N/A: Sencillamente no aprendo nunca nada. Aquí me tienen con una secuela de 'Letra Pequeña' que espero disfruten. Una vez más, esto se trata de una republicación. Para que no se pierdan y ubicarlos más o menos en el espacio temporal, les aviso que este fic comienza una semana después del Omake "Mirabile Visu", que pueden encontrar aquí en mi profile. Es uno de los capítulos del fic "Los Omakes Perdidos". Ya me resigné a haber perdido mi musa, así que una vez que termine con esto, veré que hago con el desastre que dejé después de "Sin Pan ni pedazo" y veo si me dedico de lleno a otros fandoms. Lo típico. Sumen 3 años a las edades de los personajes propios de la serie.

¡MUCHAS GRACIAS A MIS LECTORAS DE PRUEBA! A Kala por ayudarme con datos que sólo una madre puede saber, y a Yukime por su valiosa ayuda.

Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. No estoy ganando dinero con esto, nada más entretengo a mi imaginación. Lo único que poseo es esta loca trama, y a los personajes originales como Alisa, cuyo nombre ya no me está gustando nada, pero ni modo cambiarlo a estas alturas del partido.

ADVERTENCIA.

Principio 33 para ver y entender Manga: Sudar es un signo seguro de estrés.

Se requiere criterio al leer. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.

"Cave Helena!"

(¡Cuidado Con Helena!)

Prólogo:

Niñero, Último Modelo.

Domingo. Un día en que se supone uno debe descansar. Un día libre, en el que se supone que las fuerzas gastadas el día anterior debían reponerse y en un mundo ideal, despertarse tarde o dormir todo el día, si se es posible.

La alarma del reloj sonó inmisericorde, pero tan solo un gruñido de disgusto se escuchó de debajo de las sábanas. Una mano comenzó a dar golpes ciegos en la mesita de noche al costado de la cama mientras buscaba el ofensivo aparato para romperlo o apagarlo, lo que ocurriese primero. No era fácil ser el reloj despertador de un santo dorado: había que tener muchas agallas y ser tan fuerte como su dueño.

Feh. Como si los objetos pudieran pensar.

Un manotazo terminó por apagar el condenado reloj. Apenas con un ojo abierto, un somnoliento Milo atrajo el reloj hacia sí para revisar que no lo había estropeado de nuevo, para luego dejarlo despreocupadamente sobre la mesita de noche, peligrosamente cerca del borde y a punto de caer. Eran las 7:30 am. Se tendió sobre su espalda, miró hacia el techo y suspiró. Tenía sueño, estaba cansado, no quería levantarse, no quería moverse, no quería ir a ningún lado, quería seguir durmiendo en su cama, junto a Alisa todo el día. Milo se refregó la cara con las manos para despabilar. ¿En qué momento se les había ocurrido notificar a sus familiares sobre el estado de su matrimonio? No tendría que estarse levantando tan temprano si se hubieran quedado callados.

Milo se recostó sobre su costado, girándose hacia donde Alisa yacía dándole la espalda. La chica aún dormía, y muy profundo por las pintas: los días domingo no había despertador que la levantase: parecía ser inmune a ellos. El santo se apoyó sobre su brazo y medio sonrió, al tiempo que trazaba las facciones de su esposa con la punta de sus dedos. Se inclinó sobre ella, la besó en la mejilla y le mordió la oreja juguetonamente.

"Despierta, gruñona." Le susurró al oído, mientras la sacudía con ligereza. Alisa apretó los ojos disgustada, negándose a abrirlos, pues tenía tantas ganas de seguir durmiendo como Milo.

"Hmpf…" Este fue el único sonido que indicó que Alisa seguía con vida. Milo comenzó a hacerle cosquillas en las costillas.

"Despierta preciosa: tú y yo tenemos que salir." Insistió Milo con una sonrisa traviesa, sin dejar de hacerle cosquillas.

"¡HMPF!" Alisa se retorció sobre sí misma, intentando en vano defenderse de tal ataque. "¡Milo! ¡Ya basta!" Gimió molesta, mientras despertaba de muy mala gana. "¡Ya Deja Eso! No estoy de humor… ¡MILO!"

"¡Jejeje! ¿Sabías que cuando te despiertas temprano y así de enojada te ves más linda? Feh. Hace días que estás despertando con gruñidos. ¡Tan Feo No Soy!"

Con el ceño fruncido, Alisa se dio vuelta sobre su espalda y apoyándose en sus codos, miró a Milo con cara de pocos amigos. De MUY pocos amigos.

"No le veo la gracia, Escorpión." Gruñó mientras reprimía un bostezo. "¿Qué hora es?"

"Son pasadas las 7:30. Tenemos que ir a ver a tus papás. ¿Lo olvidaste?" Le preguntó con calma, mientras se sentaba. Alisa se dejó caer sobre las almohadas.

"¿Tenemos que ir? Se me quitaron las ganas." Se lamentó cubriéndose la cara con una almohada, que Milo le quitó al cabo de unos minutos, tras recostarse junto a ella.

"Ahora ya sabes como me sentí ayer. Al menos no van a estar las dos familias presentes." El santo de escorpión se inclinó sobre su esposa y la besó en los labios. "Duerme unos momentos más. Entraré primero al baño." Dijo mientras se ponía de pie. Alisa le sujetó la mano.

"¿Puedo entrar al baño primero? Solo será un segundo: llamada de la naturaleza."

"Hmm…"

"¿Por fis, Milito?"

"Está bien: Hoy me siento generoso." Le coqueteó Milo con una sonrisa.

Alisa se incorporó de un salto y lo abrazó brevemente, antes de ir al baño sin mucha prisa. Milo se sopló el flequillo y decidió tender la cama. 5 minutos después, ésta ya estaba lista y él entrando al baño. Alisa se dejó caer unos momentos encima de la cama y se acurrucó complacida, ya que seguía con mucho sueño, para levantarse al cabo de 10 minutos a ver qué se iba a poner ese día.

Mientras dejamos que la pareja siga con su rutina mañanera, les explicaré algunas cosas ya que los veo algo perdidos. Milo y Alisa tenían que ir a un almuerzo en casa de los padres de ella. Al día siguiente de su primer aniversario, la pareja había decidido retomar el contacto con sus respectivos padres, lo cuál provocó un gran revuelo en ambas familias, que se incrementó cuando les confirmaron que no se divorciarían ni nada por el estilo, al menos en un buen tiempo. Antes que se dieran cuenta o que pudieran hacer algo para prevenirlo, se organizó una mega reunión familiar para aquél viernes, a la que asistieron AMBAS familias, poniendo a prueba la paciencia de la pareja. ¡Menos Mal Que No Les Mencionaron La Renovación de Votos! Si lo hubieran sabido, el 'reingreso' del matrimonio a sus familias habría sido aún más escandaloso. Para colmo, la madre de Milo les invitó a almorzar con ellos el día sábado, y la madre de Alisa les invitó para el domingo. Como ven, estos dos tuvieron un agitado fin de semana, lleno de toneladas de comida que incluso habrían dejado hastiados e inconscientes a Aldebarán de Tauro y a Tholl de Pecta Gamma juntos… y conste que todavía no terminaba.

Alisa, fiel a su costumbre, se vistió en el baño, luego que Milo lo hubo dejado libre. Tomó una coleta y se amarró el pelo en una cola de caballo, para luego terminar de darse una manito de gato en la cara. Abrió la puerta del baño, sólo para sentir el aroma del pan recién tostado que venía de la cocina. Tuvo un tic en el ojo y volvió a encerrarse en el baño. ¡Comida! Había estado expuesta a tanta comida ese fin de semana que hasta la hacía sentir mal. Por lo menos había subido un par de kilos con la cantidad de comida que la habían obligado a tragar, y si conocía bien a su mamá, seguro que ese día subiría al menos unos 3 kilos más.

Estaba convencida que con la cantidad de cosas que su suegra y su madre preparaban, seguro podrían subsanar la crisis de alimentos en África o dejar satisfechas a las siempre hambrientas hordas de santos y aprendices del Santuario. Quizás se lo sugeriría a Shion para la próxima comilona. Se llevó la mano a la boca y tragó saliva, abrió la puerta y a medida que caminaba a la cocina, se echó viento a la cara con las manos.

"¡Buenos Días! Tosté pan, ¿Quieres comer?" Le preguntó Milo con jovialidad, aunque… "¿Qué sucede?" Le preguntó al ver que Alisa tenía el ceño fruncido.

"¿Se acabó el pan?" Dijo con sombrío tono.

"No, aún queda un poco. Tendremos que comprar al regreso." Confesó Milo, temiendo que Alisa lo regañase por no avisar el día antes que quedaba poco pan, pero para su sorpresa, le dedicó una gigantesca sonrisa.

"¡Excusa Para Irnos Más Temprano!" Dijo al tiempo que le daba un gran abrazo de oso.

Acto seguido, la chica se sentó en la mesa de la cocina y tomó 'desayuno,' si eso se le puede llamar a la taza de té tibio que se bebió. A las 8:30 ambos salieron de escorpión y luego de avisarle a un somnoliento Mu que llegarían tarde, se dirigieron a Atenas con calma: Antes de ir a la inevitable reunión familiar, tenían ganas de recorrer la ciudad.

Casa de los Papás de Alisa.

Horas más tarde.

Alisa tenía razón. Medea, su madre, ¡HABÍA cocinado como para un ejército! Y que conste que no había tenido mucho tiempo. Milo, pese a su nerviosismo inicial, que supo camuflar con la maestría de un mimo, se relajó pronto y pudo disfrutar de la improvisada reunión. La Familia de Alisa era más tranquila y normal de lo que había creído al principio, a juzgar por lo que su señora le había dicho. Ya había tenido la oportunidad de conocerlos mejor hacía dos días, pues el día de su desastrosa primera boda apenas les había dirigido la mirada por razones que deben recordar. Eso sí, Conocía a Sofía y a Sandra, ya que ellas fueron las únicas con quienes Alisa nunca rompió el contacto, y las únicas que accedió a ver cuando resultó herida en aquél incendio.

Sofía estaba con su marido Cristián. Era mandona, seria, estricta y muy amable. Su marido tenía un sentido muy negro del humor, severo, una mente brillante, pero alegre y muy fácil de congeniar: hizo buenas migas casi de inmediato con Milo. Sandra… bueno… Sandra no era mala, pero su aspecto de chica gótica no la ayudaba, pues intimidaba a cualquiera. Era rebelde y tenía problemas con la autoridad. Además, era solitaria, tímida y su selección de amigos dejaba mucho qué desear. Tan sólo necesitaba encontrar la forma de expresarse, pero no lograba dar con ella. Necesitaba eso, y nuevos amigos. Era muy apegada a Alisa, la visitaba todos los días en la Estación después de clases.

Sin embargo el forzado matrimonio no era la única novedad de esta reunión familiar, por mucho que hubieran retomado los contactos familiares. La 'principal' atracción, que opacaba cualquier otra, era Helena, la pequeña hija de Sofía y Cristián. Una hermosa beba de tan sólo 8 meses de edad, con ojos color miel y cabello de color castaño. Un bebé muy tranquilo y encantador que apenas se sentía, pero del que era inevitable escapar a sus encantos. A lo largo de la jornada había aterrizado un par de veces en los brazos de Alisa muy a pesar suyo, que temía lastimar o hacer llorar al bebé. Pese a que ayudaba con gusto a entretener a su sobrina, no aguantaba mucho tiempo de buena gana: siempre buscaba a alguien que la reemplazase en esto… Y créanlo o no, pero Milo solía tomar su lugar bastante seguido y por voluntad propia.

La verdad el dorado se pasó jugando casi toda la tarde con Helena.

No es que a Alisa no le gustasen los niños, ¡Al Contrario! ¡Le Encantaban! Por no más de 15 minutos. Ocurría que se sentía intimidada un poco por ellos, prefería postergar atenderles mientras no fuera estrictamente necesario. Milo en cambio… cuando digo que Helena pasó ese día más tiempo en brazos de Milo que en los de nadie más, incluyendo su madre, no estoy bromeando. El tipo estaba encantado con el bebé, lo que Alisa veía con creciente espanto.

Ya bien avanzada la tarde, Alisa se reunió con su hermana Sofía y su mamá en la cocina por unos momentos, mientras Sandra, su padre, Milo y Cristián se quedaban con Helena en la sala. Aún faltaban algunas cosas por alistar en la cocina, en las que Alisa quería ayudar, pero ni su madre ni hermana se lo permitieron. Las risas de Helena llegaron hasta los oídos de las mujeres. Alisa vio de reojo a través de la puerta de la cocina que Milo todavía tenía a la bebé en brazos. Suspiró resignada. ¿Por qué esa imagen le daba pánico?

"¿No te estará enviando acaso alguna señal?" Preguntó de pronto Sofía, apareciendo a su lado, al notar que Alisa miraba a Milo jugar con su hija. "Ha jugado todo el día con Helena y parece disfrutarlo. ¿Quién lo diría de un santo de Athena?!No deben tener mucho contacto con bebés allá en el Santuario." La aludida dio un respingo. "¿O sí?"

Para ser honestos, digamos que en el Santuario no tenían buenas experiencias con los bebés. El último, la misma Athena, se salvó por un pelo de liebre de ser apuñalado por un vengativo Ares. O más bien por un pelo de Aioros, pero claro… no hay que sacar eso a colación.

"¡¿QUÉ?!" Alisa casi escupió las amígdalas tras la afirmación de su hermana mayor. "¡Sofía! No Manches. ¡No me hagas bromas con eso ni de chiste!"

"¿De qué hablas? ¿Por qué no?" Preguntó Sofía con fingida inocencia.

"¡Pues Porque NO!"

"Ocurre, Sofía, que a tu hermana le intimidan los niños." Comentó Medea. "Como me intimidaron a mi alguna vez. ¡Y Mírenme! Terminé criando 4 hijos." La mujer suspiró con tristeza. "De los cuales me quedan tres, pero en fin… cosas de la vida."

"Espero que con eso no me insinúes nada, mamá." Balbuceó Alisa muy nerviosa y con un tic en el ojo. Si ya la habían obligado a casarse, temía que ahora la obligaran a tener hijos. Debía revisar el contrato ese por si acaso.

"¡Alisa Se Puso Roja!" Sofía rió de buena gana. "Parece que dimos en un nervio, mamá. ¡Oye Lis! Los bebés son preciosos. Además parece que a tu marido le gustan. Eso es muy raro en un hombre como él." Comentó Sofía señalando cómo Milo lanzaba a Helena al aire y al bebé deshacerse en risas, pese al evidente espanto del abuelo, del papá y de la tía, que sudaban la gota gorda y trataban de disuadir al dorado de que dejase ese juego. "Mírale como juega. ¡Helena lo adora!"

"¡Mamá! ¡Sofía me está molestando!" Ladró Alisa siempre muy roja.

"No molestes a tu hermana, Sofía." Repitió Medea, más por costumbre que por convencida. La mujer suspiró de nuevo, esta vez con más firmeza. "Yo pasé por lo mismo cuando los tuve a todos ustedes, y tú, Sofía, hace un año entraste en pánico cuando te confirmaron la noticia." Bromeó Medea con inesperada calma. "Todas las mujeres de mi familia han tenido la misma aprehensión."

"¡Jajajaja! Alisa le teme a los bebés. ¡Y Milo Quiere Uno!" Sofía siguió con su burla, pese a la rabia de su hermana y pasmosa calma de su madre.

"¡Sofía! ¡Ya Basta!"

"¡¿Qué?! Yo no he hecho nada malo, nada más digo la verdad." Sofía se puso seria. "Los bebés son frágiles, cierto, te lo dice una neonatóloga, pero…"

"¿Ya conseguiste niñera?" Preguntó Alisa de pronto, harta ya de las burlas de Sofía.

Sofía se quedó callada en el acto, como si le hubieran volteado un cubo de agua helada encima. Medea dejó lo que estaba haciendo un momento para mirar a sus hijas. Alisa había dado en el clavo, su hermana mayor se cruzó de brazos y suspiró. Tanto Sofía como Cristián eran médicos, y hacía dos semanas les habían invitado a un congreso de 8 días fuera de Atenas al cuál morían por ir, pero no lograban encontrar quién se quedara con Helena, a quien no podrían llevar, por más malabares que hicieran.

Los padres de Cristián estaban muy ancianos para cuidar de ella, incluso eran ellos los que necesitaban cuidados y para colmo era hijo único. Los padres de Sofía… pues… trabajaban todo el día en su restaurante y apenas tenían tiempo de sobra, y Sandra… estamos hablando de una adolescente rebelde, quien no sólo ya se había negado a ser de nana, sino que además tenía que ir al colegio. No podrían encontrar el tiempo de cuidar de la Bebé por más que hicieron esfuerzos, no sin cansarse de sobra. Contratar una niñera no era parte del plan, lo mismo que Alisa, a quién ni le habían preguntado. Por lo tanto, no sabían donde dejar a Helena y estaban pensando seriamente en cancelar el viaje.

Alisa se había enterado de esta situación hacía dos días. Entendía a su hermana: sabía que se moría de ganas por ir y que estaba muy decepcionada de no poder contar con la ayuda necesaria. No se había ofrecido a cuidar de Helena no porque le temiera a los bebés, sino porque no se le había ocurrido: Nunca se había hecho de la idea de cuidar de un bebé. ¿Por qué hacerlo ahora de carrera?

"No, vamos a tener que cancelar el viaje." Sofía se veía desolada. Alisa se mordió el labio. "No hemos encontrado niñera."

"Oh, hija, cuánto lo lamento…" La consoló su madre. "Quisiera poder ayudarte, quizás si me hago un hueco podría cuidar del bebé."

"No, mamá, no te preocupes. Helena es nuestra responsabilidad y si hay algo que no es compatible con ella, pues mala suerte por nosotros. Ya vendrán otros congresos."

En ese momento se abrió la puerta de la cocina y Cristián, seguido de Milo, quien seguía cargando a Helena, entraron sin hacer mayor ruido: parecía que las mujeres hablaban de cosas de mujeres (valga la redundancia).

"Miren a mi Helenita: ella vale más que cualquier congreso." Anunció Sofía mirando a su hija con ternura de madre. "Milo, te ves muy bien." Añadió con una sonrisa traviesa y un tono de burla que sólo Alisa supo interpretar, y que, por ende, volvió a jalar de aquél nervio.

"¿Huh? ¡Ah! Gracias: Tienes una hija preciosa. Seguro que ya tiene muchos pretendientes."

"Sí, hay un bebé en la sala cuna que la mira no con buenos ojos: tendré que hablar con él de hombre a bebé." Bromeó Cristián. "¿De qué hablan, mujeres?"

"Cristián, tenemos nombres las tres. Hablábamos de la niñera." Anunció Alisa.

"Lo siento cuñis." Cristián levantó ambas manos en señal de divertida paz. "Se me olvida que no te gusta que te llamen mujer."

"Les estaba contando que vamos a tener que cancelar el viaje, amor." Dijo Sofía, atajando cualquier tipo de comentario que pudiera emitir su hermana. Cristián hizo una mueca y tomó a su hija de los brazos de Milo, quien permanecía callado.

"Ya habrá otros congresos." Dijo Cristián. "Helena viene primero."

Hubo un minuto de silencio. Todos suspiraron casi al mismo tiempo. De pronto, en una acción que pasó desapercibida para Alisa, Milo enarcó ambas cejas.

"No cancelen ese viaje. Nosotros podemos cuidar de Helena esta semana." Dijo con un entusiasmo y alegrías a prueba de balas. La sorpresa de Alisa fue infinita, sintió que el alma se le iba a los pies, pero antes de poder reaccionar, o replicar siquiera…

"¡¿LO DICES EN SERIO, MILO?!" Exclamaron Sofía y Cristián al mismo tiempo.

"Por supuesto: Nosotros cuidaremos de Helena y ustedes podrán ir a su congreso de medicina. Será un honor cuidarla, y no deben preocuparse: su hija estará más que segura en el Santuario." A Milo la sonrisa del rostro no se la borraba nadie, ni siquiera la lívida expresión de Alisa, quien todavía no podía creer lo que escuchaba…

… Y que hubiera matado por poder darle un golpe en la cabeza a su marido.

"¿En serio no tienen problemas?" Preguntó Sofía esperanzada mirando a Alisa y a Milo, con los ojos muy grandes. "¿Podrán con Helena? ¡¿En Serio que pueden cuidarla estos 8 días?!"

"Err…"

"Por favor, no sientan esto como una imposición. Si no pueden, decidnos, que no hay problema." Dijo Cristián igual de esperanzado.

"¡Bah! Cuidar de un bebé no es mucha ciencia. Si no pudiéramos, no les habría dicho nada. ¿No es verdad Alisa?" Milo miró a su esposa con una sonrisa radiante. De donde había sacado de pronto tanto orgullo paternal, era un completo misterio para ella. "¿Verdad que podremos cuidar de la niña por 8 días?"

Todas las miradas de su familia recayeron en Alisa, quien de pronto se sintió como presionada por dos paredes. Aunque en su fuero externo puso una benévola sonrisa, en su fuero interno quería desollar a Milo. Para colmo, no podía negarse a estas alturas. Después de todo, su hermana era su hermana y necesitaba ayuda. Reprimiendo un retorcijón de estómago, la chica sonrió, no sin dirigirle una significativa mirada a su marido.

"Por supuesto que podemos cuidarla. ¿Cuándo venimos por ella?" Dijo con mucho esfuerzo. Su hermana y su cuñado suspiraron de alivio y alegría.

Alisa gruñó para sí misma. Aquella sería una larga semana.

MUY larga semana.

Fin del Prólogo.

Por

Misao-CG

Próximo Capítulo.

"¡Oiga Maestro Mu! ¡Adivine de lo que me acabo de enterar! El Señor Milo y Alisa vienen con un bebé." Anunció Kiki con mucho entusiasmo. El santo de Aries se detuvo en lo que estaba haciendo y miró a Kiki con ojos grandes.

"¿Qué? ¿Qué tienen un bebé?" Repitió Mu de la sorpresa. Shura, quien seguía hablando por el celular, captó la última parte de la conversación.

"¡Oye Aioros! No vas a creer esto: Milo y Alisa van a tener un bebé." Repitió tal cuál había creído escuchar.