La leyenda del Hada Sol y del Mago Rey.

Canto uno:

Primer relato nocturno de la luna:

El mago exiliado.

Hoy, es una de esas oportunidades en la que tengo la bóveda nocturna totalmente despejada para mí, y me pondré para la ocasión, ese vestido de vuelo ancho de color oro y holanes aperlados que me hace ver "llena" para desfilar por los cielos oscuros cómo es mi deber.

Sin embargo, precisamente esta noche me he puesto algo nostálgica al recordar a un muy viejo amigo mío que hace siglos no frecuento. Y no es porque yo no quisiera, es solo que le hice la promesa de nunca iluminar la morada en la que yace para no importunarlo, pues no quiere que ningún mortal entre a su hogar, que fácilmente puede verse al igual que un espejismo que aparece cuando se oculta el sol si mi presencia la baña con su luz.

En fin, creo que me servirá para desvanecer un poco la nostalgia, contarles su historia. Este relato ha permanecido cómo una leyenda todos estos centenares de años, compartirla me caerá muy bien y así me sirve que me hacen algo de compañía durante mi trayecto de esta noche.

Muchos siglos atrás, ese hombre del cual les contaré, era llamado mago por que poseía una poderosa habilidad sobre la naturaleza, dominio de sus habilidades mentales y controlaba con proeza la energía vital y, su verdadera magia, provenía del conjunto de todas esas habilidades. Aquel humano, (ya que por poseer todo aquello no dejaba de serlo) era dueño de un castillo en donde enseñaba las artes blancas a los caballeros nobles del medievo, y a los aspirantes a curanderos o magos. Pero, su exigencia y manera estricta de enseñar, cansó a todos siendo dejado atrás por sus discípulos y su gente, pues el hechicero era una persona que tomaba muy en serio las responsabilidades de su poder y dedicaba día y noche al perfeccionamiento de sus dones, así como de exigir a otros el mismo nivel de habilidad y devoción. No conformes con el rechazo; sus propios aliados, indignados por el trato del mago y a la vez celosos de su sabiduría, lo expulsaron a la fuerza y de manera violenta de su propio castillo y cómo burla, desde las torres le aventaron las hojas de sus libros antiguos y lo llamaron "Rey de los hechiceros" aludiendo su sangre tirana de la cual no se podía librar con facilidad.

El mago, sintiendo vergüenza de su propia decadencia, se refugió en uno de los bosques más espesos de la tierra, un lugar al que ningún mortal se atrevía a pisar por que corría el rumor de que las criaturas guardianas no tendrían piedad con ninguna clase de profanación. Aquel lugar era una de mis moradas fuera de mi reino, así dio la casualidad de tratarnos más a profundidad. Recuerdo que cuando lo conocí, pude leer en él una tristeza muy recóndita en su tormentoso corazón. Estaba muy decepcionado, si pudieran comprender el amor que le tenía a lo que se dedicaba, entenderán que cuando otros te rechazan en ese campo duele de mil maneras, todo a causa de que, sin proponérselo siquiera, la pasión por su oficio y la búsqueda ansiosa de su perfeccionamiento, lo arrastró a la vanidad, los miedos y el enojo que crecieron hasta apoderarse de él haciendo que bajo esa condición no pudiera realizar ya ningún hechizo poderoso luego de lo sucedido.

En ese momento yo agradecía tener la habilidad de leer un poco los sentimientos, así, a duras penas, logré obtener su confianza y pude ver que en realidad él era un ser de corazón amable y de buenas intenciones, por lo tanto yo le permití vivir ahí conmovida por el dolor que su orgulloso semblante intentaba ocultar, esperanzada de que algún día sus dones volvieran a ser tan poderosos cómo antes y descubriera cómo aprovecharlos aún más. Más a cambio le pedí que protegiera el bosque en mi nombre cómo si fuera suyo.

Cuenta la historia que un mago un día en su bosque encantado lloró, porque a pesar de su magia no había podido encontrar el amor.

Pasaron los años, él parecía más tranquilo y de nuevo familiarizado con sus habilidades, pero a pesar de eso, su mirada reflejaba un vacío. Poco a poco los torbellinos emocionales fueron calmándose al dar rienda suelta a conversaciones larguísimas que tuvimos cuando yo salía por las noches; en una de ellas, me confesó que la soledad anidaba en su alma. El decía "¿De que servía el talento y el poder si no podían trascender?" " y …Qué, "la felicidad no era felicidad si no existía con quien compartirla"

A pesar de mis menciones de que me tenía a mí a su lado de manera incondicional, yo misma sabía que no era suficiente, pues desconocía miles de cosas que acarreaban su sabiduría, yo era de otra naturaleza y además el necesitaba un complemento, no una compañía.

La luna su única amiga le daba fuerzas para soportar, todo el dolor que sentía por su tan larga soledad.

A pesar de lo que yo pudiera opinar, no era de todo una ignorante, sabía que los magos tenían un destino muy marcado al nacer con semejantes cualidades, sus emociones influían mucho en sus rituales y hechizos, y simplemente no podían ni debían enturbiarlos cómo una vez a él le sucedió. Debía conocer una clase de amor completamente puro, pero en este mundo era difícil hallarlo.

Y es que el sabía muy bien que su existir, nunca debía salir de su destino.

Yo sólo podía aconsejarle:

Si alguien te tiene que amar, ya lo sabrás sólo deberás saber reconocerlo.

Fue una tarde que el mago paseando en el bosque la vista cruzó, con la más dulce mirada que en toda su vida jamás conoció.

Durante el crepúsculo tengo el hábito de irme quitando el sueño de toda la mañana, fue en uno de mis letargos que asomé por el borde de los cielos y vi que mi amigo el hechicero estaba en la orilla de un riachuelo muy lejano de las zonas que solía recorrer en ese infinito bosque. La curiosidad me ganó y me tumbe sobre mi mullido lecho para observarlo, parecía que su atención había sido captada por algo.

Del otro lado del riachuelo, sobre las piedras lisas un fatum* batía sus bellas alas haciendo que su delgado cuerpo pareciera levitar a escasos centímetros del suelo. Esa Hada tenía forma masculina, pero me atrevo a decir que su encanto era igual o superior a las miles de ninfas que habitaban el reino de Aes Shídhe** la parte etérea del bosque.

Mis ojos se quedaron fijos ante la curiosa escena, claramente pude distinguir cómo los iris azul obscuro de mi amigo fueron atrapados por el oro líquido tan destellante de las pupilas del hada. Parecía como si Padre tiempo se hubiera descuidado en su labor por unos instantes ante el encuentro de esos dos, pues ni siquiera el viento se atrevió a remover la hojarasca marchita de los robles, ni el agua hacia sonido alguno. Claramente la mirada de ese ser alado rebosaba de asombro por que tal vez era la primera vez que veía un humano, y la del otro, rebosaba evidente de admiración al contemplar el grácil vuelo del hada con cabellos color de atardecer.

Desde ese mismo momento el Hada y el Mago quisieron estar, solos los dos en el bosque; amándose siempre y en todo lugar.

Algo en la vida de aquellos seres estaba por cambiar y yo seria testigo de una historia de amor tan poco usual pero muy hermosa que me toco el corazón inmortal.

Pequeñas estrellas. Tengo que recorrer aún los valles y el amanecer me esta alcanzando, espero verlos de nuevo la próxima noche de cielo despejado para seguir contándoles la historia de mi buen amigo el mago.


Esta es la primera parte. El fic sólo tendrá tres capítulos.
¿Les gustó?
Mañana subiré las portadas que hice de esta historia. Cómo notaran, el fanfic esta basada en la canción de "La leyenda del hada y el mago" que le pertenece al grupo Rata blanca.
Ya saben que los personajes de HQ ! son de Haruichi, yo sólo me termino de inspirar con ellos.
Tendré lo más pronto posible la actualización y será por las noches, para no perder el encanto que nos dará nuestra narradora: La Luna.

fatum* Es Hada en latín

Aes Shídhe** : pronunciado Os Shi literalmente significa "Hadas"