Virgen
Capitulo 1.
Era un día tranquilo, corriente, común, que se levantaba a raíz del sol, este día que iluminaba la ya doliente tierra, cuyo último impacto había sido ya hace 15 años, la ciudad de Neo Tokio era iluminada, con excepción de ciertos sitios que obstruían el paso de la luz, los rayos simbolizaban el comienzo de un nuevo día de laburo, de estudio, una nueva etapa en esta, la vida.
Uno de los tantos rayos atravesaba la ventana de un apartamento algo grande, los rayos golpeaban fuertemente el rostro de un chico, con rastros de ojeras, cabello castaño obscuro, flacucho, que sus orejas estaban adornadas por audífonos conectados a un dispositivo antes conocido como walkman.
El chico en sí, no pudo resistir los graves golpes del sol en su rostro, y con algo de debilidad abría los ojos, con compostura pensaba en sí.
-Otro día, acostado en la misma cama, pensando lo mismo, siendo una basura – cruzaba por la cabeza del chico, mientras retiraba la colcha de su cama, demostrando una camiseta blanca, que hacia conjunto con una pantaloneta de igual color, tal vez unos tonos más obscura.
Al otro lado, en la otra habitación, una chica pelirroja, de aspecto alemán, o japonés, tal vez americano, en fin, una total belleza juvenil y despampanante, despertaba de su largo letargo, pensando fiel mente en las tétricas escenas que adornaban su entonces realidad, una escena obscura que marcaba el suicidio de su madre, a raíz de una locura imprevista.
-Otro día, la misma basura- pensaba, mientras desvelaba su bien torneado y voluptuoso cuerpo juvenil, saben, para tener quince años, la chica estaba muy bien dotada, de cintura delgada, cuerpo esbelto, senos relativamente grandes, piernas largas y delgadas, una belleza en sí.
La pelirroja abrió la puerta de su habitación, dio unos cuantos pasos antes de notar que el aroma aún era el olor a cerveza y moho que siempre poseía el apartamento de su tutora, una mujer de casi treinta años, ebria, irresponsable, de cabello morado, ojos obscuros, estatura sobre el metro setenta, chaqueta roja y vestido negro, muy ceñido al cuerpo que hacia demostrar su excelente figura, muy bien torneada, que haría, y sin mentir, babear a cualquier hombre, o en ciertos casos mujer.
La chica alemana, pensando en este horrible aroma, se dirigió con marcha funesta, mirada asesina, y unas ganas de asesinar hasta la habitación del hombre del hogar, con fuerza alzo su puño y abrió de par en par, desvelando a un chico, que se encontraba absorbido por sus pensamientos, y tomando una enorme bocanada de aire y haciendo que cualquier sujeto u animal a la redonda pudiese quedar potencialmente sordo, gritó a los cuatro vientos.
-¡¿Qué esperas por hacer mi comida?! ¡Imbécil pervertido! – grito con toda la fuerza del mundo, el chico, cuyo nombre es Shinji Ikari, si no se han dado cuenta, estuvo a punto de perder el oído izquierdo de tal grito.
El muchacho se levantó con fuerza y salió corriendo a la cocina, pero antes de si quiera llegar a la puerta, se detuvo ante la alemana, agachando la cabeza y diciendo con voz muy delgada y bajita, - Lo siento mucho, Asuka – y sin más disculpas, siguió su curso a su lugar de trabajo.
El flacucho chico se detuvo frente al refrigerador, congelador o nevera, abriendo la puerta y viendo que lo único que había eran cervezas, tres huevos, un par de jamones herméticamente sellados, y algo verdoso, que el muchacho no quería ni identificar. El chico hizo una mueca y remangándose las manos, tomo los ingredientes e intentó hacer lo que pudo.
La chica alistando sus cosas, entró directico al baño, dejando las toallas y algún champo para cabello rojizo sobre la taza del baño, quitando su camisón, desvelando sus senos, y bajando su short, desvelando sus nalgas y su más sagrado tesoro, se encontró lista para dejar correr la regadera.
Ambos chicos se encontraban demasiado atentos a sus labores para darse cuenta que al mismo tiempo, su tutora, o por lo menos la versión en resaca de ella, se encontraba de pie, con ojeras en sus ojos, cabello despeinado y una pose de cansancio que contagiaba a cualquiera, opto por sentarse en la mesa mientras dejaba caer su cabeza suavemente sobre sus brazos apoyados en la tabla del comedor.
-Buenas Shinji, me duele la cabeza- se quejaba la adulta con un sórdido dolor de resaca, aliento fulminante y olor a tequila. –Buenos días Misato – contestaba el chico, viéndola desde la cocina en breves segundos mientras daba los toques finales al desayuno.
Mientras sucedía todo esto, Pen pen ya había pasado tres veces por varias latas de cerveza antes de entrar de nuevo a su recamara.
Finalmente, el sonido de la regadera seso, y una pelirroja envuelta en toallas, una cubriendo su cuerpo y la otra su cabello, caminaba con sus pies descalzos y mojados, mientras apretaba sus utensilios de aseo sobre su pecho, rumbo a su habitación. El chico alisto tres platos, y sirvió inmediatamente el desayuno en dos de ellos.
La mayor tomo un tenedor, con la poca fuerza que tenía, ensarto la punta en los huevos con tocino que había preparado el chico, rompió un trozo y se lo llevo a la boca, al mastícalos y tragar, su rostro pareció una poesía, -Estos son los mejores huevos que jamás he probado, Shinji, hijo mío, lo haz echo de nuevo – decía la mujer, mientras sus ojos se iluminaban y procedía a terminar su desayuno, el chico se sonrojo bastante, y solo optó por decir gracias en un tono bajo y seguir comiendo con algo de afán, sabía que la pelirroja no era paciente y debía apurar su marcha antes de que empezara a gritar, más.
La mencionada salió de su habitación, rumbo a la mesa, en la que con una mirada, el chico comprendió y sirvió el tan esperado desayuno a su compañera, esta solo se limitó a comer, sin un "gracias", o un "esta delicioso", no, solo comer.
El muchacho, pidió permiso, y se dirigió al baño rápidamente, tomo algunas prendas de su habitación antes, su toalla y de una vez ingreso al cuarto de la regadera, despojándose de su camisa, demostrando su esbelto pecho, y bajando su pantaloneta revelando su orgullo y demás, estaba listo para un relajante baño.
A pocos minutos, la alemana impaciente, acabando su desayuno y ya lista con su uniforme escolar, gritó con fuerza, -¡Apúrate idiota!, se nos va a hacer muy tarde por tu culpa –, El joven acelero la marcha y en un santiamén estaba muy preparado, saliendo directito para la secundaria.
Al llegar, y gracias al señor, pudieron anticipar todo antes de que su maestro pudiese llegar, y sentándose cerca de sus conocidos, pudieron tener un momento de calma en sus rutinas diarias, o eso pensaban.
-Buenos días clase, sé que muchos les apasiona bastante las clases sobre historia, pero hoy tenemos un anuncio especial, dadas las grandísimas pérdidas humanas, la ONU ha planteado unas clases de educación sexual, están serán dadas por la profesora Akane Tamamoto.
El sitio será en este mismo salón, después del primer receso- Así anuncio el hombre de cabellos rubios obscuro.
Los chicos reían desmesuradamente, algunos cuyos chistes no pasaban de bromas inmaduras no hacían más que incomodar a otros, sin embargo, en la junta de amigos de Shinji Ikari, la cosa era otra, junto a un comentario un poco descabellado y sin medida del deportista del grupo, Touji Suzuhara, quien era esbelto, no como nuestro protagonista, si no que este era un poco más corpulento, de tés morena y traje de sudadera.
Sus palabras exactas fueron, "Gracias a Dios", lo cual hizo ver entre el chico de gafas y el joven de ojos obscuros entre sí, con mirada expectante y de duda, no era un mito que el muchacho deportista y la mejor amiga y jefa del salón estaban juntos, que digo, estaban enamorados uno del otro, perdidamente.
La campana de receso hizo su característica labor, avisando al alumnado que su primer descanso había comenzado, estos caminaban tranquilamente por los pasillos, mientras el joven de ojos obscuros se absorbía por sus obscuros y tristes pensamientos.
-Amigo, ¿Qué crees que sea la clase de sexualidad? – Pregunto el muchacho de gafas a su amigo depresivo, mientras este primero posaba su brazo izquierdo sobre el hombro de misma orientación del muchacho de cabello castaño obscuro.
Este último volvió al mundo real, y especulo con algunos tartamudeos que podría ser sobre procrear y eso, a lo que el muchacho deportista y su amigo aficionado al mundo velico sonrieron a modo algo sucio, pensando que el chico estaba cruzando por una mala jugada de sus hormonas en desarrollo.
El joven depresivo se sonrojaba más y más, disculpándose con tartamudeos, metiendo cada vez más la pata, por otro lado, nuestra peligrosa pelirroja discutía casi de lo mismo con su amiga con coletas, -¿Qué será esa clase de sexualidad?- preguntaba a su amiga pelirroja, esta última se imaginaba de todo, -Tal vez nos enseñen sobre las protecciones y eso – decía con naturalidad mientras enviaba a su boca un poco de pescado, echo por el hombre de su hogar, -Eso espero, porque – callo un poco la jefa de salón, miro a la pelirroja y continuo hablando, - Prométeme que lo que te voy a quedar, queda entre las dos – Dijo la chica mientras con su mano derecha alzaba el meñique en dirección a la de la pelirroja, esta última hizo lo mismo y afirmo que si prometía la condición, pero solo si su amiga le contaba de una vez la situación, -Pues, Touji y yo.. no somos – ceso otro poco, y con un gran rubor en sus mejillas continuo, - Vírgenes -, Al terminar, la pelirroja no podía creerlo, ¿Cómo había pasado?, ¿Cuándo?, y lo peor, ¿Por qué con eso?.
La alarma volvió a precipitarse, indicando la segunda mitad de la jornada habitual de clase, el alumnado entrada tranquilamente, entre risas, comentarios, las cosas parecían normales, bueno, si es que se podía considerar normal esta situación.
Al ingresar a clase, y cada alumno reclamaba su sitio de costumbre, las cosas parecían tener el mismo color de siempre, cuando el ultimo joven cruzo la puerta, esta última se cerraba, sellando así la habitación, la dueña de tal acto, fue una mujer, de a lo mucho treinta años, metro setenta, cabello corto, negro, ojos café obscuro, chaqueta larga, falda corta, piernas largas, tes blanca y mirada muy tierna. La mujer empezó a escribir con algo de paciencia pero firmeza sobre el tablero, al terminar solo se podían leer dos cosas "Akane" y "Sexo", lo gracioso del asunto es que la presunta maestra estaba en la mitad de las dos palabras.
Al darse la vuelta, puso sus brazos sobre el escritorio, mirando a todos los presentes, con una sonrisa bastante coqueta y amigable, revelando su tranquilidad ante un tema, que de alguna u otra forma nos toca a todos.
-El sexo..- Comenzó con impulso la alegre mujer, exponiendo los temas, haciendo que los chicos y chicas atendieran al tablero, preguntando, exponiendo, cuestionando, y algunas veces enrojeciéndose, porque no, eran jóvenes llenos de preguntas y dudas sobre lo que los rodea y hace.
Al final de la acalorada discusión, la mujer hizo una pregunta que dejaría duda en los cerebros de más de un alumno en el aula de clase, -¿Quién desea llevarse un preservativo a su casa?- Alzando el objeto al aire y preguntando a los muchachos, entre risas, los más valientes pedían sonrojados y entre ellos, un clásico conocido, Touji Suzuhara.
A tal acto, sus dos compañeros, amigos, compinches y demás, quedaron tremendamente sorprendidos al ver el paco que había conseguido, y no solo de tal manera, si no que al hacer esto, los muchachos le miraban aún más sorprendidos, mientras al otro extremo del aula, una chica pecosa se sonrojaba a punto de parecer un volcán.
Ya en la salida de la jornada diaria, el chico piloto de Nerv y el muchacho de lentes, caminaban un poco curiosos ante las acciones de su amigo deportista, preguntándose tantas cosas en su cabeza que se podría hacer un examen del estado con ellas. Al toparse con el mencionado valiente que había tomado los preservativos, ambos preguntaron casi a la par, -¿Por qué tomaste los condones?-, La pregunta sonrojo al muchacho deportista y con un gran rubor no tuvo otra opción de confesar su suceso, -Lo que les voy a contar no pueden decirlo a nadie por nada del mundo, o créanme que ambos estarán tremendamente golpeados – ante la advertencia amenazante, ambos solo asintieron y de repente la bomba fue lanzada del avión, a punto de caer en los oídos, mentes y psiquis de los dos flacuchos jóvenes.
-Yo.. y Hikari… ya estuvimos juntos – Confeso el sujeto, con tremendo rubor en su rostro como para temer que en el resto de su cuerpo no habría más sangre.
Ambos sujetos, con gran asombro, rubor y algo de idiotez no lo podían creer, el suceso era enorme y no solo simbolizaba que el chico deportista había logrado lo que ellos dos no, si no que su vida sexual comenzaba a una edad "temprana".
Es gracioso como las ideas y las mentes sucumben ante una idea o noticia planteada, las personas son fácilmente sugestionables más cuando un suceso era revelado, y eso era lo que sucedía esa noche en las mentes de los jóvenes pilotos.
Asuka no dejaba de pensar en las palabras de su compañera, recordando una y otra vez, rebobinando el cd, tratando de encontrarle coherencia a eso, es decir, su amiga era reservada, bastante inocente, y sobretodo, mojigata a morir, por lo cual su confesión podría ser una vil mentira o un juego, pero por otro lado, la jefa de grupo no solía tener humor negro ni mucho menos ser de esas mujeres mentirosas, sin embargo algo era claro.
-Mierda, sigo siendo virgen – Confeso la chica, en su habitación, donde solo la obscuridad y ella podían oírse.
