Hola, después de un año he vuelto a publicar algo. Verán, estoy afanada con la nueva película de Disney "Frozen". En verdad, soy una fan de Disney, pero esta película me encanta, así que decidí combinarla con Tsubasa. Muchas cosas no son como la película, pero esta historia fue inspirada en ella.

Antes de que empiecen a leer, me gustaría aclarar que Fai es el verdadero Fai, es decir, el hermano que murió en el manga, y por ende, Yui es nuestro mago hermoso. Decidí mantenerlo así porque ayudará en el desarrollo de la historia. Esta historia es Kurofai, entre otras parejas, pero con Fai me refiero al verdadero Yui. Es toda una chanfaina haha O sea, en esencia es Kurogane por nuestro mago. Trataré de que los capítulos sean largos porque actualizaré cada domingo.

Sin más que decir, Tsubasa Chronicles no me pertenece, sino a las CLAMP. Disfrútenlo y disculpen si se me ha pasado algún error ortográfico a pesar de que chequee dos veces.

Fai suspiró y miró alrededor de la habitación. Su hermano no parecía estar aquí tampoco. Empezó a preocuparse; no había visto a Yui desde que la fiesta terminó.

—¡Yui, ya es suficiente! Tendrás que salir de tu escondite algún día

Entonces, escuchó un llanto. Se asomó al escritorio y miró debajo: su hermano estaba encogido, con la cabeza escondida. Fai se agachó hasta estar a su altura.

—Yui, ¿qué sucede?

—No encajo aquí— dijo, recordando los eventos de aquella noche.

—¿Por qué dices eso?

—Tú sabes porque.

Fai miró a su hermano y una luz que provenía de sus manos empezó a iluminar sus rostros. Yui alzó la cabeza para observar mejor. Fai sostenía entre sus manos una bola que irradiaba un brillo azulado.

—Yo guardo este aterrador poder dentro de mí, tú, por otro lado— la bola azul desapareció—eres completamente normal.

Yui se acercó a su hermano.

—Fai, ese poder es increíble, yo quisiera tenerlo. De ese modo, los otros niños no se burlarían de mí— dijo apretando los puños.

Fai terminó de cerrar la distancia que había entre los dos. Yui correspondió al abrazo de su hermano.

—No importa quien seas, eres mi hermano y te quiero.

La puerta del estudio se abrió en ese momento.

—Jóvenes amos, ¿están aquí?

Fai se puso de pie y respondió al llamado. Al rato, Yui imitó las acciones de su hermano y fueron escoltados a su habitación como si nada hubiese pasado.


—Dicen que el príncipe Fai tuvo que pasar la vergüenza de su vida cuando su hermano gemelo fue descubierto hablando con un animal en la fiesta de anoche.

—Estuve ahí, era un conejillo que encontró en el bosque

—¿En el bosque? Esa es un área prohibida. No hay duda del porqué el príncipe Fai tomará el poder cuando crezca.

Yui veía de reojo por una puerta cómo las mujeres de alejaban. Ni siquiera parecían preocupadas por encontrarlo para su lección de literatura; lo único que hacían era cuchichear sobre el incidente de la noche anterior.

—Vamos, Mokona— dijo Yui refiriéndose al pequeño conejo en sus brazos—busquemos a Fai

Yui caminó por los pasillos hasta estar frente a una gran puerta de roble. Intentó abrir la puerta, sin embargo, estaba con seguro. Entonces, optó por la segunda opción.

—¡Fai! Abre la puerta, ¿quieres que salgamos del castillo? No tenemos que ir al bosque

Pero no obtuvo respuesta. Yui empezó a tocar más fuerte y a llamar el nombre de su hermano más alto, pero no demasiado como para ser encontrado y llevado a su clase.

De repente, escuchó la voz de su hermano que venía del interior del estudio.

—Yui, no quiero jugar ahora

—¿Eh? ¿Por qué no?

—Ve a cumplir con tus obligaciones

—Fai, ¿qué sucede?

Hubo un momento de silencio. Yui sólo podía escuchar su respiración. Un crujido lo sorprendió. Avanzó unos cuantos pasos y lo que vió lo dejó atónito.

La habitación estaba cubierta de un manto azul, del techo colgaban estalactitas y el aire que salía de su boca era visible ahora. Sólo la imagen de su hermano abrazado a sus rodillas pudo traerlo fuera de esa fantasía glacial.

—¡Fai! ¿Estás bien?

La pequeña figura intentó ignorarlo. Yui corrió hacia su hermano y al tocarlo pudo sentir como si se tratara de nieve. Era tan frío que quemaba.

—Aléjate Yui, es muy peligroso.

Las palabras nunca llegaron a salir de la boca de Yui. Su padre y unos sirvientes acababan de llegar a la escena y lo separaron de su hermano inmediatamente. Esa noche, Fai fue trasladado a una habitación sólo, lejos de Yui. Los hermanos no volvieron a tener contacto. Las únicas veces que se veían eran en ciertas reuniones de palacio. De aquellas veces, Yui notó algo interesante sobre Fai: siempre usaba el mismo par de guantes.


Yui corría por todos los pasillos del castillo. Había estado contando los días en su calendario y al fin había llegado el esperado. Una pequeña bola blanca le seguía con un poco de dificultad. Yui llegó a una habitación rosa llena de túnicas y trajes costosos. Una mujer le estaba esperando.

—Príncipe Yui, quédese quieto. No querrá que le hinque con una aguja

—Lo siento mucho, estoy muy emocionado

La mujer ajustó el último detalle y dejó que Yui se moviera. Este se acercó a la ventana que ofrecía una visión directa hacia otra torre.

—Debería comer un poco más, no tendríamos que ajustar ese traje si no bajara de peso con tanta facilidad.

—Después de 3 años, podré ver a Fai de nuevo— dijo el joven, ignorando el comentario anterior- ¿No es increíble?

—Supongo- dijo la mujer levantándose de su asiento— Con su permiso, príncipe.

Cuando la mujer salió de la habitación, Yui se alejó de la ventana y bajó hasta tomar a Mokona en sus brazos.

—¿Qué piensas, Mokona? ¿Crees que Fai me reconozca?— Yui rió para luego contestarse a sí mismo- Claro que sí, si lucimos exactamente igual.


Un chirrido proveniente de la entrada hizo que Fai se diera cuenta de la presencia de alguien más en la habitación.

—Príncipe Fai, extrañaré llamarle así luego de este día.

Fai volteó para mirar de frente al dueño de aquella voz. Un hombre con una larga y oscura cabellera llevaba entre sus manos la corona que pronto pertenecería a Fai.

—¿Qué sucede? ¿No estás feliz con esto?

Fai desvió su mirada hacia la ventana. Se acercó a ella y pudo ver más de cerca la torre a la que no visitaba desde que tenía diez años. Su mirada volvió al otro hombre cuando sintió la mano de este sobre la suya.

—Lo harás bien, además, ya tienes controlado ese asunto.

Fai retiró su mano.

—¡No me mientas!

—No lo hago, creo que esta es una buena idea. Tomarás el poder de Valeria y así— dijo tomando las manos de Fai nuevamente— podremos casarnos en poco tiempo.

Fai bajó la mirada.

—¿Cómo puedes querer casarte con alguien con esta maldición?

—Para mí, es un don.

El joven suspiró. Sabía que pelear con Ashura el día de su coronación no haría que el tiempo parara. Sería rey a partir de hoy, le guste o no.

—Estará bien, es sólo por una noche

—Tienes razón. Luego de hoy, las cosas volverán a ser como siempre, sólo portaré una corona más grande.

—¡Ya lo tienes!— dijo Ashura con entusiasmo que, por más que intentaba, no podía compartirle a su compañero— Le diré a los guardias que abran las rejas del palacio, ya es tiempo que la gente empiece a llegar.

Fai asintió y vio como el otro salía del cuarto.


Yui se encontraba fascinado. No hacía mucho que los guardias habían dejado abierto las puertas del castillo y el lugar estaba lleno de caras nuevas. Pero Yui no quería permanecer en el castillo después de tanto tiempo, quería recorrer el pueblo. No había tenido contacto con nadie desde el incidente que lo separó de Fai, exceptuando los sirvientes y su padre, quién había fallecido unos años atrás. Ya que Fai y Yui aún eran menores, el trono fue ocupado por Ashura, el hijo de un primo lejano del Rey de Valeria. Ashura era diez años mayor que los jóvenes príncipes; y aunque no había tenido tanto contacto con Yui, había sido el fiel mentor de Fai hasta el día de hoy. Eso era suficiente para que aquel hombre mereciese el respeto de Yui.

De pronto, el mundo terminó de cabeza y, hablando de cabezas, el golpe que se había dado en la suya lo había hecho ver estrellas. Intentó incorporarse y estaba a punto de decirle un par de cosas a la persona responsable de su infortunado accidente cuando vio de quien se trataba.

—¿Estás bien? Creí que te quedarías en la torre

—¿Ashura?

Algo en la mirada de Ashura le hizo darse cuenta de que ya lo había reconocido. Ashura bajó de su caballo y ayudó a Yui a levantarse.

—Debes ser Yui. Eres igual que él, sólo un poco más delgado tal vez.

—¿Cómo está Fai?- dijo Yui olvidando las formalidades.

—Está bien, entusiasmado por la celebración de hoy— respondió Ashura, aún un poco desconcertado por la falta de modales de Yui.

La sonrisa de Yui le parecía decir que era la respuesta que esperaba. Ashura se encontraba contemplando al joven rubio, algo en su aura le resultaba muy atrayente.

—Te llevo al castillo, seguro quieres cambiarte.

Por primera vez, Yui se dió cuenta de lo sucia y desgarrada que estaba su túnica. Sin duda, la costurera lo asesinaría.


La música, el baile, la gente, todo alegraba a Yui. No era como hace unos años, cuando los demás niños se burlaban de él por disfrutar de la naturaleza un poco más que el promedio de la gente. Los invitados a la coronación de Fai lo trataban con respeto, siempre haciendo reverencias cuando él entraba en una sala o cuando salía de ella. Se sentía increíble, sin embargo, algo faltaba. No había visto a Fai en toda la velada, y él era el protagonista. Fue entonces cuando vio salir a su hermano escoltado por Ashura y otros hombres. Se veía tan elegante y, al mismo tiempo, tan frágil. Sus ojos no eran los de alguien pronto a ser rey. Pronto, Ashura tomó la atención del público y la ceremonia comenzó. De un momento a otro, Fai dejó de ser príncipe para ser el gobernante de Valeria. La fiesta se podía dar por iniciada. Tras un par de bailes que no pudo negar a unas muchachas, Yui corrió en busca de su hermano. Lo había visto ir hacia el balcón. Había tantas cosas que quería decir. Quería abrazar a su hermano, compartir como cuando eran niños. Yui creía que podían recuperar el tiempo perdido.

No se esperaba lo que vio cuando se asomó al balcón.

—Ya me quiero ir

—Fai, no te puedes ir. La celebración es para tí.

—Parece para todos menos para mí. Mientras más rápido termine esto y podamos volver a la torre será mejor.

—Aunque sea déjame anunciar nuestro compromiso.

Yui no entendía que sucedía. Ashura, quien se supone que era el protector de Fai, se iba a casar con él.

—¿Por qué tiene que ser tan pronto?

—No quiero que te agobies con mil cosas, entre más pronto nos casemos, nuestra vida regresará a la normalidad de la misma manera.

Yui sintió una mano taparle la boca y una navaja tocar su cuello. No podía ver a su agresor, lo había paralizado.

—No grites— escuchó decir a su atacante.

Yui permaneció inmóvil por unos segundos. Vió el jarrón que tenía al lado y, aunque sabía que era arriesgado, lanzó una patada en dirección a este y el cristal contra el suelo llegó a oídos de Fai.

—¿Quién anda ahí?

—No pasa nada, Fai. Es una fiesta, la gente ha bebido de más.

De pronto la imagen de Yui en el suelo hizo que Fai reaccionara. Corrió al lado de su hermano quien intentaba incorporarse.

—Yui, ¿que sucedió?

—¿Cómo es eso de casarte con Ashura?

Fai quedó sin palabras ante la pregunta de su hermano. Los había estado escuchando. El ruido de otro jarrón en el suelo hizo que su atención fuera hacía una figura vestida de negro.

—¿Quién era él?

—Intentó atacarme. Responde, ¿por qué no me dijiste nada?

—¿Atacarte? Yui eso es serio.

—Lo tuyo también. Son primos— dijo Yui con una expresión llena de repulsión.

Fai ignoró el último comentario de su gemelo y tenía planes de alejarse en la misma dirección que el agresor de Yui, cuando, este logró tomarle la mano, deshaciéndose accidentalmente del guante que llevaba.

—Devuélvemelo— demandó Fai lleno de indignación.

Al ver que finalmente tenía la atención de su hermano, Yui se aferró al guante.

—No hasta que hablemos de Ashura

—No hay nada de qué hablar. Regrésame el guante.

Yui negó con la cabeza. Parecía que no se daría por vencido y esto le daba a Fai una buena razón para dejar la fiesta. Sin saber cuándo, un grupo de invitados se habían reunido alrededor de ellos. Era demasiada gente para el gusto de Fai, así que decidió alejarse en el acto.

—¿Vas a huir? Fai regresa ahora— al no escuchar respuesta por parte de su hermano, Yui se acercó a él.

Una pila de glaciares se formaron en el piso. La gente empezó a murmurar y otros salieron despavoridos de la escena. Yui recordó aquel día, cuando encontró a Fai llorando en una habitación de hielo.

Fai miraba incierto lo que acababa de pasar. Sus ojos pasaron del suelo congelado a Yui y, luego, a Ashura. Entonces, salió corriendo del lugar.