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Este fic no seguirá el Canon de ninguna de las 3 rutas de Fate.

La historia se irá revelando a medida que aparezcan mas capitulos, asi que no os asusteis si hay algo que no concuerda con lo que sabeis de los eventos de Fate, lo mas probable es que este escrito de esa forma por una razon.

Más información al final. Disfruten ^^.


Rodeado por llamas.

El joven cada vez caminaba más despacio, su mente tratando de ignorar el infierno que estaba desatándose a su alrededor. Intentaba no sentir el calor que amenazaba con derretir su propia piel. La sensación de asfixia al tener sus pulmones llenos de ceniza. El dolor de sus piernas, que le pedían a gritos que se rindiera…Los gritos de la gente que compartía el mismo infierno que él estaba experimentando.

Pero él los ignoró.

Y sin darse cuenta, una parte de su ser era ignorada junto a las cenizas de las víctimas del fuego.

Caminando siempre hacia la misma dirección, su única esperanza era la de esperar que en algún momento sus piernas le llevaran a la salida de aquel infierno. Sus ojos trataban de ignorar lo que estaba sucediendo, y aun así era consciente de todo a su alrededor. Madres dando su vida para salvar a sus hijos, solo para que segundos después dichos infantes sufrieran la misma fortuna. Amantes pasando sus últimos momentos en los brazos del otro, esperando que su amor les ayudará a ignorar el dolor, solo para terminar convirtiéndose en simple ceniza dispersándose con el viento.

Cada muerte se llevaba algo más que una simple vida.

Cada muerte le quitaba algo importante a aquel joven que aún no había sucumbido ante las llamas.

Poco a poco, sin tener consciencia de ello, le importaba cada vez menos la vida. La de los demás, o la suya propia. No había otra palabra para describir lo que estaba experimentando sino 'Infierno'. Y aquel joven, después de ver todo lo acontecido a su alrededor, no tenía ninguna duda de que posiblemente ya estuviera muerto.

Sus piernas pararon de moverse, su cuerpo tambaleándose ligeramente mientras sus ojos vacíos miraban al infinito. De un momento a otro el joven había perdido la capacidad de mantener el equilibrio, sus piernas demasiado débiles como para poder seguir manteniendo su propio peso. Su visión siendo forzada a enfocarse en ese extenso cielo oscuro, mayormente cubierto por el ardiente humo de las llamas, el joven no se molestó en intentar levantarse.

No sentía nada.

Su cuerpo estaba posiblemente al borde del colapso, pero el joven parecía no darse cuenta. Ya no había más dolor. O tal vez era incapaz de sentir dicho dolor.

Aún se podían escuchar los gritos de la gente, pero él simplemente los ignoraba. Sabía que dentro de unos segundos dejarían de escucharse. Nadie saldría vivo de ese lugar, nadie vendría a su rescate. Porque desde el momento en el que esas llamas aparecieron, ya estaban todos muertos.

''¿Qué quieres de mí?''

¿Era esa su voz? ¿O era la de otra persona? No había nadie a su alrededor, y por más que lo intentara, desconocía de sí el mismo acababa de decir esas palabras. Era incapaz de pensar, de recordar. Su nombre era humo en su mente, que desaparecía junto a las llamas. Puede que fuera algo normal. Puede que no necesitaras recordar quien eras una vez que la vida abandona tu cuerpo.

Y aun así, mientras la oscuridad consumía todo lo que alcanzaba su rango de visión, en su mente una imagen se superponía sobre la realidad de las llamas. Unos ojos brillantes, que le observaban con una emoción que no sabía reconocer, o una emoción de la que se había olvidado. ¿Eran rojos? ¿Verdes? Cada vez que intentaba enfocarse en ese detalle, lo que veía era algo diferente. Lo único que era capaz de percibir en ese momento era su voz. Una voz única, una voz que seguramente no escucharía en ningún otro lugar, de ninguna otra persona.

...

¿Persona?

''Lo único que quiero de ti, -, es una cosa…-''


Con cierta brusquedad, Shirou despertó de su profundo sueño, abriendo los ojos con fuerza mientras miraba de un lado a otro con nerviosismo. Debido a su brusca manera de despertarse y la rapidez de los latidos de su corazón, le costó más de lo normal identificar donde estaba actualmente. Soltando todo el aire que no sabía que estaba conteniendo en sus pulmones, el cerebro de Shirou volvió a funcionar con normalidad.

Las manchas secas de sangre en el suelo y la gran variedad de materiales y herramientas eran lo único que necesitaba ver para saber dónde estaba. El viejo almacén de su casa, su Taller de Magia.

De manera casi automática, Shirou comenzó a inspeccionar su propio cuerpo, buscando señales de algún tipo de herida. Mayormente solo encontraba restos de sangre que se habían secado durante la noche, que simplemente se limitaba a remover de su cuerpo de la única manera que podía antes de ducharse.

Sus ojos, como cada mañana que despertaba en aquel almacén, se detenían por unos segundos en una caja colocada lo más lejos posible de las zonas visibles del lugar. Una caja cerrada con llave, de un material metálico que aseguraba que sin la llave sería bastante improbable ver los contenidos dentro de ella.

''Cuanto estés preparado, Shirou, ábrela. Dentro he guardado... lo que espero que nunca llegues a necesitar. Recuerda, solo cuando estés totalmente seguro... de que es el momento adecuado.''

Las palabras de Kiritsugu resonaban en su mente, pero por más que las recordara una y otra vez, no entendía la lógica detrás de las acciones de su padre. ¿Cómo sabría determinar si había llegado el momento de abrirla, como podría saber si ya estaba preparado? Kiritsugu Emiya era una persona bastante difícil de descifrar, y aunque Shirou fuera el único que no hubiera estado expuesto a su imagen de Magus Killer, eso no significaba que lo conociera en profundidad.

Después de todo, el simple hecho de conseguir que le enseñara algo de magia había sido una de las cosas más complicadas que Shirou había realizado. Y a pesar de que Kiritsugu reconociera que Shirou tenía potencial como Magus debido a la calidad y número de sus circuitos, su padre solo se había molestado en enseñarle Refuerzo, y muy poca teoría sobre demás tipos de magia.

Años después Shirou descubrió el motivo oculto de las limitaciones en las enseñanzas de su padre. Era el último intento de Kiritsugu Emiya de evitar que Shirou se convirtiera en un Magus. Enseñandole una de las magias más complicadas y poco prácticas, la esperanza del Magus Killer era la de que Shirou llegara a frustrarse tanto como para abandonar el camino del mago.

Y en cierto modo lo había conseguido.

Porque aunque Shirou aún no se hubiera rendido, como Magus era una total decepción.

A pesar de que, según Kiritsugu, sus 27 circuitos fueran de la mejor calidad posible, Shirou era un inepto para todo tipo de prácticas mágicas que se salieran de las primeras que había aprendido.

Refuerzo, Proyección y Análisis Estructural.

La primera no solo de las más complicadas, sino de las más peligrosas, sus aplicaciones en su propio cuerpo pudiendo costarle la vida. La segunda completamente inútil en los tiempos modernos, ningún Magus molestándose en practicarla, siendo siempre más útil crear una herramienta real a utilizar una copia de peor calidad. Y la tercera, aunque útil, sin ninguna aplicación posible en una batalla.

Sin ninguna duda, Shirou sabía que como Magus era un fracaso. Pero eso no le detendría en alcanzar su sueño. Por eso cada noche practicaba. Cada noche intentaba ver si era capaz de realizar otro tipo de magia, y cada noche trataba de dominar las únicas que podía realizar.

Soltando un ligero suspiro, Shirou cortó todo pensamiento que tuviera que ver con sus aptitudes mágicas. Ahora no era el momento para preocuparse por eso.

''Sakura llegará en cualquier momento…tengo que prepararme.'' Como cada mañana, ya tenía las herramientas de limpieza necesarias para limpiar todo rastro de sangre que hubiera quedado de la noche anterior, después limitándose a recoger tanto las herramientas, tubos y cuchillos del suelo, como los trozos de metal esparcidos por la habitación.

Refuerzo era una magia muy difícil de dominar.

Mientras recogía los restos de lo que antes había sido un tubo metálico, el joven pelirrojo fue capaz de apreciar cierta coloración roja en su mano.

''Raro'' Pensaba Shirou, sabiendo que sus heridas nunca tardaban más de una noche en curarse, al menos parcialmente. Posiblemente sus experimentos habían sido más 'intensos' de lo esperado, pero al ver que no le dificultaba en su movilidad, no se molestó en preocuparse.

Al fin y al cabo, su prioridad en ese momento era preparar el desayuno.

''You shall have the request that head and tongue name, as far as the wind dries, as far as the rain wets, as far as the sun rises, as far as the sea stretches, as far as the earth extends, excepting only my ship, my mantle, my sw-''

''Shiroooouu, deja de leer mientras comemos!'' Exclamaba de manera infantil Taiga, frustrada al ver como Shirou no separaba la mirada de su libro.

Desde que tiene memoria, Shirou ha sentido una fascinación inmensa hacia las novelas heroicas. Desde leyendas como la de Odiseo o Heracles, a personas icónicas cuya existencia era más documentada, como Sir Francis Drake o Florence Nightingale. Toda historia sobre personas que pudieran ser definidas como 'héroes' por la sociedad.

Puede que fuera la promesa de dejar una huella en la historia de la humanidad lo que le atraía tanto de dichos 'héroes', o puede que simplemente quisiera documentarse acerca de 'cómo convertirse en un héroe'.

''No entiendo por qué te molesta tanto. Siempre dices que mi inglés necesita práctica, y leer libros como este me ayuda bastante.'' Argumentaba el pelirrojo, con cierta sorpresa ante la reacción de Taiga

''Una cosa es practicar un poco y otra muy diferente es tu adicción!'' Con un movimiento rápido Taiga le quitó el libro de las manos, elevándolo lo suficiente como para que Shirou no pudiera alcanzarlo.

''¿No crees que llamarlo adicción es exagerar? Leer no tiene ninguna consecuencia negativa…!'' Decía Shirou, algo ofendido al ser comparado con un adicto.

''¿Hah? ¿Acaso no ves que has estado ignorando a la pobre Sakura-chan desde que empezamos a comer?'' Antes de que Sakura pudiera intervenir, Taiga se abalanzó sobre ella, acariciando sus mejillas en un intento por consolarla mientras soltaba el libro de Shirou. ''Mira cómo intenta contener sus lágrimas! ¿No te da vergüenza que tus libros para niños sean más importantes para ti que ella?''

Un ligero tic apareció en la ceja de Shirou, intentando ignorar el comentario de Taiga. Muchas de sus leyendas favoritas habían alcanzado el punto en el que era difícil determinar si en verdad ocurrieron o si eran simples mitologías de algún autor ya olvidado por el paso del tiempo. Por esa razón, varias de esas historias habían sido adaptadas para un público de una edad más adecuada para dichos relatos fantásticos.

Taiga era una persona bastante audaz detrás de su máscara de inmadurez. Sabía exactamente que Shirou odiaba cuando los definían como libros infantiles, y nunca paraba de intentar sacar una reacción del pelirrojo.

''N-No te preocupes Senpai. No me molesta que l-'' La mano de Taiga tapó la boca de Sakura mientras seguía 'consolandola', todo mientras Sakura se agobiaba cada vez más ante la idea de que Shirou creyera que la estaba incomodando.

Con un suspiro, el joven pelirrojo cerró el libro que acababa de recoger del suelo, dejándolo a un lado de la mesa con calma.

''Tienes razón Fuji-nee... Perdona por ser tan desconsiderado, Sakura.'' Taiga sonreía de oreja a oreja en señal de victoria, mientras Sakura trataba de decir sin éxito que nunca había sido un problema para ella. A veces, la única manera de ganar con Taiga, era simplemente dejándola ganar a ella

''Pero Shirou…'' Interrumpió Taiga, volviendo a su actitud menos infantil. ''¿…Por qué ese libro? Ya te lo sabes todo sobre esa historia, ¿por qué seguir leyendo sobre eso?'' Preguntaba ella con genuina curiosidad.

Al escuchar la pregunta, Shirou le dio un vistazo al libro que había puesto encima de la mesa. En la portada se podía apreciar la silueta de un hombre arrodillado en la cima de una colina, con solo una espada clavada en el suelo para apoyar todo su peso. ¿Cuántos libros había leído sobre la misma historia? Diferentes perspectivas, varias adaptaciones…No era la única leyenda que le interesaba, pero cada cierto tiempo no podía evitar volver a sumergirse en ella.

''¿Por qué?''

Mirando a su plato de comida, Shirou trató de responder la pregunta de Taiga, pero algo dentro de él…

''A veces siento…como si alguna parte en mi interior reaccionara de manera especial a esa historia…'' Decía casi en susurros, provocando que los ojos de Taiga se abrieran ligeramente con curiosidad, y que Sakura adoptara un rostro de confusión ante la seriedad con la que lo había dicho.

''Como si estuviera conectado de alguna manera, y no supiera identificar cómo.'' Finalizaba, para después de unos segundos limitarse a seguir comiendo, sin atreverse a mirar a sus oyentes.

Aunque fuera una respuesta a la pregunta de Taiga, algo dentro de él le decía, que quizás no era a Taiga a quien le estaba respondiendo.

Sus pensamientos fueron interrumpidos ante la risa de Taiga, que sin molestarse en ocultarla, reía a carcajadas mientras golpeaba la mesa. ''No esperaba menos de Shirou, el mayor fan de los héroes de la justicia!'' Comentaba, para después seguir riendo e ignorando las súplicas de Sakura para que dejara de burlarse de Shirou.

Sabiendo que sería imposible callar a la mujer más adulta de la habitación, Shirou simplemente esperó a que sus risas pararan. Terminó de comer mientras esperaba, limpió todos los platos mientras esperaba. Aun cuando se despedía de ella con una mano, mientras Taiga se alejaba del lugar en su moto, sus risas seguían escuchándose como ecos en la carretera.

Suspirando con resignación, Shirou comenzó a dirigirse de camino a su instituto, siendo acompañado por una Sakura que se negaba a caminar de otra manera que no fuera a su lado.

''¿Estas bien, Senpai?'' Preguntaba ella con sincera preocupación.

Viendo las emociones tan sinceras en el rostro de su amiga, Shirou le dirigió una sonrisa llena de honestidad, una sonrisa con el solo objetivo de eliminar cualquier tipo de preocupación que tuviera Sakura con respecto al joven pelirrojo.

''No tienes que preocuparte. Fuji-nee es demasiado...espontánea a veces, pero es una de las cosas que no podría cambiar de ella.'' Explicaba Emiya, sin darse cuenta de que su sonrisa, junto a su tono de voz calmado, tenía más efectos sobre Sakura de los que él esperaba.

''Por cierto.'' Añadió el pelirrojo. ''¿Has escuchado algo sobre Shinji?'' Preguntó con curiosidad, pero sin apartar su vista del camino hacia el Instituto.

''Sigue con nuestros familiares en el extranjero…'' Respondió Sakura de manera casi automática.

Hacía poco más de un año que no veía a Shinji, y mientras Shirou lo considerara su amigo, siempre se preocuparía por él. Después de abandonar el club de Kyudo (por sugerencia de Shinji) Mitsuzuri fue bastante directa con él sobre dejar de tratar tan bien a una persona como el mayor de los Matou. Casi fue una conversación igual a las que tenía con Issei cuando le reprendía sobre su política de ayudar a todo el mundo.

Pero Shirou quería centrarse en el lado bueno de las cosas. Puede que Shinji nunca fuera amable con él o su hermana, pero ciertos gestos le hacían pensar que quizás el joven Matou tenía otras maneras de demostrar su amistad. Cómo empezar a difundir rumores sobre la gente que abusaba de la generosidad de Shirou, forzarle a citas a ciegas con el pretexto de que 'al lado tuyo parezco más interesante'...No podía negar que había disfrutado de esos momentos.

Además de que, cuando se creía que nadie lo veía, Shinji miraba a su hermana de una manera extraña...casi melancólica. Shirou no sabía interpretar esa mirada, aunque muchas veces le recordaba a una emoción que permanecía la mayor parte del tiempo oculta en su interior. Esa sensación que experimentó, al ver a la gente a su alrededor temiendo por sus vidas. Esa emoción que uno siente, cuando es capaz de comprender el sufrimiento de la otra persona por la única razón de que él también sufría el mismo dolor.

Tal vez la razón por la que Shinji tenía partes de su pelo blanco era porque se preocupaba demasiado de Shirou.

''Espero que le vaya bien.'' Comentaba de manera casual.

Puede que si hubiera dirigido su mirada hacia su amiga habría podido saber que ella no compartía el mismo sentimiento.

''Emiya!''

Sin darse cuenta del paso del tiempo, Shirou y Sakura habían llegado al Instituto Homurahara, donde una sonriente Mitsuzuri los recibía en la entrada. ''Veo que la Vice-Presidenta sigue intentando reclutarte en el Club.''

Un ligero sonrojo aparecía en las mejillas de Sakura. No por la frase en sí, sino el hecho de que la hacía ver como otros eran conscientes de todo el tiempo que pasaban juntos.

Sin fijarse en la joven de pelo violeta, Mitsuzuri continuó. ''Eres un hombre difícil, Emiya.'' Ante el rostro de confusión de Shirou, Ayako apoyaba una mano en su cadera, mientras usaba la otra para gesticular con ella. ''Te conviertes en el mejor miembro del Club de Kyudo y lo dejas. Después te unes al de Kendo, te conviertes en el mejor otra vez, y lo vuelves a dejar.''

Mitsuzuri se acercaba demasiado al rostro de Shirou, según la opinión de Sakura. Sonriendo de manera juguetona, la Capitana de Kyudo no separaba sus ojos de los de Shirou. ''¿Acaso te divierte hacerme esperar por ti?''

Aunque cualquier persona normal interpretaría las palabras de Mitsuzuri como las de una chica atraída por el pelirrojo, Shirou sabía que era lo que realmente quería Ayako. Cuando era miembro del Club, Ayako siempre había sido la persona más competitiva con el pelirrojo. Cada vez que acertaba con un solo tiro, Mitsuzuri no paraba de intentarlo hasta conseguir un resultado similar.

No fue un secreto que cuando dejó el Club, Mitsuzuri no estaba muy contenta con la noticia.

''No es eso, Mitsuzuri.'' Respondía Shirou. ''A diferencia del Kyudo, el Kendo no se siente...natural para mí.''

¿Por esa razón dejó el Club de Kendo? ''¿Cómo alguien puede convertirse en el mejor en algo cuando no es su estilo?'' Mitsuzuri hacia el mayor esfuerzo posible para esconder su sorpresa, y admiración. Emiya era sin ninguna duda, alguien digno de superar.

''Eso no responde a mi pregunta, Emiya'' Decía ella, aun con su sonrisa en su rostro. ''Sabes que a nadie le importa que tengas una cicatriz, y Shinji ya no está para molestarte. ¿Vas a unirte?''

Era muy incómodo para Sakura ver como los dos se miraban el uno al otro durante unos segundos. Era una lucha mental, en la que si alguno de los dos desviaba la mirada, perdía. Y cuando Shirou miró hacia la derecha, ambas chicas supieron quien había ganado.

''Lo considerare...cuando tenga más tiempo libre.'' No era la respuesta que Mitsuzuri quería escuchar, pero tampoco era un 'No', así que simplemente alargó su sonrisa, para después dirigirse a sus prácticas diarias.

Sakura y Ayako se esforzaron ese día más que en los anteriores, motivadas por una razón que los demás miembros desconocían. Pero aunque la fuente de su motivación fuera la misma, puede que significara cosas diferentes para ambas. Lo que para una era una simple rivalidad, podía ser para la otra su única luz en toda una vida de oscuridad.


(Horas después)

''Gracias otra vez por tu ayuda Shirou.''

''Sabes que no tienes que darme las gracias, lo hago encantado.''

Ajustándose sus gafas, Issei veía como Shirou terminaba de reparar uno de los sintetizadores del Club de Música. Por alguna extraña razón, su amigo nunca le permitía observar el proceso entero que usaba para reparar los equipamientos defectuosos de la escuela. Pero al ser amigos, y al siempre tener buenos resultados, Issei no le molestaba sobre esos detalles.

''Sin ti el presupuesto para el mantenimiento de los Clubs estaría prácticamente agotado. Quieras o no, estaré agradecido.''

Shirou no podía evitar suspirar ante la respuesta de su amigo. Cada cierto tiempo tenían una discusión sobre su propensión a ayudar de manera desinteresada, y cada vez Shirou mantenía que no había nada de malo en centrarse en hacer feliz a la gente. Al parecer Issei no estaría satisfecho hasta que Shirou empezara a ver su 'ayuda' como un trabajo por el que debería ser recompensado.

''Es irónico como alguien que vive en un templo ve con malos ojos que ayude sin pedir nada a cambio…'' Pensaba Shirou, apreciando la rareza de la situación.

Empezando a recoger todo su equipamiento, el pelirrojo le comentó lo que estaba roto en el aparato, y lo que había hecho para que siguiera funcionando. La mayoría de sus trabajos no eran reparaciones completas, sino una manera de hacer que el equipamiento aguantara lo suficiente como para que no fuera necesario comprar otro nuevo.

Antes de que Issei pudiera coger sus cosas para dirigirse a su casa, una persona se detuvo en frente de la puerta del Consejo Estudiantil. Viendo a esa persona, Issei perdió toda la fuerza en sus manos, su maleta cayendo al suelo sin nadie que intentara evitarlo.

''¿Oh? ¿Otra vez haciendo una ronda de mantenimiento? ¿No crees que estás abusando un poco de nuestro pobre conserje? Supongo que algunos prefieren la eficiencia sobre la moralidad.'' Con una sonrisa burlona, la única persona que podía cabrear a Issei se apoyaba en el marco de la puerta.

''¿Conserje?'' Pensaba con cierta resignación Shirou. No era la primera vez que le llamaban así, y no sería la última.

''Tu que sabrás de moralidad, Tohsaka! Shirou nos ayuda de manera altruista, yo no le fuerzo a nada.''

''¿Así que tu control sobre los estudiantes llega a tal punto? Asustados de llevarte la contraria…no sabía que fueras tan frío, Presidente.'' Cada vez que Rin le llamaba de esa manera, con esa sonrisa arrogante, Issei sentía una furia que le impedía pensar con calma.

''Issei.'' Interrumpió Shirou. ''Voy a llevar esto al Club de Música, ¿te importa si uso tu llave?''

El presidente del Consejo Estudiantil se quedó mirando durante un leve tiempo a su amigo. Consciente o inconscientemente, Shirou le había devuelto la calma que Rin Tohsaka le había quitado. Ajustando sus gafas, sacó sus llaves del bolsillo para dárselas a Shirou.

''Confío en ti Shirou, puedes devolvérmelas mañana.''

Asintiendo, Shirou Emiya comenzó a dirigirse a la puerta, sólo para detenerse frente a Rin. Fue solo durante unos segundos, en los que ninguno de los dos dijo nada. Ojos azulados conectaron con ojos dorados. Y sin que ninguno de los dos lo supiera, ambos recibieron la misma imagen mental.

Una puesta de sol.

Un pelirrojo nunca rindiéndose en intentar hacer un salto imposible.

Una estudiante observándolo con ligera admiración.

''Tohsaka.'' Dijo Shirou suavemente en forma de despedida, para después irse de la habitación. Aunque nunca lo admitiría, siempre que recordaba esa escena Rin se quedaba en blanco. Era una memoria más…cálida de lo que esperaba. Al ver como Shirou desaparecía de su rango de visión fue cuando se dio cuenta de que no había dejado de mirarle, la imagen del pelirrojo alejándose siendo como algo hipnótico que la sumergía en un trance del que no sabía si era capaz de escapar.

''No sé qué te estará pasando por la cabeza, Tohsaka.'' Comentaba Issei, interrumpiendo los pensamientos de la popular estudiante. ''Pero no permitiré que corrompas a alguien tan puro como Shirou.'' Decía, mientras empezaba a agacharse para recoger su maleta.

Cabreada, no solo por ser vista cuando había estado inmersa en sus pensamientos, sino por la naturaleza de esos pensamientos, Rin desató todas sus frustraciones en el joven Presidente. ''Viendo como estas intentando mirar debajo de mi falda de manera muy poco sutil, me pregunto si no serás tú una mala influencia para nuestro Conserje favorito.''

Levantándose casi de inmediato, las mejillas de Issei empezaban a sonrojarse. ''Tohsaka! Sabes perfectamente que estab-''

''Un Presidente pervertido...y viendo como abusas de la caridad del pobre Emiya-kun, me pregunto cuanto tardaras en utilizar tu poder para intentar aprovecharte de alguna estudiante confusa…''

''¡Yo nunca h-''

''¿Será por eso por lo que te encargas de manejar los presupuestos de los Clubs? Ahora lo entiendo, ofrecer el presupuesto que necesiten a cambio de...favores.''

''Me niego a seguir escuchando más de tus calumnias!'' Exclamaba Issei con un tono de voz alterado, que solo Rin sabía cómo provocar. Con una velocidad casi instantánea Issei desapareció de la habitación, tratando a Tohsaka como un Demonio que acabaría con él si permanecía más tiempo cerca de ella.


(Con Shirou)

Después de cerrar la puerta del Club, Shirou comenzó a caminar hacia la entrada del Instituto. Al pasar podía escuchar como algunos lo reconocían, llamándole motes que la gente solía ponerle después de ver como casi parecía que trabajara para la escuela.

No le molestaba.

Los motes que le ponían nunca llegaban a ser ofensivos, y por mucho que Issei tratara de evitarlo, le daba igual que no pararan de pedirle ayuda sin dar nada a cambio. Una persona como él, que le dio la espalda a aquellos que sufrieron lo mismo que él, estaría satisfecha con hacer sonreír a los demás.

Poniéndose los zapatos para salir del edificio, sus oídos no pudieron evitar escuchar una conversación ajena.

''¡¿O sea que hoy es la primera cita?!''

''¡No me pongas más nerviosa de lo que estoy!''

Eran caras conocidas, aunque Shirou no sabía reconocer de dónde exactamente. Lo cierto es que habían veces en las que Shirou sentía que vivía en un mundo completamente diferente al de los demás, y conversaciones como esa solo se lo recordaban más y más.

Chicos de su edad disfrutaban de su juventud, se preocupaban por temas inofensivos como el amor o la amistad, siempre buscando la manera de sonreír no para los demás, sino por su propia felicidad.

Felicidad propia…era un concepto borroso para el joven Emiya.

''Pero Natsumi, ¿no eras hoy la encargada de limpiar el Club de Kendo?''

La recién mencionada se llevó las manos a la boca con sorpresa y miedo. ''No puede ser! ¿¡En serio que es hoy!?''

''Estoy segura. Siempre me toca a mí antes que a ti, y la última en hacerlo fui yo.''

''Como puedo tener tan mala suerte! Hoy era mi oportunidad de decirle lo que siento…!''

''Y si-''

Las jóvenes detuvieron su conversación al ver como alguien se había acercado a ellas. ''¿Necesitas algo?'' Preguntó una de ellas, algo en alerta ante el desconocido.

''Si queréis, yo puedo limpiar el Club de Kendo. Lo he hecho varias veces en el de Kyudo, así que no me costará nada.'' Dijo Shirou, con una ligera sonrisa.

Dos de las jóvenes abrieron sus ojos en señal de reconocimiento, recordando al fin quien era el pelirrojo que tenían en frente, mientras la antes mencionada Natsumi lo miraba con sospecha.

''¿Y por qué harías eso?'' Preguntaba Natsumi.

''Natsumi, ¿acaso no sabes quién es?'' Preguntaba una de sus amigas, confundiendo a la chica.

''Es un Senpai conocido por toda la escuela por siempre ayudar sin pedir nada a cambio. Casi siempre arregla los equipamientos de todos los Clubs. Algunos lo llaman-''

''Shirou. Podéis llamarme Shirou.'' Interrumpió este de la manera más educada posible. Si solo le llamaban por sus motes al final incluso él se acabaría olvidando de su propio nombre.

Natsumi, confiando en sus amigas, empezó a emocionarse ante la presencia de su ahora descubierto salvador. ''¡¿En serio me harías ese favor?!'' Preguntaba, incomodando un poco a Shirou ante el cambio de actitud tan drástico.

''No os preocupéis, pasad un buen día.'' Dijo con una sonrisa, viendo como las tres chicas se alejaban del lugar mientras le agradecían.

El ver la sonrisa de Natsumi, tan llena de esperanza y alegría…

''No puede haber nada de malo... en un sueño que genere esas sonrisas…''


(Horas después)

El Sol ya había desaparecido del firmamento. El antes cálido y luminoso día se había convertido en noche, todo mientras Shirou limpiaba cada rincón del Club de Kendo. Al finalizar, dio un gran suspiro para después ver los frutos de su esfuerzo.

''Este lugar nunca cambia…''

Cerrando la puerta con llave y guardando todas las herramientas de limpieza, Shirou se detuvo al escuchar su móvil sonar. En la pantalla se podía apreciar el nombre 'Issei Ryuudou'.

''¿Si? ¿Pasa algo, Issei?'' Preguntaba Shirou, sabiendo que su amigo no era de los que llamaban sin un motivo.

''Shirou, perdón por las molestias, quería saber si por casualidad habías visto mi maleta antes de irte.'' La voz de Issei se escuchaba calmada como siempre, pero alguien que lo conocía tanto como Shirou sabía que había cierto tono de preocupación.

''Es muy raro que te olvides de algo hasta estas horas.'' Comentaba Shirou, inmediatamente cambiando la dirección en la que estaba caminando.

''Si. Entre mi…encuentro…con Tohsaka, y mis responsabilidades en el templo no he tenido tiempo para recordarlo. Solo quería saber si por casualidad lo habías recogido, pero no tendré problema en recogerla mañana.''

''Issei, todavía no me he ido. Puedo cogerlo y llevártelo ahora mismo.''

''¿Todavía sigues ahí?'' Se podían escuchar suspiros, como si se estuviera rindiendo ante algo. ''No me sorprende, seguramente ayudando a alguien.''

Llegando a la habitación, Shirou pudo ver cómo la maleta estaba en el mismo sitio en el que había caído en el encuentro con Rin. ''La tengo Issei, ahora te la llevo.''

El aspirante a monje quería decir algo, posiblemente otra de sus reprimendas a Shirou por siempre ser abusado en su deseo por ayudar. Pero sería algo hipócrita hacerlo mientras este le estaba ayudando en ese mismo momento.

''Si no es molestia, te lo agradecería mucho.''

De camino al Templo Ryuudou, Shirou absorbía el paisaje a su alrededor. Era de noche y estaba lloviendo, pero le gustaba esa sensación. El aire a su alrededor era fresco y limpio, la sensación que experimentaba al respirar profundamente bajo la lluvia siendo más relajante que cualquier tipo de meditación.

Eran momentos que Shirou apreciaba. Una persona que aún recordaba la sensación de tener sus pulmones llenos de humo no podía permitirse el no valorar el paisaje que tenía a su alrededor y la pureza del aire que respiraba.

Noches como esa le recordaban las infinitas conversaciones nocturnas que tenía con su padre durante su niñez. Aunque Kiritsugu le hubiera explicado cómo fracasó en su intento de convertirse en un héroe de la justicia, Shirou no pudo evitar admirar su sueño. Y era en noches similares a la que estaba observando en las que recordaba aquella promesa que le había hecho a su padre, el día de su muerte.

Tan inmerso estaba en sus pensamientos que le costó tiempo ver que había dejado de andar. A mitad de la montaña donde estaba el Templo, sin saber por qué, Shirou se había quedado mirando a una dirección en concreto. A simple vista no había nada especial, solo una cantidad considerable de árboles y algo de niebla por la lluvia. Y aun así, algo en el pecho de Shirou, algo en su interior le empujaba hacia esa dirección.

Una sensación que parecía decirle, 'te arrepentirás si lo ignoras'. Todos los humanos suelen tener impulsos parecidos. Alguien que cuando tiene dos opciones entre las que solo debe escoger una y no sabe cuál elegir, siente que hay una que quiere más que la otra. No es una certeza, y desde fuera esa persona puede creer que le da igual cuál de las dos opciones sea la escogida. Pero en el fondo de su corazón, ya había elegido una.

Su cuerpo no necesitaba esperar a que él tomara una decisión, viendo cómo en medio de sus dudas sus piernas ya habían empezado a moverse. Como si tuviera una cuerda atada al pecho que le estuviera tirando, Shirou caminaba sin rumbo fijo entre los árboles. Podría perderse, Issei podría estar esperándole. Pero ninguna de esas cosas estaba en su mente.

Lo único que ocupaba sus pensamientos era la escena a la que le había llevado su propio cuerpo. Una pequeña zona libre de árboles. Un sitio en el que se podía observar toda la ciudad desde arriba, cada luz de cada edificio como estrellas en la superficie. Y todas esas vistas eran opacadas por la mujer en medio del lugar.

Shirou era incapaz de ver el rostro completo de aquella mujer, y aun así no pudo evitar quedar paralizado por un momento. Nunca en su vida había visto una piel tan delicada, tan…perfecta. Era como si irradiara algo, algo que nunca antes había visto en ninguna otra mujer. A los lados de su rostro, mechones de pelo podían apreciarse. De un color bastante peculiar, pero que como Sakura, no parecía ser teñido. Y por último unos labios…

''¡¿Que estoy haciendo?! Esa mujer necesita ayuda!''

Sacudiendo esos pensamientos de su mente, la mujer del suelo fue sorprendida al ver cómo un joven pelirrojo se acercaba corriendo hacia ella.

Su primer instinto fue el de huir.

Ya había visto la manera de actuar de los Magus de esta época, y aunque el joven que acababa de aparecer no pareciera un Magus, el prana dentro de su cuerpo lo delataba.

''Es imposible huir.'' Fueron sus siguientes pensamientos. ''Quiera o no, este es mi final…Traicionada…y a punto de ser usada…como siempre...''

''¡¿Estas bien?!'' Preguntaba con preocupación Shirou mientras observaba su estado. Tenía sangre por todos lados, pero no podía ver a simple vista si provenía de una herida suya. ''¿Estás herida? ¿Quién te ha hecho esto?''

''¿Acaso parece que estoy bien?'' Pensaba Caster con frustración. ¿Cuáles eran las intenciones de este Magus? ¿Había descubierto que era un Servant y estaba intentando ganar su confianza?

Quería ignorar a ese chico tan pesado que no paraba de hacerle preguntas, quería huir, quería matarle...

''He tenido... un pequeño...altercado...'' Dijo ella débilmente, siendo un gran esfuerzo el simple hecho de mover sus labios. Ante los ojos llenos de sorpresa de Shirou, la silueta de la mujer tendida en el suelo comenzaba a brillar con una tonalidad azulada, pequeñas partículas de prana desprendiéndose de su cuerpo.

''¿Qu-Qué está pasando?'' Preguntaba el pelirrojo, sin poder confirmar quien o que era la mujer que tenía en frente suya.

Eso hizo que Caster mirara al chico a su lado con cansancio, como si le hubiera preguntado la cosa más estúpida posible. ''Un Servant sin prana... no puede mantener su existencia... durante mucho tiempo...¿Acaso no es obvio?''

''¿Eres un Servant?'' Preguntaba Shirou, confundiendo más aún a Caster, que creía que cualquier Magus decente podría haberlo averiguado desde la distancia en la que estaba Shirou de ella.

Servant.

No era un término que entendiera con detalle, pero lo había escuchado.

El Magus Killer tenía muchos secretos que nunca contaría. Por suerte para Shirou, su padre no era el tan conocido Magus Killer.

Su padre era Kiritsugu Emiya, una persona que en sus últimos momentos de vida, no podía evitar lamentar la dirección en la que se había construido su camino en la vida. Para cesar las constantes dudas de su hijo sobre la causa de su 'enfermedad', Kiritsugu se vio obligado a darle un resumen de lo que había pasado. Nada de detalles, nada de nombres. Solo una explicación superficial de por qué iba a morir. Y por ende, una explicación resumida y superficial sobre la Guerra del Santo Grial.

Posiblemente un Kiritsugu sano nunca habría mencionado nada sobre su participación en aquella Guerra. Pero un moribundo Kiritsugu no veía nada de malo en un último intento por redimirse de la manera en la que siempre había tratado a sus seres queridos, alejándose de su corazón. Y quién mejor para abrir tu corazón que tu propio hijo.

Caster levantó las cejas con curiosidad. Era bastante fácil para una mujer como ella ver que Shirou no sabía todo lo que implicaba ser un Servant. Viendo su rostro, casi parecía una suerte que fuera capaz de reconocer esa palabra. ¿Acaso la calidad de los magus había bajado tanto con el paso del tiempo?

Una parte de ella quería maldecir a los dioses que ese chico fuera el que la encontrara. Otra parte, la parte que estaba mirando esos ojos dorados llenos de preocupación e ignorancia, le decía que quizás esto era mejor que cualquier otro mago sin escrúpulos.

''Espíritus Heroicos. Considéranos... como una especie de familiar... que un mago invoca para estar bajo su control. Super humanos que harán todo... lo que su maestro ordene.'' No era exactamente la explicación más exacta, pero ni estaba en condiciones como para darle una clase sobre magia a ese joven, ni tenía la seguridad de que este entendería la totalidad de lo que era.

''¿Espíritus Heroicos?''

En ese momento Caster vio cómo su futuro se estaba decidiendo. El joven pelirrojo no paraba de mirarla con esos ojos dorados, que de alguna manera extraña parecían brillar bajo la luz de la luna. Esos ojos estaban tomando una decisión, estaban pensando en algo que Caster sabía tenía que ver con ella. No era muy difícil saber qué era lo que estaba en su mente. Aunque fuera ignorante, seguía siendo un Magus. Cualquiera se lanzaría ante la oportunidad de ser el maestro de alguien como ella.

Con una determinación tan intensa que incluso le generaba escalofríos a Caster, Shirou alzó sus manos con firmeza, sus palmas pareciendo sostener algo que no existía.

Aun.

''Trace...On'' Fue el aria que se escuchó con suavidad de la boca del joven Emiya, ligeros destellos eléctricos recorriendo sus brazos.

''¿Proyección?'' Pensaba con genuina confusión. ''¿Que pretende hacer con una magia como esa?'' Incluso en su era, la proyección no superaba los beneficios de usar un artículo autentico.

Y de las descargas eléctricas que generaba su propio prana, un objeto comenzó a formarse. En las manos, antes vacías de Shirou, había aparecido...un cuchillo de cocina.

''Se puede saber que es-'' Los pensamientos de la mujer de pelo azulado fueron detenidos al ver cómo, con preocupante rapidez, Shirou usó el cuchillo recién proyectado para cortar la palma de su mano. Un corte lo suficientemente largo y profundo como para provocar que su sangre empezara a brotar con facilidad.

Sin dejarle tiempo para reaccionar, Shirou presionó su herida abierta en la boca de Caster, mientras que colocaba su otra mano en su nuca para impedir que se desperdiciara la sangre derramada. La debilitada Servant intentaba apartar los brazos del joven con todas sus fuerzas, pero incluso levantar sus manos del suelo era un gran esfuerzo.

Fue después de unos muy largos segundos, en los cuales lo único que podía hacer era matarlo con la mirada, que su mente pudo volver a funcionar con tranquilidad.

''Esta sobrecargando su sangre con prana…'' Casi se sentía avergonzada por haber tardado tanto en darse cuenta de lo que estaba intentado Shirou, pero estar tan vulnerable física y mentalmente afectaba a su capacidad de pensamiento más de lo que ella creía.

''Es normal mi reacción...¿transferir prana mediante sangre? Ni siquiera aun cuando estaba viva hacíamos las cosas de manera tan… primitiva…'' Mientras la sangre de Shirou recorría lentamente su garganta, su cuerpo comenzaba poco a poco a estabilizarse, alejándose cada vez más de la posibilidad de dejar de existir. ''Aunque no puedo negar...que aunque sea un método estúpido, asqueroso y degradante...funciona…''

Volviendo a colocar la cabeza de la mujer en el césped con suavidad, Shirou se tomó unos segundos para recuperar fuerzas. Caster no se había dado cuenta al haber estado demasiado débil como para fijarse en pequeños detalles, pero Shirou le había dado una cantidad demasiado grande de sangre. Había llegado al punto de que solo intentar mover sus dedos mostraba resistencia.

Y así estuvieron ambos. Respetando el silencio que se había generado en el lugar. Ambos recuperando sus fuerzas, ambos mirándose el uno al otro. Shirou abrió la boca para formular una de las muchas preguntas que tenía en su mente, pero inmediatamente la cerró. La mujer delante suya, aunque estuviera recuperando color en su piel, seguía sin poder moverse, su cuerpo a merced de la lluvia.

Sin perder la determinación que le había empujado a ayudar al Servant, sacó su móvil y comenzó a marcar un número con cierta rapidez.

Sus dedos terminaron de marcar, y con un suave ''Espera'' hacia Caster, realizó la llamada.

Después de unos segundos bastante incómodos para Caster, se pudo escuchar la voz de un hombre saliendo del teléfono, seguramente de la edad de Shirou según la observación de Caster.

''Issei, sé que te dije que te llevaría la maleta, ¿pero te importa que te la de mañana a primera hora? No creo que pueda llegar con la lluvia.''

Caster pudo escuchar con claridad la respuesta del joven llamado Issei, que parecía estar alegre de que Shirou no quisiera caminar bajo la lluvia por su beneficio. Bastante raro, considerando que se trataba de un favor hacia él, pero no tenía ganas de pensar más en los extraños jóvenes.

Con una rápida despedida, Shirou guardó el móvil y se dirigió a Caster.

''Sé que lo ideal sería llevarte al templo y que descanses ahí, pero si esto es obra de un mago…No puedo arriesgar a los monjes si sigue habiendo peligro.'' Explicaba Shirou.

¿Así que era eso? No le culpaba. Si tenía la elección de ponerse en peligro por una extraña, o estar a salvo, nadie elegiría ayudarla. Ya había hecho más que cualquier otra persona al darle el prana suficiente como para poder existir unos días más.

Y aun así... aunque el abandonarla fuera la opción más lógica…

¿Por qué le dolía tanto?

Shirou pudo apreciar cómo el cuerpo de Caster seguía tendido en el suelo, su ropa pegándose cada vez más a la silueta de su figura debido a la lluvia, pero al parecer ella estaba muy débil como para importarle ese dato.

Si esa mujer no estuviera en una situación tan drástica, Shirou posiblemente se habría sonrojado. Pero ahora mismo una prioridad ocupaba su mente. Salvarla.

La mente de la peliazul quedo en blanco cuando sintió las manos de Shirou deslizarse por sus piernas y su espalda. Antes de que pudiera gritarle, fue levantada en peso sin advertencia alguna, el cambio de alturas tan inesperado que no pudo evitar agarrarse ligeramente a la camisa del joven.

''No sé mucho de Bounded Fields (Barreras), pero creo que el de mi casa bastará para protegerte. No entiendo muy bien tu situación, pero no te preocupes, no dejare que te pase nada.'' Fue algo dicho con convicción. Una determinación en su voz que ningún chico de su edad debería ser capaz de proyectar. Esa seriedad en su rostro... la firmeza con la que la sujetaba...

''Solo por esta vez…''

La mayor parte de su cuerpo fue cubierta por la chaqueta del pelirrojo, dejándolo solo con una camisa que ya empezaba a estar empapada por la lluvia.

''¿…podré permitirme confiar en alguien?''

Shirou hizo todo lo posible por llegar a su casa lo antes posible. No comprendía muy bien qué era lo que estaba pasando, así que para asegurarse de que la mujer en sus brazos sobreviviera, llegaría lo más rápido posible. Caster pudo ver como el prana de Shirou se dirigía a sus piernas, usando lo que ella creía que era Refuerzo para ir más rápido.

''Este idiota…'' Estaba sorprendida. No por el tipo de magia en sí, sino por la manera de usarla. Refuerzo era una magia bastante complicada, aunque algunos no la tomaran como tal. Un objeto solo podía recibir cierta cantidad de 'reforzamiento'. Si usabas demasiado el objeto no lo soportaría y acabaría reducido a polvo. Aunque todo Magus supiera que el camino de la magia era uno conectado con la muerte, ninguno sería tan imprudente como para usar Refuerzo con su propio cuerpo de esa manera.

En sus tiempos, durante la Era de los Dioses, la magia estaba lo suficientemente avanzada como para poder hacer eso sin problemas. Pero, ¿en esta Era?

''O es un genio, o el mayor idiota que he llegado a conocer.'' Pensó ella, teniendo la ligera sospecha de que la verdadera sería la segunda opción.

Aunque fuera obligado a pasar por las zonas menos concurridas de la ciudad, la velocidad añadida gracias a su Refuerzo le ayudó a llegar a su hogar en menos de unos minutos. Agradeciendo mentalmente que ni Taiga ni Sakura estuvieran en su casa, colocó suavemente a Caster en un futon para después mirarla con cierto sonrojo en sus mejillas.

Después de unos segundos en los que no se atrevía a mirarla, reunió el valor para hablar.

''Tu túnica…está empapada…'' Dijo de manera algo incómoda, enseñándole las toallas que tenía en su mano y esperando que ella entendiera lo que quería decir.

''¿Acaso es tan inocente, o es una máscara?'' A Caster le costaba creer que un Magus, una criatura entrenada desde su infancia para convertirse en un ser que haría cualquier cosa para lograr su objetivo, fuera tan estúpidamente inofensivo.

''No sé qué quieres decir.'' Dijo, actuando como si no entendiera sus intenciones. Realmente no las entendía, pero quería ver si seguiría siendo tan fácil de leer mediante sus expresiones.

El rostro de Shirou pasó por varias fases. Primero se sonrojó, luego adoptó el rostro de concentración más intenso que Caster hubiera visto, para finalmente suspirar con profundidad y volver a su rostro neutro. Ese rostro que no era frío, pero que tampoco expresaba bastantes emociones.

Calmado, sería una manera de describirlo.

''Déjame quitarte la túnica. Tener algo tan mojado encima podría causarte un resfriado. Puedes secarte con estas toallas mientras te preparo un baño. En la puerta te dejare ropa... no tengo ropa de mujer, pero te prometo que será algo cómodo.'' Explicaba con calma Shirou, internamente usando todas sus fuerzas para no mostrar lo embarazoso que estaba siendo todo esto para él.

''Soy un Servant. Es imposible para mí el contraer un resfriado.''

''Igualmente, estar con ropa empapada no tiene que ser muy cómodo. Mientras te bañas puedo hacer la comida.''

Testarudo. Ignorante. Estúpido.

La conoce desde hace menos de una hora y actúa como si su bienestar fuera su máxima prioridad. La incomodaba bastante lo…abierto que era ese joven. Caster tenía bastantes más años de experiencia vital de los que aparentaba, y había presenciado facetas del mundo que muchas personas nunca llegaban a saber de su existencia.

Por eso, siempre era una sorpresa que esos ojos dorados que tanto la miraban fueran tan honestos. Cualquier Magus normal sabría lo fácil que es que los demás identifiquen tus emociones a través de las tan famosas ventanas del alma, y aun así, el joven pelirrojo que la miraba expectante no ocultaba nada. Como si dijera 'este soy yo, y no tengo miedo de que lo veas'.

Con resignación, se levantó con calma del suelo mientras se quitaba la túnica que tanto tiempo había estado cubriéndola. ''No sabía que los jóvenes de este tiempo estuvieran tan obsesionados con quitarle prendas de ropa a una dama.'' Dijo ella con un ligero tono de burla.

Desgraciadamente para ella, Shirou no la había escuchado. Su cuerpo había quedado petrificado ante la vista que tenía ante sus ojos.

El joven Emiya no era una persona que observara detenidamente a una mujer. Aunque sabía apreciar la belleza, su personalidad le impedía actuar de manera grosera o demasiado directa. Pero bajo la mirada de esos ojos azulados, que parecían brillar en resonancia con un cabello que pondría en ridículo las telas más suaves que se hayan podido crear…Shirou perdió toda su fuerza.

''¿Estas intentado secarme con la mirada?'' Caster tuvo que controlarse para no soltar una ligera risa al ver como los nervios empezaban a controlar a Shirou, balbuceando palabras sin sentido mientras su rostro sonrojado trataba de mirar a cualquier otra dirección en la que no estuviera ella.

Dándole a la mujer las toallas de la manera más calmada posible en su estado, colocó la túnica junto a la ropa que pondría a lavar y empezó a preparar el baño. Caster observaba, como Shirou con diligencia salía del baño unos minutos después, inmediatamente comenzando a sacar ingredientes de la cocina. Con increíble rapidez, el rostro de Shirou adoptó un estado de concentración absoluta, no perdiendo el tiempo en empezar a cortar los ingredientes con los que sazonaría el plato a preparar.

Entrando en el agua caliente, Caster no pudo evitar soltar un gran suspiro al notar como toda la tensión acumulada se desvanecía de su cuerpo. Aunque aún siguiera escasa de prana, esto era una sensación que hace una hora no esperaba poder llegar a experimentar. Su mirada en el techo, imágenes de un Shirou preparando una comida solo para ella aparecían en su mente.

''Un Magus que se concentra más cocinando que en las prácticas mágicas…'' La idea era bastante cómica. Había visto a su ex-Master cumplir con los códigos de moralidad esperados de un mago (prácticamente ninguno) y sabía que él no era un caso especial. Aunque no hubiera interactuado con muchas personas de esta época, Caster tenía la ligera sospecha de que Shirou era un ser bastante….peculiar. No se atrevería a decir 'único', pero claro está, aun no lo conocía en profundidad.

''Ehm…perdona.'' Se escuchaba la voz de Shirou. La puerta se abrió ligeramente, lo suficiente para que Shirou pudiera meter la mano sin necesidad de ver nada. ''Te dejo aquí ropa limpia, cuando quieras la comida ya está lista.''

Sus ojos azulados observaban con detenimiento las prendas que había dejado Shirou en el suelo. Ropa cómoda, del mismo estilo que la chaqueta que había colocado encima de su cuerpo para protegerla de la lluvia.

No tenía ningún derecho a quejarse de la caridad del joven, pero el vestir ropa masculina era algo que Caster habría deseado no tener que experimentar en esta invocación.

Cuando Shirou la vio salir del baño tuvo que agradecer a sus reflejos por evitar que se le cayeran todos los platos que estaba llevando a la mesa. Sus facciones limpias de cualquier rastro de suciedad y sangre estaban expuestas a los ojos de Shirou, que si antes había quedado paralizado ante la belleza de la Servant, ahora mismo, sin la urgencia de tener que salvarla y después de un revigorizante baño, Shirou estaba teniendo muchos problemas para volver a poder tener pensamientos inteligentes.

Era una experiencia algo curiosa para Caster. Muchos eran los hombres que habían halagado su belleza antes de adquirir su apodo de Bruja, y muchos más eran los que después de poseer tal apodo la miraban con ojos que proyectaban los deseos tan primarios que tenían por su mente.

Y con toda la experiencia que tenía ella sobre los seres humanos, Shirou era un tipo de persona que la desconcertaba. No es que Shirou fuera la única persona tan honesta que haya conocido, es que simplemente no solía interactuar demasiado con ese tipo de personas. Alguien como Caster, siempre rodeada de traición, tanto hacia ella como la que ella realizaba hacia los demás, estaba más segura interactuando con gente con las que era más fácil averiguar cuáles eran sus intenciones más oscuras.

Es fácil averiguar la oscuridad de la gente que es consciente de que la posee

¿Pero gente como Shirou? ¿Gente sincera?

No sabía cómo actuar ante ellos. Sus tan desarrolladas alarmas contra la manipulación eran inútiles, ya que ellos nunca trataban de utilizar a la gente. Tratar de buscar intenciones ocultas ante cada acción sólo hacía que fuera incapaz de comunicarse con ellos, ganando aún más fama de Bruja al asustarles con su fría mirada analítica.

Era un tipo de personas que ella odiaba con todo su ser, más que los traidores.

Porque eran una imagen de aquello que ella perdió, aquello que nunca podría volver a recuperar.

Viendo la mesa, los pensamientos de Caster eran ocupados ante la escena que presenciaban sus ojos.

''Precioso'' Era lo único que podía pensar al ver los platos que el pelirrojo había preparado. Colores brillantes, perfectamente unificados... y un aroma... que la transportaba a sus tan olvidados años de vida. No como Bruja... sino como Princesa.

Durante el resto de la cena, ninguno de los dos dijo nada. Caster, simplemente ocupada con sus pensamientos. Parte de ella se preguntaba qué era lo que quería el joven pelirrojo. Lo más probable era que intentara convertirse en su Master. ''Pero entonces, ¿por qué no lo hizo antes de traerme a su casa? ¿Por qué esperar?'' El resto de sus pensamientos eran ocupados en no sonreír de alegría por el sabor de la comida que estaba disfrutando.

Shirou, por otro lado, tenía diferentes prioridades en su mente.

Nunca antes había visto a alguien como Caster. Una persona tan...perfecta. ''¿Será por qué es un Servant?'' Sinceramente, lo desconocía. Solo sabía que esa mujer tenía un efecto en él que nunca antes había experimentado en su vida. Si realmente era común entre Servants femeninos el poseer una belleza capaz de rivalizar con la de una Diosa, Shirou esperaba, por su seguridad, que ella fuera la única que llegara a encontrarse.

Fue cuando ambos terminaron de comer, y Shirou recogió y lavó los platos, que la situación empezó a ser incómoda. Caster podía apreciar como la boca de Shirou se abría varias veces, solo para volver a cerrarse, en un intento fallido de intentar empezar una conversación. ¿Realmente era tan inofensivo?

''Ehm…'' Después de reunir valor, Shirou habló. ''Perdona, con todo lo que ha pasado no he tenido tiempo de preguntarte tu nombre…''

Caster lo pensó detenidamente.

Un Servant debía mantener su nombre en secreto para cualquiera excepto su Master. Era una regla no oficial, donde cada Espíritu Heroico reconocía que saber la identidad de tu contrincante podría darte la ventaja en la batalla.

Por otro lado, Shirou no era un Master. Y por su actitud, dudaba mucho de que fuera a ser una pieza importante en la Guerra del Santo Grial.

Pero ese era el problema.

Aún tenía dudas de si realmente era tan inofensivo como aparentaba ser.

''Medea.''

Cualquier persona involucrada con Servants, o la Guerra del Santo Grial, tendría cierta documentación sobre los denominados Espíritus Heroicos. Puede que no fuera una prueba irrefutable, pero Medea sabía que el revelar su nombre sacaría una reacción de Shirou. Esa reacción sería la que le diría si ese joven era realmente lo que aparentaba ser.

En el peor de los casos, si de verdad era un aspirante a Master, el saber que ella era la Bruja de la Traición solo le haría dudar de intentar convertirla en su Servant.

Los ojos de Shirou se abrieron con sorpresa, su mente por fin procesando no solo quien era la mujer que tenía delante, sino la idea de que Heroes de la historia pudieran ser invocados. Aunque Medea no fuera la mejor definición de Héroe, Shirou sabía de su historia al leer sobre la leyenda de los Argonautas. Era imposible leer sobre la tan famosa aventura de Jason y el vellocino de oro y no saber quién era la mujer que acababa de presentarse.

''¿Medea?'' Preguntaba Shirou, queriendo una confirmación de que no estaba soñando.

''¿Qué harás ahora?'' Los sentidos de Medea se agudizaron lo máximo posible, tratando de discernir cualquier señal, gesto facial...cualquier cosa que le enseñara ese motivo oculto que todo mago tendría.

''¿La Princesa de Colchis?'' Y con esa pregunta, la concentración de Medea desapareció.

Ella era consciente de la marca que había dejado en la historia, y sabía perfectamente que su categoría era de Anti-Héroe, no Héroe. Una persona rodeada de oscuridad, rodeada de dolor. Ella era Medea, la Bruja de Colchis. La Bruja de la Traición. Asesina de hermanos, de hijos…

¿Cuánto tiempo había pasado...desde que alguien la había llamado Princesa por última vez?

Shirou sabía todo eso, pero también era consciente de que Medea fue solo una víctima en su leyenda. Forzada a amar a Jason por Eros, el Dios griego del amor. Este convencido por su madre Afrodita, que a su vez fue persuadida por Hera. Todo eso solo para ayudar a Jason con su tarea.

Es cierto que, después de ser usada, Medea cometió atrocidades sin la influencia de los Dioses para obligarla. Pero según Shirou, la persona que Jason abandonó no era Medea. La Bruja de Colchis fue lo que quedó de una mujer que nunca pudo experimentar la felicidad por sí misma. Una mujer que nunca tuvo la libertad de amar a quien ella quería amar, de formar una familia con la persona correcta, o de poder disfrutar de esa familia siquiera.

Una mujer que nunca fue salvada.

Imagenes de Kiritsugu, llorando por haberlo encontrado, ocupaban su mente. ¿Qué habría sido de él si nunca hubiera sido salvado?

La respuesta era sencilla. Estaría muerto, no había ninguna duda.

Pero de alguna manera... lo que había experimentado Medea al no ser salvada había sido peor que la muerte que Shirou había evitado.

''Tiene que haber sido duro...pasar por todo eso…'' Decía Shirou con su voz cargada de empatía, sin darse cuenta de la gran confusión que llenaba los pensamientos de Medea.

No sabía por qué, pero tenía la necesidad de seguir hablando. ''Dudo mucho que pueda hacer algo contra Dioses...aunque también dudo que sigan existiendo…¿O existen, pero ya no actúan?'' Medea veía como el joven hablaba y hablaba. Posiblemente, al ver que su existencia confirmaba la existencia de deidades, el pelirrojo tenía dificultad para concentrar su línea de pensamientos.

''El caso es!'' Exclamaba, tratando de organizar su mente. Inclinándose levemente sobre la mesa, los ojos dorados de Shirou Emiya penetraban con facilidad los ojos azulados de Medea de Colchis. Su mirada no sólo paraba en su rostro, sino que parecía llegar hasta su propia alma, provocando que Medea, por mucho que lo intentara, no pudiera dejar de devolverle la mirada.

''No permitiré que vuelvan a quitarte tu libertad.''

Medea inmediatamente tensó su rostro con todas sus fuerzas. De manera involuntaria su cuerpo había reaccionado a las palabras de Shirou.

No era desconocida ante las promesas vacías que tantos hombres habían usado para ganar su confianza. Insultar a su ex marido...incluso insultar a los Argonautas...Todo solo para ganar el uso de sus habilidades... u otras cosas más, dependiendo de qué clase de monstruo fuera el que tratara de usarla.

Todas esas promesas vacías eran fácilmente identificables por la maga, ninguna de ellas estuvo cerca de funcionar.

Pero lo dicho por Shirou, a sus oídos, no sonaba a una promesa con el fin de obtener algo. Todo lo contrario.

Sumergida en esa piscina dorada que era la mirada del pelirrojo, la única emoción que podía sentir era empatía. Sinceridad. Sacrificio.

Si alguien quiere hacerte daño, tendrá que acabar conmigo primero.

A diferencia de todas las demás promesas...Medea, por primera vez, tenía dificultades en desconfiar de sus palabras.

Mordiendo ligeramente su labio inferior, la concentración de Medea se reunía en sus propios ojos, tratando de adquirir la mayor cantidad de control posible.

Su orgullo no se lo permitiría.

No delante de aquel joven...no cuando acababan de conocerse...No iba a permitir que la viera en un estado tan vulnerable.

No iba a permitir que la viera llorar.

Respirando profundamente, Medea usó el tiempo necesario para calmar su mente, y su corazón. Era algo nuevo para ella, tanta bondad hacia una persona que, según su opinión, no se lo merecía. Pero en los ojos de Shirou, Medea no era una Bruja malvada. Para el pelirrojo, ella era una mujer normal, una víctima de la manipulación de los Dioses...Alguien que honestamente no quería verla sufrir de esa manera.

''¿Cómo alguien puede preocuparse tanto por una persona que no conoce?'' Se preguntaba ella, tratando de buscarle algún tipo de lógica que le ayudara a comprender la naturaleza del joven. O al menos, de reducir la vergüenza que estaba experimentando al haber sido afectada de manera tan intensa por sus palabras.

''Quería saber sus intenciones...supongo que es una preocupación menos…'' Sinceridad era lo único que emanaba de las palabras de Shirou. Era imposible poder simular una pasión tan intensa por proteger a otra persona, menos posible aun a una maga de la Era de los Dioses con tanta experiencia como ella.

Pero eso dejaba otra duda. ¿Por qué? ¿Por qué querer tanto proteger a alguien extraño? ¿Por qué preocuparse tanto por el dolor de una persona cuyo tiempo ya había pasado?

''Bueno...'' Dijo ella, aclarando su garganta mientras trataba de actuar como si no hubiera escuchado nada. ''¿Es costumbre en estos tiempos el no darle tu nombre a una dama que acaba de presentarse?'' Preguntó, haciendo que Shirou se pusiera nervioso, pensando que había ofendido a su invitada.

''S-Shirou. Emiya Shirou''

Esforzándose para no olvidar el nombre del peculiar joven, Medea adoptó un rostro de pura seriedad. Había que aclarar su situación actual. ''Entonces…Shirou… Sí, no me disgusta como suena.'' Comentaba ella. ''Quieras o no, al involucrarte conmigo te has adentrado en nuestra pelea, nuestra realidad.'' La mirada de Medea era sería, exactamente igual que la de Kiritsugu cuando le hablaba de los peligros de la magia.

''¿Tienes planeado involucrarte más? ¿O serás inteligente y te alejaras de los eventos que están por comenzar?'' Preguntaba ella.

''La verdad es que no lo sé.'' Dijo él, generando curiosidad en la menta de la maga. ''Si eres un Servant, ¿significa que hay más peleando?''

La manera en la que dijo 'peleando' desconcertó a Medea. Sonaba a que creía que era un conflicto menor, a que no tenía conocimientos de la escala a la que estaba la guerra inminente.

No era su culpa. Kiritsugu solo le dijo que había participado en un conflicto. Solo le dio una descripción superficial del Servant que había invocado, y solo le dio una explicación breve de cuál era el deseo que quería ver cumplido.

Nunca supo todas las acciones que realizó Kiritsugu en esa guerra. Ni las identidades de ninguno de los participantes, tanto Masters como Servants. Y gracias a ello, Shirou solo adoptó la bonita idealización de los sueños de Kiritsugu, sin la pútrida verdad que se escondía detrás de estos.

''No.'' Respondió Medea. ''Yo he sido invocada un mes antes de que empiece la Guerra. Como mucho habrá un Servant más invocado, pero de momento aún no están listas todas las preparaciones necesarias para comenzar.''

''¿Guerra?'' Preguntaba Shirou algo confuso.

Ante dicha pregunta, la atractiva maga solo pudo suspirar, empezando a sospechar que quizás había encontrado a la persona que menos posibilidades tenía para convertirse en una amenaza en su contra.

''La Guerra del Santo Grial...la verdad es que me extraña que sepas de la existencia de Servants, pero no para que se usan.'' Comentaba ella, parando unos segundos para beber un poco de agua. ''Normalmente es una Guerra entre 7 magos. Resumiéndolo bastante, cada mago invoca un Servant, un Espíritu Heroico cuyas leyendas han sido merecedoras de la admiración de los demás. A continuación, se decide cuál de ellos es digno de poseer el Grial mediante una pelea a muerte entre los 7.''

Viendo la expresión de sorpresa y horror por parte de Shirou, Medea se adelantó a la pregunta que sabría qué haría el joven. ''El Grial concede cualquier deseo que tenga el vencedor. Cualquier...deseo. Sabes cómo son los magos de este tiempo, Shirou. No puedes esperar que todos tengan tus mismos... principios morales.''

Cada palabra de Medea alteraba más y más a Shirou. ¡Tenía TANTAS preguntas!

¿Por qué matarse entre ellos? ¿Por qué no compartir? Y la más importante, ¿cómo podía evitar que esa guerra ocurriera?

Sin embargo, de manera espontánea, sus esperanzas se depositaron en una palabra que había dicho la mujer.

''¿Normalmente?''

La ceja de Medea se alzó en curiosidad. Había sido testigo en primera fila de la corriente de emociones que había pasado por Shirou cuando le reveló la existencia de la Guerra, y basándose en la personalidad que había demostrado desde que lo había conocido, era fácil pensar en cuál era su posición frente a la Guerra. Algo poco lógico, seguramente. Probablemente estúpido.

''Según mi antiguo Master, esta guerra tendrá algo de diferente. Aunque desafortunadamente, no confiaba tanto en mi como para darme más detalles.'' Respondía ella con algo de asco al recordar dicho hombre.

''Si ella no lo sabe...no hay otra alternativa, tengo que encontrar por mi cuenta alguna manera de parar-'' En mitad de sus pensamientos, una de las cosas dichas por Medea le recordó el momento en el que la encontró. Más precisamente, cuando empezó a desaparecer.

''¿Necesitas un Master para vivir?'' Preguntó.

Los ojos de Medea hicieron algo que no habían hecho en toda la noche. Se centraron en la mano del Emiya. Después de apreciar la mancha de coloración rojiza, que para cualquier persona normal habría pasado como una herida o irritación cualquiera, Medea trató de no permitir que su sorpresa fuera evidente para Shirou.

''Aún no ha sido oficialmente elegido...Pero es raro. ¿Una manifestación parcial? Si el Grial te considera digno, simplemente aparecen...pero esto…'' El momento que tanto había estado esperando por fin había llegado. El momento en el que se aclararían las intenciones de Shirou con respecto a los Servant...con respecto a ella.

''Si.'' Respondió después de unos segundos. ''Como Servant, soy incapaz de generar prana por mí misma, así que dependo de un Master que me proporcione lo necesario para mantener mi existencia.''

Shirou se llevó la mano a la barbilla, adoptando una posición de pensamiento. Si lo que le había dicho Medea era verdad, el prana que le había dado hace unas horas no sería suficiente para mantenerla con vida durante mucho tiempo. Pero…

''Si tuvieras un Master, ¿tendrías que obedecerle?''

Solo asintiendo con la cabeza, Medea le dio a Shirou la información necesaria.

Buscar un Master no era algo difícil. Aunque los Magus no se anunciaran públicamente, tampoco era difícil encontrar uno en una ciudad tan grande. Según le había dicho su padre, una familia de Magus en concreto se encargaba de gestionar este territorio.

No, el problema era ser obligada a obedecer a dicho Magus.

Los magos solo han tenido un objetivo desde el principio de los tiempos, y eso ha sido la perfección de su magia. Cada familia prioriza la prosperidad de sus especialidades mágicas antes de cualquier cosa, todo con el fin de conseguir alcanzar la Raíz...Akasha.

Aunque a Shirou le gustaría confiar en la bondad innata de la humanidad, su padre había sido muy claro con él con respecto a la moralidad de la mayoría de los Magus. Las posibilidades de que acabaran usando a Medea para sus propios fines eran muy altas.

''Creo que puedo ayudarte sin que sea necesario buscar un Master'' Empezó a decir Shirou, ignorando que la boca de Medea había quedado ligeramente abierta ante lo inofensivo que podía resultar el pelirrojo. ¿No se había dado cuenta de que lo más lógico era que él se convirtiera en su Master? La había salvado, así que la poca moral que poseía Medea la obligaba a 'devolverle el favor'. Y eso sin mencionar cosas como dejar a un Servant libre sin supervisión, dejar abierta la posibilidad de que un Magus rival pueda adquirir la ayuda de la Servant Caster, y usar dicha ayuda contra él…

''En unos días puedo llevarte conmigo al Templo Ryuudou de visita. Por lo que tengo entendido está construido encima de una Línea Ley (Leyline) principal de Fuyuki…'' Seguía explicando Shirou, sin ni siquiera molestarse en mirar las reacciones de su invitada.

Una Línea Ley...era una buena alternativa, si solo tenía en cuenta el problema de 'sobrevivir'. Estar conectada a una le proporcionaría prana suficiente como para mantener su existencia...pero…

''Un amigo mío vive allí, así que no creo que haya problemas…'' Se detuvo durante unos segundos, solo mirando la superficie de su mesa. Después, con algo de seriedad en su rostro, miró directamente a Medea. ''Usarla para mantener hechizos de alto nivel podría poner en peligro a inocentes...así que…''

A diferencia de la prohibición o amenaza que Medea estaba esperando, Shirou cambió su rostro serio a uno sonriente, en el que incluso sus ojos parecían intentar imitar la sonrisa que se formaba en sus labios. ''Confío en que tendrás cuidado.''

Shirou siguió explicando cosas irrelevantes para ella, como cuando irían a visitar el Monte, que no podría llevarla antes debido a su deber de asistir a sus clases...Toda esa información no era procesada por el cerebro de Medea, que estaba intentando averiguar si por algún casual había muerto en ese Monte y todo lo que había vivido desde entonces era alguna clase de alucinación.

La casa de ese joven tenía un Bounded Field, y por lo que había visto, el almacén fuera de la casa tenía defensas más meticulosas que la residencia entera en sí, lo que significaba que ese era su Taller de Magia. Aunque no supiera el significado específico, era capaz de reconocer conceptos como 'Servant'.

Todo eso sin mencionar que había usado Proyección y Refuerzo prácticamente delante suyo, y tenía la ligera sospecha de que estaba usando algún otro tipo de magia inconscientemente cada vez que su mirada se fijaba en algún objeto.

Es decir. Bajo todos los análisis posibles de Medea, maga de la Era de los Dioses, enseñada por la misma Diosa Hecate, Shirou era un Magus. No había ninguna duda en sus capacidades mágicas, o su implicación en el mundo de lo sobrenatural.

Entonces…¿por qué su personalidad era totalmente lo opuesto a todo lo que significaba ser un Magus? Shirou era demasiado...humano...para ser considerado un Magus. Incluso era demasiado humano para humanos normales. ¿Cómo alguien involucrado en el mismo mundo que su anterior Master podía comportarse de esa manera?

Confío en que tendrás cuidado

¿Tener cuidado? ¿No había quedado claro que ella era Medea, la Bruja de la TRAICIÓN? Ese joven había leído su leyenda, sabía perfectamente todo lo que había hecho después de que los Dioses dejaran de controlarla!

Sus manos... estaban manchadas con la sangre de sus propios descendientes!

Tiene que haber sido duro...pasar por todo eso…

Medea se mordía el labio, tratando de controlar la tormenta de emociones en su interior.

Ignorando todo lo que le pasaba por la mente a Medea en esos momentos, o que él era el culpable de dichos pensamientos, Shirou se levantó. ''Es tarde, te prepararé un futón para descansar.'' Viendo como Medea empezaba a abrir la boca, Shirou la detuvo. ''Sé que seguramente Servants no necesiten dormir...pero has tenido un día duro, y que seas un Servant no significa que dejes de ser una persona...necesitas descansar.''

Shirou se levantó de su asiento, preparando todo lo necesario para que su invitada pasara una noche cómoda en su hogar, y pudiera olvidarse de todas las dificultades por las que había tenido que pasar hasta ahora.

Fue minutos después, cuando Medea se situaba encima del futón, mirando al techo de 'su' habitación dentro de toda la oscuridad, que pudo soltar un profundo suspiro, expulsando todo el aire que ni ella sabía que estaba guardando en sus pulmones.

...que seas un Servant no significa que dejes de ser una persona…

''No es justo…'' Pensaba ella, buscando una posición cómoda para poder dormir sin problemas.

''Ojalá me hubiera encontrado a otra persona...Un pervertido...o un asesino...habrían sido más fáciles de gestionar…'' Seguía pensando, mientras se tumbaba de lado, todo el lateral de su rostro apoyado en la almohada.

''Serían fáciles de controlar...y no tendría ningún problema en deshacerme de ellos cuando fuera necesario…'' Sus ojos comenzaron a cerrarse, su cansancio mental teniendo más poder sobre ella del que esperaba, poco a poco alejándola de su consciencia.

''Pero...a una persona como él...tan sincera…''

No permitiré que vuelvan a quitarte tu libertad

''Realmente...no creo que pueda...traicionarla…''

No era justo.

Eran los sentimientos de Medea antes de caer en un profundo sueño. Aunque no era tan extraño. Porque incluso si no lo admitía nunca, las personas sinceras eran lo que más odiaba Medea.

Porque...Eran su mayor debilidad.


(Día Siguiente)

Al despertarse, Medea pudo analizar con facilidad todo lo ocurrido la noche anterior. No solo para confirmar que sí, había ocurrido, aunque fuera bastante difícil de creer. Sino para reafirmar las dudas que había comenzado a tener desde tuvo algo de soledad dentro de 'su' habitación.

Había actuado como una estúpida.

No le había preguntado nada de importancia a Shirou, no le había sacado información valiosa. Si, había podido aclarar un poco cuál era la personalidad del pelirrojo...pero esa información actualmente era inútil!

Ni cuál era la especialidad de su familia...ni por qué solo estaba él en la residencia de los Emiya...Ni siquiera un simple análisis de su cuerpo para saber si escondía algo.

Solo hablaron de la estúpida Guerra del Santo Grial, y después literalmente permitió que Shirou dijera cosas sin sentido que, por alguna razón, eran justo las palabras necesarias para provocarle un túmulo innecesario de emociones que creía haber sellado con llave en su interior.

Y lo peor de todo, era que sabía que no podía evitarlo.

Todavía no lo conocía en profundidad, no sabía nada de su historia, o de que lo llevó a vivir su vida de esa manera...pero tenía la seguridad de que Shirou, en este tiempo, sería una persona a la que veía bastante difícil que fuera a traicionar.

Sería más fácil usarlo, controlarlo como una marioneta y deshacerse de él cuando fuera necesario.

Pero…

En un mundo en el que solo has experimentado el frío, ¿serias capaz de eliminar la única fuente de calor que has encontrado?

Sus oídos, pareciendo haber despertado con retraso, empezaron a reconocer voces fuera de su habitación. Una era la de Shirou, pero habían otras dos que era incapaz de saber de quién provenían, aparte del dato de que eran de naturaleza femenina.

La opción lógica seria esperar. Tratar de no hacer ruido hasta que las invitadas de su...salvador...salieran del edificio, para poder salir y comunicarse con este.

Si...eso sería lo lógico.

En la mesa, todos comían con tranquilidad. Por alegría para Shirou, hoy era uno de esos días en los que Taiga no trataba de hacer que su pelo adquiriera un color grisáceo por el estrés. Muchas veces se preguntaba si la razón por la que el color de pelo de Shinji había cambiado poco a poco a un color más blanquecino era por las pocas interacciones que tuvo con Taiga antes de irse de viaje…

Si era así, consideraba una bendición que él fuera más resistente de lo normal frente a la personalidad alocada de su...de Fuji-nee.

Cuando las puertas de la habitación de invitados se abrieron, y Shirou vió como las miradas de Sakura y Taiga se enfocaban en la persona que estaba a punto de salir, Shirou se dio cuenta de que la vida nunca le daría un descanso.

Los ojos de las dos mujeres se abrían como platos al ver a la persona que acababa de aparecer. Su pelo, ligeramente despeinado, delataba que la mujer había dormido en la casa. Peor aún para Shirou, era el hecho de que se podía apreciar con facilidad que la ropa que vestía esa mujer era la del joven pelirrojo.

Una mujer preciosa, evidentemente mayor que él, usando su ropa después de haber dormido en su casa…

Por suerte para Shirou, Sakura estaba tan petrificada ante la escena que era incapaz de articular palabra.

Desafortunadamente, Taiga no sufrió el mismo efecto.

''Shiiiirooooou!'' Como un tigre salvaje, Taiga se abalanzo encima de él, su rostro aún confuso y avergonzado ante la imagen que acababa de ver, pero con suficiente iniciativa como para exigir respuestas al Emiya.

''¿¡Se puede s-saber qué hace una mujer p-pasando la noche en tu casa!?'' Gritaba ella, sin importarle que Medea pudiera escucharla sin problemas. Pero a Medea le daba igual. Viendo la cara nerviosa y asustada de un Shirou que no sabía cómo explicar que no había hecho eso con Medea, la atractiva bruja sonrió con algo de diversión.

Si él podía jugar con sus emociones con tanta facilidad, nada le impedía a ella un poco de venganza.

''Gracias por dejarme dormir aquí, Shirou'' Dijo la peliazul, notando como Sakura generaba un tic en su ojo ante el uso tan casual de su nombre. ''Estaba realmente cansada anoche...es un alivio poder haber descansado en tu casa.'' Aunque hubiera intentado sonar lo más inocente posible, permitió que Shirou pudiera ver una sonrisa juguetona en su rostro.

''Mujeres...no sabía que podían ser tan...terroríficas.'' Pensó el pelirrojo. Un pensamiento que fue confirmado al ver como Taiga no se había tomado nada bien la interferencia de la extraña.

''¡¿Cansada por qué, Shirou?! No, antes de nada.'' Su atención pasó de Shirou a Medea, esta sin mostrar ningún tipo de reacción ante la furia del Tigre de Fuyuki. ''¡Tu! ¡¿Quién eres?! ¡¿Por qué estas aquí?! ¡¿Y qué haces llevando puesta la ropa de Shirou?!''

Era una mezcla de furia y miedo. Furia ante lo que podría haber hecho un menor de edad sin su consentimiento. Miedo a que hayan corrompido a quien era prácticamente parte de su familia. Y sinceramente, llevaba años apostando por Sakura, en su opinión esos dos hacían una pareja adorable.

''No tenía otra alternativa…'' Su mirada se fijó por unos segundos en un suplicante Shirou, que se imaginaba lo que estaría a punto de hacer Medea. ''Shirou fue muy insistente en que me quitara la ropa que tenía puesta…¿qué otra cosa iba a hacer?'' Era increíble para Shirou la habilidad que tenía Medea para simular un sonrojo, actuando como una mujer inocente cualquiera a la que ÉL había seducido. Si es que alguien podía creerse que Shirou era capaz de seducir a nadie.

Taiga, sin embargo, ya no estaba pensando. La lógica había abandonado su cuerpo, saltado por la ventana y huido al lugar más lejano posible.

Y por extraño que sonara, lo más terrorífico de la situación no era Taiga.

Era Sakura.

Desde el otro lado de la mesa, la joven peli violeta tenía un rostro sonriente, como si acabara de recibir una buena noticia y estuviera mostrando su felicidad.

Nada más lejos de la realidad.

A pesar de que solo tuviera una sonrisa en su rostro, había algo en esa mirada alegre...que le perturbaba. Era como si estuviera feliz, sabiendo que Shirou no resultaría un problema, porque en unos segundos estaría muerto. Por sus propias manos.

''¿Cómo puede Sakura dar tanto miedo?'' Se preguntaba, sospechando que la respuesta estaría muy lejos de su alcance.

''Shirouuuu…'' Decía Taiga sin dejar de apretar sus dientes con fuerza, sus ojos como los de un predador cabreado, a punto de arrancarle el cuello a su presa. Todo bajo la mirada de una entretenida Medea, que no le ocultaba a Shirou lo mucho que le divertía la situación en la que lo había puesto.

''Sin ninguna duda...las mujeres son terroríficas.''


(Minutos después)

''Entonces...perdona, ¿cómo te llamabas?'' Preguntaba una ligeramente más calmada Taiga

Sentada en la mesa, Medea bebía el té que Shirou le había servido con elegancia, su postura y calmado rostro haciendo obvio para el pelirrojo que a pesar de las dificultades por las que había pasado Medea, en el fondo siempre sería una princesa.

''Angitia.'' Dijo la maga. Viendo las caras de confusión ante un nombre tan extraño en Japón, decidió dar más detalles. ''Es de origen Italiano. Creo que es evidente, pero no soy Japonesa de nacimiento.'' Seguía explicando ella, levantando la curiosidad de Shirou acerca del apodo en cuestión. ''Si es más sencillo para ti, puedes llamarme Angi.''

Sakura la miraba con algo de sospecha, pero Taiga parecía asentir ante la información recibida, teniendo sentido que la mujer enfrente suya fuera extranjera. ''¿Y qué es exactamente lo que haces aquí?''

Puede que con los desconocidos Taiga intentara ser más amable, pero cuando su Shirou entraba en la ecuación…

Llevándose una mano a su mejilla, Medea adoptó la actitud de una damisela herida. Y con unas habilidades teatrales al nivel de un profesional, Medea se dispuso a contarles 'su' historia. La historia de Angitia.

Una mujer abandonada por un marido abusivo, que había terminado cansándose de ella y había terminado sustituyéndola por otra. Una mujer sin nada en el mundo, sin medios para sobrevivir, y sin personas en las que poder depender.

Ambas mujeres escuchaban con empatía las dificultades por las que había pasado Angitia antes de encontrarse con Shirou, que como cualquiera que lo conociera se podía esperar, le ofreció un lugar para quedarse todo el tiempo que necesitara.

Shirou solo veía como Medea hablaba y hablaba, su rostro pasando por una variedad de emociones que nunca había visto cuando no estaba bajo la máscara de 'Angitia'. Según la historia de los Argonautas, la historia de Jason, y por ende, la historia de Medea, lo que estaba contando no se alejaba demasiado de la realidad.

Jason al final acabó abandonándola por otra mujer, después de haberla usado todos esos años. Cada vez que pensaba en ello, varias dudas surgían en su mente.

Shirou leía todas esas historias porque eran relatos sobre héroes. Eran personas que habían cambiado el mundo de alguna manera, y que habían llegado a ser venerados por las masas a las que habían salvado.

Pero, ¿era Jason alguien a quien debía admirar?

Los libros definían a Jason como un héroe mitológico. Incluso en su leyenda, los mismos Dioses lo consideran un héroe digno de su ayuda, manipulando a Medea para poder facilitar su tarea.

La duda estaba en, ¿qué es ser un héroe?

Para los Dioses, Jason era un héroe, y Medea una herramienta que le serviría en su búsqueda por el vellocino de oro. Para la humanidad, Jason era un héroe por haber dejado una marca en la historia. ¿Pero qué pasaba si le preguntabas a Medea?

Shirou no se atrevería a preguntarle, pero seguramente lo único que tendría Medea para decir sobre su ex-marido eran maldiciones e insultos.

La existencia de Jason era la prueba de que había varios tipos de héroes. Los que Shirou idealizaba...y los que en su opinión no deberían ser llamados héroes.

''Estoy muy agradecida por la ayuda de Shirou... quien sabe que sería de mi si no lo hubiera conocido.'' Decía Medea, sabiendo que sus palabras tenían más importancia de la dada a las dos escuchantes.

''¿Quién sabe qué habría pasado?'' Pensaba, tratando con todas sus fuerzas de no reírse de manera sarcástica. Su mirada se posaba en el joven pelirrojo, que en su opinión era bastante adorable cuando adoptaba un rostro pensativo. ''Estaría muerta...o siendo usada otra vez, como una herramienta...no hay duda alguna.''

''Fujimura-sensei'' Llamaba Sakura, algo nerviosa ante lo que pasaría si no conseguía convencer a Taiga. ''¿Va a dejar que una extraña viva bajo el mismo techo que Shirou?'' Preguntaba, con más energía de la que solía tener.

''Normalmente diría que no…'' Murmuraba ella, rascándose la cabeza con frustración. ''Pero después de oír esa historia, ¿qué clase de monstruo sería si la obligara a irse a la calle?''

Antes de que Sakura pudiera seguir quejándose, Taiga se levantó de la mesa con energía, mientras se abalanzaba a los brazos de Shirou, esta vez de manera más cariñosa. ''Shiroooou, ya basta de conversaciones serias y hazme la comida!''

El pelirrojo miraba a la expectante tigresa entre sus brazos, para después ver a Medea, sonriendo ante la actitud infantil de Taiga. En su mente, el rostro descubierto de Medea era sustituido por la imagen de su primer encuentro.

Donde, a pesar de que su rostro estaba oculto por su ropa, era obvia la expresión que tenía en su rostro. Una expresión que sabía que era generada por culpa de una emoción muy conocida para él.

El sentimiento al saber que, no importa lo que hagas, vas a morir.

No importa cuánta esperanza tuvieras, nada iba a evitar tu muerte.

Nada iba a evitar, que no pudieras cumplir tus sueños, tus metas.

Shirou era incapaz de recordar nada de su vida antes de ser rescatado. No sabía si tenía los mismos sueños que ahora, los mismos gustos, las mismas habilidades...Lo más seguro es que en estos momentos era una persona totalmente diferente a lo que estaba destinado a ser si nunca hubiera ocurrido ese incendio.

Pero durante ese incendio, si veía con claridad esa emoción que había reconocido en Medea.

La sensación de perder algo.

¿Qué tipo de héroe quería ser?

¿Cómo evitaría convertirse en un héroe como Jason?

No lo sabía.

Lo único que sabía, es que se convirtiera en lo que sea que se convirtiera, quería mantener la sonrisa de Medea.

Evitar que volviera a perder la esperanza, volver a darle fé en el mundo.

''No sabía que te gustaran las mujeres mayores, Shirou.'' Comentaba Taiga con una sonrisa felina, viendo la intensidad con la que el Emiya observaba a la extranjera peliazul. ''¿Debería preocuparme? ¿Cuánto tardaras hasta darte cuenta de que tu Onee-san es una mujer madura que cumple tus fetiches?''

''No tengo ningún fetiche...Fuji-nee.'' Dijo Shirou con una voz cansada, mientras veía como Sakura se levantaba, algo frustrada al no haber podido convencer a Taiga, para empezar a preparar la comida. ¿Acaso Taiga no le dejaría ni cocinar en paz? No le molestaba que Sakura lo hiciera...pero no quitaba el hecho de él quería ser el que preparara la comida.

''¿Oh? ¿Pero no niegas que te interesa Angi-chan?''

Suspirando con cansancio, las mejillas de Shirou se enrojecieron un poco, provocando que mirara hacia una pared de la habitación, sin atreverse a ver la cara de ninguna de las presentes.

''Estoy en esa edad...no es algo tan raro…'' Susurraba, sorprendiendo tanto a Taiga, al ver que la sinceridad del joven llegaba hasta temas como esos, como a Medea, que era capaz de escuchar lo dicho por Shirou aún a cierta distancia.


(TimeSkip, Noche)

Con cierta rapidez, Medea volvía a encontrarse en el mismo escenario del día anterior.

Ella sola, en 'su' habitación, su ropa ya lavada pero aun usando los atuendos que Shirou le había prestado para dormir.

Era increíblemente absurdo como todo se había convertido en una especie de rutina.

Shirou había estado la mayor parte del día en el Instituto, en clases que ella pensaba que no eran la prioridad que debería tener el pelirrojo para aprender. Al acabar sus clases al parecer había dedicado su tiempo a algunos trabajos de tiempo-parcial, según había escuchado la mayoría teniendo que ver con labores de limpieza o mantenimiento.

Un Magus, con el potencial para ser un Master, trabajando de manera tan...banal.

Era como si no tuviera ni una sola pizca de orgullo.

Al llegar a su casa se disculpó con ella por haberla dejado sola tanto tiempo. Cosa estúpida en su opinión. No era su esposa, ni nada parecido. No tenía ninguna obligación de mantener compañía con ella, ni se lo había pedido.

Y mientras comían los sorprendentes platos que había preparado el pelirrojo, hablaron.

Hablaron...de tonterías.

Como estaba...que había hecho...cuando quería ir de visita al Monte…

¿Cuándo se había convertido su vida en una absurda novela sobre vivencias mundanas?

Al parecer, el amigo de Shirou, cuyo nombre ni se había molestado en recordar, le había dicho que podían visitar el Templo, pero cuando dejaran de estar tan ocupados con sus deberes.

Pero lo peor de todo era…

''No me disgusta…'' Era lo que plagaba sus pensamientos.

No le asqueaba el estilo de vida que prometía Shirou. No le molestaba que alguien quisiera pasar tiempo con ella, hablar de cosas fuera de la magia, disculparse por no haber estado con ella más tiempo...y que fuera totalmente sincero con ella.

Era patético.

¿Tanto le había afectado Jason, que con tan poco tiempo siendo tratada de manera cariñosa, se le hacía imposible la idea de clavarle un cuchillo en la espalda al joven y abandonarlo en un callejón?

Patético.

Patético. Patético. Patético. Patético. Patético.

Y lo más absurdo de todo era que, aun consciente de lo humillante que era darse cuenta de lo dependiente que era...no estaba cabreada.

Por suerte para Medea, sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando sus sentidos detectaron prana siendo activado a su alrededor.

No había añadido ningún Bounded Field adicional al que ya existía en la casa de Shirou, ya que la función de ese campo era solo la de alertar si había algún intruso, y dejar pasar el prana de manera fluida.

Obviamente, una maga de la Era de los Dioses como ella podía evitar activar sus alarmas sin problemas, pero sería útil contra cualquier Servant o Magus, excepto Assassin.

Si añadía más Bounded Fields, los demás podrían detectar que esa casa tenía varias defensas activadas, lo que les delataría como magos. En cierto sentido, se había dado cuenta de que la Residencia Emiya no estaba situada en un lugar al azar. Era la definición pura de 'ocultarse a plena vista'.

Además de que no serían necesarias más defensas. Ya tenía un plan relacionado con Assassin.

Levantándose, el rastro de prana la guió hasta el almacén dentro del territorio del Emiya, pero fuera de su casa. Solo podía significar una cosa. ''Shirou está usando magia.''

Abriendo la puerta con lentitud, se sorprendió ligeramente ante la escena que había descubierto.

Shirou estaba sentado en el suelo, rodeado de una multitud variada de herramientas. Lo que la confundió levemente fue la cantidad de sangre que había, tanto en el suelo, como recorriendo sus extremidades.

Sus primeros pensamientos fueron que Shirou había ocultado algún secreto sobre la naturaleza de sus artes mágicas. Pero eso fue inmediatamente descartado al ver como Shirou la miraba, algo sorprendido al ver a su espectadora, pero sin ningún tipo de miedo al haber sido descubierto.

''¿Qué haces, Shirou?'' Preguntaba ella, queriendo ver si el Magus Shirou era el mismo Shirou que había estado viendo todo este tiempo.

''Oh, hola Medea…¿te he despertado?'' Por supuesto, lo primero que le pasaba por la cabeza era preocuparse por ella. Estaba empezando a pensar que posiblemente haya encontrado a una persona única en esta Era.

''No te preocupes Shirou, no tenía ganas de dormir, y quise ver qué era lo que estabas haciendo...aquí.'' Mirando en su entorno, Medea sintió una ligera cuchillada en su orgullo como maga. ''No me digas que esto es su Taller...no sé si reírme ante lo estúpido que es o gritarle ante la ofensa que significa tener un Taller tan primitivo.''

''Estaba entrenando…'' Respondía Shirou, provocando que Medea levantara una ceja por su curiosidad. ''Creo que ya lo sabes...pero no soy un mago muy hábil.'' Comenzaba a explicar a Medea.

''Mi padre decía que por mis circuitos tenía gran potencial como mago...pero me cuesta hacer incluso las prácticas más sencillas…'' Con una mano, sostenía un tubo metálico. ''Solo se usar Refuerzo, Proyección y Análisis Estructural...Por alguna razón, objetos como cuchillos los proyecto con facilidad...e intento usar Análisis Estructural con todos los objetos posibles... así que aquí mayormente me centro en Refuerzo.'' Explicaba, mientras sonreía a la confusa maga.

''¿Refuerzo? Y toda esta sang-''

''Shirou, ¿en qué exactamente prácticas Refuerzo?'' Preguntaba Medea, sospechando lo peor.

''Pues...en estas herramientas…'' Decía con nerviosismo.

''Shirou…'' ¿Le había enseñado Sakura como dar miedo? ¿O era un rasgo característico de todas las mujeres que llegaba a conocer? Respirando con profundidad, Shirou supo que no podría ocultarle nada a la Princesa de Colchis.

''En mi cuerpo…'' Dijo suavemente, teniendo la esperanza de que no llegara a escucharle.

''¿Acaso tienes tendencias suicidas?'' Preguntaba ella, algo sorprendida ante la actitud tan irresponsable del pelirrojo. ''Si fueras un mago de mi época, no habría ningún problema. Pero no solo vives en un tiempo en el que la calidad de la magia ha deteriorado enormemente, sino que incluso dentro de los estándares de este tiempo solo eres un aprendiz!''

Lo que decía Medea era cierto, pero no por ello significaba que fuera menos frustrante. Daba igual cuantos años hubiera estado practicando, sabía perfectamente que herederos recientes de cualquier familia noble serían más versátiles que él en las prácticas mágicas.

''¿En qué partes de tu cuerpo lo estás haciendo?''

Viendo que no podría escaparse de esta situación, Shirou se limitó a hacer lo que él siempre hacía. Ser sincero. ''De momento solo practico con mis extremidades.'' La mirada de Medea amenazaba con matarle si no seguía explicando. ''Refuerzo solo músculos y huesos, y trato de averiguar cuál es la cantidad necesaria antes de que…'' Una ligera mirada a la sangre derramada en la habitación lo explicaba todo.

''O sea, que tu mejor manera para averiguar cuanto prana debes usar, es determinar cuando empiezas a romper tu cuerpo, ¿y luego intentarlo otra vez con menos cantidades?'' Para terror de Medea, el pelirrojo simplemente asentía. Realmente era el Magus más estu-

''No…'' Detuvo sus pensamientos. ''Este joven no es un Magus...no vive para o por la magia, solo la usa como una herramienta…''

''Déjame adivinar...no tenías planeado parar solo con tus extremidades.''

Un ligero tic apareció en el rostro de Shirou. ¿Era tan predecible?

''Bueno…'' Normalmente no actuaba de manera tan nerviosa con nadie...Era cierto que algunos temas en concreto hacían que actuara de manera más tímida, o respetuosa, pero nunca nadie le había hecho sentir tan nervioso. Si era sincero, era una suerte que Medea no hubiera entrado unos segundos antes durante su práctica de Refuerzo, o habría perdido tanto la concentración que habría explotado su brazo.

''Después de perfeccionarlo con mis extremidades, había pensado que sería útil en otras partes...Ya sabes, como órganos...y demás.''

Medea se llevaba una mano a su frente, tratando de quitarse el dolor de cabeza que el joven le estaba generando.

Era una idea estúpida.

No la teoría. Su plan era bastante ingenioso en su opinión. Refuerzo no se trataba solo de endurecer las cosas, sino de mejorar características que el objeto ya poseía. El brillo de una bombilla, lo afilado que estaría un cuchillo…

Si conseguías aplicarlo a cosas como tus órganos, podrías mejorar las capacidades de tu cuerpo a límites fuera de lo humano. La eficacia de tu capacidad regenerativa, tu capacidad visual, la habilidad de tus anticuerpos de resistir un agente externo…

No. Lo estúpido no era la idea en sí. Lo estúpido era quien la estaba intentando realizar.

Refuerzo era una magia bastante complicada, y según la opinión de Medea, mucho más complicada para los magos de este tiempo. Solo puedes rellenar con prana los 'espacios' que tuvieran los objetos, arriesgándote a romper el objeto en sí si añadías más de lo que podía soportar. Y por propia experiencia, Medea había visto que los magos actuales eran incapaces de ver cosas que para ella estaban a simple vista.

Usar una magia como esa, con los recursos tan limitados de la época actual, y encima siendo un mago mediocre comparado con el resto...en su propio cuerpo…

Al final no importaba si Medea lo acabaría traicionando o no, porque dado lo visto por la mujer durante los últimos días, Shirou se mataría solo, sin necesidad de la interferencia de Medea.

Un joven tan testarudo...tan espontáneo...y con tan poco valor sobre su propio bienestar...Seguramente acabaría involucrándose en la Guerra del Santo Grial aunque no fuera un Master...Y lo más probable es que no pudiera sobrevivir más de una noche.

Sin saber por qué, la mente de Medea se había ocupado con ideas sobre cómo conseguir que al pelirrojo idiota no le destriparan nada más empezar la Guerra. Era una persona que le daba una...comodidad...que no quería perder todavía.

Analizando sus alrededores, sus ojos se detuvieron en una zona concreta del almacén. Una zona que provocó que sus ojos se abrieran con sorpresa, su atención tan centrada en el plan que estaba formando su mente que no se atrevía a separar los ojos de su descubrimiento.

''Shirou…'' Anunció ella, aun sin mirarle. ''¿Quién te habló sobre los Servants?''

El cambio de tema confundió ligeramente a Shirou, algo sorprendido de que no siguieran hablando de sus cuestionables métodos de aprendizaje.

''Mi padre. Hace años me contó cómo tuvo que invocar un Servant para luchar a su lado...lo único que me dijo de él es que era un…'adorable caballero'...''

La descripción de Kiritsugu aparte, los engranajes de Medea giraban y giraban, con cada información recibida su plan tomando más y mas forma.

''Un superviviente de la Guerra…¿posiblemente el ganador? Por como lo dice Shirou, no tiene más información util...Pero si ha dejado eso en la casa…¿puede que haya dejado más cosas?''

''Tengo un deseo, Shirou.'' Comenzó a hablar Medea seriamente, ganándose la atención del joven. ''Un deseo que solo el Grial me puede conceder...es decir.'' Sus ojos conectaron con los de Shirou, mostrando su determinación. ''Necesito ganar esa guerra.''

Ahora era el turno de Shirou de pensar detenidamente. Una cosa era ser invocada simplemente para que la obligaran a pelear en contra de su voluntad...Pero ella quería pelear. Quería ganar.

No podía culparla de eso. Medea era una persona que había muerto, era una persona que solo había experimentado traición. No podía culparla de tener un deseo que querer cumplir.

''Una Guerra entre Servants no está al alcance de humanos...o aprendices.'' Shirou supo que esas palabras eran dirigidas a él. Pero sus ojos lo decían todo. Si Medea tenía que participar, Shirou ayudaría. No solo por ella, sino para evitar que inocentes fueran afectados por ese conflicto.

Los pensamientos de Shirou eran fácilmente adivinables por Medea, que simplemente siguió explicando. ''La mayoría de los Masters solo se esconden mientras su Servant pelea...como mucho proporcionan apoyo con magias curativas.''

Dejando de mirar lo que había inspirado el plan que tenía en mente, Medea centró su mirada en el joven que aún seguía sentado en el suelo. ''Archer, Saber, Lancer, Rider, Caster, Assassin, Berserker. Cada Servant tiene una clase que determina las habilidades que lo llevaron a convertirse en un Espíritu Heroico.'' Seguía explicando Medea con seriedad, mientras Shirou trataba de asimilar toda la información que estaba recibiendo. ''Shirou, yo soy un Servant de clase Caster, lo que significa que probablemente los demás Servants serán Héroes especializados en ataques físicos.''

Poco a poco, Shirou comenzaba a entender que era lo que quería decirle Medea con toda esa información.

''No puedes darme apoyo con tu magia, y créeme, no puedes enfrentarte a un Servant en un combate cuerpo a cuerpo. Archer te podría matar desde kilómetros de distancia sin que te dieras cuenta, Saber sería como pelear contra una montaña para ti, y no me hace falta mencionar Berserker.'' Las palabras de Medea eran duras, pero necesarias.

Hacía poco tiempo que conocía a Shirou, y era obvio que no lo sabía todo de él. Desconocía el origen de sus pensamientos, su motivación para poseer una personalidad tan...única. Pero si sabía que posiblemente Shirou acabaría involucrándose en la Guerra.

Así que, si no podía evitar la participación del pelirrojo, al menos se aseguraría de crear un aliado valioso para ella.

''Tus magias solo te permiten mejorar tu potencial cuerpo a cuerpo, pero los Servants tienen capacidades físicas años luz de lo que tú puedes mejorar con Refuerzo. Considerando esto, ¿no sería mejor para ti tratar de no involucrarte? ¿Alejarte de la ciudad hasta que todo haya acabado?''

Si, sería lo más lógico.

Shirou era idiota, pero no estaba ciego ante la verdad. Aunque fuera de los mejores en su Instituto, sus habilidades físicas eran bastante cercanas a las de Taiga. Y sinceramente, dudaba mucho que Taiga fuera capaz de igualar el poder de un Servant, si lo descrito por Medea era cierto.

Era incapaz de usar ningún tipo de magia de apoyo, y actualmente tenía un 60% de probabilidades de usar su Refuerzo sin hacerse daño a sí mismo.

Lo que podía aportar Shirou era una ayuda tan insignificante que casi era inexistente...pero aun así…

''Si soy capaz de afectar en cierta manera la Guerra...aunque sea de manera minúscula! Entonces habrá valido la pena participar.'' Dijo Shirou con determinación. Levantándose del suelo, miraba a Medea sin duda alguna en su cuerpo.

''Si no soy lo suficientemente fuerte, entonces entrenare más y más. Si no consigo llegar al nivel de un Servant, igualmente un segundo que consiga ganar será suficiente para salvar una vida.'' Era curioso para Medea como, sin uso alguno aparente de prana, los ojos de Shirou parecían brillar, como si al hablar de salvar gente su alma se activara.

No podía quejarse, ya que esa obsesión suya con salvar gente es una de las razones por las que seguía viva.

Suspirando, Medea relajaba su rostro. ''¿Estarías dispuesto a que te ayudara a hacerte más fuerte?''

El cerebro de Shirou desconectó durante unos segundos.

¿Una maga, procedente de la Era de los Dioses, lo entrenaría?

''Por favor!'' Exclamaba con emoción, haciendo que Medea sonriera ante la imagen del joven tan alegre por recibir su ayuda.

''Vaya vaya, veo que al menos en esta Era tengo un admirador'' Decía con una ligera risa, sonrojando a Shirou por su excitación. ''Bueno...Puedes empezar por quitarte la camisa'' Dijo de la manera más normal del mundo.

Shirou, asumiendo que era algún requisito necesario para el entrenamiento de Medea, se quitó la camisa sin duda alguna, dejando su torso expuesto para la maga peliazul.

Con la seriedad digna de la nobleza de Colchis, y su orgullo de maga, Medea no reaccionó de ninguna manera ante la semidesnudez del joven. Simplemente acercó sus dedos al pecho descubierto del pelirrojo, parando cuando estaba a ligeros centímetros de hacer contacto con su piel.

''Antes de empezar, ¿tienes alguna pregunta?''

Los ojos de Shirou no paraban de observarla con curiosidad, como si estuviera tratando de averiguar si había alguna pregunta en específico que Medea quería escuchar.

''Solo una.'' Dijo Shirou con tranquilidad. ''Angitia, ¿de dónde viene ese nombre?''

No sabía qué era lo peor. Si la enorme estupidez del último Emiya vivo, o que empezara a gustarle demasiado esa estupidez. ''No mentía, Shirou.'' Decía Medea, separando sus ojos del rostro del joven para concentrarse en su torso. ''Tras huir de Atenas me refugie durante cierto tiempo en Italia. Enseñe a los nativos métodos para encantar serpientes y curas contra sus venenos, y ellos acabaron venerándome como una diosa. Angitia era como me llamaban.''

Una sorpresa para Shirou, aunque no lo pareciera. Desconocía los detalles de la historia de Medea después de que estuviera buscando a Heracles para pedirle ayuda. Además de que, pasado el abandono de Jason, la historia cambiaba mucho dependiendo del autor que la hubiera escrito.

Muchos decían que Medea se llegó a casar dos veces más. Una en la que tuvo a su hijo Medo, otra vez usada por dicho esposo solo para que sus artes mágicas le ayudaran a tener un hijo a pesar de su avanzada edad, solo para después ser expulsada al tratar de asesinar al hijo secreto de su esposo, temiendo que este le arrebatara los privilegios a Medo. La segunda, con un poderoso rey de Asia.

Otros decían que Medo era hijo de Medea y dicho rey de Asia.

Incluso algunos alegaban que Medea pudo haberse casado con Aquiles en los Campos Elíseos, después de su muerte.

''Sabes…¿qué es lo que vamos a hacer?'' Preguntaba Shirou, algo incómodo ante la intensa mirada de Medea a su cuerpo.

Un brillo comenzó a emanar de los dedos de Medea, esta sin separar su mirada de Shirou. O más bien, de su cuerpo. ''Segun la información que tengo, te será bastante imposible aprender algo de mi magia.'' Explicaba Medea, haciendo que las esperanzas de Shirou por escapar de su estado de 'aprendiz' empezaban a desvanecerse.

''Los Magi de este tiempo usáis magia mediante un Aria que actúa como auto-hipnosis, para ayudaros a usar vuestros Circuitos Mágicos.'' Seguía explicando ella, sus dedos al fin haciendo contacto con la piel de Shirou mientras susurraba 'αρπακτικός (arpaktikós)'. Después de unos segundos, siguió hablando.

''Yo, a diferencia vuestra, no necesito conectarme a mis Circuitos Mágicos para activar mi magia.''

Si no estuviera tan concentrada con lo que estaba haciendo ahora, no podría evitar soltar una ligera risa ante la gran confusión que mostraba Shirou en su rostro. ''Los humanos actuales son incapaces de pronunciar las palabras del Idioma de la Era de los Dioses. Para que lo entiendas mejor, mientras tu tratas de activar tus Circuitos para usar magia, yo simplemente ordeno que ocurra.''

''Entonces…'' Shirou entendía la explicación de Medea, hasta cierto punto. Comprendía lo que quería decir, de que básicamente ella no usaba el mismo método que él, porque ella no tenía tantas limitaciones. Lo que no lograba entender era como con solo usar palabras podías...ordenar...a tu magia a ser usada. ''¿...no puedes ayudarme? No te sientas obligada, puedo volver a mi entrenamiento de ante-''

''Shhh'' Le silenció Medea, frustrando ligeramente al pelirrojo por ser tratado como un niño pequeño. ''Puedo ayudarte...no, tengo que hacerlo. Lo más seguro es que acabes participando en cualquier evento que ocurra a tu alrededor...si pretendes ser mi aliado, me conviene que seas alguien capaz.''

Era algo que Shirou no podía negar. Había salvado a Medea, y el resultado había sido algo realmente peligroso. Al ver como la Medea que antes no tenía ninguna esperanza en el mundo era capaz de sonreír gracias a él... había sido un efecto tan adictivo como cualquier droga existente. No había sido tan intenso como la de Kiritsugu, pero la felicidad que había experimentado al ver la risa de Medea...esa risa que no hubiera existido si no hubiera llegado a tiempo…

Una cosa era segura. Shirou Emiya no permitiría que le pasara algo a la primera persona que había salvado.

Shirou Emiya se esforzaría en salvar más gente, de la misma manera que salvó a Medea.

En devolver la sonrisa, a gente que había perdido un motivo por el que sonreír.

''Ahora mismo estoy analizando tu propia existencia...la composición completa de 'Shirou Emiya'. Elemento, Origen...Cualquier cosa sobre tu ser me servirá para saber por qué te cuesta realizar otras magias, o que puedo enseñ-''

Arpaktikós era el equivalente a Análisis Estructural que Medea usaba. A diferencia de este, la de Medea era una práctica de la Era de los Dioses, por tanto, mucho más eficaz de lo que Shirou podría llegar a obtener en su nivel actual.

Todo lo relacionado a un nivel metafísico sobre Shirou, ella podría no solo descubrirlo, sino posiblemente analizarlo a niveles que la permitieran obtener una comprensión absoluta sobre lo analizado. Supuestamente.

La razón por la que detuvo su conversación, sin embargo, no fue por un fallo en su magia. Muy lejos de la verdad.

Shirou empezó a preocuparse al observar como Medea comenzaba a reír de manera algo perturbadora, simulando una persona que estaba a punto de perder sus últimos rastros de cordura.

''Hay tantas cosas…'' Su risa no era una de júbilo, o una nacida de la locura. Era una risa generada por la frustración. ''...Tantas cosas dentro de él que no deberían estar…''

La palma de su mano tapaba su rostro, incapaz de parar sus risas, no queriendo que el joven mirara cualquier expresión que estuviera creando en esos momentos. ''¿¡Es acaso humano!? Nunca he conocido a alguien tan...no sé qué pensar…''

''Voy a hacerte unas preguntas, Shirou.'' Dijo ella, haciendo acopio de toda su fuerza mental para intentar aparentar que el Emiya no había sido capaz de frustrar la comprensión de Medea a límites insospechados. ''Intenta responder con claridad.''

''Vale…'' No sabía si debía mencionar algo sobre la aparente crisis nerviosa que Medea acababa de sufrir, o mencionar que había sido algo en su cuerpo lo que había causado cierta sensación. Algo en su interior le decía que actuara como si no hubiera pasado.

''¿Cómo valorarías tu habilidad con armas? De cualquier tipo.''

La pregunta no era algo extraño para el Emiya. No solo en su casa había un dojo para entrenar Kendo, sino que le había comentado a Medea que sus Proyecciones funcionaban mejor con objetos como cuchillos. ¿Quizás quería entrenarle para convertirse en algún tipo de Magus especializado en combate? Algo parecido a un Enforcer.

''Solo he usado Shinai (Espada de bambú) y arco. Cuando practicaba en el Instituto supuestamente era de los mejores, pero tampoco participé en competiciones, así que no sé dónde está realmente mi nivel comparado con los demás'' Explicaba Shirou mientras se volvía a poner su camisa. Ni él era consciente de lo modesto que era al describir sus habilidades.

''¿Puedes proyectar ahora una espada y un arco? Pero que sea una espada real, no una de practica''

La ceja del pelirrojo se levantó con curiosidad. Medea parecía tener una idea de cómo ayudarle ya planeada, y solo estaba confirmando sus capacidades. A donde quería llegar...eso ya le costaba más entender.

Levantando sus manos a la altura de su pecho, las palmas apuntando al techo, Shirou recitó su Aria.

Medea observaba cada segundo en el que Shirou usaba sus Circuitos, sus ojos azulados brillando ante cada pedazo de información que seguía confirmando de sus sospechas.

Cuando los destellos del prana electrificado de Shirou cesaron, ambas manos sostenían un objeto. Su mano derecha una espada de hierro común, su mano izquierda apoyaba un arco largo de kyudo en el suelo.

Y para sorpresa de Shirou, el experimento de Medea le había dado información que él no había podido descubrir por su cuenta. ''Pensaba que solo eran más fáciles los objetos afilados...pero...el arco es mucho más fácil de proyectar que el resto de las cosas…''

''¿De los dos, cuál fue el más fácil de proyectar?'' Fue la siguiente pregunta de Medea.

''La espada.'' Dijo sin necesitar pensarlo.

Era un curioso descubrimiento que su arco había sido casi tan fácil como cualquier otro objeto afilado...pero aun así, la espada había sido proyectada casi de manera subconsciente. Si lo llegabas a comparar, cualquier objeto era como levantar una pelota. El arco había sido como levantar un bolígrafo. Y la espada...como si hubiera intentado levantar aire.

Asintiendo con la cabeza, como si hubiera estado esperando esa respuesta, Medea comenzó a pasear por el interior del almacén, rodeando en círculos a Shirou en el proceso.

''¿Qué sabes de los artefactos de las Fae?''

''¿Hadas?'' Ahora sí que estaba confundido. No sabía que quería averiguar Medea, o si él debería saber algo sobre Hadas. ¿Qué es lo que había visto en su cuerpo? ''Mmm…¿No es la Dama del Lago una? Pero, artefactos…¿Excalibur?''

Una sonrisa aparecía en el rostro de Medea. Una sonrisa que Shirou no sabía si le traería alegría o dolor de cabeza. ''Parece que alguien tiene una pequeña obsesión…''

Su nuevo aliado era una anomalía que no debería existir. Su propia existencia desafiaba la lógica de las leyes físicas de su tiempo. Aun así, no podía negar que la situación en la que estaba la entretenía bastante. Al principio Medea pensaba que vivir bajo el techo de los Emiya solo le proporcionaría un estilo de vida mundano, la misma manera de vivir que tienen todos los demás humanos que no estuvieran conectados con el mundo de lo sobrenatural.

Pero ahora...con toda la información que había descubierto...y todo lo que NO sabía sobre dicha información… ''Da igual lo estúpido que sea...tengo suerte de haberlo encontrado…''

''¿Oh? ¿Acaso mi adorable huésped guarda fantasías sobre la leyenda de la Espada de la Victoria Prometida?''

Un ligero sonrojo aparecía en las mejillas de un nervioso Emiya, confirmando aún más las sospechas de la atractiva Caster. ''E-Es el único objeto que sé que pueda haber sido creado por Hadas…''

Su respuesta solo causaba que Medea comenzara a reír, realmente encontrando divertida la reacción de Shirou. ''Diarmuid Ua Duibhne también posee una lanza de origen Fae'' Respondía Medea, sus ojos observándole de manera juguetona, indicándole que su excusa no había servido de mucho.

''¿No tienes más preguntas que hacer?'' Aunque su tono sonará algo cruel, Medea era capaz de apreciar que Shirou quería dejar de hablar del tema en cuestión lo antes posible.

''Realmente adorable…''

''De momento, no.'' Decía ella, viendo con entretenimiento como Shirou suspiraba con alivio. Aún había más cosas que necesitaba aclarar...pero no era necesario hablarlo todo en una sola noche. ''Tengo algo planeado...pero me sentiré más segura después de que me lleves a esa Línea Ley.''

''Oh, claro. No te preocupes, lo último que quiero es acabar abusando de tu ayuda.'' Respondía con un rostro más calmado, sus palabras deteniendo a Medea.

Lo dicho por Shirou había sido como un cubo de agua fría para la maga, que sin poder despegar la vista del suelo, trataba de pensar por que le había afectado tanto lo que había dicho el joven.

''Shirou…'' Comenzó a hablar, pensando que se acabaría arrepintiendo si no aclaraba sus dudas con el pelirrojo. ''Si la Línea Ley del Templo es una de las principales de Fuyuki...básicamente podría tener control sobre todo habitante de la ciudad…''

La primera reacción de Shirou fue confusión al recibir información que no tenía nada que ver con el tema anterior. Pocos segundos después se permitió el pensar detenidamente su respuesta.

''No soy un experto, pero si alguien podría hacerlo, eres tú. No se me ocurre a nadie más capaz.'' Respondía con honestidad. Por mucho que lo intentara, dudaba mucho de que él tuviera las habilidades como para realizar lo que había propuesto Medea. ¿Pero una maga de la Era de los Dioses? Sinceramente no sabía cuáles eran sus límites.

''¿No has dicho que tienes amigos en ese templo? ¿No te preocupa que pueda hacerles daño?'' Cada vez su voz tenía más fuerza, dándole más energía a sus preguntas. Daba igual cuanto tiempo pasara con el pelirrojo, cuanto de su personalidad viera expuesto...Medea aún seguía negando y negando que alguien como él pudiera existir.

Alguien tan sincero...tan amable…

Su confianza y su pasión por ayudarla probablemente era lo más estúpido que podría haber hecho un Magus hacia ella…

Y aun así...aunque fuera lo más irracional que alguien podía hacer por la Bruja de la Traición…

Era una sensación... tan cálida…

''Sé que ofrecer acceso a una Línea Ley puede ser una cosa peligrosa...pero también sé que eres una buena persona, Medea.'' Al ver como Medea le miraba expectante, esperando una explicación más extensa, Shirou continuó. ''Medea...yo desde que tengo memoria, he querido ser un héroe de la justicia.''

Era una faceta que nunca había visto en Shirou. El joven, enfocando su vista en la brillante luna que los iluminaba desde el cielo, adoptaba un aura de nostalgia. Era extraño para Medea como los ojos de un joven que aún no había alcanzado la mayoría de edad de esta Era podían parecerse tanto a los de un soldado que acababa de llegar de la guerra.

Una mirada que parecía tener en frente suya a la mismísima Muerte, y un rostro calmado, que daba a entender que dicho encuentro no había sido el primero.

''Cuando mi padre me rescató, y vi cómo de feliz le había hecho el poder salvar a alguien...me dio envidia.'' Medea guardaba todo tipo de información sobre la que quisiera preguntar luego. Aunque ahora dudas empezaban a surgir en su mente, la situación le indicaba que lo único que tenía que hacer era escuchar.

''Había sido salvado de una muerte segura...el único superviviente de un infierno...y parecía que él era el más afortunado de los dos... que él era el que había sido salvado.''

¿Cómo podía un joven de alrededor de 15 años verse tan maduro bajo la luz de las estrellas?

''Desde que mi padre murió, siempre he buscado como ser un héroe.'' Su mirada cambiaba de objetivo, de mirar a la luna pasó a mirar a su invitada, con una leve sonrisa nostálgica. ''En estos tiempos…que alguien te diga que quiere convertirse en un héroe es considerado como algo infantil...siempre será objeto de burla.''

No era de extrañar.

Incluso en la época en la que Medea vivía, niños ponían como sus metas vitales el poder ser como los héroes que tanta fama ganaban debido a sus aventuras. Pero a diferencia de su tiempo, en esta época los héroes no existían.

''Sé que la historia nunca te ha tratado como una heroína.'' Las cejas de Medea se fruncieron, esperando a ver que sería lo siguiente que diría sobre ella. ''Traidora, asesina...bruja.''

Eran palabras que siempre había escuchado dirigidas hacia ella. Estaba acostumbrada a oírlas.

Estaba acostumbrada.

Apretando un puño con fuerza, Medea mordía levemente su labio inferior.

No era la primera vez que había visto a alguien diciéndole esas palabras.

No sería la última vez.

Entonces…¿Por qué la afectaba tanto?

''Pero yo creo...que están equivocados'' Interrumpió Shirou, provocando que Medea relajara sus músculos de manera inconsciente.

''No te recordare todo por lo que has pasado...tampoco haré como que sé la totalidad de tu historia...solo te diré que estoy seguro de una cosa. Medea de Colchis...tu eres una princesa, no una bruja.''

Princesa y Bruja.

No eran simples sustantivos para Medea.

Cada una de esas palabras indicaba no quien era, sino cuál era el camino en el que estaba.

Bruja... Era el infierno en el que su vida se había convertido por la manipulación de los Dioses. Era el rol que había sido obligada a adoptar.

Princesa, sin embargo...era su vida antes de Jason. Su vida cuando aún tenía el control de sus acciones.

''Sé que es una estupidez hacer cosas como dejar que otro Magus sepa tu Origen y Elemento, que vea tu taller o contarle todas tus capacidades mágicas…'' Shirou no era consciente de que Medea era incapaz de articular una sola palabra. La atractiva mujer solo escuchaba. Solo podía escuchar.

''Pero aunque sea estúpido, eso no quiere decir que no sea lo correcto...Y para mí, no ha sido un error el confiar en ti.''

De manera casi automática, Medea se fijó en la marca rojiza que tenía el pelirrojo durante unos breves segundos, solo para después devolverle la mirada a los ojos dorados de Shirou.

''M-Mañana será un día complicado...creo que debería irme a dormir…'' Apretó sus puños con fuerza ante el ligero tartamudeo, pero siguió actuando como si no hubiera pasado nada. Tenía que hacerlo.

De camino a su cuarto, fuera del alcance de Shirou, el rostro de Medea se tensaba cada vez más. Su respiración se agitaba, lo que trataba de calmar sin éxito llevándose una mano al pecho, como si le estuviera pidiendo a cierto órgano de su cuerpo que se tranquilizara.

Cuando por fin llegó a su habitación, solo tuvo tiempo de cerrar la puerta antes de que sus piernas colapsaran, provocando que su cuerpo acabara en el suelo, con solo la puerta a sus espaldas para apoyarse.

Quería odiarle.

Mirando al infinito, Medea no pudo evitar que una lágrima escapara a su control. Ese joven...la había obligado a hacer algo que en sus tiempos nunca se permitiría hacer. Por su culpa había hecho algo que desafiaba todo lo que representaba, todo lo que había aprendido durante su vida…

Debería odiarle por ello.

Quería hacerlo.

En la soledad de su cuarto, bajo la protección de la luna, Medea se preguntaba cómo es que con solo unos días, Emiya Shirou... había provocado que Medea pidiera un deseo a los dioses.

''Dioses...egoístas...egocéntricos...No tengo la menor duda de que a pesar de todos los años que han pasado, seguirán siendo igual de repugnantes…'' Una sonrisa aparecía en el rostro de Medea. Una sonrisa de tristeza...de nostalgia...pero sobretodo, de esperanza. ''Aun así...si por algún casual...queda algún dios bondadoso…''

''Por favor...que esto...no sea una ilusión.''


(Algunos días después)

La rutina diaria no había cambiado demasiado.

Sin importan cuán intensa hubiera sido esa conversación para Medea, todavía estaban en horario laboral, lo que significaba que Shirou había tenido que ir a clases todos los días siguientes hasta hoy. Gracias a su continuada convivencia con Shirou fue como Medea pudo apreciar varias de las facetas diferentes del heredero de los Emiya.

Podría sonar lógico para cualquier otra persona, pero Medea, por muchos años que hubiera vivido, nunca había experimentado la vida cotidiana voluntaria con otra persona. O al menos, una convivencia tan...pacífica.

Era casi un entretenimiento para ella el descubrir cada aspecto que su anfitrión mostraba en diversos momentos. La habilidad que demostraba cuando cocinaba...la calma que proyectaba cuando limpiaba...su concentración cuando practicaba magia…

Se estaba empezando a convertir en una especie de obsesión.

En estos momentos, ambos magos se encontraban subiendo las escaleras del monte Enzou, lugar en el que situaba el templo Ryuudou.

Gracias a las dotes carismáticas de Medea, Shirou la había acompañado uno de los días anteriores para comprar ropa con la que Medea pudiera salir sin ningún tipo de sospecha. Para sorpresa del pelirrojo, la elección de Medea había sido un top negro, una chaqueta vaquera y una falda larga.

Su sorpresa se centraba más que nada en la elección de su vestimenta superior.

Aunque no fuera algo considerado como 'raro', era algo peculiar en Japón una mujer adulta como Medea, y con facciones faciales tan delicadas como las suyas, vistiendo algo de apariencia tan...extranjera.

Desde fuera ella daba la impresión de ser una belleza elegante, por lo que uno se esperaría que hubiera decidido ropas que complementaran esas cualidades suyas.

Por suerte para Shirou, Medea no insistió en pedir su opinión sobre el resto de la ropa que necesitaba...había límites que no debían ser cruzados fuera de una relación romántica.

''¿Seguro que no habrá ningún problema?'' Preguntaba Medea, tratando de comenzar una conversación. Aunque pasear con Shirou fuera una actividad bastante tranquilizadora, preferiría que hubiera una conversación que ocultara el silencio a su alrededor.

''Issei y yo somos buenos amigos, además de que su hermano mayor es un conocido de Fuji-nee y Neko-chan. Su padre es el encargado del templo.'' La peliazul reconocía el nombre de Taiga, la peculiar…¿amistad? de Shirou. Neko-chan, aunque ella no lo supiera, se trataba de la dueña del local en el que Shirou solía trabajar después de clases. De manera curiosa, los 3 adultos eran amigos cercanos. ''Además, algunas veces ayudo a los monjes con cualquier cosa que necesiten...Issei dice que ninguno de ellos se pensaría el negarme una visita.''

''¿Oh?'' Un rostro de completa curiosidad surgía en Medea, sonriendo de manera juguetona hacia el pelirrojo. ''¿Los ayudas sabiendo que no te negaran futuros favores?'' Preguntaba ella, divirtiéndose al ver como Shirou se indignaba ante la acusación.

''Sabes que nunca haría algo así!'' Exclamaba, ligeramente alterado. Al ver como su reacción provocaba que Medea soltara una risa ligera, Shirou se limitó a suspirar. ''Es como Fuji-nee…''

''¿Y qué hay de posibles civiles?'' Preguntaba otra vez Medea.

''En esta zona de la ciudad el sintoísmo tiene mayor influencia.'' Viendo a su compañera, el rostro de Medea le indicaba que quería escuchar más. Ya fuera por tener más información, o por simplemente hacerle hablar, eso ya no lo sabía con exactitud. ''El Templo Ryuudou es budista...así que no está tan transitado como un templo sintoísta en esta zona.''

''Es increíblemente aburrido como los humanos nunca paran de depender en los dioses…''

''No es exactamente así.'' Respondía Shirou, ganándose de nuevo la atención de Medea. ''Por ejemplo, el sintoísmo no es algo basado en venerar dioses...es más un estilo de vida.''

''Ya veo…'' Comentaba ella. ''...el Grial me da información general sobre la época en la que soy invocada, pero es simplemente superficial. No sé con exactitud toda la información que la humanidad ha recabado hasta ahora...así que te agradezco que me ayudes a estar informada.'' Explicaba ella, para finalizar con una dulce sonrisa, una de las mayores debilidades de Shirou.

''Shirou, has venido.'' Le saludaba Issei en la entrada. ''Y quien es-''

''Hola Issei, perdona por causar molestias.'' Respondía al saludo, sin darse cuenta de la manera en la que estaba mirando a su compañera. ''Esta es Angitia, no conoce mucho sobre Fuyuki, y me había dicho que le encantaría visitar el templo. Si pued-''

''Perdona, Angitia-san, tengo que hablar de un asunto muy importante con Shirou.'' Interrumpió Issei, tirando del brazo del pelirrojo con fuerza para alejarlo de la mujer. ''¿Te importa esperar? Puedes mirar los alrededores mientras.''

Medea veía ligeramente entretenida la reacción de Issei. Esa era la reacción más común que se debería tener al conocerla. Por suerte para ella, Shirou no era para nada común. No solo su personalidad era algo a lo que ella nunca había estado expuesta, sino que la información que obtuvo gracias a su análisis confirmaba sus sospechas.

Incluso en términos mágicos, Shirou era el humano más único que Medea había llegado a conocer.

''No tardes mucho, Shirou.'' Decía ella, mientras empezaba a alejarse del lugar. ''Recuerda que tenemos cosas que hacer esta noche.'' Finalizó, mientras sonreía de manera malvada a Issei.

Cuando la figura de la mujer se alejaba de los dos jóvenes, Issei se acercó al rostro de Shirou. ''Esa mujer es peligrosa.''

''¿Por qué lo dices?'' Preguntaba el pelirrojo con genuina curiosidad, sabiendo que su amigo nunca solía reaccionar de esa manera ante desconocidos.

''Shirou...esa mujer...me da una muy mala sensación. Me atrevería a decir que es incluso peor que lo que me hace sentir Tohsaka.''

Realmente una sorpresa.

''¿Que puede haber de similar entre Tohsaka y Medea? Y algo que solo Issei puede detectar…''

''¿Y qué es eso que tienes que hacer con ella esta noche?'' Preguntaba de manera más intensa, preocupado por el futuro de su amigo.

''No tienes que alarmarte Issei.'' Respondía Shirou, con una sonrisa que intentaba calmar al Presidente del Consejo Estudiantil. ''Angitia...es experta en temas que no se me dan muy bien...esta noche va a ayudarme con eso.''

''¿Es una profesora?''

''Algo...parecido.'' Respondía con una sonrisa más débil.

La mirada de Issei estaba llena de escepticismo. Por muy capaz que fuera Shirou en muchas cosas, era obvio para la gente cercana a él que confiaba demasiado en la gente.

''Shirou, ten cuidado con esa muj-''

''Shiiirou.'' Interrumpió Medea en la conversación, rodeando uno de los brazos del pelirrojo con toda la parte superior de su cuerpo. ''¿Nos vamos a casa ya?''

Al ver donde estaba situado su brazo, y que era lo que lo rodeaba, el cerebro de Shirou había entrado en un estado de desconexión temporal, en el que no era capaz de entender qué estaba pasando.

''P-Pero no teníamos qu-''

Issei veía, con la boca abierta, como Medea arrastraba a Shirou fuera del templo, sin poder siquiera reaccionar ante las acciones de la mujer peliazul. Solo estaba seguro de una cosa. Cuando había abrazado el brazo de Shirou, tuvo la sensación de que esa...arpía...se estaba burlando de él. Como si le hubiera dirigido una mirada que decía 'Shirou es de mi propiedad'.

''M-Medea! No tan rápido! ¿Qué te pasa? ¿No tenías que establecer una conexión con la Línea Ley?''

''No grites tanto Shirou, aun podrían escucharte.'' Respondía Medea sin preocupación, disfrutando de cada momento de nerviosismo por parte del pelirrojo. ''La conexión la establecí casi segundos después de que tu amigo empezara a decir cosas sobre mí a mis espaldas.''

Shirou se avergonzó, no queriendo que Medea pensara que él compartía la desconfianza que tenía Issei hacia ella.

''Shirou.'' Comenzaba Medea, interrumpiendo sus pensamientos. ''Aunque te agradezca que me des toda esta confianza, tienes que afrontar el hecho de que posiblemente seas la única persona en esta época que vaya a hacer algo así.'' Le decía con un tono más serio del que estaba usando antes.

Shirou sabía que ella tenía razón...pero no por ello significaba que le gustara la idea de que eso fuera a pasar.

''Si te conocieran...sabrían que no eres una mala persona.''

Una risa salida de los labios de Medea confundía a Shirou. ''No necesito la aceptación del mundo entero Shirou.'' Comentaba ella apretando su agarre, para vergüenza del adolescente. ''Tengo suficiente con la tuya.''

''¿Hace falta que sigas arrastrándome?'' Preguntaba, sin poder controlar que su rostro adoptara los colores rojizos más brillantes posibles.

''Por supuesto. ¿Quién sabe si hay alguien mirando?''

''¿Y por qué tienen que vernos así exactamente…?'' No se atrevía a realizar esa pregunta. Durante el poco tiempo que había vivido junto a Medea, había aprendido ciertas cosas de ellas. Algunas eran cosas embarazosas, como el admitir que posiblemente era la mujer más atractiva que había conocido nunca.

Y otras eran más preocupantes. Como el hecho de que su habilidad para actuar era increíblemente destacable. Delante de cualquier público Medea podía adoptar el rol de una adolescente enamorada, una mujer tímida, o su peor pesadilla si ella quería.

Por suerte para él, lo peor que había hecho en su contra se limitaba a simples coqueteos con burla, mayormente para provocar que Taiga se abalanzara sobre él cual tigre rabioso.

Por tanto, en su inmensa sabiduría, Shirou trataba de no hacer nada que pudiera mostrarle un lado más terrorífico de Medea del que conocía.

''Ahora, quiero que te memorices unas frases. Para esta noche tienes que saberlas a la perfección, ¿entendido?''

''Todavía no me has dicho que has preparado para esta noche…''

Mientras caminaban de vuelta a su hogar, Medea se había dado cuenta de que Shirou se había acostumbrado al contacto entre ambos. O mejor dicho, no estaba tan alterado como al principio.

Sonriendo levemente, un dedo tocaba con suavidad la palma de su mano que poseía la marca rojiza. ''Eres un mago que se especializa en combate cuerpo a cuerpo, ¿no?''

Usando su brazo libre para rascarse la cabeza en señal de vergüenza, Shirou seguía mirando al frente. ''Yo no diría que me especializo en eso...es simplemente que no se hacer otra cosa.''

Suspirando, Medea empujaba levemente al joven hacia un lado. ''Si yo lo llamo 'especializarse', es porque es verdad.''

Una sonrisa nerviosa de Shirou le decía a la maga que el pelirrojo no se atrevía a llevarle la contraria.

''Yo no puedo enseñarte nada sobre cuerpo a cuerpo, un Magus con orgullo no aprendería otra cosa que se saliera del campo de la magia.'' Explicaba ella, demostrando el código de honor que respetaba.

''¿Entonces?''

''Entonces…'' Continuaba Medea. ''Si yo no puedo enseñarte, ¿por qué no llamar a alguien que sí pueda?''

Bajando las escaleras del Monte Enzou, ya sin el contacto que Medea había forzado antes, los dos mantenían el silencio que se había formado a su alrededor.

Sin embargo, Shirou tenía muchas preguntas de las que no podía obtener respuesta en ese momento. Demasiadas.

Se preguntaba por qué su amigo había reaccionado de esa manera con respecto a Medea, y qué relación tenía con Rin.

Tenía dudas de por qué Medea, desde los últimos días, había sido más abierta con él de lo que era cuando la acababa de conocer. Se burlaba más de él, iniciaba más contacto de lo normal…

¿Pero era algo malo?

Desde que había empezado a ser más directa, el rostro de Medea poseía una felicidad de la cual solo Shirou sabía identificar la intensidad.

No era una sonrisa de oreja a oreja, enseñando todos los dientes. Era una sonrisa más suave, pero que cuando aparecía, ayudaba a relajar la totalidad de su rostro.

Para Shirou, que no solo sabía la historia de Medea, sino que había sido la persona que la había salvado de desaparecer, verla con tanta calma y alegría, era una de las sensaciones más satisfactorias que había tenido el placer de experimentar.

Gracias a Medea, había podido comprender por qué su padre fue tan feliz al salvarle.

Si actuar de manera tan directa era una de las cosas que mantenían la felicidad de la atractiva peliazul, ¿podría él, la persona encargada de protegerla, negárselo?

Fuera como fuese, ahora no era el momento adecuado para pensar en eso.

Al parecer, tenía que memorizar algo...y tenía la ligera sospecha de que no sería una frase corta.


(Esa misma noche. Taller de Shirou)

Medea observaba como Shirou movía las cajas de un lado a otro, algunas demasiado grandes como para levantarlas en peso, y limitándose a empujarlas con todas sus fuerzas.

''Esa...era la última…'' Decía el joven entre profundas respiraciones. Después de apartar las diversas cajas que su padre había dejado almacenadas, pudo ver lo que Medea quería usar esa noche.

''¿Qué quieres hacer con eso?'' Preguntaba Shirou después de permitirse unos segundos para recuperar la respiración.

''¿Acaso no es obvio? Vas a invocar un Servant.''

Los dos magos se miraron el uno al otro durante varios segundos. Medea mantenía la mirada, en un gesto por demostrarle a Shirou que no estaba bromeando. Shirou simplemente trataba de comprender lo que acababa de escuchar, sin saber si podía haber sido una broma, o tener un significado diferente al que había entendido.

Cuando ya era evidente que Medea iba en serio, los ojos de Shirou comenzaron a abrirse más de lo normal. ''¿Q-Que?''

Suspirando ante la reacción de Shirou, Medea levantaba una mano para gesticular. ''Eres un mago que quiere involucrarse en la Guerra del Santo Grial, ¿no es lógico que invoques un Servant? Además de que, un Espíritu Heroico es sin duda la persona con mejor experiencia que podrías tener para enseñarte a pelear.''

La lógica era aplastante, por ello Shirou no sabía que responder en contra del argumento de Medea. Por muy estúpido que sonara, Shirou nunca había pensado en participar como Master. Pero escuchándolo de los labios de Medea, tenía sentido. Iba a participar de todas maneras, pero como Master no solo eliminaba la posibilidad de que un Magus sin escrúpulos se uniera a la Guerra, sino que otro Servant a parte de Medea podría ayudarle a salvar al mayor número de gente posible.

''Y…¿será tan fácil invocar un Servant? ¿Solo hace falta ese círculo?'' Preguntaba Shirou mientras señalaba el círculo mágico que antes estaba oculto por las cajas.

''El ritual de invocación es bastante sencillo...Si quisieras, podrías usar solo ese círculo y un catalizador...Pero para que no haya ningún problema, recitaras el encantamiento que te obligue a memorizar.'' Solo Medea podía decir de manera tan adorable algo como el hecho de que prácticamente le obligó a memorizar cada palabra a recitar sin un segundo de descanso.

Acercándose al círculo, Shirou lo inspeccionaba con meticulosidad. ''¿Catalizador? Que yo sepa no tengo ninguno.'' Comentaba él.

''No te preocupes por eso, limítate a invocar.'' Respondía Medea, mientras miraba su espalda con intensidad. Tenía que estar atenta a lo que iba a pasar, no podía ignorar un solo detalle.

''Vale…'' Viendo como su nueva amistad quería que él se convirtiera en un Master de manera tan intensa, Shirou respiró profundamente. Después de expulsar todo el aire que había recogido, se mantuvo recto frente al círculo mágico en el suelo.

Levantando la mano con su palma abierta, cerró los ojos y se concentró.

''Que la plata y el acero sean la esencia.'' Sus palabras resonaron por toda la habitación con fuerza.

Medea sintió un ligero escalofrío al escuchar la voz de Shirou. Cuando estaba tan concentrado, usando su magia...era una vista digna de admiración.

''Que la piedra y el archiduque de los contratos sean la base.''

Al igual que Mitsuzuri, una de las cualidades que Medea más admiraba de Shirou era su capacidad para realizar sus entrenamientos con tanto...respeto.

''Que el dorado sea el color al que rindo homenaje.''

Sabía perfectamente que Shirou no amaba la magia. No era algo que definiría sus metas vitales, ni algo que modificara su visión sobre el mundo.

''Que se levante un muro contra el viento que caerá.''

Para Shirou Emiya, la magia era solo una herramienta. Algo que podía usar para facilitar su trabajo.

''Que se cierren las cuatro puertas cardinales.''

Aun así, que tratara con tanto respeto algo que él solo veía como una herramienta...era bastante honorable.

''Deja que gire el camino de tres direcciones desde la Corona hasta el Reino.''

El joven Emiya representaba todo lo que a un nivel subconsciente siempre había querido.

''Que ahora sea declarado; Tu carne me servirá, y mi destino estará junto a tu espada.''

Alguien con el que sentirse segura. Alguien con quien poder mostrar sus debilidades sin miedo a ser herida por ello.

''Sométete al llamamiento del Santo Grial.''

Una persona de la que Medea tenía la completa seguridad de que nunca la traicionaría.

''Responde, si te someterías a esta voluntad, y a esta verdad.''

Le daba igual que estuviera actuando de manera apresurada. Medea había experimentado toda una vida de dolor y traición, por razones fuera de su control. Había sido marcada con toda una eternidad conocida como una bruja, aunque dicha bruja fuera creada por los caprichos de los Dioses.

''Un juramento será jurado aquí.''

En el desierto que era su vida, había encontrado al fin el único rastro de agua que no se trataba de una ilusión. Una muestra de aquello de lo que siempre fue negada, de aquello que siempre había deseado.

''Obtendré todas las virtudes del Cielo entero;''

¿Que había de malo en apegarse a la única sensación de confort que había sentido en décadas?

''Dominaré todos los males del Infierno entero.''

Shirou Emiya se había convertido en algo con valor para ella...y haría todo lo posible para que el mundo no se lo arrebatase antes de tiempo.

''Desde el Séptimo Cielo, atendido por tres grandes palabras de poder,''

La habitación brillaba cada vez con mayor intensidad, corrientes de prana moviendo papeles de un lugar a otro. Pero Shirou no prestaba atención a nada de lo que le rodeaba. Concentrado, solo miraba al frente.

''Sal del anillo del control, protector del santo equilibrio!'' Exclamaba Shirou con fuerza, terminando la última frase necesaria para la invocación.

Esperando expectante a quien hubiera respondido la invocación, Shirou de repente sintió un gran dolor en su pecho. Apareciendo de manera tan inmediata, el Emiya apoyo con rapidez sus piernas en el suelo, mientras clavaba sus dedos en el pecho, tratando de contener el inmenso dolor que estaba sintiendo.

Segundos después, un río de sangre comenzara a brotar de la tos del pelirrojo, alertando a Medea

''Shirou!'' Corriendo a su lado, comenzó a usar su magia curativa en el joven, su rostro lleno de preocupación y confusión debido a lo ocurrido. Mirando a su alrededor no podía identificar a nadie que pudiera calificarse como Servant, y las luces del círculo mágico se había apagado, indicando la finalización del ritual.

''¿Ha...fallado…?'' Su mano se metía por debajo de la camisa de Shirou, buscando el mayor contacto posible para facilitar su curación. ''No...el ritual funcionó...alguien había respondido a su llamado...pero él…¿lo rechazó?''

Cuando vio que la respiración de Shirou se relajaba, apartaba su mano con lentitud, para después mirar el rostro del joven. ''¿Estas bien?'' Preguntaba, aun preocupada.

Mostrándole una sonrisa, Shirou trataba de reducir las preocupaciones de Medea. ''Perf-''

Como si hubiera estado esperando el momento oportuno, una explosión de prana se originó en el centro del círculo. No tan peligrosa como para destruir la zona, pero sí como para crear una corriente de viento que arrastrara a los dos magos a lo largo de la habitación.

Levantándose con rapidez, Shirou se posiciono delante de Medea con la intención de defenderla de cualquier cosa que pueda ser una amenaza.

Sus ojos se enfocaban en la figura que había aparecido del humo generado por la explosión. Una figura protegida por una armadura de más o menos la altura de Shirou, pero que aun así se veía imponente, con colores rojo y plateado plasmados en ella, y dos cuernos parecidos a los de un dragón sobresaliendo de su casco.

Clavando su espada en el suelo, el casco metálico comenzaba a...desmontarse por sí solo, mostrando a la persona que había debajo de la intimidante armadura.

''Soy Mordred, el único heredero de Arthur Pendragon.'' Exclamaba la persona con fuerza en su voz.

''Así que, te pregunto.'' Una sonrisa felina aparecía en el rostro del caballero. ''¿Eres tu mi Master?''

Y así, delante suya, había una persona salida de las leyendas artúricas tan conocidas por el mundo entero, preguntándole si era su maestro. Su mente empezaba a cuestionarse mil cosas, sorprendiendo al pelirrojo de que su cerebro no se estuviera sobrecalentando por el estrés mental.

Podría centrarse en el hecho de que la Leyenda del Rey Arturo era real, o de que la persona que lo mató supuestamente era considerada un héroe por el Grial. Pero ninguna de esas cosas era más importante que el dato que ocupaba la mayor parte de sus pensamientos.

''No sabía... que Mordred fuera una mujer-''

El rostro de Shirou se tensó al notar como la punta de su espada era colocada con rapidez frente a su rostro, mientras la mujer rubia delante suya le miraba con la mayor sed de sangre que había experimentado en toda su vida. Solo desvió su mirada durante un segundo para ver los sellos en su mano, volviendo a mirarle a los ojos con una frialdad que amenazaba con congelar su propia alma.

''Por tu bien, Master, no volverás a mencionar ese tema nunca más.''

Shirou tragaba saliva mientras le devolvía la mirada a aquellos ojos esmeralda.

Habían varias cosas que había podido confirmar esa noche.

Al parecer, el hijo de Arthur Pendragon, el mismísimo Caballero de la Traición que acabó con la vida del Rey durante la batalla de Camlann...era una mujer.

Segundo...Por alguna extraña razón, no paraba de encontrar héroes con historias relacionadas con la traición.

Y por supuesto, sus sospechas del día en el que salvó a Medea habían sido confirmadas.

Había algo en las Servants femeninas...que a sus ojos las convertía en los seres más bellos que había tenido la suerte de conocer. Incluso Mordred, en su armadura mientras le amenazaba con su espada, mostrando lo que parecían ser unos realmente afilados colmillos, poseía una belleza comparable a la de Medea.

Mientras que la Princesa de Colchis representaba la elegancia con sus facciones delicadas, Mordred tenía un encanto de naturaleza más...salvaje.

Toda la escena era vista por Medea, que sin molestarse en intentar levantarse del suelo, solo tenía un pensamiento en su mente.

''Todo en lo que Shirou está involucrado...carece de cualquier tipo de lógica…'' Pensaba con resignación.


Antes que nada, agradecer al usuario Alquimeizer por su ayuda para la construccion de esta historia. Al principio era incluso patetico lo poco que sabia de Fate, y él me ayudo a tener una mayor comprensión de este universo.

Este capítulo tiene mayormente la función de Prologo. Esta solamente enfocado en Shirou, y actua como una introduccion al universo que esta por desarrollarse. No quiere decir que los demas capitulos sean iguales.

Ya que esto es un fic nuevo, y encima de un universo que no controlo, cualquier critica es bien recibida. Incluso si es para decir que el capitulo es mierda, pero no os olvideis de decir el motivo de por que es mierda. Ayudaria a que, dado el caso, lo puedo convertir en menos mierda.

Asumiendo que esto lo lea gente, y que aparte les interese ver más, cualquier sugerencia es aceptada. De momento me ayudaria saber si los capitulos estan bien asi de largos, o si necesitan ser mas cortos.

Si tienen alguna duda y no quieren esperar a que vuelva a subir otro capitulo, mensaje privado sin problema.

Hasta la proxima. ^^