Para el Foro Chocolate y Menta; un lugar genial que me ha permitido conocer a personitas increíbles y agradables. ¡Son geniales, chicos! Espero el one los entretenga al menos un poquito.

Los personajes presentes en esta trama son propiedad de Jk y la Warner.


Nalgas de Acero


Era mínima la distancia que tomó para recuperar un poco el aire. Dejó que su boca continuara rozando el labio inferior de ella mientras el aroma dulce de su tibio aliento traspasaba sus fosas nasales y le dejaba tarado por su dulzor. Una de sus manos con dedos inquietos se encontraba postrada en su cintura conforme la otra se hallaba infiltrada entre la cortina de cabello rojo.

- ¿Para esto quería que estuviéramos solos acá, señor Potter? – Ginny miró radiante los ojos de su novio, él la observaba embelesado y con una estúpida sonrisa que la hicieron reír con jovialidad.

Se sentían como reyes.

El ligero viento veraniego golpeaba suavemente las copas de los árboles, causando de esa forma un agradable ruidito que les transmitía a ambos tranquilidad y sosiego. El pasto, bañado por una delgada capa de rocío, sonó bajo los desnudos pies de los dos mientras se movían con lentitud para dejar la espalda de él completamente recostada sobre el tronco del árbol. Se les metía la tierra por entre los dedos, mas aquello parecía no molestarles.

-¿Usted acaso no quería estar sola conmigo, señorita Weasley? – Harry liberó sus dedos de los mechones de cabello de Ginny para así tener ambas manos a cada lado de su pequeña cintura.

- Por supuesto que sí… - sonrió anchamente, mostrando toda su dentadura. – Siento que no pasamos suficiente tiempo juntos para… bueno, esto que hacemos… - a Harry se le iluminó el rostro ante el leve sonrojo que adquirieron las mejillas de la chica. – Con mis hermanos fastidiando en cada rincón…

- Ahora no están tus hermanos – un extraño y excitado brillo surcó la mirada esmeralda del chico.

- No están… - la mirada castaña brilló a su vez, intensa. Parecían competir.

Un nuevo beso se formó entre ellos, igual de inocente pero a la vez anhelante. Un beso que Harry se encargó de dar y recibir con lentitud, disfrutando de cada roce con deleite y goce, como si fuese la primera vez que recibía tal regalo y a su vez como si fuese el último que disfrutaría en su vida. Se apasionaba cada vez más con el pasar de los segundos, apretándose contra la muchacha, disfrutando de su cuerpo acoplado con el suyo.

Ginny liberaba pequeños suspiros dentro de su boca, asombrándolo ante el tibio contacto que provocaba su aliento ante cada exhalación. Esas revoltosas alas que se movían constantemente cada vez que la abrazaba adquirieron la potencia límite. La emoción pasó el confín de lo normal, se sentía como nunca antes. Tocaba el cielo si estaba en sus labios y se sentía en la gloria si la abrazaba a él.

Las manos de Harry, quietas hasta esos momentos pero con los dedos ansiosos por hacer algo más, se movieron lentamente por las caderas de la muchacha, tentando ante cada caricia, queriendo sondear y conocer más allá ese delgado cuerpo que tanto lo enloquecía.

No sabía si ella se enojaría, cierta duda lo embargó al pensar en tocarla de aquella forma. Aún así, decidió arriesgarse a explorar, ¡lo necesitaba! Y su mente le gritaba, a pesar de sus titubeos, que Ginny también lo ansiaba. Ella, que en más de una ocasión se "disculpó" por haber deslizado su mano "accidentalmente" sobre su zona delicada…

¿Por qué las dudas? ¡Por supuesto que ella no se enojaría!

Las yemas de sus dedos rozaron la pequeña porción de piel que dejaba al descubierto la delgada blusa de Ginevra. Tocó de nuevo su cintura, el punto exacto donde acababa su espalda, y plantó sus manos en la redondez de su trasero.

¿No lo golpeó? ¿No lo hechizó? ¿No lo insultó? ¿Se enojó?

Dedujo un sin fin de posibles reacciones que Ginny podría sufrir ante lo que acababa de hacer… mas la correcta era la deseada y, ¿ya no se lo había dicho? La obvia y esperada. La joven pelirroja ronroneó contra sus labios, moviendo su boca sobre la de él a un compás más intenso y ardiente. La apretó contra sí, sintiendo un cosquilleo lejos de ser desagradable en las palmas de sus aventureras manos y en cada resquicio de su joven y hormonal cuerpo.

El trasero de Ginevra resultaba tentativo ante su simple visión… Acariciarlo de aquella forma, palpando y estrujando, era uno de sus más guardados deseos desde mucho antes de besarla aquella tarde en la sala común.

Disfrutaba de una felicidad demasiado hermosa como para ser real. Ginny parecía ser el alicante ideal para hacerlo sentir dichoso y completo. Detrás de sus parpados divisaba estrellas de colores, su piel se erizaba y su mente fresca se perdía entre ese mar de sensaciones algo difíciles de describir, pues las palabras exactas para decir lo que verdaderamente vivía, lo que sentía, se le hacían imposibles de conseguir.

Felicidad, alegría, felicidad, deleite, felicidad, goce, felicidad, dicha, felicidad, bienestar, felicidad, bonanza, felicidad, fortuna, felicidad, satisfacción, felicidad, ventura, felicidad, cierto cosquilleo agradable en su entrepierna, felicidad … Dolor…

¡Su madre!

Las estrellas de colores fueron sustituidas por un sin fin de puntitos dorados que lo mareaban. Sintió esa incómoda falta de aire en sus pulmones causada por un fuerte golpe y las manos que antes gozaban de acariciar el trasero de su novia, eran sujetas fuertemente por un par de pelirrojos celosos.

- ¡Suéltenlo, George! – la voz de Ginny llegó desde un punto al lado suyo. Levantó la vista horrorizado. El clan Weasley se encontraba disperso alrededor de ellos. Bill, Charlie, Percy, George, Ronald…

Su rostro sufrió un drástico cambio de color. Los protectores hermanos Weasley habían observado como el trasero de su hermanita menor era tocado por un chico que, (para su defensa) era su novio… pero, ¿eso le ayudaría?

¡Merlín, ayuda!

- Qué bonito espectáculo – Harry tragó saliva ante la exclamación de Bill.

- Deberíamos amputarte la mano, Potter – Charlie lo miró al mismo tiempo que arrugaba el ceño. Aquellas arrugas bien marcadas entre sus pobladas cejas no definían un buen augurio para el joven Potter.

- Eso no sería una mala idea – intervino Percy.

- De esa forma, no manosearía a nuestra hermanita.

- No…

-¡Basta! – Ginny interrumpió la frase que iba a profesar Ron. – Suéltenlo ¡ya! – vociferó a George y a Bill, quienes aún sujetaban con fuerza las manos del chico por sus muñecas. Dejarían sus gruesos dedos marcado en la piel, de eso Harry estaba seguro.

- No pretendas que dejemos pasar lo que vimos, Ginevra.

- No sean imbéciles. Harry es mi novio y lo que él y yo haga…

- ¡Cierra la boca, Ginevra!

- ¡Me vuelves a mandar a callar de esa forma y juro que me las pagarás, Ronald!

- Deberías dejarte respetar como la señorita que eres, no es…

- Por favor, Percy, no vengas con tus sermones… es…

- Eres una niña, Ginny, y lo que…

- ¡Tengo diecisiete años!

- Para nosotros eres una niña, y está en el deber de tus hermanos cuidarte de cualquier degenerado que…

- ¡Harry no es un degenerado!

- Le daré sus dedos a los dragones para que…

La discusión entre los hermanos Weasley estaba durando más de lo previsto. Las muñecas de Harry seguramente ya se encontraban de color morado, el dolor que sufría su estomago debido al golpe se estaba disipando, sin embargo aún le costaba respirar.

El susto más intenso llegó a él cuando los cinco pares de ojos se clavaron en su cara. Ginny rezongó a su lado, observando con ira a cada uno de sus hermanos.

- No tendremos que llegar a lo drástico, Ginny – Bill miró entre serio y divertido a su hermana menor.

- Están actuando como unos estúpidos.

- Aún así somos tus hermanos.

- Y sabes lo que haremos, como los hermanos que somos.

Harry sintió como se formaba un hondo hoyo negro en la base de su estómago. Su frente empezó a liberar pequeñas gotas de sudor frío y su cuerpo osciló notoriamente. George y Bill debieron sentirlo y, en lugar de hacerles sentir un ápice de compasión, rieron.

¿Qué le harían? ¿Le amputarían las manos? ¿Le darían sus dedos a los dragones? ¿Lo golpearían hasta dejarlo en coma? ¿Lo exiliarían de la madriguera? ¿Lo alejarían de Ginny? Bien, primero se dejaría amputar las manos antes que eso último.

Sí, estaba enamorado y por ende era un poco idiota.

- Son unos idiotas.

- Sabes la regla.

- Fue una tontería ¡Pensé que era una broma de ustedes! No…

- Firmaste, Ginny.

- No…

- No puedes negarte, los pillamos, así que Harry debe atenerse a las consecuencias.

- ¿Qué consecuencias? ¿Ginny? – no había abierto la boca desde que lo descubrieron con las manos en el trasero. Su novia lo observó con los hombros caídos.

- Cuando tenía catorce años, estos estúpidos charlaron conmigo sobre "los novios" que tendría. Hicimos un acuerdo, si acaso me llegaban a descubrir en una situación comprometedora, ellos descargarían algo de su enojo -por ver a su hermanita en manos de un tipo imbécil- en quien fuera el afortunado.

A Harry se le descompuso el rostro. Estaba estupefacto.

- Sólo tú has sido el afortunado, amor – le sonrió Ginny rápidamente. Harry pensó si ella recordaba la ocasión en la que él y Ron la vieron besándose desenfrenadamente con Dean Thomas. – Además, no dejaré que estos tontos…

- ¡Firmaste el acuerdo, Ginny! – Exclamó George apretando más la mano de Harry, provocando en éste un quejido incómodo.

- ¡Era una niña, idiota! Y no…

- Se hará lo que dice el acuerdo…

- Lo haremos ahora…

- Antes de que mamá nos llame a cenar.

- Idiotas, no van a…

Los cinco Weasley ignoraron los reclamos y gritos de Ginny. Bill y George enderezaron a Harry, haciéndolo caminar en medio de ellos a través del verde pasto que rodeaba la madriguera. Parecía la procesión antes de una crucifixión.

¡Merlín, ayuda!

- Imbéciles, no van a…- Bill se encargó de crear una burbuja alrededor de sus hermanos y el chico de ojos verdes, dejando a una histérica Ginny fuera del escenario, era el terreno en el que habían jugado Quidditch divertidamente hace un tiempo atrás.

- Bien, Harry…

Ginny golpeaba y pateaba histéricamente la pared invisible.

Sólo faltaban los tambores para dar apertura al evento. Una música lúgubre hubiera sido la ideal para desarrollar la "masacre". Harry se esperaba lo peor de aquellos celosos pelirrojos. El hoyo en su estomago pareció succionar toda cosa que ese encontraba en sus entrañas. Con tan sólo imaginar el dolor que lo sucumbiría, ya lo sentía en cada poro de su piel.

No lo matarían, la señora Weasley pegaría el grito en el cielo. Pero…

Bill y George lo dejaron de pie en medio del lugar, de espaldas a ellos. Trató de mover su rostro hacia un lado, queriendo captar la imagen de Ginny detrás de la pared invisible que representaba la burbuja a su alrededor. ¡Estaba aterrado! Y lo único que deseaba era ver a Ginevra… seguramente se le haría muy difícil después, cuando tuviera ambos ojos moros e hinchados como dos tomates. Lamentablemente, su rostro no logró girar ni un solo palmo. ¡Esos idiotas lo habían petrificado! ¿En qué momento?

¡Merlín, ayuda!

- De acuerdo, Harry… - el sonido que realizaban los chicos llegó a los oídos de Harry desde varios metros atrás de él. Estaban a una considerable distancia, ¿cómo lo golpearían? O ¿era algo mucho peor? Quizás lanzarían hechizos contra su cuerpo…

¡Merlín, ayuda! Esto va a doler

- Ya que tanto te gusta tocar culos ajenos… - Harry trató de cerrar los ojos en vano. – Queremos que disfrutes de unas cuantas caricias al estilo Weasley… - liberó una última bocanada de aire. – Descuida, sólo tus nalgas serán las perjudicadas…

Noo podría sentarse por un buen tiempo… el dolor de la piel de su trasero era agudo y parecía eterno, incluso caminar le costaba. ¡Ciento treinta malditas Quaffles contra su trasero! Todas lanzadas sin piedad. Él esperaba un castigo completamente diferente, pero… ¡Auch! Ahora deseaba unos glúteos de acero.

- Esos idiotas me las van a pagar. Amor, lo siento. Ese estúpido trato era una jugarreta en donde les seguí la corriente, no pensé que esos tarados se atreverían a…

- No importa… - trató inútilmente de sentarse sobre el césped. – Creo que mejor me quedo de pie.

- Tu rostro ya está recuperando el color – el joven de azabache cabello miró a Ginny con una mueca de dolor. Su cara era la representación de un poema sin género definido - ¿Te duele mucho?

- Ciento treinta Quaffles contra mi culo, Ginny. ¡Ciento treinta! Ya imagino los hematomas que se me formarán. ¡Gracias al cielo no eran Bluggers!

- No seas exagerado.

- Me cuesta caminar.

Maldecía el molesto dolor en su trasero… pero aquella molestia sin duda valía la pena. Ginny se abrazó con mucha fuerza a él, apoyándose ella contra el tronco del único árbol testigo de todo y atrayéndolo hacia sí.

Lo besó suavemente, haciendo al joven entreabrir los labios con los suyos para profundizar la fricción de sus lenguas. Rozó su pequeña nariz con la de él, besando luego su mentón y parte de su cuello. Las cosquillas abrigaron a su vientre.

- No me tientes de nuevo, Ginevra. No tengo nalgas de acero para aguantar esos golpes otra vez – Ginny rió contra su piel, aumentando el cosquilleo en la panza del muchacho.

- ¿Sabes? No creo que ese castigo que ellos te impusieron se aplique a mi… - lo miró tan pícaramente que Harry se quedó sin aire. - Tú ven… - lo atrajo más hacia ella, llevando sus brazos alrededor de su cintura. – No tendrás un trasero de acero, pero debo decir que a mí me gusta mucho – consideró al dolor inexistente cuando las manos de Ginevra se postraron sobre la zona atacada.

Y la vivaracha boca de la joven volvía a saborear la de él con ímpetu y frenesí.

De nuevo mariposas, de nuevo estrellas de colores; de nuevo el goce, felicidad, dicha, felicidad, ventura… felicidad… ese cosquilleo

Su mente no pensaba cuando se hallaba de esa forma con su Ginny, su Ginny. Desde que volvieron a estar juntos después de la derrota de Voldemort, ella sería siempre su Ginny.

Se olvidó de los hermanos Weasley, se olvidó del dolor, se olvidó de las ciento treinta Quaffles, y se olvidó de la promesa "La próxima serán más".

Si no existía un hechizo que dejaran a tus glúteos como los de un fisicoculturista… pues, ¡quizá él podría inventarlo!


Está garantizado; si dejan review, tocarán el trasero que más anhelan acariciar. (?)

¡Muchas gracias por leer, corazones!