me pertenece, solo los he tomado prestados para darle un giro distinto en una nueva historia"

Ayer

Ayer

¡Ayer la vi!

Y por primera vez en tanto tiempo pude contener desilusiones y anhelos perdidos aunque fuese solo por unos momentos.

Su tacto me lleno de alegría y estremeció mi cuerpo necesitado de cariño con tan solo un abrazo. El simple contacto con aquella piel tan suave y pálida se convirtió en una mezcla de recuerdos tormentosos que logre guardar en el fondo de mis pensamientos, pero que sin embargo hacían estragos en mi postura.

Su sonrisa cálida y coqueta me brindo fuerzas para mantenerme en pie, luchando en combate armado contra los demonios de mi cabeza que muy poco ayudaban con sus quejas y juegos de; "Esto duele" "Tiene que doler".

Al tiempo que la escuchaba decir:

Hola.

Rompiendo las cadenas de mis sentidos con aquella voz tan delicadamente suave que la caracterizaba y ese pequeño pero angelical toque de encanto que me fascinaba.

¡Que masoquista soy!

Pero lo más doloroso e indiscutiblemente dañino fue el mirarla a los ojos.

¡Valla que cometí un error! ¡El más tonto de mi vida!

Aquella mirada que recordaba verde y alegre se había trasformado en una oscura y fría sensación de cansancio combinado con dolor, pero distinguido por una pisca de brillo que parecía iluminar mi alegre reflejo en ellos. Burlándose de mi tonto intento por mantener a salvo mi corazón.

Y caí. De la peor manera en que puede caer un soldado en guerra; con una estúpida tregua.

Doblegada ante su inconsciente tristeza y mí batalla pérdida con el dolor, accedí a que me acompañara hasta mi casa.

Con paso firme pero lento a mi lado se escuchaba su mezclada voz con el murmullo de la gente y mis respuestas alegres pero vacías con cierto significado de; "¡Ya no hables que me haces daño!"

Caminamos todo el trayecto sin mirarnos.

Ambas con una sonrisa que se podría admirar desde kilómetros. Pero con las miradas más tristes y llenas de verdad que ninguna de las dos se atrevería a profesar.

Te extraño.

Fue lo que rompió mi corazón y no fui yo quien lo dijo.

Yo también te extraño.

Se me escapo sin pensar, así como también el beso que nos dimos enfrente de mi casa y que me supo a gloria.

Pero eso fue ayer. Y hoy ambas sabemos que eso ya no se volverá a repetir.

Al menos eso detesto pensar.