asdsadsadsadasd no estoy muerta, andaba de parranda (y sigo de parranda) en la sección de EarthBound y se me ocurrió escribir esta cosa rara/drabble después de leer el fic de mi hermanazo del alma, Urakashi.
Así que yeah, esto es random. Sinceramente estaba aburrida yyy salió esa cosa rara... que no tiene ningun sentido.
Oh dios, ultimamente se me hace dificil relatar cosas relacionadas con Zelda...
DISCLAIMAH!
Un día Shigesato Itoi dijo que iba a trabajar con Nintendo, los creadores de Zelda... OH YES(?)
El Hombre de la Sonrisa
Tranquilo, esto pasará rápido…
Dice, con su voz despreocupada y profunda, la sombra comienza a difuminarse y todos pueden verlo sin saber exactamente quién o qué es. Camina encorvado, con una gigantesca bolsa en su espalda adornada con máscaras de todos tipos: felices, tristes, enojadas, tétricas; en su rostro una sonrisa pura pero a la vez fingida se materializa, sus ojos casi cerrados emanan una vibra de paz inexistente.
Tendido en el suelo está un hombre a punto de morir, lamentándose por todo lo que ha hecho, llorando que en pocas horas probablemente esté en el infierno con el remordimiento de la eternidad. Él hombre de la sonrisa no sabe con exactitud qué es lo que aquel rufián hizo en vida, pero al parecer no le importa.
Parece que la vida no te trató muy bien ¿Verdad?
El moribundo asiente, a lo que el otro hombre sigue sonriendo. Extiende sus manos y deja su bolsa de máscaras. Le pide a los demás que se vayan, no tienen por qué ver la muerte de un hombre, que si bien quizá los trató mal, está arrepentido de corazón. Los espectadores rápidamente se van. Suspira y se pone en cuclillas, el rufián no tiene ni la mínima idea de lo que está pasando. El viento ondea místicamente el cabello corto del hombre de las máscaras, que, en todo ese tiempo, no se ha limitado a romper esa sonrisa que causa perturbación a la vez que paz.
El sol comienza a ponerse en la torre del reloj, y en la soledad pareciera que sólo están ellos dos en algún tipo de dimensión creada por sus mentes. ¿Quién es? Se pregunta el hombre a punto de morir, la enfermedad hace que le duela todo el cuerpo y por tanto no puede hablar. Quisiera contarle a aquel hombre con la sonrisa todo lo que hizo en vida, el por qué probablemente iría y se pudriría en el infierno.
Aún sonriendo, posa su dedo en los labios del moribundo, indicándole que dejara de hablar, ó más bien, de pensar en todo lo que quisiera decirle. Sí, acababa de leer su triste mente…
Sólo ten fe…
Más palabras, y ahora parecen no tener sentido. En el corazón del moribundo la soledad se incrementa.
El hombre de las máscaras comienza a tararear una canción, la melodía es suave y se mezcla con el viento. Su voz duerme al mundo y la noción del tiempo se pierde. Poco a poco la canción alcanza un inexplicable clímax que hace que de los ojos del que está a punto de morir broten lágrimas, lágrimas que parecen no tener ningún fin, que expían todos sus pecados, que limpian su alma.
El reloj anuncia que la noche está punto de caer, los últimos rayos del sol iluminan el lugar donde está, la melodía aún está siendo tarareada, por su mente pasan los momentos más importantes de su vida: tristes, felices, devastadores, lo que lo llevó a ser uno de los hombres más repugnantes, probablemente, de todo Termina. Mientras en su mente se enfoca todo eso, su corazón solo se enfatiza en disculparse y llorar internamente, antes de morir.
La canción sigue su ritmo, se repite indefinidamente. Algo invade el cuerpo del hombre, lo hace brillar, se transparenta. Siente como toda su suciedad se queda en el olvido y la sensación de que puede morir en paz se incrementa.
Cierra los ojos… esperando dormir por siempre…
El cuerpo desaparece y en su lugar hay una máscara con semblante triste…
