EPOV

Me llamo Edward Cullen, tengo 17 años, me gusta la física, la química, los dibujos japoneses y... y a quién quiero engañar, quizás sea el tío más nerd que ha pasado por el puto instituto de Forks en toda su historia. O por lo menos soy el que más castigos tiene por llegar tarde a la primera clase.

Os prometo, no, os juro que pongo mi despertador a las siete y media de la mañana. Pero claro, una cosa lleva a la otra y acabo durmiendo otros cinco minutos más. Durante esos cinco minutos, todos los relojes del mundo se ponen de acuerdo para adelantarse media hora, y claro está, yo no me doy cuenta.

El caso es que por mucho que yo quiera levantarme temprano, mi madre, mi dulce madre Esme, acaba viniendo y gritando como una posesa a mi habitación alegando que voy a llegar tarde. Siempre acaba su discurso con la mítica frase "tener hijos para esto" suelta un bufido y baja a la cocina. Es la mejor madre del mundo, pero por las mañanas mejor no te acerques.

Pienso todo esto mientras mi madre cierra la puerta de mi habitación y yo me restriego los ojos.

Me levanto corriendo y me pongo lo primero que cojo, que casualmente suele ser una camiseta con el logotipo de algún superhéroe. Hoy no es la excepción. Yo siempre digo que los astros deciden mi ropa por mí. Mi hermana dice que soy un friki sin remedio.

Al bajar a desayunar, pillo lo último y lo mas frío, como siempre. Todo esto es gracias a mi hermano Emmett, quien "necesita más combustible que nosotros" ya que él juega a fútbol americano. Aunque más que jugar... corre.

Yo creo que lo admitieron en el equipo porque es una copia de Hulk con el pelo rizado y la piel más blanca que el pecho de una gaviota.

Cojo el resto de la tostada que me queda y me voy corriendo al coche. Así, sin hacer pipí ni nada. Luego me arrepentiré cuando a primera hora el profesor de álgebra me torture mientras yo doy saltitos como si tuviera hormigas en el culo.

Intento peinarme sobre la marcha mientras dura el trayecto del coche, sin resultados sorprendentes. Es como si una manada de ardillas inmaduras y adolescentes hubieran montado un fiestón en mi cabeza mientras duermo.

Bueno, pues a ese pelo, a esa cara de dormido y a mis camisetas de Batman y compañía le añadís unos horribles brackets que se asemejan más a la valla que recubre el instituto que a un aparato dental. Son un verdadero asco. Incluso he intentado quedarme pegado a algún lado y resulta que no es más que una leyenda urbana.

Soy un tanto... especial. Mi madre dice que floreceré cuanto menos me lo espere, pero no se lo digas a nadie, porque eso suena muy gay.

-Edward, por favor, sube tu bragueta y deja de tocarte el pelo. Falta poco para llegar al instituto.- Podía ver el cartel que daba la bienvenida al instituto, al cual algún gracioso había coloreado la "F" de tal forma que ahora el cartel decía: "Bienvenido al instituto de Porks" Tenía su gracia.- Jazz me está esperando para acompañarme a mi primera clase.- Mi hermana melliza, Alice, se estresa con facilidad si pasa más de tres horas alejada de su "pelusita"

Efectivamente, cuando llegamos, el señor pelusa nos esperaba recargado en su moto plateada. Tenga cuidado, señor pelusa, te puedes ir volando con tanto viento.

Emmett se fue inmediatamente a saludar a su novia que él creía secreta pero que en realidad todos sabíamos que se estaban liando hace más de tres meses. Chaval, si quieres mantener una relación en secreto, no guardéis las fotos de vuestras bocas enganchadas en el ordenador familiar.

Jasper y Rose eran hermanos gemelos. Una copia exacta de su madre, Renné Swan. El matrimonio Swan se casó muy joven, cuando Renné quedó embarazada a la temprana edad de diecinueve años. Eran una familia muy unida, con tres hijos. Jasper y Rosalie, de dieciocho y luego estaba...

-¡Eh, tú! ¡Boca de alambres! Los peines existen, ¿lo sabes?- Sí, luego estaba ella. Isabella Swan. Más conocida por sus allegados como Bella. La chica de la que llevo ridículamente enamorado desde que tengo uso de razón. La tercera hija del matrimonio Swan. 17 años, delgada, ojos castaños, pelo caoba en forma de una cascada de rizos, con las curvas adecuadas en los sitios adecuados. Una inteligencia superior a muchos; sobre todo en el arte de insultar.

Su repentino odio hacia mí nació cuatro años atrás. Un día me levanté y... simplemente me empezó a tratar como me tratan todos en el instituto. Como un nerd.

-¿No contestas? ¿También te has quedado sordo?.- El imbécil de Mike Newton la sigue como una mosca sigue a la mierda. No se despega de ella ni un segundo. Es una rata asquerosa cubierta de gomina. Ojalá y te quedes calvo, cabrón.

Seguí mi camino, suspirando, hacia la clase de álgebra. Pero una mano me interceptó en medio del trayecto y me metió en el cuarto de baño. En el váter para ser exactos.

-No te preocupes, Tyler.- ya conocía a Tyler de tantas veces que me había echo una ahogadilla.- Ya lo hago yo.- dije metiendo mi cabeza en el váter.

-Gracias, Edd. No sabes cómo me molesta tener que hacer esto. - Era un buen tío. Pero necesitaba mantener su puesto en el equipo de baloncesto, cuyo capitán era el gilipollas de Newton.

-De nada tío.

Aprovechando el viaje al baño, hice pis y me peiné el cabello mojado hacia atrás. Me flipé un poco y luego de un rato jugando a ser James Bond, salí rumbo a álgebra. Llegué tarde.

-¡Otra vez, Cullen!.- gritó Hopckins. - ¡Es la décima vez este mes!- Otra vez a dirección...

Pues nada, salí, ahora con rumbo al despacho del director. Éste me dio los buenos días, como era ya costumbre y señaló la mesa del fondo. Mi mesa.

Estaba un poco sucia, con dos o tres capas de polvo. Tenía dibujos obscenos probablemente hechos con algún compás. Tenía una ligera idea de quién había dibujado un monigote con una melena despeinada con dos pájaros sobre ella y unos alambres en la boca. También era muy obvio porque había firmado debajo con "B.S"

-Hola, amigo.- me saludó una voz. Me volví.

-Hola, Jimmy.-James era el rarito del instituto. Sí, sí, incluso más que yo. Su madre dice que es inquieto, pero eso no quita el hecho de que vaya por ahí toqueteandose los dedos de los pies y luego olerse los dedos.- ¿Qué haces?

-Oh, pues aquí, haciendo un cuadro.- señaló un papel con puntitos verdes de tonos diferentes.

-Oh, qué bien. Te has tenido que llevar un rato haciendo puntos.- Llevaba ya media hoja coloreada.

-No, que ba. Son mocos.- Lo dijo como si tal cosa ¡Cómo si tal cosa!.- Escuché que Vicky quería un cuadro que pegara con las paredes de su cuarto.- Vicky era otra de las "gobernantes" del instituto. Para ella, todos los que no hacían ningún deporte o no llevaban ropa de marca, eran inferiores a ella. Dudo mucho que halla hablado con James.

-¿Te lo ha dicho ella?

-Qué ba. Ella pasa de mí, para que no se le note que está secretamente enamorada y que en secreto escribe mi nombre rodeándolo con corazones.- ¿Qué se toma este hombre para desayunar? ¿Vómito de unicornios?- En realidad lo escuché cuando estaba haciendo caca en el baño. ¿Sabes que hay un conducto de ventilación que da directamente con el vestuario de las chicas? Lo escucho todo.

-A-ah... Qué bien.- Separé mi mesa levemente.

-¿Quieres ayudarme a terminarlo? Creo que me he quedado sin material.- Si se metía el dedo más adentro, se tocaba el cerebro, segurísmo.

-C-creo que no, Jimmy.- Que alguien me saque de aquí. Éste es capaz de abrirme los orificios nasales por su cuenta.

El timbre sonó y yo salí pitando de esa habitación, dejando a un muy entretenido James hurgándose con los dos dedos en cada agujero de su nariz y al señor director mirando una revista de playboy mientras la tapaba descaradamente con un periódico de hace tres meses. Me decían raro a mí. ¡JA!

Las clases siguientes no fueron muy entretenidas. Como siempre. Mi compañero de informática se tiró un pedo mientras buscábamos la biografía de Shakespeare, pero yo hice como si nada, mientras sufría internamente por el olor.

En el comedor tuve que ponerme solo, porque Bella se había decidido poner en nuestra mesa y estaba acompañada por Mike. Tenía miedo de que pudiera acuchillarme con un plátano o algo parecido. A parte de que odio cómo Mike coquetea descaradamente con Bella. Es asqueroso. Internamente esperaba verlo viviendo debajo de un puente dentro de veinte años.

Salí corriendo al estacionamiento antes de que sonara la campana que indicaba que la última clase había terminado. La señora Price no lo tendría muy en cuenta. Espero.

Para rematar mi día, tuve que coger el autobús porque Bella había decidido ir con mis hermanos y sus respectivas parejas y el coche solo tenía cinco plazas. Odio ir en autobús. La gente suda bastante, ya se podían poner un poquito de colonia, que no vale tan cara. Para colmo, conseguí un asiento libre, pero un hombre mayor excesivamente obeso decidió ponerse a dormir a mi lado. Aún recuerdo el peso de su cabeza contra mi hombro, y ni quiero hablar de su agradable aliento.

Llegué una hora más tarde de lo que tardo normalmente, ¡Y ya habían comido todos! ¡Con razón no engordo ni un poquito, en esta familia son todos unos glotones!

Mamá y papá me felicitaron por ir en autobús y colaborar con el "medio ambiente", estaban super contentos por mi iniciativa, y decidieron que dos días por semana, iríamos en autobús a la escuela. Más tarde, mis hermanos se encargaron de pegarme una buena ronda de pellizcos corta-circulación, de esos que te dejan marca sí o sí.

Lo bueno de todo esto, es que ya podía subir a mi habitación a encender el ordenador y ver los capítulos de los animes que estrenaban hoy. Pero el destino es cruel, y mi madre decidió entrar en mi habitación justo en el momento en el que me quedaba a mitad de un capítulo de One piece.

-Edward, deja de ver dibujos animados y arreglate, cielo. Hoy iremos a cenar a casa de los Swan.

Oh, no. Oh no, no, no, no.

-¿Por qué no habéis avisado antes?.- podría haber puesto alguna excusa con tiempo,

-Pero si los Swan os lo han avisado en el instituto. Renné ha dicho que hace mucho tiempo que no nos ve. Sobre todo a ti, muchachito.- ¿Cuántas excusas había utilizado para todos los encuentros? A sí, varicela, gripe, exámenes, deberes, rotura de tobillo, rotura de brazo, dolor de cabeza, rotura de tobillo otra vez, compromisos inventados, en fin la lista era bastante larga. Podía admitir que no había ido a casa de los Swan desde hace un año y medio, por lo menos.

-Pero si vino la última vez ha cenar a casa.- Iban y venían.

-Eso fue hace tres meses, Edward

-Ah.

-Bueno, bueno. Dúchate y ponte algo formal. No vayas con esa camiseta vieja, cielo.- Genial, mi propia madre se volvía en contra de mis gustos de mida.

Es hora de pedirle ayuda a Alice.

Dios mío, no dejes que me ahogue debajo de un montón de ropa.

…...

Tenía esta idea guardada desde hace bastante tiempo. La impaciencia me invadió y decidí subirla. Yo me lo paso genial mientras escribo este tipo de historias.

¡Saludos! Espero que vuestro clima sea mejor que el mío. Asco de calor.

-Bohe-