Calor

—Creo que… voy a morir —murmura Donnie, girando apenas su bo.

Mikey escucha el arma caer y sabe la esperanza ha muerto.

—Jamás creí que terminaría así chicos: sin honor, sobre un charco de nuestras resecas lágrimas…

Leo entorna los ojos, renuente a creer que esto esté pasando, pero más allá de su honor algo es más importante.

—Sólo un poco Raph, los chicos ya vienen —pide sacudiéndolo suavemente —. Despierta.

Un gruñido lastimero emana de los labios del ninja; que si bien desea tranquilizar a su líder, sabe la vida se le está escapando a cada respiración y sólo consigue alzar su pulgar derecho.

—Ya tardaron mucho… —murmura con la mejilla pegada al suelo—, algo debió salir mal, iré a ver qué pasa.

—No Raph…

—¡Ya estamos aquí! —grita angustiada la pelirroja,—, ¿listos?

Al instante, una intensa y fría lluvia cae sobre los ninjas que sonríen aliviados; aunque no por mucho, pues una cansada risita burlona se acerca junto a pasos sobre el césped.

—Además de ninjas deberían ser actores. Chicos, son unos dramáticos.

Donnie es el primero en reaccionar y con ayuda de su recuperado bo que vuelve a hacer girar como aspa de ventilador, golpea la manguera de manos del vigilante. Sus hermanos saltan hacia donde ha caído.

—Somos de sangre fría idiota, el intenso calor del verano nos afecta diferente, ¡realmente la estamos pasando mal!

Casey vuelve a tomar la manguera, moviéndola oscilante sobre las tortugas.

—Lo sé, pero rayos, ¡sólo hacía falta un violín de fondo! —exclama sin burla. Suspira—. Debieron decirlo, creí que sólo tenían pereza… —Su mirada cae en Raphael, el único que aún luce bastante adormilado y sigue sobre la hierba—. ¿Va a estar bien?

—Sí —responde Leo empujándolo para dejarlo boca arriba—, gracias por preguntar.

La respuesta no le convence mucho, pero si Leo lo dice…

—¡Casey Jones salvó tu frito trasero Donnie!

El chorro de agua da de lleno en la cara del mutante y mientras una típica pelea comienza, Leo se concentra en corroborar su afirmación.

—¿Estás bien Rapha?

—Sí, es sólo… este estúpido calor —responde entre jadeos, abriendo apenas los ojos—, lo odio, pero el frío…

Leo sonríe con tristeza. Por alguna razón, las variaciones de temperatura siempre han golpeado de manera particularmente extrema a su hermano.

—...tampoco es bueno.

—No.

—No —repite Leo. Nota a Mikey entretenido haciendo ángeles de lodo y aprovecha para aventurar un beso hacia sus labios—. Tu piel sigue caliente. Acomodaré la manguera.

Raph ahoga un gemidito alegre y apenas Leo vuelve a recostarse se acurruca a su lado.

—¿Tú cómo estás? —Lo besa sin pudor alguno—. Mmm, un poco más tibio pero… yo aún me siento hervir. ¿Revisas Leo?

El líder obedece besando su cuello.

—Tienes razón, sigues caliente —admite ocultando su preocupación—, deberé estar atento.

Un beso, tres, cinco. La temperatura baja pero otra sube, y de inmediato Raph sabe que las consecuencias del calor y vivir en esta granja no siempre sólo son trágicas sino incluso, felices.