Hades solo chequeaba que Nico estuviese en buenas manos. Confiaba en su hijo y en las decisiones que escogía. Aquel niño en el que en un principio no había mostrado muchas esperanzas se encargó de dejarle en claro a cualquiera que era mucho más de lo que uno simplemente podía llegar a imaginarse.
Nico era especial en muchos sentidos de la palabra y Hades creía que ya era la hora de intentar cumplir su rol de padre. Vale. Si, estaba reconociendo que dejar a sus hijos y los de María en el casino Lotus no era exactamente lo que esos niños necesitaban. Pero… solo trataba de protegerlos.
Asi que, cuando se enteró de la existencia de Will Solace, comprendió que debía de averiguar algunas cosas importantes.
Solo que no se esperaba encontrarse con Apollo, quien se le acercaba calmadamente y con una confianza abrumadora que desaparecia y volvía a aparecer debido a la indecisión.
Hades supuso entonces que aunque su sobrino hubiese perdido sus poderes divinos, este aún podía lograr reconocerle aún si usaba una apariencia poco usual. Porque una buena forma de infiltrarse a un campamente mestizo lleno de semidioses revoltosos, era lucir como un chico joven y muy revoltoso.
Hades se la hubo pasado la adolescencia en el estómago de su padre, Cronos, asi que no tenía los medios necesarios para poder ver su apariencia de aquel entonces. Si se hubiera visto en un espejo al estar de camino de salida del inframundo y hubiese puesto atención a la expresión sorprendida de Persefone…
Bueno, no le estaría recorriendo un escalofrió justo ahora, cuando Apollo le sujeto del mentón y le acaricio la mejilla de un modo bastante extraño. Tampoco seguiría tieso luego de que Apollo se atreviese a robarle un beso y se marchase huyendo por la vergüenza.
