Isabella era una linda chiquilla de quince años, sus padres eran una pareja de comerciantes, de clase media.
La belleza de Isabella atraía la mirada de muchos hombres, que hacían cualquier cosa por un poco de atención, pero ella solo tenía ojos para él. Para Riley Bears.
Isabella era una libre soñadora, hermosa naturalmente, su piel era tan blanca como la nieve, sus profundos ojos chocolates que destellaban luz y su sedoso cabello castaño rojizo, a pesar de ser tierna, era muy rebelde.
-Bells- escucho su nombre, estaba sentada en la arena de la playa.
Bella volteó, pero no vio a nadie, Riley se escondió tras una enorme roca, en su mano tenía una flor de color rosa, como los labios de Isabella.
Se acercó sigilosamente, le cubrió los ojos.
-Riley ¿eres tú?- preguntó Isabella con una sonrisa.
-¿quien más sería?- pregunto Riley sonriendo.
Se sentó a lado de ella, la flor que traía en su mano, la colocó en su oreja, presionando un mecho de su cabello.
-es linda- dijo Bella sonriendo.
-tanto como tú- dijo Riley, acariciando las mejillas sonrojadas de Isabella.
Riley se acercó a Isabella, con amor besó sus labios, era el primer beso de Isabella, era una niña despertando al amor.
-me gusta encontrarme aquí contigo- dijo Isabella mirando el atardecer con Riley.
-a mí también- le contestó Riley, juntando su frente con la de Isabella.
Sus ojos eran verdes y su sonrisa deslumbraba a Isabella, era su primer amor.
-debo irme, mis padres me esperan para cenar- se despidió Isabella.
-te acompaño- dijo Riley.
-mi casa está cerca, no hay necesidad- impuso Isabella.
-yo quiero acompañarte- insistió Riley.
-estas bien- acepto Isabella.
La casa de Bella no estaba muy lejos, pero Riley era todo un caballero. Al llegar Isabella se despedía de Riley con un dulce beso, pero oyeron un estruendo, un disparo. Riley puso a Isabella tras de él.
-espera Bella, iré a ver- propuso Riley.
-no, algo pasa... mis papás- dijo preocupada Isabella con lagrimas al ras de sus ojos.
Riley iba a entrar, pero no hubo necesidad, de la casa de Bella salieron tres hombres desconocidos, uno era alto, de cabello rubio agarrado por una coleta y con cara de psicópata, el otro era de piel oscura, alto y rastas, el último era alto y de cabello rubio.
-¿Quienes son ustedes?- preguntó Isabella asustada.
-unos amigos de papi- contesto burlándose el primer hombre de coleta.
-¿Que le hicieron a mis padres?- dijo Isabella llorando.
-nos cobramos unas cuentas pendientes con papi y mami ¿verdad Laurent?- dijo el mismo hombre y el tipo de piel oscura asintió.
-claro, James pero creo que no podrás saludarlo- se burlo el hombre, Laurent.
-basta, asesinaron a los señores Swan, eso es un delito- intervino Riley.
-¿y?- se burló el último hombre.
-shh, déjalo ya Mike, este tipo me está irritando- dijo Laurent.
-como veras, niño tonto, los papis de tu noviecita nos debían mucho... así que nos pagaron con su vida, ahora nos quedamos con la casa ah y con la muñequita- habló James, Isabella se estremeció tras Riley.
-NO VAN A TOCARLA- gruño Riley.
James, Laurent y Mike, los apuntaron con un arma, esto no pintaba bien.
-Bella, mi amor corre- dijo Riley.
Isabella obedeció, corrió pero oyó un disparo, al voltear vio a Riley tirando en el suelo, quiso regresar para auxiliarlo.
-corre Bella y no pares de correr- dijo Riley al verla volver y… murió.
Los tres hombres corrieron, entonces Isabella con lagrimas en los ojos, hizo caso a las últimas palabras de Riley, corrió por la playa, pero escuchaba cerca las risas y las voces de esos hombres, corrió y corrió, pero piso una piedra entre la arena, se dobló el pie y cayó al suelo, cuando quiso levantarse no pudo, Laurent la jalo de su vestido.
Poco después llegó James y Mike, los tres la arrastraron hasta un rincón de la playa.
-es joven, bien puede ser virgen, si la vendemos a un burdel, nos darán mucho por ella- propuso Mike con su fría voz.
-no, ya me gustó y la quiero- dijo James
Isabella luchaba para zafarse del agarre de esos hombres.
-bien, por lo mientras podemos divertirnos con ella- dijo Laurent.
-yo quiero ser el primero- dijo James.
-no me toques cerdo- gruño Isabella y escupió en cara de James.
-¡perra!- grito James, se limpio la cara y abofeteó a Isabella.
Para Isabella, era como una pesadilla, pero el mareo y la sensación de sangre en su boca, confirmaba que era real
Mike y Laurent sujetaron a Isabella, mientras James rompía el vestido de Isabella, después su ropa interior, Isabella lloraba, pero James no se detuvo, tomó a Isabella y abuso de ella, para el bajo deseo y la perversidad de James, era afortunado, efectivamente Isabella era virgen.
Después de que James terminara de mancillar a Isabella y golpearla, siguió Laurent y al final fue Mike, el más perverso, que trato con ferocidad el cuerpo de Isabella, todos sus gritos eran reprimidos por las manos que cubrían su boca.
Al terminar los tres, la amarraron, se burlaron de ella y la humillaron, mientras bebían, Isabella se quedo inmóvil, ya no lloraba.
Esos hombres se quedaron dormidos, Isabella hizo todo lo que pudo, pero no pudo desamarrarse, estaba perdida.
Al día siguiente, esos terribles hombres, tomaron a Isabella y la llevaron a casa, donde con dolor vio los cuerpos de sus padres y encerraron a Isabella, aún amarrada.
Pero por la ventana, pudo ver como en el patio envolvían a Riley y a sus padres, los enterraron en su patio, después llegó una mujer, era muy bella, pero se veía intimidada, llegó junto a un hombre, un horrible hombre de aspecto temible.
La puerta de la habitación se abrió, de ahí entro la mujer que hace minutos vio.
-dios mío...- exclamo la mujer al ver a Isabella.
Esa mujer era rubia y muy hermosa, pero en sus brazos se distinguían marcas se látigos.
Esa mujer se espantó al ver el estado de Isabella, la cara hinchada, llena de golpes y marcas, su ropa rota y llena de sangre, se acercó a ella y la desató, Isabella no lloraba, solo parpadeaba para saber que estaba viva.
-niña que te hicieron... esos animales, ay... eres tan pequeña, yo te ayudare.
Esa mujer tomó a Isabella, llenó la bañera con agua, desnudo a Isabella y la ayudó a meterse a la tina, Isabella se quejó, le dolía su parte intima y todo su cuerpo.
-pobre de ti, por lo que oí esos hombres te desvirgaron, mi jefe no les pagará mucho por ti, mi nombre es Jessica, no temas, a mí también me hicieron mucho daño- dijo Jessica mostrando sus brazos marcados de cicatrices -pero yo te ayudare, eres muy hermosa, eso es un beneficio, te curaré y te enseñare a no sufrir de los hombres, si no a manejarlos, volverlos locos, tanto que harán lo que sea por ti, te lo prometo- hablaba Jessica, mientras Isabella juraba mentalmente hacerlo pagar.
-¿a dónde me llevan?- preguntó Isabella con la vista perdida.
-a un lugar lejos de aquí, yo te enseñaré lo que debes hacer y despreocúpate, algún día cuando estemos preparadas huiremos, te lo prometo.
-¿huir de qué?
-de la maldad, al lugar donde vamos, nosotras servimos a los hombres.
-¿un burdel?
-sí, tu solo haz caso a todo lo que te diga, y veras que tengo razón.
Isabella asintió. Terminó de ducharse por si misma, Jessica la vistió y maquillo para que sus heridas corporales se disimularan, pero no las de su alma.
