La luz trémula que cruzaban las hojas del árbol recordaron a Glimmer el otoño que recibió su primer entrenamiento, uno enfocado en matar, tenía escasos siete años cuando su padre la informó que empezaría a recibir los entrenamientos que la ayudarían a ser una profesional para los juegos del hambre.
—¿Tengo que hacerlo? –la pequeña rubia miro con asombro a su padre arrojándole un cuchillo que quedo clavado por encima de su cabeza.
—Yo diría que si, ¿Oh pretendes morir rápidamente?
—No, no sé –su voz tembloroso pregunto algo que en realidad la aterraba—. ¿Es mejor morir rápida o lentamente?
En los juegos 74° del año lo descubrió. En esa ocasión su padre no le dio respuesta, pero ahora con la cara hinchándose por las picaduras y una creciente angustia formándose como nudo que estrangulaba sus emociones, mientras la parálisis restringía las partes de su cuerpo.
—¡Glimmer, Glimmer! –escuchaba gritar a Cato. Pero conforme más se hinchaba su rostro, más se alejaba él de ella, juraba amarlo y ahora que moría solo se alejaba, ¿Qué clase de amor era ese? Todo el que ellos eran capaz de dar.
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CAMINO A LA NOCHE
POR: Gaiasole
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Este fic participa en el reto especial "Amor al azar" del foro Días Oscuros.
Personajes de Suzanne Collins
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—Eres muy buena.
Cato cargaba una lanza mientras trazaba con su dedo la punta de la misma, era el entrenamiento en las estaciones, Glimmer lo había estado observando, era atractivo, no tanto como ella pero si lo suficiente para llamar su atención. Y por si no fuera suficiente era fuerte, incluso más que Marvel, probablemente era un pensamiento desleal con su compañero de distrito pero poco le importaba. En los juegos del hambre la lealtad cambiaba rápidamente.
—¿Eres del distrito dos no? –la rubia sonrió con coquetería—. ¿Te parezco buena?
—Me pareces maravillosa.
No debería de sentirse emocionada pero lo cierto es que un placer culposo se adueño de si misma ese día, a partir de entonces quedo claro que su alianza era para con el tributo del distrito dos, incluso Marvel lo noto y así se lo hizo saber un día que cenaban en el primer piso del edificio de los tributos.
—Parece que no necesitaras de tus deficientes habilidades con el arco para ganar en los juegos, ¿No?
—Marvel si no fuéramos del mismo distrito de buena gana te clavaria una lanza desde el primer día.
—¿Tú? Probablemente eso lo haría tu nuevo novio.
—¡Ah! –ella empezó a reír mientras se despeinaba un poco—. ¿No será que estas celoso?
—¿Y si lo estuviera? –Marvel sonrió al verla detener sus movimientos—. No eres tan irresistible como crees y si no mejoras tú concentración tú amado mastodonte arrancara esa cabellera rubia que te gusta tanto agitar.
Molesta se levantó de la mesa sin haber apenas tocado la cena, por alguna razón creía en Marvel, el día siguiente de los entrenamientos se trenzó el pelo como intentando espantar un fantasma.
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En el camino a la noche alucinaciones iban y venían, pero de alguna forma supo que la imagen de la chica del distrito 12 mirándola con tristeza era real, no podía derramar lagrimas, no había retorno, su cuerpo ya no era suyo igual que el amor de Cato la muerte parecía sonreírle en forma cruel mientras amor y muerte se escapaban de sus manos igual que los últimos suspiros saliendo de su pecho, el adormecimiento que llegaría pronto sería un alivio.
El final de una agonía sería ahora su única victoria.
FIN
