Era un día demasiado caluroso, aún para principios de julio. Harry se detuvo en la Heladería Florean Fortescue, y se sentó a la sombra a tomar un helado de crema y caramelo. Diagon Alley no había cambiado mucho desde la última vez que había paseado por ahí, y se preguntó si al día siguiente, cuando fuera a la reunión de 10º aniversario de su egreso de Hogwarts, sentiría lo mismo con respecto a su vieja escuela. Harry se distrajo viendo a las personas pasar, en especial mirando a las pelirrojas o las chicas que iban vestidas de azul.

Una pelirroja vestida de azul se le acercó sonriendo.

"¡Harry!" exclamó Ginny Weasley abrazándolo con el entusiasmo característico de su familia.

"¡Ginny! Hace tanto tiempo que no te veía que casi no te reconozco" dijo Harry mientras limpiaba con una servilleta la barbilla de Ginny, que él había ensuciado con helado por la sorpresa del abrazo.

"Así que has decidido honrar a Inglaterra con tu presencia", dijo Ginny sonriendo mientras se sentaba a su lado. "¿Cómo te preparas para la reunión de mañana? ... Ron está preocupadísimo de que alguien note sus entradas incipientes. Claro que tú nunca tendrás ese problema".

"¿Así que Ron teme quedarse pelado?"

Ginny se rió encogiéndose de hombros.

"Deja de burlarte de mi hermano y cuéntame un poco sobre tu vida. ¿Cómo es Beauxbatons? Apuesto a que no es tan increíble como dice Fleur."

Harry intentó disimular una sonrisa ante el rostro receloso de Ginny. No importaba que Fleur Delacour fuese una de las mujeres más hermosas del mundo, para Ginny ninguna mujer estaba a la altura de Bill, su hermano favorito.

Harry le contó a Ginny sobre su trabajo como profesor de Defensa contra las Artes Oscuras en la escuela francesa, de lo bonito que era el lugar y de sus problemas con el idioma. Ginny lo escuchó con atención, mientras tomaba un helado de chocolate y limón. En un momento ella pareció recordar algo y miró su reloj, y dio un pequeño salto en su asiento.

"¡Ya son las 12! Tengo que encontrarme con Fred en su negocio", dijo Ginny poniéndose de pie. "¿Por qué no me acompañas?"

Harry pensó que de todas formas no tenía nada más que hacer, así que caminó con Ginny hasta la casa central de Sortilegios Weas­ley.

Fred lo abrazó con el mismo entusiasmo que Ginny.

"Parece que les está yendo muy bien", comentó Harry al ver los numerosos empleados atendiendo a los aún más numerosos clientes.

"Pues sí, no nos quejamos...el mes pasado inauguramos la sucursal número 10. Y ahora George está en China organizando una nueva cadena de negocios" dijo Fred muy orgulloso.

"¿Ya estás listo?" le preguntó Ginny con cierta ansiedad. "Mamá ya nos debe estar esperando".

El rostro de Fred se ensombreció ligeramente, pero no dejó de sonreír.

"Voy a acompañar a Ginny a ver a mamá. Vamos todos los viernes al mediodía".

Harry asintió, sintiéndose horriblemente fuera de lugar. La familia Weasley había sacrificado mucho durante la guerra. Charlie y Percy había muerto en un ataque a manos de mortífagos, y la Sra Weasley había sido torturada con la maldición Crucio, perdiendo para siempre la memoria. Harry siempre había sospechado que esa era la razón por la cual Ginny se había vuelto curandera especialista en daños mentales por encantamientos, si bien sabía que nunca le habían permitido atender a su mamá. Ron le había contado más de una vez que con los años todos habían aceptado la irreversibilidad de la condición de su madre, todos menos su padre y Ginny.

"Sabes Harry... si tienes un tiempo libre...a mamá le encantaría verte"dijo Ginny con cierta mirada de ilusión.

Harry hizo una mueca, y Fred se apresuró a acotar:

"Hace mucho tiempo que Harry no viene a Londres, Ginny, seguro que debe tener miles de visitas pendientes".

"Oh...por supuesto" murmuró Ginny sin poder ocultar su decepción.

"Molly es lo más cercano a una madre que he tenido... a mí también me encantará verla".

En la sala de Daños por Hechizos Harry encontró que aún estaban internados los Sres. Longbottom, pero que a Lockhart lo habían dado de alta hacía cuatro años.

"Estimamos que logró recuperar un 60 de su memoria" le comentó Ginny cuando Harry le preguntó por él.

La Sra. Weasley, más delgada y canosa de lo que Harry la recordaba, estaba sentada en un rincón cuidadosamente decorado con fotos de su familia.

Ginny y Fred la saludaron con un beso en la mejilla, a lo cual la Sra Weasley respondió "Aún no he terminado la tarea de Pociones, Arthur". Harry se acercó para también saludarla con un beso, y al verlo la Sra. Weasley exclamó:

"¡Ginny! Harry Potter ya ha llegado, ayúdame a ordenar la cocina".

Ginny y Fred la miraron con los ojos abiertos de la sorpresa.

"Oh Harry, yo sabía que a mamá le iba a hacer bien verte... es muy raro que recuerde cosas de los últimos 15 años. Cuando le cuente a papá..." dijo Ginny con los ojos brillantes de la emoción.

"¿Sabes que sería una buena idea? Si estás libre, por supuesto...¿por qué no cenamos esta noche todos juntos? Le avisamos a papá, Ron, Bill... tal vez George pueda venir también....Pueden venir todos a casa..." propuso Fred, que de pronto parecía estar de muy buen humor.

"Allí estaré" dijo Harry sonriendo.

Fred marchó hacia su casa, comentando que si llegaba tarde una vez más en la semana su esposa lo mataría. Ginny acompañó a Harry hasta la puerta del hospital, su ronda empezaba en unos minutos.

"Entonces nos vemos esta noche" le dijo Harry al despedirse

"Sí... sobre esta noche... quería avisarte que...Ron y Hermione aún no le han dicho nada a papá".

Harry la miró tratando de entender a qué se refería.

"¿Qué...? AH!!! No me digas que... bueno, después de 4 años de casados ya era hora... ¿finalmente están embarazados?"

Ginny parecía de repente bastante incómoda.

"¿Embarazados? No, nada de eso... no puedo creer que no te lo hayan dicho..." murmuró Ginny, más para sí misma que para Harry.

"¿Decirme qué?"

"Están separados... hace dos meses que no viven juntos."

Harry se quedó mirando a Ginny con la boca abierta.