Nada es mío; los personajes son de Meyer y la historia de P.C Cast, yo sólo la traduzco y adapto.
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Para Ana, mi Alice Cullen particular, a quien adoro y que me habló de P.C Cast.
Y para Antonella, mi hermana Argentina, a la que quiero muchísimo.
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MaRcaDa
Capítulo1: El comienzo
Justo cuando pensaba que el día no podía empeorar, vi al tipo
muerto junto a mi taquilla. Lauren hablaba sin parar con su
habitual cháchara y ni siquiera se percató de su presencia. Al
principio. De hecho, ahora que lo pienso, nadie más se fijó en
él hasta que habló, lo cual es, por desgracia, una prueba más
de mi extraña incapacidad para encajar.
"No, de verdad Isabella, te juro por Dios que Tyler no estaba tan
borracho después del partido. En serio, no deberías ser tan
dura con él."
"Ya" contesté de forma distraída. "Claro." Entonces tosí.
De nuevo. Me sentía como la mierda. Debía estar cayendo
bajo lo que el señor Wise, mi más que un poco loco profesor
de biología avanzada llamaba la Plaga Adolescente.
Si moría, ¿me libraría eso del examen de geometría de
mañana?
Solo quedaba esa esperanza.
"Isabella, por favor. ¿Acaso me estás escuchando? Creo que sólo
se tomó unas cuatro, —no sé, —quizá seis cervezas y tal vez
unos tres chupitos. Pero en realidad eso no importa. Es
probable que no hubiera tomado casi nada si tus estúpidos
padres no te hubiesen obligado a volver a casa después del
partido."
Compartimos una mirada de resignación, en total acuerdo
sobre la última injusticia cometida contra mí por mi madre y
el perdedor con el que se había casado hacía tres largos años.
Luego, tras una pausa de apenas un suspiro, Lauren siguió con su
parloteo.
"Además, estaba celebrándolo. ¡Me refiero a la victoria sobre
los de Unión!" Lau me sacudió el hombro y acercó su cara a la
mía. "¡Hola! Tu novio—"
"Mi casi novio" corregí, haciendo todo lo posible por no toser
en su cara.
"Lo que sea. Tyler es nuestro quarterback, así que es normal
que lo celebre. Hacía como un millón de años que Broken
Arrow no ganaba a Unión."
"Dieciséis." Soy pésima en mates, pero comparada con Lau
parezco un genio.
"Otra vez, lo que sea. El caso es que estaba contento. Deberías
dejar al chico en paz."
"El caso es que estaba hasta el culo por quinta vez al menos
esta semana. Lo siento, pero no quiero salir con un tío cuyo
principal objetivo en la vida ha cambiado de querer jugar al
fútbol universitario a intentar engullir un pack de seis birras
sin vomitar. Por no hablar del hecho de que se va a poner
gordo con tanta cerveza."
Tuve que parar para toser.
Me sentía un poco mareada y me obligué a respirar lenta y
profundamente cuando pasó el ataque de tos. Lau, con su
parloteo, ni se dio cuenta.
"¡Aj! ¡Tyler, gordo! No es algo que una quiera ver."
Me las arreglé para evitar nuevas ganas de toser.
"Y besarle es como chupar pies empapados en alcohol."
Lau arrugó el gesto.
"Vale, enferma. Qué pena que esté tan bueno."
Puse los ojos en blanco, sin molestarme en intentar ocultar mi
enfado ante su típica superficialidad.
"Siempre estás de mal humor cuando te pones enferma. Da
igual, no tienes ni idea de la cara de perrito abandonado que
Tyler tenía cuando le ignoraste en la comida. Ni siquiera
pudo..."
Entonces le vi. El tío muerto. Vale, me di cuenta enseguida de
que no estaba técnicamente "muerto". Era un no muerto. O
un no humano. Lo que fuera.
Los científicos decían una cosa,la gente decía otra, pero al final el resultado era el mismo. No
había confusión sobre qué era él, e incluso aunque no hubiera
sentido el poder y la oscuridad que emanaban de él, no había
maldita forma de que me pasase desapercibida su marca, una
luna creciente de colores azul zafiro en la frente, además del
tatuaje de nudos entrelazados que enmarcaba sus ojos
igualmente azules.
Era un vampiro.
Era algo peor, un rastreador.
Pues, ¡joder!, estaba ahí de pie junto a mi taquilla.
"¡Isabella, que no me estás haciendo caso!"
Entonces el vampiro habló y sus ceremoniales palabras
fluyeron a través del espacio que nos separaba, peligrosas y
seductoras, como sangre mezclada con chocolate derretido.
"¡Isabella Dwyer! La Noche te ha escogido, tu muerte será
tu renacer. La Noche te llama, escucha su dulce llamada. ¡El
destino te aguarda en La Casa de la Noche!"
Levantó un dedo largo y pálido y me señaló. Con el estallido
de dolor en mi frente, Lauren abrió la boca y gritó.
Cuando las manchas brillantes desaparecieron al fin de mis
ojos, levanté la mirada hacia el rostro sin color de Lau, que me
observaba.
Como de costumbre, dije la primera tontería que se me vino a
la cabeza.
"Lau, los ojos se te salen como los de un pez."
"Te ha Marcado. ¡Oh, Isabella! ¡Tienes el perfil de esa cosa en la
frente!" Entonces se llevó la mano temblorosa a sus blancos
labios e intentó, sin éxito, contener un sollozo.
Me incorporé y tosí. Tenía un tremendo dolor de cabeza y me
froté el entrecejo. Notaba una punzada, como si me hubiera
picado una avispa y el dolor se iba extendiendo alrededor de
los ojos y bajaba hasta mis mejillas. Me sentía como si fuese a
vomitar.
"¡Isabella!" Lau ahora sí que lloraba y hablaba entre pequeños hipos
húmedos. "Oh Dios mío. Ese tío era un Rastreador. —¡Un
Rastreador de vampiros!"
"Lauren." Guiñé los ojos con fuerza, en un intento de despejar el
dolor de cabeza. "Deja de llorar. Ya sabes que odio que llores."
Estiré los brazos para intentar tranquilizarla tocándole los
hombros.
Ella se encogió de forma instintiva y se alejó de mí.
No podía creerlo. Se había apartado, como si me tuviese
miedo.
Debió ver el dolor en mis ojos, porque al momento empezó de
nuevo con su cháchara incesante.
"¡Oh, Dios, Isabella! ¿Qué vas a hacer? No puedes ir a ese lugar.
No puedes ser una de esas cosas. ¡Esto no está pasando! ¿Con
quién se supone que voy a ir ahora a los partidos de fútbol?"
Me percaté de que no se había acercado a mí en ningún
momento durante su arranque. Me aferré a ese sentimiento
de dolor y malestar en mi interior que amenazaba con
hacerme romper a llorar. Mis ojos se secaron al instante. Era
buena ocultando las lágrimas. Tenía que serlo, había tenido
tres años para practicar.
"No pasa nada. Lo solucionaré. Es probable que no sea más
que un... extraño error" mentí.
En realidad no conversaba, tan solo hacía que salieran
palabras de mi boca. Todavía haciendo una mueca por el
dolor de cabeza, me puse en pie.
Al mirar a mí alrededor tuve una ligera sensación de alivio al ver que Lau y yo éramos las
únicas en la sala de mates y tuve que contener lo que sabía
que era una risa histérica.
Si no hubiese estado totalmente atacada con el dichoso examen de geometría que tenía al día
siguiente, razón por la que había corrido hacia mi taquilla
para coger el libro con la intención de intentar estudiar de
forma obsesiva {e inútil} por la noche, el rastreador me
hubiese encontrado frente a la escuela con la mayoría de los
mil trescientos chicos que iban al Instituto Sur de Secundaria
de Broken Arrow, esperando a lo que el estúpido clon de
Barbie que tengo por hermana llama "la gran limusina
amarilla".
Tengo un coche, pero estar allí con los menos afortunados que tienen que ir en los autobuses es la tradición,
por no mencionar que es una excelente manera de observar
quién pega a quién. Por lo que parecía, tan solo había otro
chico en la sala de mates—un empollón alto y delgado con los
dientes torcidos, de los que por desgracia tenía un primer
plano porque estaba allí de pie con la boca abierta, y
mirándome como si yo acabase de dar a luz a una piara de
cerdos voladores.
Tosí de nuevo, en esta ocasión una tos realmente húmeda y
desagradable. El empollón emitió un leve chillido y se
escabulló por la sala hacia el aula de la señora Day, aferrando
un fino tablero contra su huesudo pecho. Supongo que el club
de ajedrez había cambiado su hora de reunión a los lunes
después de clase.
¿Juegan los vampiros al ajedrez? ¿Había vampiros
empollones? ¿Y qué hay de animadoras vampiras tipo Barbie?
¿Tocaba algún vampiro en la banda? ¿Había vampiros Emo
con su raro estilo «chico con pantalón de chica» y esos
horribles flequillos cubriéndoles media cara? ¿O eran todos
esos extraños chicos góticos a los que no les gustaba
demasiado lavarse? ¿Me iba a convertir en una chica gótica?
O peor, ¿en una Emo? No me gustaba particularmente ir de
negro, al menos no solo de negro, ni sentía una repentina
aversión hacia el agua y el jabón, ni tampoco tenía un deseo
obsesivo de cambiar mi peinado y llevar demasiado lápiz de
ojos.
Todo esto se arremolinaba en mi cabeza mientras sentía que
otro pequeño ataque de risa histérica intentaba escapar de mi
garganta, y casi estuve agradecida cuando salió en forma de
tos.
"¿Isabella? ¿Estás bien?" La voz de Lauren sonaba demasiado alta,
como si alguien la pellizcase, y se había alejado otro paso de
mí.
Suspiré y sentí mi primera semilla de ira. Yo no había pedido
nada de esto. Lau y yo habíamos sido las mejores amigas desde
tercero y ahora me miraba como si me hubiese transformado
en un monstruo.
"Lauren, soy yo. La misma de hace dos segundo y hace dos
horas y hace dos días." Hice un gesto de frustración hacia el
punzante dolor de mi cabeza. "¡Esto no cambia quién soy!"
Los ojos de Lau se llenaron otra vez de lágrimas, pero,
afortunadamente, su teléfono comenzó a sonar con el
Material Girl de Madonna. De forma automática, miró el
identificador de llamada. Adiviné por su expresión de cordero
degollado que se trataba de su novio, Jared.
"Venga" dije con voz floja y cansada. "Vete a casa con él."
Su mirada de alivio fue como una bofetada en la cara.
"¿Me llamas luego?" lanzó por encima del hombro, mientras
emprendía una rápida retirada por la puerta lateral.
La observé correr por el césped del lado este hacia el
aparcamiento.
Pude ver cómo llevaba el teléfono móvil aplastado contra la
oreja y hablaba con Jared en pequeñas y animadas ráfagas.
Estoy segura de que ya le estaba contando que me estaba
convirtiendo en un monstruo.
El problema, por supuesto, era que convertirse en un
monstruo era la más atractiva de mis dos opciones.
Opción número uno: me convierto en un vampiro, que es igual que
un monstruo para cualquier ser humano.
Opción número dos: mi cuerpo rechaza el cambio y muero. Para siempre.
Así que las buenas noticias eran que no tendría que hacer el
examen de geometría al día siguiente.
Las malas noticias eran que tendría que mudarme a La Casa
de la Noche, un internado privado en la periferia del centro de
Tulsa, conocido por todos mis amigos como Escuela de
Adiestramiento Vampírico, en la que pasaría los próximos
cuatro años sufriendo extraños e innombrables cambios
físicos, así como un cambio de vida radical y permanente. Y
todo eso solo si aquel proceso no me mataba.
Genial.
No quería hacer ninguna de las dos cosas. Tan solo
quería intentar ser normal, a pesar de la carga que suponían
mis padres ultraconservadores, el trol que tenía por hermano
pequeño y mi tan perfecta hermana mayor.
Quería aprobar geometría.
Quería seguir teniendo notas altas para que me
aceptasen en la escuela de veterinaria de la Ohio State y
largarme de Broken Arrow, Oklahoma.
Pero, por encima de todo, quería encajar—al menos en la escuela.
Lo de mi casa era una tarea imposible, así que lo único que me quedaba
eran mis amigos y mi vida lejos de la familia.
Ahora también se me estaba arrebatando eso.
Me froté la frente y luego me revolví el pelo hasta que casi me
cubrió los ojos y, con un poco de suerte, la marca que había
aparecido sobre ellos. Me apresuré hacia la puerta que
conducía al aparcamiento de alumnos con la cabeza gacha,
como si estuviera fascinada con la porquería que se había
acumulado en mi bolso.
Pero me detuve poco antes de salir. A través de los cristales
que se juntaban en las puertas de aspecto institucional podía
ver a Tyler. Las chicas se arremolinaban a su alrededor,
haciendo poses y lanzando el pelo al aire, mientras que los
chicos daban ridículos acelerones a sus enormes camionetas e
intentaban {y en la mayoría de los casos fracasaban} parecer
guays. ¿Quién iba a pensar que yo elegiría sentirme atraída
por eso? No, en honor a la verdad debo recordarme a mí
misma que Tyler solía ser increíblemente dulce, e incluso
tenía sus momentos. La mayoría de ellos cuando tenía el
detalle de estar sobrio.
Las risillas tontas y agudas de las chicas llegaban
revoloteando hasta mí desde el aparcamiento. Genial. Kathy
Richter, el putón de la escuela, intentaba dar un manotazo a
Heath. Incluso desde mi posición era obvio que ella pensaba
que golpearle era una especie de ritual de apareamiento.
Como de costumbre, el despistado Tyler no hacía otra cosa
que quedarse allí sonriendo. Bueno, qué diablos, mi día no
iba a ir mucho mejor. Y ahí estaba mi Volkswagen Escarabajo
—color turquesa de 1966, justo en medio del grupo. No. No
podía salir ahí. No podía caminar entre ellos con esta cosa en
la frente. Nunca más podría volver a formar parte de ellos.
Sabía demasiado bien lo que harían. Recordé al último chico
al que un rastreador había elegido en el Instituto Sur de
Secundaria.
Sucedió al inicio de curso del año pasado. El rastreador había
venido antes del comienzo de las clases y había identificado al
chico cuando se dirigía a su primera hora de clase. No pude
ver al rastreador, pero vi al chico después, durante un
instante, después de que soltase sus libros y saliera corriendo
del edificio, con la Marca brillando en su pálida frente y las
lágrimas empapando sus blanquísimas mejillas. Nunca
olvidaré lo abarrotados que habían estado los pasillos aquella
mañana y cómo todo el mundo se había apartado de él como
si tuviera la peste cuando corrió para huir por la puerta
principal de la escuela.
Yo había sido uno de esos chicos que se apartaron de su camino y se le quedaron mirando, a pesar
de que sentía auténtica lástima por él. Lo único que no quería
era ser etiquetada como esa-chica-que-es-amiga-de-esosbichos-
raros.
Ahora resulta bastante irónico, ¿verdad?
En vez de ir hacia mi coche, me dirigí hacia el baño más
cercano, que por suerte estaba vacío. Había tres puertas de
inodoro—sí, comprobé cada una por si había pies. En una
pared había dos lavabos, sobre los cuales colgaban dos
espejos de tamaño medio. Frente a los lavabos, la pared
opuesta estaba cubierta por otro enorme espejo que tenía una
repisa debajo para dejar los cepillos, el maquillaje y qué sé yo
qué más. Puse el bolso y el libro de geometría en la repisa,
respiré hondo y de un solo movimiento levanté la cabeza y me
puse el pelo hacia atrás.
Era como mirar a la cara de un desconocido que te es
familiar. Ya sabes, esa persona que ves entre la multitud y que
jurarías que conoces, pero que en realidad no es así. Ahora
esa persona era yo—la desconocida familiar.
Tenía mis mismos ojos. Eran del mismo color avellana que
nunca podía decirse si tendía al verde o al marrón, pero mis
ojos nunca habían sido tan grandes y redondos. ¿O sí? Tenía
el mismo pelo que yo—largo y liso y casi tan oscuro como
había sido el de mi abuela antes de que empezara a volverse
canoso. La desconocida tenía mis mismos pómulos elevados,
mi nariz larga y fuerte y mi boca ancha—más rasgos
heredados de mi abuela y de sus ancestros cheroqui. Pero mi
cara nunca había sido así de pálida. Siempre había tenido un
tono oliváceo, con la piel más oscura que nadie de mi familia.
Aunque tal vez no era que mi piel estuviese de repente muy
blanca... Quizá solo parecía pálida en contraste con el
contorno azul oscuro de la luna creciente perfectamente
situada en el centro de mi frente. O quizá era aquella horrible
luz de fluorescente. Esperaba que fuera por la luz.
Observé el tatuaje de aspecto exótico. Unido a mis fuertes
rasgos cheroqui, parecía otorgarme un toque salvaje... como
si perteneciese a un tiempo antiguo en el que el mundo era
más grande... más primitivo.
A partir de aquel día mi vida no volvería a ser la misma. Y por
un momento —solo un instante— me olvidé del miedo a no
encajar y sentí un inesperado arrebato de placer, mientras
muy dentro de mí la sangre de la gente de mi abuela se
regocijaba.
Como véis Bella tiene unas características algo distintas, pero era necesario para la trama.
La historia es bastante interesante, denle una oportunidad aunque al principio es algo densa, porque explica todo el contexto y eso, pero cuando salga Edward veréis que os gusta. :)
La tenía por ahí escrita y decidi subirla para que veais que no he abandonado esto, solo estaba de descanso.
Bittes & Kisses
MariellaWaldorf.
