CAPÍTULO 1:
LOCURA EN SUS OJOS
La residencia influía brevemente a la tenebrosidad, sin vida, como si se tratase de una casa fúnebre. Haruno Sakura se había adaptado a aquella atmosfera estremecedora, no obstante, para aquellas personas que pisaban, por primer vez, aquel suelo de mármol frío, les inundaba un profundo estremecimiento de pies a cabezas, maquinando sus mentes sobre el tipo de persona que vivía en la mansión, reinana por el absoluto silencio, tan absurdamente silencioso que aprimera estancia, jurarían todos que nadie habitaba aquel lugar; hasta ella creía están sola, pero no era así. Pese que el patrón nunca daba presencia ante ellos, o para ser mas claro, casi ninguno de sus empleados les conocían, no más su mayordomo, la cocinera y el jardinero, siempre se podía sentir la presencia de su paron inundar los alrededores, junto con sus episodios de locuras en los cuales se le escuchaba gritar
Dedujó, que a tanto misterio que presentaba aquel personaje, no más se trataba de un anciano quien no salía ni siquiera a la terraza a tomar un poco de sol o a interactuar con sus empleados que le servían fielmente. Él, simplemente, se encerraba en su cuarto y nadie, absolutamente nadie, entraba, no más su mayordomo para entregarle su comida y ayudarle en una que otra cosa. avecé, creía que trataban con un Psicópata, claro está, aclarando que un Psicópata no necesariamente tiende a matar, pero él mayordomo lo describía de una manera tan diferente a la personalidad de un hombre sano y en sus cabales, y más cuando profundizaba en la conversación, más de lo normal, se iba en sus viajes mentales narrativos describiendo a una persona incapaz de empatizar, que no siente remordimientos, no interactúa con nadie, trata a todos como si fueran simples personas, se encierra en su propia burbuja, alejándose de todo y todos, y en sus ausencias de delirios el mismo mayordomo a tenido que intervenir ante sus pensamientos irracionales. ¿Qué persona seria Uchiha Itachi?, ¿Un viejo? ¿Tal vez?…o un depresivo Psicópata quien sus familiares han tenido encerrado en aquel cuartucho frío y solitario.
Cuándo ella salía a la terraza abandonada, llena de enredaderas y hierba mala, no veía a su patrón asomarse en las ventanas cuales siempre tenía las persianas, color negras, cerradas, evitando que entrara la claridad en esa tumba solitaria. Todo el día y parte de la noche, se la pasaba con las luces encendidas, y cuando entraba en su delirio, ausente así de la realidad propia en que vivía, su mayordomo tenía que intervenir, apagando todas las luses para así poder calmarlo. Sus gritos inundaban el pasillo del tercer piso de la gran mansion, y avecé tardaba un periodo de dos horas para que el mayordomo lograse calmar por completo al patrón, eran pocas las veces que lo lograba calmarlo por completo, ya que en unas se callaba y se echaba a dormir, pero en otras, se resistía a ser dominado, empezando a gritar y tirar cosas por toda la habitación, durando sus ataques desquiciantes hasta la madrugada que ya el cansancio le vencía. Una vez que los pasos lentos y pasivos del mayordomo resonaban en el suelo de mármol, provocando un eco intenso, aquella sensación de desapacible frío y soledad abrumadora, inundaba una vez más la mansión, con un gran remordimiento al silencio que tenía ésta…cada noche que ocurría esa escena escalofriante, la Haruno no podía volver a cerrar los ojos ya que los gritos enloquecedores de su patrón había inundado su mente de una manera tan desquiciante que le era imposible sacárselos de la mente e ignorarlos por completo.
Le consentía su mayordomo en todo y eso ella lo veía ya que en varias ocasiones salía con una bandeja llena de comida del cuarto de su patrón y entraba otra completamente diferente a la anterior, no obstante, no importaba que plato le llevara, nunca tocaba la comida y si lo hacía era en pequeñísimas porciones incapaces de ser notadas. Intentaba ella de aconsejar a su mayordomo, pero lo que lograba era la suscepción de tres días por ser una metiche al referirse indirectamente que su patrono necesitaba ayuda psiquiátrica porqué era un enfermo mental. Desde esa suspensión, jamás se le escucho decir algo de su patrono o sugerir algo sobre él. La gran capacidad verbal que mayormente aseguraba su mayordomo que tenía su patrón, se iba a la borda al utilizar una jerga deplorable y palabras obscenas, tirando blasfemias al aire, maldiciendo e insultando a todos, incluso hasta su propio mayordomo quien no más quería ayudarle en todo…El señor Hiruzen Sarutobi hacia tanto por él, demasiado para lo que su edad le disponía en ese entonces.
Una noche basto para que Haruno Sakura conociera en presencia al respetable Uchiha Itachi, descubriendo que no se trataba de un anciano, sino más bien de un joven quien aparentaba tener unos 25 años de edad, y tal vez dos años más. Aquella noche sus gritos inundaron toda la residencia, despertando a todos quienes salieron de sus respectivas habitaciones sólo para quedarse parados en el centro de la gran residencia, frente a las escaleras de mármol que facilitaban la entrada al primer, segundo y tercer piso. Esa noche Hiruzen, su mayordomo quien tenía el permiso de entrar en esa habitación, no se encontraba puesto que llevaba desde el lunes hasta hoy viernes hospitalizado por un mal golpe que había sufrido en uno de los arranque se su señor, aún así, tal parece que el gran patrón estaba en uno de sus delirios puesto que llamaba a su mayordomo como loco, sabiendo a expensas que este estaba hospitalizado por su misma culpa. Todos los empleados murmuraban entre asustados y preocupados, pero ninguno de ellos se atrevía a subir las escaleras y entrar a aquella habitación antes de que ese hombre desquiciante se hiciera algún daño con sus paroxismos que le daban de momento, ni siquiera el jardinero quien tenía más cuerpo que todos los másculinos allí presente, se atrevió a dar un paso al frente, sólo una, una pequeñísima e insignificante persona con un fisionomía tan delicado como para quebrarse con un simple golpe, se atrevió a correr hasta la habitación del mayordomo y tomar las llaves que abrían la puerta de aquella habitación. Tenía presente del gran peligro que corría, y sin embargo, del sólo pensar que alguien podría cometer la imprudencia de llamar a Hiruzen para informarle de los arranques de su patrono, de seguro este se escapaba del hospital y acudía al llamado de su loco patrono, y eso era algo que la Haruno no quería ver, y más al tener presente el estado delicado del Mayordomo.
Temblorosa y con una sensación en su pelvis, inicios de querer orinar, llevó su mano hasta el pestillo de aquella puerta doble, metió la llave en el pequeño roto de la cerradura, quito el seguro y abrió la puerta lentamente, sintiendo un mal augurio que ni siquiera la hizo entrar en razón ante el peligro que se exponía. Lo que vio fue un joven de cabellos largos y negros como la noche, tendido en el suelo, jadeando con fuerza mientras gritaba el nombre de su mayordomo, la Haruno se estremeció por completo al verle.
—¡Llevo más de tres horas llamándote!, ¡¿Dónde demonios te metes?, ¡¿Te pago por atenderme y no por dormir? — profirió con aquella voz llena de locura.
—¡Mis piernas me han fallado y llevó tres horas tendido en el suelo, esperando que tú te aparezcas y me traigas mi silla de ruedas, pero tal parece qué me equivoque al llamar a un viejo incompetente cómo tú! — le gritó a ella, aún no había levantado su rostro para percatarse que no se trataba precisamente de su mayordomo, sino de una tenebrosa curiosa, silenciada por aquella voz endemoniada.
—¡De nada vale qué te hallas presentado!, ¡Mis piernas ya están reaccionando!... — atajó con un severo enojo.
—¡En esta casa no se cocina!, ¡Acaso la servidumbre qué he contratado esta vacacionando en mi casa!...¡No cómo desde el maldito lunes! — era verdad, él no comía desde el lunes porqué nadie se había acordado de él, y además, sólo su mayordomo tenía permiso de entrar.
—¡Con un carajos!, ¡NO te quédes callado! — lo próximo qué iba a decir se lo silencio al levantar un poco su vista y ver aquellos pies blancos con un leve tono a cremoso, parados allí, a seis pies frente a él.
Levanto su vista aún más y fijo sus ojos negros en ella, en aquella muchacha paralizada por el miedo, de cabellos largos y rosados, y unos ojos color Jade, cristalizado por el miedo. Frunció el ceño por completo mientras se reincorporaba, quedando al minuto parado frente a ella. Pensó ella que su patrón se había calmado al ver la presencia de una extraña en su habitación, soltando lentamente el aire que llevaba atrapado en sus pulmones, y justo en el momento que su pecho se movió mientras soltaba el aire, sintió una mano detrás de su nuca agarrarle fuertemente de sus cabellos, tirando de una manera endemoniada que provoco que ella perdiera el equilibro, cayendo de rodillas frente a su patrón quien tiraba de su cabello mientras descargaba todo aquel paroxismo en ella.
—¡¿Qué demonios haces aquí?, ¡¿Todos tienen prohibido entrar en esta habitación? — la levantó de sus cabellos para fijar sus ojos en aquella carita empapada de sudor, provocado por la adrenalina de miedo que la inundaba en esos momento al creer que su patrón la mataría a golpes, como una vez lo hizo con su presa canario, el único perro que habitaba en aquella mansión.
—E-El mayordomo no se encuentra, y por eso entre…— ella intentó de explicarle, pero la manera endemoniada que la trataba, no dejaba que hablara coherentemente, en palabras claras.
—¡¿Dónde demonios se encuentra? — preguntó él, rebotando dos veces contra el suelo para luego estrellase contra la pared, aquel choque la dejo casi sin aire.
—N-No se acuerda señor, su mayordomo aún está hospitalizado por el mal golpe que ha sufrido. — hablo ella entrecortado ya que el gran golpe que había recibido le había quitado casi todo el aire de sus pulmones.
—¡¿Insinúas qué soy el culpable? — arqueó una ceja considerablemente y atajo aquello con desprecio, abriendo los ojos como par ante la cercanía de su patrón quien se había detenido frente a ella, y una vez más, la jalo de sus cabellos con una furia tremente que lastimo el cuero cabelludo de la muchacha.
—¡CONTESTAME!, ¡¿Insinúas qué soy el culpable de ello? — le gritó, cegado por el paroxismo.
—Por favor ya suélteme, me está lastimando…yo sólo entre porque le escuche gritar y creí que…— un fuerte jalón de su cabello la obligo a callar, gimiendo de dolor.
—Creíste…— sé bufo de ella soltándola de sus cabellos para luego tomarla por el brazo.
—mujer mal parida…yo te pago para que trabajes y obedezcas, no para que creas ni dejes de creer. Así que te sugiero que vayas por algo de comer, me muero de hambre. — la empujo contra la pared con tanta brusquedad que su labio inferior se abrió al chocar contra el sementó y sus dientes.
Le gritó por enésima vez, saliendo la Haruno de aquel cuarto a trompicones, tambaleándose de un lado a otro. Su aparición frente a los demás trabajadores provoco la mudez entre ellos y el terror, abriendo sus ojos a la par al ver el aspecto deplorable que tenía la muchacha quien su bata de tirantes color morada había sido rota, exponiendo ante ellos el estreno derecho de su seno. Bajo las escaleras como si estuviera en algún tipo de hipnosis, deteniéndose frente a los espectadores quienes la miraban con ojos de lastima.
—El señor Uchiha tiene hambre. — no más dijo eso y las empleadas encargadas de la cocina salieron disparadas como alma azorada por la misma muerte, e incluso hasta el jardinero que nada tenía que ver con la cocina, salió en dirección a ella con el propósito de ayudar en lo que fuera antes que el infierno se desatara nuevamente.
La Haruno quedo sentada en el penúltimo escalón, intentando así de poner todo en orden en su cabecita que aún no había procesado lo ocurrido hace un par de minutos atrás, donde se encontraba entre la espada y la pared, al punto de haberse orinado en su ropa interior ante el miedo que le había ocasionado su patrono, pero lo más que le causo miedo fueron sus ojos llenos de locura, desquiciantes…algo fuera de lo normal y sólo visto en un paciente de salud mental.
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